Pensad en un limón e intentad describirlo a través de los cinco sentidos en un texto de máximo 1.500 caracteres.
Recordad que para contar los caracteres de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de caracteres en línea como estos:
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EL LIBRO DE MIS BUENOS MOMENTOS*Un libro para escribir
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Cuando ves un limón, lo primero que ves es que es una fruta de color amarillo, pero no un amarillo cualquiera. Su amarilllo es fuerte, brillante. Su textura es rugosa, pero suave. No es ni muy duro, ni muy blando, tiene una firme consistencia. Cuando te lo acercas a la nariz notas un penetrante olor a limonero, a frescura. Al cortar una rodaja de limón y metértela en la boca, sientes como ese jugo amargo y ácido llena tu boca y si te ha tocado una pepita en esa rodaja, puedes desincrustarla y sentir su forma ovalada. Cuando la escupas podrás ver que es de un color marrón blanquecino muy suave.
Me piden que describa un limón y lo primero que pienso es un color. Amarillo limón. Pero el este amarillo no se corresponde exactamente con el color de la fruta. O sí. Aunque admitimos que se bifurca en amarillo limón y verde limón. El amarillo es un color primario y brillante, no proviene de mezclas.
A su vez, el limón brilla sin importarle ser aproximadamente ovalado. No es lo mismo un limón verde. Claro que el limón brillante pasa por toda clase de pulidos antes de salir a la exportación. En origen es mate como las naranjas que habían traído mis padres de Murcia. Como no eran para la exportación, nadie se había molestado en quitarles brillo. Volvamos al limón. Lo toco. Tienes poros, pero no es rugoso. Este no. Muchos otros sí lo son.
El sabor es uno de los cinco sabores básicos detectado por las papilas gustativas. El sabor cítrico por excelencia.
El limón no se escucha, no hace ruido. A cambio, alcaliniza la sangre, depura el organismo y aporta vitamina C. El fruto sin cortar tampoco huele, sin embargo el zumo sí y este olor se identifica con la limpieza, quizás porque lo llevan todos los limpiahogar.
El limón, en definitiva, es la fruta invisible. Está, pero nadie piensa en tomarla.