La historia también puede ser contada por un personaje que no sea el principal.
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Soy uno de los 7 enanitos que acogieron a Blancanieves cuando arrancaba de su malvada madrasta, que la querìa muerta.
Nosotros llegamos de la mina a nuestra casa y nos dimos cuenta que alguien habìa entrado, pues las cosas no estaban como las dejamos. Uno de nosotros fue hasta las camas, y encontrò a una muy bella joven durmiendo ahì. A la mañana siguiente le preguntamos quièn era y què hacìa allì y ella nos contò: soy hija de una hermosa reina, que mientras cosìa un frìo dìa de invierno, mirò caer la nieve y se pinchò un dedo y al brotar la sangre deseò «me gustarìa tener una hija tan blanca como la nieve, de labios tan rojos como esta sangre y de cabellos tan negros como el èbano». Al poco tiempo nacì yo y mi madre muriò.
Luego de un par de años, mi padre, volviò a casarse con una mujer muy hermosa, que tenìa un espejo màgico al que le preguntaba en forma constante: «Espejo, espejito dime ¿Quièn es la mujer màs bella del reino?» a lo que respondìa invariablemente «Mi señora, no hay mujer màs bella que tù» y ella se quedaba tranquila y conforme. Pero el tiempo pasò y mi padre tambièn muriò, y mi belleza creciò junto conmigo y un dìa el espejo le respondiò «Mi señora, eres una mujer muy bella, pero Blancanieves lo es màs». Y mi madrastra que ya me odiaba, se obcecò y llamò a un sirviente y le mandò llevarme al bosque para matarme, el sirviente se apiadò de mi y en vez de matarme, me abandonò en el bosque y aquì estoy.
Blancanieves era muy, pero muy hermosa, gentil, amorosa. Discutimos los pro y los contra, y decidimos pedirle quedarse a vivir con nosotros a cambio de cocinar y asear la casa, a lo que ella accediò gustosa.
Sabìamos que la Reina se enterarìa que vivia con nosotros y asì fue. Le preguntò al espejo màgico: Espejo, espejito dime ¿Quièn es la mujer màs bella del reino? y el espejo respondiò «Mi señora, eres una mujer muy bella, pero Blancanieves lo es màs» y la Reina riendo le dice al espejo, una muerta no puede ser màs bella que yo. Y el espejo le cuenta que està viva y viviendo en el bosque con nosotros.
Siempre le pedimos a Blancanieves que no le permitiera a nadie entrar a la casa y no recibir nada de extraños mientras estaba sola, pero ella era de muy buen corazòn y fàcilmente caìa engañada por la malèvola bruja. De este modo, la malvada se disfrazò de campesina viejita y llamò a la puerta de nuestra casa, para pedir un poco de agua que Blancanieves le dio sin ningùn reparo. La viejita campesina a modo de agradecimiento, le regalò una de las apetitosas manzanas que llevaba en su cesta. Al solo morderla, Blancanieves callò al suelo y la malvada bruja se fue.
Al llegar nosotros la encontramos tendida en el suelo y una manzana con un pequeño mordisco menos que revelaba que fue mordida por Blancanieves y por lo tanto causante del estado de ella, que para nosotros era de muerta.
La lloramos tres dìas completos, mandamos a hacer una urna de cristal y la pusimos en lo alto de la montaña, para que la viera el que quisiese, porque extrañamente su cuerpo no se descomponìa y parecìa dormida, su belleza sin igual, no se apagaba. Pasò mucho tiempo asì, nos turnàbamos para vigilar siempre a Blancanieves. Pero un dìa, llegò un principe azul y viò la urna y quedò hechizado por la belleza de la ocupante de la urna de cristal y no pudo resistir el deseo de besarla. Por lo tanto, abriò la tapa de la urna y la besò y por arte de magia, Blancanieves despertò.
Luego ella narrò al principe sus desventuras y èl le propuso que se casaran y vivieran en el reino de su padre, y Blancanieves aceptò.
La madrastra de Blancanieves fue invitada, y antes de salir fue donde su espejo màgico y le preguntò «Espejo, espejito dime ¿Quièn es la mujer màs bella del reino? y el espejo respondiò «Mi señora, eres una mujer muy bella, pero la joven reina lo es màs» La malvada bruja no podìa respirar de tanta rabia, pero fue a la boda para idear la forma de eliminar a su nueva rival. Pero al llegar reconociò a Blancanieves y fue
tal su impacto que se paralizò y los vasallos del rey que la esperaban, pudieron apresarla y llevàrsela. Y nosotros vivimos felices con Blancanieves y el prìncipe.