Me gustaría dedicar unas palabras, como autor con necesidad de expresarse, al cuento y al relato.
¿Qué es el cuento? ¿Qué es el relato? ¿Dónde los encasillamos? ¿Tienen más que ver con la novela o con la poesía, o quizá pretendemos hacer de ellos un híbrido entre ambos géneros?
Parece que se trata de obras menores, pero no es así. Puede que no sean tan complejos como una novela, que generalmente tiene una trama y varias subtramas, pero sería justo matizar que un cuento, a modo de ejemplo, tiene que estructurarse como tal. Quizá haya diferentes opiniones al respecto, pero yo, particularmente, concibo este último como una pequeña novela, si bien mucho más directo, es decir, tiene que tener una explosión que aporte materia al desarrollo de la obra. Un desencadenante. Y eso no es solamente sentarse y comenzar a escribir Es un género que necesita valerse de todo un proceso creativo, igual que su hermana mayor, la novela. Exige un tiempo para la documentación, más o menos extenso dependiendo de la temática en que se asienta.
A mi humilde entender, y tengo que decir que también hay diferentes opiniones sobre ese punto, el relato es más amplio que el cuento. Llegados a este punto, creo que se hace necesario aclarar que según algunos autores son sinónimos. Para mí no. El primero se puede aproximar al ensayo o a la reflexión o incluso introducirse de lleno en estos campos. La misma palabra lo dice: relato. Relatar algo, lo que supone usar la narrativa como arma. Si no tiene que tener necesariamente un principio y un fin tal como lo concebimos, el segundo sí ha de tenerlo. Como dijo Andrés Newman en su pregón de la feria del libro de Granada en 2012, desgraciadamente parece ser que los consideramos el género chico de la literatura, una parte de ella que no está lo suficientemente cuidada, que no sabemos dónde ubicar; a veces no sabemos siquiera qué etiqueta darle, qué nombre asignarle: relato, relato breve, cuento, novela corta, narrativa corta.
Es una pena, porque se trata de un género que nos permite, y ahora hablo por mi propia experiencia, salirnos de lo establecido; nos da alas para viajar por terrenos vedados a la novela o a la poesía, sin afán de restarles importancia; nos ofrece mil alternativas distintas a la que debería ser la real; nos permite, en definitiva, escarbar en rincones donde en ocasiones no existen ni princesas, ni piratas, ni castillos, en solares donde todo es instinto e imaginación, donde todo vale, donde el espíritu del autor se bate en un duelo, a veces a muerte, con el del protagonista, donde en ocasiones no existen la introducción, el nudo ni el desenlace, como es habitual en la narrativa, sino una especie de argamasa que lo unifica todo y lo vuelve a separar cuando el texto lo requiere.
Siempre he defendido que las personas necesitamos alimentar nuestra imaginación, y nada como el relato o el cuento para ayudarnos a hacerlo. Por ello quisiera romper una lanza por el género y recordar a unos cuantos maestros indiscutibles: Boris Vian, Julio Cortázar, Mark Twain, Ana María Matute, Antón Chejov, Jorge Luis Borges, Howard Phillips Lovecraft, Slawomir Mrozec, Edgar Alan Poe o Charles Bukowski.
* Manuel Fernando Estévez Goytre es escritor de varios libros de relatos y de novelas.
Biografía de Manuel Fernando Estévez Goytre
De acuerdo con lo q dices. Yo solo creo que, siempre que el lenguaje escrito nos abra caminos en nuestras cabezas, no me importa el nombre q le demos. No hay que etiquetar todo, no hace falta. Desde mi punto de vista, lo importante es que un texto haga que se muevan en nuestro interior una emoción, da igual qué tipo de emoción. Algo que, en algún momento se nos vuelva a pasar por la cabeza. La literatura es lenguaje, eso es lo q yo no puedo olvidar.
post sin tecnicismos y fácil lectura, que gustazo leer así, gracias administrador.