Propuesta 11 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-11En esta propuesta vamos a utilizar la técnica de «los objetos fuera de lugar».

 

Primero tenéis que anotar seis cosas que suelen encontrarse en un hospital.

 

Después escribid una historia de máximo 500 palabras en la que aparezcan todos esos objetos, pero debéis hacer que la historia no esté ambientada en un hospital, ni siquiera cerca de él.

 

No olvidéis enviar las seis cosas que hayáis escogido junto a vuestro escrito.

 
Recordad que para contar las palabras de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de palabras en línea como estos:

 


Enviad vuestros textos en el espacio para los comentarios.

 

Para ver todo el taller de Creatividad literaria, pulsa AQUÍ.

El libro de mi creatividad literaria

EL LIBRO DE MI CREATIVIDAD LITERARIA
*
Un libro con más
de cien propuestas
para desarrollar tu creatividad
escribiendo historias.

 

Completar las más de cien propuestas de redacción de El libro de mi creatividad literaria ayuda a aumentar nuestra capacidad de invención y guía paso a paso para aprender a escribir historias originales y coherentes.

 

 

  16 comments for “Propuesta 11 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Azul Bernal
    15 septiembre, 2016 at 05:13

    1) Suero
    2) jeringa
    3) camilla
    4) marcapasos
    5) estetoscopio
    6) gasa estéril

    Regresé a casa totalmente extenuado.. El viaje en coche fue agotador. Y tal vez no lo fuera el viaje en sí mismo, sino la travesía en un coche carente de aire acondicionado. ¡Tantos días por caminos que serpenteaban entre la Sierra y los poblados! Con la ventanilla abierta y el aire entrando a ramales aspiraba yo el aroma de esos lares. Me bebía completas las imágenes que ante mi trancurrían, desde un árbol seco, hasta un río que surgía y manaba en medio de la nada. Hubo también por ahí un gato montés que acaparó mi mirada, una mujer que llevaba a cuestas tantos años como alcatraces en el rebozo; un marcapasos, un jeep averiado; una casa en llamas. Con el lente de la cámara enfoqué el rostro de ese niño que tan tristemente lloraba. Sus lágrimas dejaban surcos blancos entre la tierra-mugre de su cara. Enfoqué también el suero y la cerveza, el aguardiente y el maguey con sus gusanos.
    Hermosa fue también la imagen que capturé de esa niña tan pequeña llevando a las espaldas a un bebé que casi en tamaño la alcanzaba. En un rincón atrapé la figura de un par de guaraches al lado de una jeringa, y más allá una botella de refresco de esas que aún llevan corcholata. Tantas imágenes reuní para la revista, pero también para mi alma. Especialmente me tocó el espíritu la expresión de ese anciano postrado en su camilla a los pies de la virgen del pueblo rodeada de Ramos florales e imágenes de milagros, de esas que la gente humilde solía mandar pintar con el lema de su experiencia. Ya en casa me dispuse a mandar el archivo con las imágenes elegidas. Abrí mi mochila, saqué el estetoscopio y mi lap top. Me serví un café, me preparé una botana, aventé las botas bajo la cama, y me senté a trabajar ante el escritorio. Las horas se sucedieron lentas, tan lentas como las cuentas que lleva el marcapasos. Envié el archivo, bebí el café, guardé la gasa estéril, me lavé los dientes y me tumbé en la cama para soñar con un viaje a través de un camino que por la Sierra serpenteaba.

  2. Narradora de Cuentos
    18 septiembre, 2016 at 22:46

    -Mascarilla quirurgica
    -Éter
    -Espéculo
    -Cánula de inseminación
    -Aguja quirúrgica oftalmológica
    -Gasa esterilizada

    El capitán Serra, con más de 20 años en la Benemérita, repasaba una y otra vez aquella mañana, todo lo concerniente a la desaparición de una menor y dos jóvenes sevillanas, posteriormente halladas muertas, en las inmediaciones del Río Guadaíra. No cejó hasta encontrar el nexo que vinculaba a las víctimas. Las dos jóvenes cursaban la carrera de medicina, destacando por sus brillantes calificaciones y la madre de la pequeña, había superado recientemente el meritorio MIR en traumatología …
    Su trayectoria sin tacha, le había granjeado la confianza y respeto de sus superiores y la admiración del resto de los compañeros de la Casa Cuartel.

    Con ayuda de la policía científica, pudo establecer la relación entre la muerte de la pequeña y el hallazgo de una mascarilla quirúrgica con restos de éter, en la que encontraron un folículo piloso del que se extrajo ADN de un hombre de raza caucásica.
    Poco tardó en asociar los asesinatos con un mismo modus operandi, un macabro juego previo, al que el asesino sometía a sus víctimas.
    La primera joven yacía de espaldas desnuda, con las piernas abiertas, aunque en un primer momento no se encontraron restos biológicos y se descartó el abuso sexual, horas más tarde, tras rastrear escrupulosamente la zona, se encontró entre el cañaveral del Guadaíra, un espéculo y una cánula de inseminación, con muestra biológica, que coincidió en un 98 % con el perfil genético de ADN del folículo piloso, analizado en el caso de la menor.

    Por enésima vez Serra repaso al detalle el conjunto de pruebas de la tercera víctima y mirando de nuevo las fotos, volvió a encogérsele el estómago, al ver el globo ocular de la joven, atravesado por una aguja quirurgica oftalmológica, del que pendía restos de gasa esterilizada ensangrentada.

    Miro el reloj nervioso, esperaba que el asesino, dando nuevas muestras de incompetencia, hubiera estampado esta vez su firma, en la colilla encontrada a escasos metros de la última joven.

    Laura Vega, responsable de la unidad de micro biología, marcó el teléfono móvil del capitán y concluyó, dando veracidad a la certeza de Serra, que la misma persona había estado presente en los tres escenarios del crimen…

    La completa satisfacción surco el fatigado rostro de Serra, tan solo dos días después. Los últimos y novedosos cruces de perfiles de ADN, con los que contaba la policía criminalista, habían desenmascarado al asesino. Un frustrado ex alumno de medicina, que no llegó a obtener su licenciatura y que se hacía pasar por profesor de anatomía de las jóvenes, cuando no ostentaba titulación alguna. Ya casi una década antes, se le relacionó con el caso de una joven aparecida muerta en el laboratorio de la Universidad de Medicina de Salamanca, quedando libre por falta de pruebas concluyentes.

    Serra, respiro hondo, el logro de conseguir que el peso de la justicia cayera en el asesino, tenía siempre un sabor agridulce, nunca aliviaba la desazón que se instalaba en su alma recordando a las víctimas …

  3. 21 septiembre, 2016 at 21:56

    1)Cloroformo.
    2)Sangre.
    3)Gasas.
    4)Bisturí.
    5)Tijeras quirúrgicas.
    6)Guantes de látex.

    Me han preguntado algunas veces a qué sabe la carne humana, la textura es parecida a la del cerdo lechal. Dicen que somos lo que comemos y nos alimentamos bien, así que es de esperar que nos deshagamos en bocas ajenas. Mientras pueda ser en la mía, mejor.
    Personalmente prefiero las piezas femeninas, el hombre es fibroso, duro, a menos que esté gordo y no me divierte pelearme con lorzas grasientas. Para mí, el ritual de comerme un cuerpo es muy parecido al de tener sexo. Mejor.
    Muchas veces estoy esperando en la estación de trenes y miro las piernas de las mujeres, cuanto más rellenitas son por la parte de arriba, más me gustan. Justamente eso a lo que llaman cartucheras, esa es parte es mi preferida ¿Ha probado el filete de Kobe? Pues el corte es prácticamente igual a la vista. La parte de las costillas también me encanta. Los pechos no se pueden comer, están repletos de glándulas redondeadas y estropean la pieza. A veces si son lo suficientemente grandes pueden aprovecharse, pero no es lo habitual.
    Cuando miro a una mujer apetecible, me encierro en el cuarto de baño y me masturbo, pensando en sus muslos y sus costillas, en comérmelos. Toda la vida he soñado con eso y sigo persiguiendo mis sueños.
    No me pregunte por el proceso porque no le voy a contar nada nuevo, supongo que habrá visto ya suficientes películas. Cuando veo unas caderas lo suficientemente rollizas para estar sabrosas, compruebo que la chica esté sola, entonces cuando se despista, cojo un objeto personal suyo, el bolso, por ejemplo, y lo cambio de sitio. Cuando lo advierte, se asusta y empieza a buscarlo por toda la estación, como un pollo sin cabeza, ahí es cuando yo me ofrezco a ayudarla. Normalmente no tengo problemas, soy alto, fuerte y rápido con el cloroformo y las gasas.
    Si a la chica le falta un punto de engorde, la mantengo encerrada hasta que coge peso. Si se niega a comer, la obligo, así por lo menos sale bueno el foie. Lo demás ya sabe, es bastante sencillo, guantes de látex, más cloroformo, bisturí y corte en la carótida, luego la coloco boca abajo en la bañera hasta que se desangra por completo. Después tranquilamente, con la ayuda de las tijeras quirúrgicas extraigo lo más delicado, el resto del despiece lo termino el garaje, echo mano de la motosierra, con la música bien alta para que no me escuchen los vecinos. Finalmente hago paquetitos y congelo la carne para cuando me apetece o me sobrevienen pensamientos sexuales. Me masturbo y me la como.
    ¿Qué le parece? Pues eso que tiene en el plato ahora mismo es carrillera humana ¿A que está deliciosa? ¿Y esa cara tan larga? Ande, no se preocupe, siga cenando que no me pone usted nada en absoluto. Si le he contado esta historia es porque confío en usted, sé que es una persona discreta. Al menos por la cuenta que le trae.

  4. 4 octubre, 2016 at 11:43

    Camillas, camas, gasas, pastillas, batas, jeringas.

    El sonido incesante de las sirenas de los bomberos, alertaron y sacaron de sus camas a la mayor parte de los vecinos del barrio de “La salud”. Asustados, de inmediato se asomaron a las ventanas, con la intención de averiguar que pasaba.
    Enseguida descubrieron la nube de humo procedente de uno de los edificios colindantes y con el miedo en el cuerpo, se vistieron lo más rápidamente posible por si era necesario que tuvieran que abandonar sus casas.
    Las luces de las ambulancias y coches de extinción, iluminaban la calle dando un aspecto siniestro al lugar. Las camillas pronto estuvieron preparadas, para asistir a los primeros necesitados de atención.
    Elvira, una de las auxiliares de una de las ambulancias, preparó los elementos necesarios para hacer las primeras curas: algodón, gasas, jeringuillas…
    En una pequeña percha había colgadas diferentes batas, para el supuesto caso de que las ropas de los lesionado fuera necesario sacárselas.
    Sin embargo, la cosa no fue para tanto. Pasados los primeros instantes de alarma, los bomberos se hicieron con el fuego que quedó controlado en una hora. Sólo hubo que lamentar dos quemados leves del piso donde se inició el mismo y varios ataques de ansiedad entre los vecinos. Éstos últimos sólo precisaron de una pastilla, para calmar su nerviosismo. A medida que el fuego quedaba controlado, los bomberos salvo un retén, fueron abandonando el lugar. Las luces de los equipos de extinción y ambulancias fueron regresando a sus lugares de origen. La calle recuperó la normalidad de una noche cualquiera.

  5. Sandra Carrion Estay
    19 noviembre, 2016 at 03:05

    Sangre
    Medicamentos
    Jeringas
    Microbios
    Algodón
    Guantes
    Vamos en el auto camino a Los Vilos, allà nos esperan nuestros amigos.
    Lucas fue al mèdico, pues llevaba varios dìas, talvez un par de semanas, sintiendo algunos sìntomas que ya eran un poco desagradables. Este mèdico, luego de pedirle que se realizara varios exàmenes de sangre, concluyò: presenta un cuadro virulento; un microbio contagioso, no mortal, que podrìa mostrar una mayor agresividad, si no mantiene la siguiente pauta que èl le darà a seguir por dos semanas. Esta pauta consiste en: alejarse de lugares muy concurridos por gente, (èl es profesor, por lo tanto siempre està rodeado de gente, incluso en nuestra casa) mantener una dieta abundante en lìquidos y rica en vegetales; lo que es un poco incòmodo para Lucas, pues tiene constantes nàuseas al sòlo oler cualquier comestible, ya sea lìquido o sòlido. Tomar los medicamentos prescritos en el horario y en la forma señalada, no fumar, no beber bajo ninguna circunstancia alcohol y evitar cualquier situaciòn que le pueda provocar fatiga, ya que esto originarìa un estado propicio para que el germen evolucione y se aloje en un organo que hasta ahora no ha sido invadido en el cuerpo de Lucas. Por lo tanto, la que conduce el automòvil soy yo, pero no sè si esto evitarà que se estrese: èl es un tanto machista en este aspecto; opina que las mujeres no conducen bien y que los accidentes automovilisticos son de responsabilidad de ellas.
    Nuestros amigos nos esperaban sin importarles el posible contagio y a la media hora de haber llegado, vino la enfermera que con algodòn, guantes y jeringa en mano le puso la primera dosis de medicamentos.

  6. NegHro
    12 mayo, 2017 at 18:22

    1.- Muerte
    2.- Marcapasos
    3.- Medicina
    4.- Máquina de rayos X
    5.- Estetoscopio
    6.- Camilla

    Querida amiga Muerte, al fin has llegado.
    Así me dejo llevar por el ensueño de mi último aliento, y en un viaje onírico un manto de neblina celestial cubre por completo la habitación elevando mi alma, abandonando mi cuerpo en camilla, hacia un universo de estrellas y colores que nunca antes había visto, como si los ángeles asiesen de ella. Definitivamente más allá de lo terrenal.
    Sinsentidos y psicodelias frente a mis ojos, estetoscopios sordos que señalan mi deceso, marcapasos sin vida, sonidos estruendosos provenientes de no sé dónde, espíritus que me rodean como intentando hallarme, brillos, colores y finalmente una lechuza gigante, que me mira tan profundo, cual máquina de rayos X desnudando mi alma. Brillantes luceros descubren los delitos y las mentiras, los pecados y las traiciones. Me analiza en lo profundo, me conoce y me reconoce y alza su vuelo hacia mí, es medicina, es energía y me atraviesa, me limpia, expía todas mis culpas.
    Repentina oscuridad total.
    Ya no hay nubes que me sostengan, no existe tiempo ni espacio en la muerte, solo el yerro desvanecido en la entrada al firmamento.
    A lo lejos una luz, aunque las distancias ya no son, una luz que se acerca y me enceguece pero me llama a alcanzarla, a reconocer su figura y la luz es una mariposa que recién nacida abre sus alas para cubrirme. Esa mariposa soy yo, dejando el capullo, culminando mi total transformación, para renacer en la vida después de la muerte. El viaje es un ritual pagano.

  7. 11 febrero, 2019 at 19:24

    Sillón odontológico.
    Lampara de odontología.
    Guantes látex.
    Alcohol.
    Algodón.
    Gasas.

    Políticos de gasas sucias…
    Abril, todavía guarda, el fuerte impacto que vivió al conocer la realidad de los aborígenes de Jardín América, en Misiones, Argentina. La mujer fue invitada a dar unas charlas de pastoral, a jóvenes, a mediados del año 2002. Como regalo de su estadía en el lugar, le brindaron la oportunidad de hacer una visita casi relámpago alrededor.
    Jardín América es una ciudad de más de 25.000 habitantes. Se halla situado a ambos lados de la ruta 12 a 97 km de la capital de la mencionada provincia. La localidad tiene una característica muy especial, su conglomerado de habitantes está compuesto por un verdadero crisol de razas.
    Una visita muy especial para ella fue a la llamada población sobrante, los mbya guaraní, los más pobres de la provincia de Misiones. Actualmente no recuerda si fueron los Piracuá, Ambay Poty, Tierra Blanca, Virgen María, Tekoa Porá o Guaraní. Solo le quedó el impacto de haberlos mirado con todo su ser…
    Pocos días antes del pasó de Abril, por ese lugar; el gobierno de Misiones publicó en los diarios que habilitó un centro de salud, para uno de esos grupos familiares. En realidad, era un tétrico y sucio galpón. Allí casi tirados se encontraban un destartalado sillón dentista odontológico, una lampara de odontología antigua, que no funcionaba, unos pocos guantes látex, alcohol, algodón y unas gasas sucias… Todavía hoy después de 17 años, al recordarlo la mujer siente que le invade una cólera profunda, su sangre parece elevar su temperatura, su respiración se condensa de una impotencia que busca explotar…
    Seguidamente pasaron a visitar al cacique quien se sintió orgulloso de poder presentar su dominio, de pobres y ruinosas chozas. El hombre tenía talante de personaje de poder. Allí con miles de preguntas Abril fue descubriendo su amplio perfil…
    La persona que la había invitado a realizar la recorrida, la fue ambientando más y mejor. Fue casi de no creer que, como iniciativa también gubernamental, los mbya guaraníes habían recibidos pollos recién nacidos para criar. El fin era que pudieran criarlos como futuro alimento del pueblo. Lo trágico fue que aquellas personas tan simples, no tenían idea de la crianza de las aves. No les dieron de comer, ni les posibilitaron beber… Allí yacían las jaulas vacías, fruto de una promoción social con falta de criterios, desconocedora de la población hacia quiénes se dirige.
    Posteriormente, visitaron una familia que se encontraba a la vera del camino. El grupo familiar, estaba reunida en el patio de la casa. Una mujer tenía en brazos a un bebé. La criatura volaba de fiebre. El guía de Abril, intentó inducirla a que lleve al pequeño al hospital. Su madre, sin embargo, adujo que no tenía permitido pasar por sobre la autoridad del curandero. A pesar de la insistencia y del ofrecimiento de llevar al pequeño, con su propio vehículo, la madre se resistió…
    Abril partió descorazonada, por políticos de gasas sucias y aquel pueblo que deja morir a sus hijos por antiguas creencias…

  8. 13 febrero, 2019 at 01:35

    Sillón odontológico.
    Lampara de odontología.
    Guantes látex.
    Alcohol.
    Algodón.
    Gasas.
    Políticos de gasas sucias…
    Abril, todavía guarda, el fuerte impacto que vivió al conocer la realidad de los aborígenes de Jardín América, en Misiones, Argentina. La mujer fue invitada a dar unas charlas de pastoral, a jóvenes, a mediados del año 2002. Como regalo de su estadía en el lugar, le brindaron la oportunidad de hacer una visita casi relámpago alrededor.
    Jardín América es una ciudad de más de 25.000 habitantes. Se halla situado a ambos lados de la ruta 12 a 97 km de la capital de la mencionada provincia. La localidad tiene una característica muy especial, su conglomerado de habitantes está compuesto por un verdadero crisol de razas.
    Una visita muy especial para ella fue a la llamada población sobrante, los mbya guaraní, los más pobres de la provincia de Misiones. Actualmente no recuerda si fueron los Piracuá, Ambay Poty, Tierra Blanca, Virgen María, Tekoa Porá o Guaraní. Solo le quedó el impacto de haberlos mirado con todo su ser…
    Pocos días antes del pasó de Abril, por ese lugar; el gobierno de Misiones publicó en los diarios que habilitó un centro de salud, para uno de esos grupos familiares. En realidad, era un tétrico y sucio galpón. Allí casi tirados se encontraban un destartalado sillón dentista odontológico, una lampara de odontología antigua, que no funcionaba, unos pocos guantes látex, alcohol, algodón y unas gasas sucias… Todavía hoy después de 17 años, al recordarlo la mujer siente que le invade una cólera profunda, su sangre parece elevar su temperatura, su respiración se condensa de una impotencia que busca explotar…
    Seguidamente pasaron a visitar al cacique quien se sintió orgulloso de poder presentar su dominio, de pobres y ruinosas chozas. El hombre tenía talante de personaje de poder. Allí con miles de preguntas Abril fue descubriendo su amplio perfil…
    La persona que la había invitado a realizar la recorrida, la fue ambientando más y mejor. Fue casi de no creer que, como iniciativa también gubernamental, los mbya guaraníes habían recibidos pollos recién nacidos para criar. El fin era que pudieran criarlos como futuro alimento del pueblo. Lo trágico fue que aquellas personas tan simples, no tenían idea de la crianza de las aves. No les dieron de comer, ni les posibilitaron beber… Allí yacían las jaulas vacías, fruto de una promoción social con falta de criterios, desconocedora de la población hacia quiénes se dirige.
    Posteriormente, visitaron una familia que se encontraba a la vera del camino. El grupo familiar, estaba reunida en el patio de la casa. Una mujer tenía en brazos a un bebé. La criatura volaba de fiebre. El guía de Abril, intentó inducirla a que lleve al pequeño al hospital. Su madre, sin embargo, adujo que no tenía permitido pasar por sobre la autoridad del curandero. A pesar de la insistencia y del ofrecimiento de llevar al pequeño, con su propio vehículo, la madre se resistió…
    Abril partió descorazonada, por políticos de gasas sucias y aquel pueblo que deja morir a sus hijos por antiguas creencias…

  9. Nicolás
    22 enero, 2020 at 05:31

    Objetos: Camilla, monitor cardiaco, jeringa, estetoscopio, nebulizador, máquina de rayos x.

    Maldita sea – exclamó el anciano después de golpearse con un objeto en su pie.
    ¿Dónde mierdas está la luz? – exclamó irritado el anciano. Después de palpar las paredes por un rato, dio con el interruptor de la luz.
    El anciano, un tanto enojado por su torpeza inherente a la vejez que le impedía desplazarse y buscar rápidamente, revolcaba con mucho empeño entre sus objetos abandonados en el ático.
    Cansado de la inútil búsqueda, decidió sentarse en su polvorienta camilla de hospital, miró hacia el fondo y veía como su viejo monitor cardiaco lo observaba, se acercó a él y limpiando el polvo del monitor vio su reflejo. Muchos años atrás había sido un médico voluntario en una región marginal de la selva amazónica, era joven y tenía ideales fuertes que lo hacían resistir las duras jornadas de voluntariado en la selva.
    Sí que fui un joven iluso – pensaba el anciano mientras miraba su reflejo.
    Miró hacia su derecha y sobre una antigua máquina de rayos X encontró su antiguo maletín, al abrirlo encontró su estetoscopio, unas jeringas y un viejo y roto nebulizador. Recordó que aquel era el maletín que llevaba todos los días a sus largas jornadas con las tribus indígenas. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro, pero no duró mucho puesto que inmediatamente después recordó aquel día donde la guerrilla los corrió de la manera más abrupta que pudo.
    El líder del frente cuarto de las FARC llegó junto con su pelotón ese día.
    A partir de hoy, quiero que toda esta manada de hijueputas médicos que vienen a dárselas acá del mesías se larguen para su mierda, en dos días parte la lancha y no quiero ver a nadie más por acá, y si llego a ver a uno solo, ya saben lo que pasa -. Exclamó el negro Juan, como lo llamaban sus subordinados.
    Chiqui, ya sabe qué hacer con las mujeres y los niños, Flaco igual que como siempre, queme esta mierda y llévese lo que sirva.
    No quiso seguir recordando, había olvidado por qué guardó todos los objetos que le trajeran memorias de esa época allá arriba. Miró hacia atrás y encontró el olvidado inflador que había ido a buscar desde un principio, lo tomó y cerró la puerta.

  10. Esther
    8 julio, 2020 at 18:03

    • Streri strip
    • Pinzas
    • Vendas
    • Bisturí
    • Tijeras
    • Enfermera

    Carla era una enfermera muy reputada que se había cogido un año sabático. Quería descansar del estrés frenético de urgencias que era donde ella trabajaba en un gran hospital y un día se dijo, basta, he de poner freno, he de parar, necesito descansar, desconectar, hacer un parón en mi carrera. Así pues, habló con sus superiores en el hospital y tramitaron su excedencia. Una vez libre de sus ocupaciones decidió que era lo que más le apetecía hacer y su sueño, era poder viajar a alguna lejana isla, donde respirar, paz, tranquilidad y relajación. Viajo a una pequeña isla situada en el Caribe, alquiló una casita junto al mar y ahí empezó su aventura. Llevaba ya unos cuantos meses en la isla, los lugareños ya la trataban como uno más, pues allí todo el mundo se conocía, la llamaban la “médica”, a ella este mote le hacía mucha gracia. Un día estaba en su terraza tomando un té helado, cuando empezó a escuchar unos gritos:
    – Médica, Médica, ayuda, ayuda –
    – ¿Qué pasa? Gritó ella-
    De repente aparecieron 5 0 6 personas todos gritando y hablando a la vez. Al final cuando se calmaron le explicaron que la hija de uno de ellos, andando por la rocas, se había clavado algo en el pie, sangraba mucho y lloraba de dolor, le pidieron si podía ayudarla. Ella por supuesto dijo que sí les pidió un minuto para coger un botiquín y les siguió inmediatamente por la playa. Lua que era la niña accidentada estaba tirada en la arena con el pie lleno de sangre y llorando a lágrima viva. Carla lo primero que hizo fue intentar calmarla y le explicó que le iba a examinar el pie. Tenía un trozo de algo parecido a una concha clavada y estaba bastante profundo. Carla sacó de su botiquín un spray y le roció el pie a la niña, le dijo que en breves segundos no sentiría nada y que cuando eso ocurriera la avisara, así lo hizo Lua. La enfermera entonces sacó del maletín un bisturí e hizo un pequeño corte en el pie, con mucho cuidado y con ayuda de unas pinzas, sacó el trocito de concha, le desinfectó la herida, le puso unos puntos o lo llamado streri strip y le aplico una venda y cuando tuvo el pie vendado con unas tijeras corto el trozo sobrante. Lua estaba ya más tranquila, Carla le dijo que tenía que hacer unos días de reposo que no apoyará el pie en el suelo y que ella al día siguiente iría a su a casa a para ver que tal estaba. Y así, fue como todos en el pueblo conocieron de lleno la labor que esta enfermera hacía, cuando tenían alguna pregunta acudían a Carla para pedir consejo, ella si podía les ayudaba o los remitía al médico. Carla se sentía tan bien y tan cómoda en su isla, como ella la llamaba, que ya nunca más se marchó de allí. Dejó el estrés del trabajo en el hospital de su país y se instaló en aquel paraje mágico, ayudando a todo aquel que pidiera su ayuda.

  11. Asara
    17 agosto, 2020 at 19:17

    Ana odiaba los deportes de equipo. A ella le gustaba nadar e ir al gimnasio. Pero estar en forma y tener la condición física y los reflejos necesarios para jugar algo como vóleibol eran dos cosas muy, muy diferentes. ¿A quién se le había ocurrido la genial idea de incorporar actividades grupales durante la clase de educación física? Y para colmo, hoy Pedro iba a estar en su equipo. Ana siempre había considerado a Pedro un chico atractivo y simpático, pero nunca había pensado en él de manera romántica… hasta los carnavales pasados.
    Ana no se había esforzado mucho con el disfraz. Su padre era médico, así que le bastó con pedirle prestada una bata blanca. Evidentemente, ella ya sabía que no iba a permitir que se llevara un estetoscopio al cole, así que ella misma se hizo uno con tiras de plástico y celo. Con eso bastaría. Cuando entró en la clase, sus ojos se movieron solos hacia un emperador romano que reía alegremente con un robot. Menuda imagen. Sintió cómo sus pies la guiaban despiadados hacia Pedro. Él la vio por el rabillo del ojo, se giró y le guiñó un ojo a modo de saludo. Algo en el cerebro de Ana se disparó. Pues sí que era guapo el Pedrito…
    Desde aquel día, Ana se volvía torpe y tonta cuando Pedro estaba cerca. Y ahora tenía que jugar con él a vóleibol. Adoptaron sus posiciones en el campo. Ana sintió que todo giraba a su alrededor. Le pareció escuchar el silbato. Cinco segundos después, Ana estaba en el suelo y un hilillo de sangre resbalaba por su frente. Juan y sus malditos servicios… De pronto vio cómo una mano se extendía hacia ella para ayudarla y ella la aceptó sin pensarlo demasiado. Cuando por fin se levantó, Pedro estaba frente a ella, colocando el brazo de Ana sobre sus hombros. El profe pidió a Pedro que acompañara a Ana a la enfermería, así que salieron de ese infierno atlético y caminaron despacio. Cuando llegaron, la enfermera pidió a Ana que se sentara, cogió el tensiómetro y comenzó la evaluación rutinaria. Tras un breve examen físico, estableció que Ana no tenía una conmoción, aunque le habían dado un buen golpe. Después empapó una gasa con un poco de Betadine, limpió la herida y la cubrió con una tirita. Cuando por fin terminó, la enfermera pidió a Ana que se tomara su tiempo antes de volver a clase y se fue a ayudar a otro estudiante.
    Ana y Pedro se miraron y, sin motivo alguno, se empezaron a reír. De pronto, Ana sintió que un calor agradable envolvía su mano. Ana giró tímidamente la cabeza hacia Pedro, quien miraba hacia abajo, disimulando. Ana sintió cómo se aceleraban los latidos de su corazón y pensó que, tal vez, los deportes de equipo no eran tan terribles.

  12. Melina
    22 agosto, 2020 at 03:07

    • Sangre
    • Bisturí
    • Gasas
    • Camilla
    • Embarazadas
    • Muerte
    Verlas era como despertar. Los moratones que cargaban, las diferentes vendas que rodeaban su cuerpo, manchadas casi en lo absoluto de sangre fresca y añeja y las cicatrices rosáceas que se podían ver a través de los barrotes.

    Me moví a través de la sala con soltura, esquivando las enormes jaulas de hierro y los llantos desesperados de las embarazadas, grácilmente y me dirigí a mi siguiente resultado.

    La mujer en cuestión estaba un poco aturdida, mirando a lado y lado de la habitación sin comprender, a pesar de que una jaula tenia su nombre. Acostada en la camilla, su enorme panza se removía con cierta lentitud bajo mi atenta mirada.

    No tarde mucho en prepararme y tome el bisturí. Necesitaba realizar una cesárea con la madre consciente, así terminaría por completar la creación absolutamente pura que necesitaba.

    La madre tardo poco en sentir lo que sucedía en su vientre bajo y grito. Sin alargar mas el momento, la cesárea acabo con la madre muerta y el bebe en mis brazos.

    Tristemente, y en realidad fue algo que me afecto, este niño no era lo que necesitaba y mucho menos lo que esperaba, no era el Dios que yo buscaba al provocarle tanto dolor a la mujer.

    Así que, sin más, lo deseche.

    Me gustaba pensar que yo no era el desalmado que todos pensarían al ver los experimentos que realizo, me gusta pensar que solo soy un hombre en busca de su Dios, en busca de alguien a quien seguir.

    • María Cervera
      29 septiembre, 2020 at 19:19

      Tremendo relato. Creo que hay algún error ortográfico. Al principio no tiene mucho gancho porque parece que estamos en un hospital. Pero el final me ha gustado mucho.

  13. María Cervera
    29 septiembre, 2020 at 19:17

    Venda
    Tijeras
    Cama
    Sabanas
    Doctora
    Sala de espera

    Al final opto por dejar las tijeras abiertas, e ir creando malestar a la gente que se las encuentre así. No soporto más a mi jefe. Me llamo María, trabajaba en un laboratorio de análisis clínicos que fue absorbido por una multinacional. Tenía un contrato fijo discontinuo y la nueva empresa no quiso llamarme para retomar mi puesto de trabajo. Eso sí, con mi indemnización pertinente. Por lo menos me sirvió de cojín durante un tiempo en el que estuve viviendo en la cama bajo las sabanas. Me gustaba mi trabajo y tenía alguna aspiración. Reconozco que no era una trabajadora ejemplar y es que no me gustan los cambios y siempre trabajo haciendo lo mismo una y otra vez. No regalo ni un minuto a la empresa y tengo muy poco don de gentes. Entre mis compañeros de trabajo se me conocía como “la marmota”, y si… estaba inspirado en la película.

    Ahora como dependienta en una perfumería, me siento especialmente rara. Primero el tema del maquillaje y la peluquería. La verdad es que he mejorado mucho bajo la venda cosmética que llevo en mi cara. Lo único que había en mi tocador, era una barra de Russian red, regalo de mi tía del pueblo. Ahora dispongo de cajones llenos de productos e incluso he abierto un canal de youtube donde tengo varios seguidores. Llevo especialmente mal el tema de los olores, los perfumes me provocan un aletargamiento que ralentiza mis movimientos. Así que, a la hora de envolver regalos, soy la numero uno en hacer esperar a los clientes. He creado una sala de espera improvisada, en la zona de parafarmacia. Lo que me ha permitido, que alguna mujer, en plena crisis de aburrimiento me compre una de esas cremas que se anuncian en la tele. A lo doctora improvisada, explico algunos de los beneficios de la baba de caracol, la mayoría inventados y hago que la espera no sea tan terrible.

    Algunos clientes no son comprensivos, y ya he escuchado varias quejas que han sido la causa de broncas monumentales por parte del Sr. González, mi jefe.

    Srta. Fuentes, ¿Puede dejar de hablar y envolver más rápido? ¿No ve la cantidad de cola que está generando?

    El Sr. González es un ser perfecto en todos los conceptos. Viste impecable, siempre anda derecho y sus zapatos siempre brillan. Me encanta como se peina y el color de sus ojos. Pese a que no lo soporto, me gusta cuando se acerca al mostrador y de un golpe, cierra las tijeras, advirtiéndome de que no es necesario llamar a la mala suerte. ¿Habrá notado que me muerdo el labio cuando se acerca? Quizás acepte su invitación a tomar algo. Me siento bien en esta relación de amor-odio.

  14. Carlos Alberto Pino
    19 enero, 2021 at 22:27

    Jeringa

    Pastillas

    Batas

    Algodón

    Camilla

    Estetoscopio

    Palomo avanzó con paso firme a la entrada de su apartamento, cuando se dio cuenta que la puerta estaba abierta. Él recordaba haberla asegurado esa mañana cuando salió al trabajo. No quiso entrar ni tocar nada y desde su celular llamó al número de la policía quienes cuando llegaron encontraron un grupo nutrido de vecinos preocupados de lo que pudiera haber pasado, los oficiales realizaron la inspección requerida y solo encontraron una jeringa usada y manchada de sangre en el piso, junto a la ventana abierta de la sala. Los vecinos afirmaron no haber visto ni escuchado nada. Palomo y los investigadores al revisar el apartamento descartaron la hipótesis del robo puesto que todo estaba en su lugar, por lo tanto, solo se llevaron la jeringa como prueba y registro de todo. Esa noche Palomo se aseguró de cerrar todas las puertas y ventanas, para después tomarse las pastillas relajantes que su vecina Gaviota le había proporcionado para que pudiera dormir tranquilo. La mañana siguiente al salir al trabajo, Palomo bajó al sótano del edifico a dejar la basura de la semana, cuando al abrir el contenedor notó unas batas blancas manchadas de algo que parecía ser sangre, lo que lo llevó a pensar que pudieran estar relacionadas con la jeringa y el incidente en su apartamento la noche anterior. Camino al trabajo Palomo llamó al oficial encargado quién le informó que la mancha de la jeringa encontrada resultó ser tinta roja, y que probablemente todo se trataba de una broma, explicación que no satisfizo para nada a Palomo.

    Esa noche de regreso a casa Palomo se encontró con la misma escena, la puerta abierta, pero esta vez junto a la ventana abierto encontró los restos de un algodón de azucar a medio comer, eso lo intranquilizó mucho más, sus vecinos solo se rieron y adujeron que todo era la broma de algún incauto. Pero esa explicación no era suficiente para Palomo, el sentía que algo andaba mal, se imaginó todo tipo de situaciones las cuales lo hacían sentirse inseguro en el espacio se suponía era su refugio. El colmo de todo fue la noche siguiente, cuando al encontrar la puerta abierta encontró un estetoscopio de juguete, ese que usan los niños para simular ser doctores, ese artefacto fue el detonante de una crisis nerviosa incontrolable que llevó a Palomo a correr despavorido por todo el edificio gritando y manoteando si Dios sin ley, con tan mala suerte que no percibió la camilla de masajes de su vecino Miltón, quien la había colocado en el piso al pie de la escalera mientras abría la puerta de su apartamento, la caida fue mortal, Palomo nunca supo que fue lo que lo mató, aunque sus vecinos si. Dante Aligheri, el hijo adolescente de Gaviota, quien a escondidas de su mamá había encontrado trabajo como recreacionista en fiestas infantiles y empresariales, aprovechaba que el apartamento de Palomo permanecía solo la mayor parte del día para cambiarse de ropa antes de llegar a su casa y que su madre no notara lo que estaba haciendo, dejaba la puerta abierta antes de salir para no hacer ningún ruido.

  15. Neura
    15 febrero, 2021 at 01:13

    Vía / Silla de ruedas / analgésicos / aparato de rayos X / electroencefalograma / jeringuillas

    “Si no soportas el dolor no merece la pena que te aferres a la vida, Ed”. Mi consciencia se perdió antes de poder responder a las palabras de Georgi. Siempre fantaseamos sobre la posibilidad de expandir las capacidades del cuerpo humano.

    Nos conocimos en el ejército. “Todos esos reclutas solo están preparados para el juego de la guerra, no una de verdad”. Así empezamos a apostar con nuestro orgullo en competiciones físicas de progresiva peligrosidad. La vida era aburrida cuando en su cocción faltaba la adrenalina dentro de la lista de ingredientes. Carreras de sprints infinitos hasta querer vomitar tus pulmones. Dominar la cima del árbol más alto y realizar alguna acrobacia. El día que no encontramos más adrenalina en la despensa comenzó un amistoso tiroteo.

    Desperté en una silla de ruedas succionando la vida que las vías de mis brazos me inyectaban. En una habitación que no reconocí, Georgi me miraba fijamente, parecía que lo había hecho durante horas esperando mi regreso. “¿Tienes miedo?” – me dijo –, “Estoy emocionado” – le dije –.

    Los analgésicos, a pesar del impuesto cielo nublado de mi mente, no me impidieron percatarme de que ya no nos encontrábamos en la base militar. Fallaron en dominar nuestro espíritu caótico y sediento de sangre. Si no te pueden controlar y utilizar, se deshacen de ti, como una jeringuilla usada impregnada de una química peligrosa. Eso me contó Georgi. También trazó un mapa en mi mente de la ubicación de nuestra nueva base. Además de sus inquietudes más perturbadoras. Pasado, presente y futuro que yo también compartía. A Georgi y a mí nos unía la misma clase de locura.
    Nunca imaginé la otra cara de Georgi. No parecía haber visto jamás el sol de un mundo civilizado. Me sentí embriagado por una plena sensación de interés hacia su verdadero yo, y apenado por ser la única persona del mundo capaz de apreciarlo. Resulta que aquel superhombre llevaba años preparando su laboratorio clandestino que atentaba contra los derechos humanos. Contaba con toda clase de fármacos, compuestos, aparatos de análisis, herramientas clínicas… que pretendían convertirnos en algo más que un simple y aburrido hombre.

    Ya no volví a ser el mismo desde que comenzamos a vivir en aquel bosque perdido donde no existían las ondas sonoras del lenguaje. Georgi fue más él que nunca. Los cuadros que colgaban en la pared eran fotografías obtenidas por radiación electromagnética ionizante en lugar de partículas luminiscentes obtenidas por una lente inocente. Por las noches en dormía con un antifaz que leía las ondas de mi mente.

    Me desperté en una habitación de hotel, con Georgi mirando a través de la ventana principal, donde se representaba artística masacre unidireccional. “Estoy orgulloso de ti” me dijo Georgi. La meteorología de mi mente nublaba mi libertad de actuación nuevamente. Creo que me disponía a terminar con el trabajo que Georgi empezó.
    En realidad se llamaba Gerald Schröder. Y me cocinaba cariñosamente todos los días sopa de patatas rehogada con psicofármacos.

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