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Surtidor dispensador combustible
Manómetro para medir la presión de aire de las ruedas
Guantes de plástico para no mancharse al dispensar el combustible
Lubricante
Anticongelante
Ambientadores vehículos
Después de horas de atender periodistas y tras el coctel que precedió a los prestigiosos Globos de Oro, exhausta, abandoné decidida los tacones y me calcé unas cómodas bailarinas, antes de precipitarme de bruces en el vehículo que la productora de mi próxima película había destinado para mi.
Dispuesta a dormir nada más llegar, relegué la cena que Bety, mi manager, había encargado subieran a mi habitación y tras un baño caliente, me abandoné con pasión en el mullido colchón.
Amanecí resplandeciente , y mientras desayunaba hambrienta, parloteé sin parar con el director, entusiasmada repasando los detalles, de un guión, que basaba todo el peso de la historia en una soberbia trama, en la que los silencios aderezados de una poderosa banda sonora, tocaban el alma del espectador, sin que para ellos supusiera reproche alguno, el exiguo decorado de un olvidado café, también motel y gasolinera de la ruta 66, en la que un triste surtidor dispensaba a duras penas combustible, un oxidado manómetro se enfrentaba a su propio deterioro y olvido, y una destartalada y poco abastecida tienda, escampaba aquí y allá, cuatro latas de lubricante y anticongelante y algún pasado ambientador de lavanda, escondido tras dos cajas de cervezas y una caja de guantes de plástico que nadie por aquellos lares, se molestaba en usar. El Bagdad Café que así se llamaba el solitario enclave, en medio del desierto, acaba sustentando, con la visita de su protagonista Brenda, entre suciedad, decadencia y desarraigo, una bella historia de amistad que atrapó a su protagonista desde el mismo instante en que el guión cayó en sus manos, que ahora solicita, desmenuza y escarba junto a un joven diréctor, buscando matices y sombras en unos personajes que desbordan pasión y verdad en la tenue existencia de sus vidas…
Sabía que tenía entre sus manos un jugoso papel, que estaba dispuesta a enfrentar con pasión, al margen de que la película fuera a priori una producción de discreto presupuesto.
_ Aire
_ Parafina
_ Vehìculos
_ Bencina
_ Bombero
_ Caja recaudadora
Marìa Eugenia tenìa 33 años y todo su entorno le decìa que la dejò el tren: porque estaba soltera, no tenìa novio y vivìa con la mamà. Era Ingeniera en Quìmica, èste era su primer trabajo. Tuvo la jefatura y formaciòn del Departamento de Control de Calidad, del Laboratorio en el cual trabajaba. Llegò a trabajar un nuevo supervisor al Departamento de Producciòn; un joven que desde que la vio lo cautivò su desplante, mejor dicho su sentimiento de superioridad ante los demàs. Para ejecutar su trabajo èl requerìa la autorizaciòn de Marìa Eugenia, la que disfrutaba del poder que esto le otorgò. En el Laboratorio se crearòn turnos de fabricaciòn y envasado, por lo que a Marìa Eugenia tuvo que trabajar durante toda la noche junto al nuevo supervisor, lo que les permitiò conocerse y relacionarse de manera màs intima.
La tolva con la que envasaban talco, fue secada con aire comprimido y revestida por dentro por parafina sòlida como acostumbraban hacerlo, pero el talco desprendìa un extraño olor, que adjudicaron a la parafina que se usò sin la aprobaciòn del Departamento de Control de Calidad y no fue aprobado el envasado de èste. Despuès se enterò que este hecho puntual le significò una fuerte crìtica por parte de la Gerencia. Y comenzò a mostrar màs tolerancia, màs flexibilidad para con la fabricaciòn, cuando quien supervisaba el envasado de dicho lote era èl, que en ese momento ya eran pareja a escondidas de la Gerencia, la que no aceptaba relaciones amorosas entre compañeros. Como salìan del trabajo tipo 7:00 horas de la mañana y Marìa Eugenia habìa comprado auto ese año y èl no tenìa vehìculo, se iban juntos; pero cuando paso a cargar bencina, en la caja de pago se topò con uno de los dueños del Laboratorio justo en el momento en que el bombero pasò el limpiavidrios por la ventana del copiloto donde iba Joaquìn y èste no de dio cuenta, pero el dueño del Laboratorio sì, provocando las suspicacias de èste…