Propuesta 16 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-16Hoy utilizaremos de nuevo una imagen como fuente de inspiración, pero en esta ocasión se trata de una imagen surrealista, puesto que lo absurdo o imposible provoca mayor actividad en nuestra imaginación.

 

Debéis redactar un texto con un máximo de 2.000 caracteres con la forma y género que queráis basado en la imagen que tenéis bajo estas indicaciones. 

 

 

 
Enviad vuestros textos en el espacio para los comentarios.

Para ver todo el taller de Creatividad literaria, pulsa AQUÍ.

 

Imagen para la propuesta 16.

imagen surrealista taller de creatividad literaria

taller de creat literaria madrid

TALLER DE CREATIVIDAD LITERARIA
presencial en MADRID
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con tutor

grupos reducidos

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Viernes
de 19,30 a 20,45
Zona Retiro
Grupos reducidos
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A través de ejercicios prácticos, los participantes aprenderán diferentes métodos y herramientas para desarrollar la creatividad y cómo aplicarlas a la escritura de textos literarios.
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  11 comments for “Propuesta 16 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Azul Bernal
    21 septiembre, 2016 at 15:29

    Se movía despacio, con la gracia sobrenatural de ser mujer, de andar descalza, de saberse diosa. Había sido tocada por cupido. Su piel llamada a la vida, su alma a despertar de su letargo. Se desataron de su cabeza los cabellos, sus pies se tornaron alados, sus pensamientos quedaron atrapados, suspendidos, en esa eternidad que es rememorar los vivido.
    La llamaba por su nombre, la sacudían por los hombros, pero no había respuesta: se encontraba lejos, muy lejos, allá en las altitudes de saberse amada.
    Nadie comprendía este hecho, nadie comprendía sus vuelos internos, pues el amante había entrado, irrumpido, tirando las puertas, rompiendo las ventanas, sigilosamente, ante el amparo de la luna. Nada en la casa se estremeció, no hubo ningún sonido que le delatara, puesto que el amante había entrado por la noche, sin hacer ruido, y todo el estallido, y todo el tronido de puertas destruídas, de ventanas rotas, había ocurrido en silencio, puesto que había ocurrido dentro de su alma. Sí, el amante había roto sus murallas, sus hechizos, birlado sus alarmas, arrancado las cadenas de su castidad.
    La tomó por sorpresa, metió mano en su piel, le enseñó a volar y a ser río. El amante besó luegares que ella no había hecho conscientes, y que bajo aquellos labios, se tornaron en torrentes. -Ábrete para mi, déjame mirarte- y ella no pudo hacer más, que apartar la grandeza de sus piernas, y revelar los borbotones que surgían de sus entrañas. Borbotones de lava que ardía, que manaba, suplicaba alguien les bebiera, les diera sentido, le alebrestara. Jadeaba su aliento, cantaba su alma, su piel se llenó de luz, y la depositó en el cielo. Más, quería, requería más y más de aquello. De aquello que era nuevo, tota. Más, porque comenzaba a nacer, porque descubría el sentido, porque ya no podría vivir sin ello. Desde ese momento, esta era su nueva respiración: estallar muriendo, estallar mojando, estallar volando. Salió de su cuarto esa mañana, con el pelo revuelto, con la mirada hacia sí misma y envuelta en silencio. Respiraba los aromas, recorría los recuerdos, disfrutaba la entrepierna ardiendo. Se preparó un café, se alfojó la bata, se asomó a la ventana. Su madre, escandalizada, corrió a buscar a la abuela, y la abuela al ver a la niña lo supo, había cruzado el umbral. Ya no había más niña en esa casa, pues el cuerpo de niña radiaba. La niña había sido tocada. Como un despojo, sobre la cama había quedado tendida la niña, surgiendo la mujer, la diosa, la dadora de vida. Ahí la tenían ante sí, con los senos despeinados, café en mano, asomando por la ventana y con la mirada fijada en el infinito. ¿Quién habrá sido el bandido? ¿Quién el que tocó su espíritu, burló la moral, y conquistó del pubis las montañas y los ríos? -¿Él?- pensó la nueva diosa, – ¿por qué creerían que fue un él. Si no hay mejor amante que quien domina el cuerpo de una diosa, y qué otro puede ser si no otra diosa. Mi amante me ha traído tanta, pero tanta luz. Tanto pero tanto amor, tanta agua, tanta sed, ¡Tanto! Yo soy una diosa que ha sido llamada al amor en la voz, la mirada y por la mano femenina de otra diosa. – la abuela corrió despavorida, la madre gritó y cayó en un desmayo, pero ella de nada de esto se percató. La gran diosa había descendido hasta su alcoba, y la llamaba de nuevo a la vida.

    • Narradora de Cuentos
      23 septiembre, 2016 at 13:08

      Azul que derroche , de tus escritos mana imaginación a borbotones …
      Supongo que es difícil contenerte , pero eran 2000 caracteres , no 2700 y pico , de todos modos los leo gustosa …
      A mí me da mucho trabajo ceñirme al número de palabras también , pero creo que ahi está parte eel intringulis del taller
      Soy Lourdes seguire leyendote curiosa

      • Azul Bernal
        16 octubre, 2016 at 00:21

        Aquí nos vamos capoteando. Un gusto compartir contigo esta experiencia. Bien me paso de palabras, no abro el contador porque en la tablet que me prestan, con un dedazo todo se borra. Escribo y lo mando sin leerlo, sin contarlo, sin respirar…

  2. 22 septiembre, 2016 at 21:16

    El sol del amanecer se cuela por la ventana de la habitación del hotel y clava sus rayos sobre tu rostro aún dormido. Yo quedo al abrigo de tu sombra, observándote inmóvil, hasta que se me escapa un beso y tú me sonríes aún con los ojos cerrados.
    Estoy en la cafetería de la piscina, son las 10.30 de la mañana de un día de verano en el sur y observo el griterío de los niños, insaciables de juegos y agua y me sorprendo a mí misma devolviéndoles la sonrisa. Te encuentro de pronto. Vienes hacía mí, con dos cafés en las manos. Andas despacio, porque nunca se te dio bien el equilibrio. Y yo me río burlona, y tú te enfadas de broma.
    Hablamos del mar, del verano y las sirenas. Arreglamos el mundo inventando quimeras. Y reímos. De nuestras estupideces matinales. De nuestros castillos de arena olvidados en la orilla. De nuestro mundo creado sobre palillos cristal.
    Abro lo ojos y mi mente me arrastra de nuevo al presente. Estoy demasiado lejos del mar para pensar en sirenas y mi corazón anda acelerado por el viaje en el tiempo. Los niños ahora visten de traje y corren fugaces por La Gran Vía. El sol a penas ilumina parte de mi mano. Dejó de ser calor y se convirtió en simple y llana luz. Frente a mí, tu silla me mira vacía y yo le pregunto qué habría pasado si hubiésemos creado un mundo sobre la fría roca, en lugar de utilizar los palillos de cristal, si aún estábamos a tiempo de utilizar los juegos de alquimia.
    Fuera ha empezado a llover. Levanto mi cuerpo de la silla y mientras me abrocho el abrigo con desgana, observo la taza medio llena. A ese café le faltaba el azúcar de tus palabras y el suave aroma de tu presencia.

    • NegHro
      13 julio, 2017 at 22:04

      Que lindo viaje por los recuerdos

    • María Cervera
      6 octubre, 2020 at 19:50

      Me ha gustado. Entiendo que al ser un relato corto es más sencillo explicar lo que piensas. Yo he intentado pasar de las 1000 palabras pero se agotaban mis ideas. Creo que tengo imaginación pero no es así.

  3. Narradora de Cuentos
    23 septiembre, 2016 at 13:31

    Quiero domar los pensamientos , que atormentan y zozobran el presente. Quiero hostigarlos , que galopen, se desboquen , huyan cruzando fronteras, que cercenan, que aprisionan, que postergan, que atenazan …Que corroen y paralizan bajo una capa de herrumbre, que erosiona, oxida , calcifica y oprime …
    Quiero manar a borbotones, que impenitentes galopen las cuadrigas, que las crines peinen el viento, que adormezca el instinto y la raza.
    Mientras, los fantasmas oscilan voluptuosos. Impulsivos , revulsivos, implacables, indomables, bravíos.
    Coléricos, perniciosos, que acometen, arremeten y carcomen. Abocan a oscuridad y soledades, que devastan y asolan.
    Gloriosos los días que arrope pensamientos serenos. Que al abrigo del humeante café, se perfilen bocanadas de aire fresco. Que oxigene, pula y regurgiten sensaciones …
    Mientras deambulo, configuró un paisaje imaginario. La hostilidad se desdibuja, libérase mi tráquea punzada. Hondas las heridas, me las lamo…

  4. Sandra Carrion Estay
    22 noviembre, 2016 at 18:51

    Esta taza de cafè en la madrugada, me adentra en el mundo subconsciente, que es mi mundo. Soy totalmente libre de todo tipo de atadura, muchas de las cuales yo misma ate.
    En este mundo puedo volar, y vuelo de un continente a otro, para mirar sin ningùn temor por ejemplo: la vida de una manada de elefantes, que no saldràn corriendo, pues no me ven, ni me huelen: no sienten el olor que mana del cuerpo, porque soy espiritu. O puedo sumergirme en el ocèano, sin saber nadar, y observar como se aparean un par de delfines, sin provocarles ningùn tipo de contrariedad. Y luego viajar a la estratòsfera, donde me encuentro con una inmensidad oscura y silenciosa que no me gusta. Busco al Principito de Saint-Exupèry, no me gusta esta soledad, para saber si hallò las respuestas a sus preguntas, pero no lo encuentro, y me voy de allì. Ahora estoy en un laberinto con mucha estanterìa con cajones, estanterìas infinitas que son parte de mi mente y en el veo todos los cajones que he ido construyendo y guardando a travès del tiempo, y me asusto. Sè que aquì nada me puede dañar, aquì sòlo entro yo, pero mi mundo interno me asusta, tal vez no me reconozco y lo que pueda descubrir, que ya olvidè, podrìa no agradarme. Mejor es sumirse en un ensueño manejado, y volar con la imaginaciòn hacia lugares en que sòlo disfrutes, goces, seas feliz. Con la fuerza de mi mente soy invencible, soy inmortal y nada, ni nadie puede derribarme, no existen las barreras que te impone un cuerpo fìsico. Soy feliz en mi mundo imaginario, todo gira al compàs que yo le doy.

  5. NegHro
    13 julio, 2017 at 22:00

    Se detuvo el tiempo en tu mirada y en tu sorpresa. Inesperada pregunta aunque de previsible respuesta y aun así me aferro a la esperanza, a ese anhelo inventado por mí, a ese sueño que aparece y reaparece en mi cabeza cada segundo cuando me encuentro despierto.
    – Lo siento – No hubo necesidad de nada más. Solo silencio.
    Sentí aquel vacío en el pecho, la incomodidad del momento, mariposas muertas en mi estómago, las ganas de no estar ahí, de gritar. Entendí por qué no sueño cuando duermo. Entendí que mis sueños no se hacen realidad y en una ilusión indeseada dejas tu taza de café a un lado, con tus ojos cerrados mostrando su pesar y se elevan tus cabellos de madera y miel, ondeados por un viento inexistente, al galope de fornidos purasangre que te llevan y te alejan tan liviana y marchita como una hoja de otoño que abandona su lugar para siempre.
    Poesía amarga cuando en realidad solo te levantas, te despides y te vas sin dejar siquiera estelas de tu aroma, y me quedo estúpido e inmóvil, pupilas húmedas observando la taza que dejaste mientras te desvaneces como el vapor de aquel café que no terminaste.

  6. María Cervera
    6 octubre, 2020 at 19:47

    En los momentos de más tranquilidad, por ejemplo, después de una ducha, tomándome una taza de café americano, es cuando empiezan a surgir muchas historias en mi mente. Cierro los ojos, siento que mi piel es suave y huelo a suelo mojado. Me imagino andando descalza por el campo, tengo frío en los pies, pero la sensación es muy grata. Hay un sendero que me lleva hasta una playa, en ella veo caballos salvajes corriendo. Son de color marrón, fuertes y sanos.
    Imagino que mi padre también los está viendo. Siempre le han gustado los caballos. Su mayor sueño es tener un terreno muy grande, con una caballeriza. Tener un par de pura sangre y cuidarlos. Nació en el 1944, plena postguerra. Es el mayor de 13 hermanos. Desde bien pequeño tuvo que dejar de estudiar para trabajar guardando cerdos. Apenas sabe escribir y leer, pero si sumar y restar.
    En mi pensamiento, está sentado en un banco y los caballos se acercan a él, aflojando el ritmo. Después vuelven correr de nuevo, desapareciendo en el horizonte de la playa. Al fondo hay dos rocas muy grandes que forman una especie de pasadizo estrecho. Parece que ellos no van a poder pasar por ahí, en cambio, sorprendente, se ven desaparecer.
    Nos queda una sensación de alegría y vació al mismo tiempo. Estamos sonriendo con la vista en blanco. No queremos que la imagen desaparezca. Poco a poco vuelvo a sentir el olor a café y me sitúo de nuevo en el comedor de mi casa. De vuelta a la realidad. Al tomar otro sorbo, noto que empieza a enfriarse, pero todavía es lo suficientemente grato para sumergirme en una nueva historia. Esta vez, estoy montando esos caballos. Hemos de dejado a lo lejos a mi padre, y pasamos a través de las rocas del horizonte. Muy en contra de lo que pensábamos, el espacio entre ellas es enorme y a lo alto de una, veo a un hombrecito pequeño y curioso, con unas llaves en la mano. Los caballos se detienen delante de él y el hombre levanta las manos señalando una puerta grande y de color azul. Evidentemente la puerta esta cerrada. Deduzco que él tiene las llaves para abrirla. Le pregunto a donde conduce esa puerta. Me habla en un idioma que desconozco. – ¿Puede darme la llave? El hombrecito me señala al suelo. Entiendo que es probable que la solución se encuentre allí. Me bajo del caballo el cual se queda a mi lado. El resto de la manada echa a correr de nuevo y vuelve a la playa de origen. Empiezo a mover la arena del suelo, esperando encontrar una solución. No encuentro nada que pueda ayudarme. Vuelvo la vista a la roca, veo que el hombrecito ya no está allí. ¿Habrá dejado allí arriba las llaves? No me queda más remedio que escalar la roca. Nunca he sido una buena deportista, así que sólo al comenzar, tropiezo y caigo de bruces al suelo. Es imposible subir hasta allá arriba. Desisto e intento volver a la playa galopando mi caballo.
    Al volver veo que mi padre ya no está sentando en el banco. Me encuentro terriblemente sola. Empieza a atardecer y me quedo embelesada mirando las tonalidades que me muestra el cielo. Siempre me ha encantado ver poner el sol.
    Mi taza de café se ha enfriado por completo. He vuelto a mi vida. ¿A dónde llevará esa puerta? ¿Dónde ha ido mi padre? Como me gusta MI caballo. Vuelvo de nuevo a la playa. Decido volver a tomar el sendero hacia el bosque. Noto el olor que emanan los árboles, respiro profundamente y me lleno completamente de ese oxígeno, el más puro que jamás se pueda imaginar. A lo lejos vuelvo a ver a mi padre. Voy corriendo hacia él. Me dice que vuelve a casa porque ya es tarde. Me da las llaves del hombrecito. – Ese hombre es de mi pueblo, nos criamos juntos. Los caballos son suyos. Me ha dado la llave de la puerta azul. Me ha dicho que puedes entrar cuando quieras. Te regala ese caballo que tanto te gusta. Dándome un beso, se despide de mí.
    Ahora que tengo las llaves, vuelvo a la playa. Allí me espera el pura sangre. Me monto en él y de nuevo nos dirigimos hacia las rocas. Bajo al atardecer, el paisaje es mucho más bonito. Me siento libre, plena, sensual y atractiva. Me gustaría que todo el mundo pudiera verme de esta manera. Al llegar a la puerta, bajo del animal, y este se aleja. Empiezo a probar todas las llaves, pero ninguna consigue abrir la cerradura. Empiezo a sentirme mal. Me siento en el suelo y me relajo. Veo que el caballo se aleja hacia una zona con hierba. Está tranquilo. Empieza a comer. Se está haciendo de noche, e intento de nuevo abrir la puerta. De repente, me doy cuenta que existe más de una cerradura, por lo tanto he de jugar con las dos llaves. No soy muy hábil en estas cosas, pero consigo que la suerte me acompañe. La puerta se ha abierto. Todo es muy oscuro al otro lado. Tan oscuro como el café helado que tengo en mis manos.
    Suena el timbre. Mis compañeros de piso han vuelto. Lo que hubiera detrás de la puerta, tendrá que esperar.

  7. Carlos Alberto Pino
    18 febrero, 2021 at 23:00

    Sentada en el balcón viendo el mar mientras tomaba su acostumbrada taza de café, Mariska se detuvo un momento a pensar sobre el grado de plenitud que la invadía en ese preciso momento, se sentía agradecida con la vida, sin olvidar por todo lo que había tenido que pasar para llegar al aquí y al ahora que la sobrecogía y la hacía sentir poderosa, imbatible, vencedora. Fue consciente de su cuerpo, de la belleza del océano, grabó en su mente la magia del momento, sintió el ruido de las olas que golpeaban el viejo muelle y por primera vez no le molestó la brisa que le alborotaba el pelo y lo suspendía en el aire como caballos indomables jugueteando en la playa.

    Mariska Katz siempre se sintió orgullosa de sus antepasados húngaros, pero ella se sentía de acá, de donde creció, de lo que podía tocar, de lo que conocía, Hungría era solo un recuerdo ajeno, una foto en la pared, unas personas desconocidas, pero el decir que su familia venía de otro lado, la hacía diferente, interesante, la hacía superior. Claro está, su aspecto también la ayudaba más alta que la mayoría de las niñas de la ciudad, blanca como la nieve y con unos ojos que cambiaban de color según el estado de ánimo o la luz del sol, de verde claro incandescente a gris humo y frío. Su cabello castaño abundante la hacía la envidia de las amigas. Y la personalidad también la hacía parecer alguien de otro lado, tímida, reservada y algo fría, aunque no caía bien a primera impresión, los que se quedaban a conocerla descubrían una chica dulce e inteligente dueña de los mejores consejos.

    A los 15 años, Mariska despertó a los ojos de los hombres de la pequeña ciudad, su aspecto de modelo de revistas, su ascendencia europea, su timidez y dulzura, la hicieron especial a los ojos de los demás. Casi que por casualidad una tarde cualquiera mientras visitaba a una de sus mejores amigas, Mariska encontró a quién a la postre sería el amor de su vida. Solo bastó una mirada, un roce de manos, para darse cuenta que su corazón pertenecería a Rubencito Vallejo hasta el día de su muerte. El romance empezó como cualquier otro de adolescentes, entre chocolates y notas, entre citas escondidas y agarradas de mano, entre el beso inocente y la experimentación hormonal. Pero la ilusión duró poco, sus papás se enteraron de la aventura y pusieron el grito en el cielo, ser el hijo del traqueto del pueblo, definitivamente no ayudó. Entonces vinieron los regaños, la rebeldía, los castigos y las cartas en clave, la medida impuesta para acabar los amores, no sirvió, al contrario, los volvió más fuertes, más resistentes. El día de la graduación del bachillerato, lo planeado resultó, Mariska y Rubencito se escaparon, tomaron uno de los carros del viejo Rubén y salieron de madrugada a Barranquilla.

    La luna de miel en la casa de la playa del primo de Rubencito, fue como unas de esas novelas empalagosas que leía mi madre, el mar, el atardecer, solo ellos dos, fue perfecto y duró lo que tenía que durar. Mientras ellos disfrutaban, Kriska, la madre de Mariska tomó el valor que le faltó al padre, y convino una cita con el viejo Rubén y su esposa Remedios, los convenció de la muy mala decisión que representaba no tomar cartas en el asunto, esa misma tarde una comisión comandada por el mismo Don Rubén, llegó a Puerto Colombia y los trajo de regreso. Esa sería la última vez que Mariska y Rubencito se verían en los siguientes 10 años. Ella fue enviada con una prima lejana de sus padres a Budapest, donde perfeccionaría el idioma y estudiaría en la universidad. Los años en Hungría, aunque al principio fueron duros, la novedad la hizo acostumbrarse superficialmente, porque, aunque se conectó con la cultura de sus antepasados siempre se sintió forastera, como mosca en leche, ellos no veían el mundo como ella lo veía, no soportaba los inclementes inviernos, y los hombres los encontraba fríos y distantes, en algún momento se sintió afortunada, los húngaros nunca iban a experimentar la felicidad que se siente al bailar vallenato pegadito con la persona que quieres, y el sabor a sal de los besos en la playa. Fue por eso que se decidió a hacer estudios de literatura con el único propósito de contarles a los húngaros todo lo que ella tenía adentro y ellos se estaban perdiendo.

    Pasaron 10 años, cuando después de muchos ires y venires, habiéndose convertido en la revelación de las letras europeas, una tarde de primavera en Madrid mientras esperaba el ascensor que la llevaría al salón donde haría la presentación de su libro, Mariska se encontró con Rubencito, con los ojos que solo la miraban a ella, se acordó del sol del mediodía de los domingos de playa, de pronto un olor a mar y arroz de camarones, se apoderó de la habitación, se quedó impávida, inmóvil, sintió un leve mareo y el asistente de la editorial que estaba a su lado tuvo que ayudarla a sostenerse, Rubencito, fue solemne en su trato, fue distante, llevaba de la mano una niña de pocos años que lo halaba con fuerza hacia la calle, Mariska reconoció también a Silvana, una antigua compañera del colegio, quien la miró con desdén y también con miedo, Ella misma había sido testigo del incidente 10 años atrás. En la formalidad de la corta conversación, alcanzaron a darse las habitaciones, y en la tarde del día siguiente accedieron a verse. Rubencito llegó solo, alegre, seductor, tal cual lo recordaba ella. Trataron de resumir en una tarde 10 años sin hablar, Rubencito le contó de la muerte de su padre en manos de la policía, de la odisea que fue graduarse de la universidad, de su reencuentro con Silvana en Barranquilla y de su matrimonio apresurado debido a los rumores de embarazo que rondaron el pueblo, también le confesó de la crisis matrimonial que los llevó a Madrid, en donde estaban tratando de recuperar algo que parecía imposible. Rubencito le confesó a Mariska que no quería a Silvana, pero que sentía que le debía el intento por reconstruir su relación, después de todo Silvana lo sabía todo, a pesar de eso, había entregado todo y más por hacerlo feliz. Cuando la noche cayó, se despidieron con la madurez que les había dado la vida, y se desearon la mejor suerte del mundo, se abrazaron y se trataron de convencer el uno al otro que podían ser amigos, aunque por dentro doliera, y rasgara y descubrieran que el amor seguía intacto después de 10 años.

    Tuvieron que pasar 10 años para que Mariska y Rubencito se volvieran a encontrar cara a cara. Después de su encuentro en Madrid, intercambiaron datos y se mantuvieron conectados el uno del otro a través de las nacientes redes sociales, los amantes digitales se conectaban sin falta cada semana a través de Messenger, y sus conversaciones incluían recuerdos, fotos viejas, declaraciones de amor y planes futuros. Los dos veían en su relación digital un escape perfecto e inofensivo, no le hacían daño a nadie y nunca esperaron nada más. Una mañana cualquiera mientras Mariska se preparaba para iniciar sus labores cotidianas en Budapest, recibió una llamada muy extraña de una persona que afirmó ser parte de la DEA y tener un mensaje para ella de parte del señor Rubén Camilo Vallejo Aguilar. Mariska aceptó reunirse con la persona en un sitio público para evitar sospechas y a la vez sentirse más segura de lo que pudiera pasar. Lo que se enteró en la reunión fue como un baldado de agua fría. Resulta que, al morir el viejo Rubén, A Rubencito le tocó hacer frente a los negocios de su padre, la verdad era que a él nunca le gustó la idea, su padre no lo preparó para eso, por tal razón y como era de esperarse al poco tiempo el negocio empezó a decaer, hasta tal punto que las deudas que le aquejaban habían puesto su vida en peligro, Así que un día decidió contactar a los agentes antinarcóticos de los Estados Unidos y negociar una salida, a cambio de información, la información que tenía era tan valiosa que el gobierno norteamericano aceptó inmediatamente y sacó del país primero a Silvana y su hija y las llevó a un lugar desconocido entre Estados Unidos y Canadá. Rubencito, mientras ultimaba detalles de su negociación había sido llevado provicionalmente a otro sitio escondido en algún país de latinoamerica, dentro de las negociaciones estaba estipulado una entrevista con Mariska, si ella accedía los agntes de la DEA la acompañarían al lugar donde estaba recluido Ruben. Para Mariska fue un golpe duro y muy dificil de asimilar, por lo que se tomó algún tiempo para pensarlo, a la final aceptó, se convenció a si misma que necesitaba una explicación personal de la situación, aunque por dentro ella sabía que solo quería abrazarlo tenerlo cerca, decirle que no le importaba lo que hubiera hecho. En menos de 3 días, Mariska estaba montada en un avión con rumbo desconocido, entre asustada y feliz de encontrarse con Rubencito. Cuando llegaron al primer destino, Mariska adivinó que estaban en Argentina por algún anuncio que vió de camino al sitio final, despues de una hora de viaje, llegaron a una cabaña solitaria pero bastante custodiada en un bosque frío que le recordó a Europa. Mariska encontró a Rubencito diferente, barbado, cansado pero sobre todo triste, derrotado, nunca en su vida pensó verlo así, después de la incomodidad inicial Mariska se reencontró con el Rubencito de su juventud, el niño perdido que jugaba a ser grande, los días que pasó allí fueron intensos, dolorosos pero especialmente de descubrimiento, Mariska se dio cuenta que a diferencia de lo que ella pensaba, él nunca la engañó porque el hombre romántico de la intimidad de las redes sociales, era el verdadero Rubencito, el que escapaba la dura cotidianidad, él con ella podía ser libre, podía darse el lujo de sentir y además demostrarlo, con ella él podía reír por horas y también podía llorar, podía sentirse inseguro y tímido, solo ella podía darse ese lujo. Cuando se despidieron, el le prometió estar siempre en contacto y no olvidarla jamás. Los dos sabían que esa era la última vez. Cuando Mariska regresó a Hungría, recibió la noticia que un agente infiltrado había matado a Rubencito. No lloró, ni siquiera se sintió triste, se sintió en paz consigo misma, se sintió afortunada de haber amado y haber sido amada se sintió acompañada, lo sentía cerca, lo sentía suyo. 8 meses después nació el hijo de los dos. A quién obviamente llamó Rubén, con el tiempo y después de consagrarse como escritora y vivir de regalías, Mariska y El pequeño Rubén se mudaron a Cartagena a un apartamento cerca al mar, su lugar preciado, donde encontró la felicidad, la plenitud, nunca siquiera se le ocurrió buscar pareja, sólo ella, su hijo y el bonito recuerdo de un amor correspondido.

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