Propuesta 2 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller de creatividad literaria-2En este segundo ejercicio debéis escribir un texto de no más de 400 palabras sobre «un amor no correspondido»

 

Para contar el número de palabras de vuestro texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de palabras en línea como estos:

 


Enviad vuestros textos en el espacio para los comentarios.

 

Para ver todo el taller de Creatividad literaria, pulsa AQUÍ.

taller de 12 a 16

TALLER LITERARIO
para jóvenes
de 12 a 16 años

presencial en MADRID

 
 

Este taller ayuda a los escritores jóvenes a encontrar su estilo personal, a evitar los bloqueos y a sacar el máximo partido de su creatividad para llegar a escribir con corrección.

 
 

Sábados
de 12,30 a 13,45
Zona Retiro
Grupos reducidos

 
 

 

 

  238 comments for “Propuesta 2 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Inquisitor Glokta
    6 septiembre, 2016 at 18:49

    Llegaba media hora tarde al instituto porque alguien había pinchado las ruedas del coche de su padre. Fran tenía dieciséis años, era un chico alto y rubio. Cuando entró en el aula notó la tensión que se respiraba en el ambiente. Había una caja de galletas en la mesa del profesor que estaba medio vacía. Tenían un aspecto fantástico y forma de corazón, debían de ser de una pastelería especializada.
    Fran, asombrado, caminó hasta su pupitre y se sentó. Nadie había sacado los libros de clase. Un compañero se levantó y le miró directamente a él.
    -¡Creo que es un buen momento! –gritó- ¡Para encontrar el amor!
    Después se volvió a sentar. En el pupitre de al lado una amiga suya se puso en pie y también le miró.
    -¡Yo cuidaré de ti, y te haré feliz! –gritó mientras le caían lágrimas de los ojos.
    Fran pidió explicaciones sobre que estaba pasando.
    -Por favor, -le respondió su mejor amigo, desesperado- siéntate. Esto debe acabar cuanto antes.
    Fran se sentó de nuevo.
    – ¡Escucha a tu corazón, déjate llevar! –gritó otra compañera.
    -¡Eres el chico perfecto, no lo puedes negar! –le decía su profesora.
    Entonces se hizo el silencio.
    -¡¡Habla!! –gritó Elena, una chica regordeta y gótica que se sentaba en la última fila- ¡Habla o lo tiro! –sacó un bote de cristal.
    Otro compañero se levantó y gritó:
    -¡Sé que somos diferentes, pero juntos debemos estar!
    -¡Sin ti no podría vivir, y espero que tu respuesta sea sí! –gritó otra compañera.
    Entonces Elena se levantó de su asiento y se acercó a Fran. Cerca de él, dos de sus compañeros empezaban a gemir fuertemente.
    -Fran, -le dijo Elena- ¿quieres ser mi novio?
    -Es que… -respondió dubitativo- Ya tengo novia. Lo siento.
    -No pasa nada, tú eres perfecto. –le respondió ella y se acercó a la caja de galletas para comerse una.
    Uno de sus compañeros estaba totalmente blanco y empezó a vomitar sangre, y justo después a otros dos les pasó lo mismo.
    -Ya hemos hecho lo que querías, ¡danos el antídoto! –gritó su mejor amigo.
    -Si Fran no me quiere, el mundo no tiene sentido.
    El compañero que había vomitado primero calló al suelo, estaba muerto. La mayor parte de sus compañeros ya estaban vomitando sangre.
    -Espero que os gustaran mis galletas. –dijo Elena mientras tiraba el antídoto por la ventana.

    • Leonela
      31 octubre, 2020 at 16:40

      Me encanto, super original.

    • Jose
      10 diciembre, 2020 at 22:50

      Buen giro

    • Daniel
      7 marzo, 2022 at 19:45

      Muy interesante, me gustó el giro que tomó la trama.

  2. Natalia
    6 septiembre, 2016 at 19:34

    Madrid, a 18 de enero de 2011
    Estimado Tomás,

    Quiero presentarle mi candidatura para el puesto de “mujer de su vida”. Por ello, me permito el atrevimiento de escribirle esta carta de presentación, que es, a su vez, una carta de motivación y, ante todo, una carta de amor.

    Me gustaría mucho dedicarme a usted el tiempo que fuese necesario ya que estoy segura de contar con la aptitudes y competencias apropiadas para hacerle feliz.

    En nuestros encuentros profesionales he podido apreciar la calidad y grandeza de su corazón y, por tanto, es a su persona, y no a cualquier otra, a quien quisiera poder dar lo mejor de mí. El trato recibido por su parte, así como su personalidad y su dedicación a ciertos intereses compartidos, como la buena risa y los sueños perdidos, me han enamorado hasta el punto de dirigirle estas letras.

    Como ya sabe, tengo bastante experiencia en temas relacionados con el amor. A lo largo de mi carrera sentimental he ocupado diferentes puestos en corazones de mayor o menor envergadura. En cada una de esas etapas he sido capaz de manejar situaciones de gran implicación emocional y he aprendido a equilibrar mis actitudes racionales y aquellas puramente pasionales. El enamoramiento, el encaprichamiento y la euforia de ciertos momentos pero también las dudas, los desengaños, las inseguridades y los miedos, me han llevado a adquirir cierta autonomía así como la empatía y comprensión suficientes para un bonito trabajo conjunto.

    En cuanto a las tareas propias del puesto, podría serle útil en la organización de este amor sin medida, en la producción de eventos apasionantes y en la comunicación verbal y corporal de alegrías y penas.

    Estaría encantada de amarle horas extras e incluso de tratar con momentos desagradables, si ello nos permite evolucionar y crecer como equipo.

    La competencia será mucha, ya que sólo soy una entre todas. Yo le ofrezco la locura responsable de hacer primar la lealtad y la confianza en la promiscua relación con la libertad.

    Sin más, le dejo a usted la decisión de querer quererme si es que quiere. Si lo considera necesario, podría pasar un periodo de cariño retribuido según convenio.

    Le aseguro que trabajaré con paciencia para enamorarlo y comprenderlo. Pero le advierto, estimado Tomás, de que corre el riesgo de no querer volver a recibir jamás una carta de amor como ésta.

    Atentamente,

    Amor en paro

    • Edit
      1 febrero, 2019 at 21:29

      Natalia parece propio de una película de romance de época, que me gustan más que otras…
      Mi feminismo me impediría escribirla, pero es muy bueno poder leerlo…

    • William F.
      23 abril, 2019 at 19:25

      Es muy bueno. Con una narrativa muy completa y facil de seguir. Realmente expresa sentimientos.
      Te felicito.

    • Nicolás
      12 septiembre, 2019 at 04:49

      Dios! con solo leerlo siento envidia del tal Tomás

    • 5 noviembre, 2019 at 18:54

      Me ha encantado, realmente es original y muy bueno, gracias por compartirlo.

    • ELENA
      12 noviembre, 2019 at 00:22

      Me ha encantado la idea, y como basandose en un curriculum lo has plasmado como amor. Gracia por esta maravillosa lectura

    • Asara
      25 julio, 2020 at 20:13

      He sonreído cual Mona Lisa al leer tu declaración de amor. Me ha gustado el sutil sentido del humor que se deja entrever en cada oración. Gracias por tu contribución, Natalia.

    • angel
      12 noviembre, 2020 at 21:58

      Si alguien me escribe una carta ni me la pienso dos veces, Me caso.

    • Jose
      10 diciembre, 2020 at 15:09

      La veo como una carta de amor distópico, alienado totalmente. No sé si era tu intención darle esa perspectiva pero has capturado mi interés de principio a fin.

    • Juan
      23 febrero, 2021 at 19:14

      Genial! muy original!

  3. 6 septiembre, 2016 at 19:52

    Hola. Me ha gustado, pero en la tercera fila empezando por el final has escrito calló en vez de cayó. Supongo que será cosa del corrector. Ánimo.

    • 6 septiembre, 2016 at 21:22

      Miércoles. Vuelvo de clase, camino rápido, el tren se me escapa ¿A quién se le ocurre apuntarse a cursos en julio? Es que te aburres tanto…Vamos no te arrepientas, dos semanas y ya estamos en agosto, irás casa de tu tía a pasar unos días, allí te diviertes…Me doy cuenta de que estoy pensando en voz alta, me callo, no vaya a ser que me vean hablando sola. Me limpio el sudor de la frente. Ni con ropa holgada se aguanta esto, el calor me va a matar. La calle peatonal está insoportablemente llena. Me cuelo por un atajo, una transversal que no me gusta, llena de pintadas y de basura….!Chati, me tienes abandonao! Me grita un jacoso, que se sienta al lado de un contenedor, está en los huesos, se transparenta, se ríe solo de su propia broma. Me alejo ¡Estabas hablando sola! Le oigo, de lejos. Mi padre nunca se ha dado cuenta de que hablo sola.

      Jueves. El mismo recorrido, otra vez ese yonki ¿Ahora qué? ¿Guapa, me das unas monedas? Tiembla, tiene ojeras. No tengo suelto, toma esto. Le doy el dinero de la fianza del curso, me lo han devuelto hoy, son diez euros, pero quiero que me deje en paz. ¿Volverás mañana? No creo. Me mira desde el fondo de la calle, puedo verle, reflejado en una ventana.
      Viernes. Algo más de ánimo, más bien poco. Paso por el callejón, miro de reojo antes de entrar, está allí, sigo recto, juraría que no me ha visto. Al pasar por la siguiente boca de calle, vuelvo a verle, reflejado en el cristal de un escaparate. Me ha visto, se supone que yo a él no.

      Sábado. Vuelvo por la peatonal del centro. Hay un furgón de la Guardia Civil. Una manta cubre un cuerpo, un heroinómano se sienta al lado del bulto, acompañado de su perro, tiembla de miedo, se abraza con sus propios brazos. No es el chico de siempre. Pregunto a un Guardia Civil. Otro que se va por sobredosis, el pobre, se veía venir. El yonki del perro me mira como si me conociera. Vuelvo a casa, hablando en voz alta conmigo misma, esta vez no me preocupa si me ven.

      Desde entonces, cada vez que paso por el callejón, me siento sola.

      • Naddia
        7 septiembre, 2016 at 21:58

        Me gusta tu relato. Aunque vaya yuyu que da la chica. Es ponerle el ojo encima al yonki y antes de tres días ya está difunto.
        Es broma. De verdad que me gusta.

      • Reme
        3 septiembre, 2020 at 19:42

        Me gusta primero por lo directo que es. Te sitúa dentro del del personaje y te involucra. Y segundo porque el suceso se presenta como neutro. Puede evocar emociones muy diversas según quien lo lea y no cierras estas opciones al lector.
        Solo destacas algunas como el recelo al principio y la soledad al final pero el lector podría sentir muchas más.

    • Inquisitor Glokta
      6 septiembre, 2016 at 22:02

      Cierto, imagino que lo entendería como del verbo callar. Tu relato es interesante, no valoramos algo hasta que lo perdemos, incluso aunque parezca algo negativo.

      • 6 septiembre, 2016 at 22:18

        Sí, eso pasa constantemente. También ocurre que de repente un desconocido te ve, se da cuenta de como eres, a diferencia de algunas personas que te frecuentan a menudo y creen conocerte.

  4. Cintia
    7 septiembre, 2016 at 00:13

    Entro a mi casa y me dirijo a mi habitación después de un largo día. El sótano es algo oscuro y frío, tal como me siento yo, por eso es el lugar perfecto para mí. Mi familia sabe que soy diferente y por eso está de acuerdo con que me esconda siempre ahí.
    Escucho las voces de mi hermano y su amigo Leo, que acaban de llegar. Mi corazón late demasiado deprisa y sé que es por la presencia de Leo, desde que mi hermano nos presentó supe que él era especial, y aunque se supone que no debo enamorarme porque echaré a perder mi trabajo, sé que mis sentimientos hacia él cada vez son más fuertes.
    Apenas soy consciente de que mis pies me llevan hacia ellos, intento retroceder pero ya es tarde, se han percatado de mi presencia y Daniel, mi hermano, me mira con reproche. Me sirvo un vaso de leche para disimular mi intromisión mientras escucho como Leo se burla de mí, Daniel le sigue la corriente mientras yo siento como algo se desgarra en mi interior, pero sé que es lo mejor, de hecho Daniel se ha encargado de que Leo me desprecie y se burle de mí siempre que puede. Tomo algunas galletas que preparó mi mamá y vuelvo a mi habitación donde mi alrededor se compara a mi corazón.
    Me desplomo en mi cama, ya no puedo contener las lágrimas así que dejo que éstas resbalen por mis mejillas. Odio mi vida, odio estar enamorada cuando se supone que no debo estarlo, odio no poder olvidarlo porque lo tengo que ver a diario, odio tener que ser invisible para él porque así lo requiere mi trabajo, odio que mi familia se tome más a pecho mi trabajo que yo misma, porque siempre están ahí intentando ocultar que estoy enamorada de quien se supone debo cuidar, o inventando patrañas para evitar que él se enamore de mi porque eso sería un desastre. Pero lo que más odio es mi trabajo en sí, odio ser su ángel guardián porque eso es lo que me prohíbe enamorarme de él.

    • Naddia
      8 septiembre, 2016 at 18:39

      Supongo que estás entrando en la posible relación entre un cuidador y la persona a la que cuida. Interesante mundo el de la diversidad funcional.

    • Jose
      11 diciembre, 2020 at 20:27

      ¡Me ha gustado!

    • Macario
      12 diciembre, 2020 at 02:19

      Me ha gustado

  5. Sandra Carrion Estay
    7 septiembre, 2016 at 04:55

    Feliz estaba Nora, con 17 años y con el mundo a sus pies. Un poco de confusiòn la envolvia en un clima de desconcierto e inquietud, ya que no entendìa por què, su compañera y amiga de colegio, le atraìa fìsicamente tanto. Acordaron vacacionar juntas, llevaban varios años en el mismo colegio y sus madres se conocìan bastante, por lo que se pusieron de acuerdo y partieron las dos, con la familia de Nora, hacia la playa. La confusiòn de Nora iba en aumento, pues la amiga la seguìa y la acompañaba a todas partes y la atracciòn fìsica pasò al sentimiento pasional, que Nora a pesar de sus dudas, creyò siempre correspondido. Nora nunca hablò con alguien de sus perturbaciones de ìndole sexual, tampoco con su amiga, lo que la hizo creer cosas inexistentes. Fueron a una discoteca a bailar y ahì se despejaron las dudas de Nora con respecto a si misma. Su amiga conociò, bailò y coqueteò, con un muchacho, del que no cesò de hablarle y los celos, la rabia y la pena, la embargaron al punto de gritar llorando a su amiga, que volvìan al dìa siguiente.
    Nunca màs se volvieron a juntar como amigas y Nora comprendiò que debìa manejar su sexualidad en un àmbito distinto al que conocìa.

    • VECINO ANA BEATRIZ
      19 enero, 2019 at 12:27

      La expectativa generalmente no coincide con la realidad, Sandra.

    • Adripat
      3 marzo, 2020 at 02:38

      Las historia es bastante interesante pero en mi opinión el cierre estuvo flojo , debiste darle mas fuerza a eso.

  6. Narradora de Cuentos
    7 septiembre, 2016 at 07:50

    Tu relato es muy singular Elena

    • 7 septiembre, 2016 at 21:17

      Muchas gracias por leerlo y comentarlo. Voy a leerme el tuyo.

  7. Narradora de Cuentos
    7 septiembre, 2016 at 07:54

    Rebuscando razones que el corazón no entiende , camina ensimismada , los pies descalzos ateridos entre las olas de un mar embravecido , que parece empeñado en agitarse y agitarla , transportándola una y otra vez anulando su voluntad , a aquellos días en los que creyó ser correspondida …
    La mente siguiendo un cauce irrefrenable que no admite diques , la instiga a rememorar … Su piel murmura todas las caricias que ahora siente le fueron arrebatadas , tras el ruin embeleso , tras sus falsas promesas de amor .
    El recuerdo de su sonrisa se le clava indolente y el contorno de su boca la hace de nuevo estremecer . Recordaba centimetro a centimetro , aquel cuerpo que la amo en aquella misma orilla hasta la estenuación , que bordo su piel desmadejada en la arena , abandonada a los irrefrenables anhelos , que durante lo que creyó una eternidad, quiso contener.
    Sus palabras otrora llenas de embrujo, sonaban ahora burlonas y tintineantes , martilleando su cerebro y ahogandolo de juicios y culpas, al recordar todos los prudentes consejos , que en su día desoyó… » Es un crapula , un embaucador , las lisonjas aderezadas de irresistible intencionalidad ya arrastraron a otras » , alejate de el no te conviene »
    Ahora burlada , solo era capaz de seguir centrada en su recuerdo , intentando grotesca pervivir instalada en el ayer , eludiendo un presente que se le antojaba insufrible …
    Y de nuevo vuelve a instalarse en el por qué …
    Por qué, por qué , por qué, por qué … fustigándose permite qué el fantasma de la negación se apodere de ella y abatida , deambula sonambula , emulando las olas , a la zaga de imperiosos recuerdos que destruyan su presente , cincelando un pasado perpetuo , qué le permita seguir viviendo el hoy.

    La tarde palidece y la sorprende abrazada a su cuerpo .
    El horizonte se desdibuja ante una mirada anegada de añoranza.
    La pleamar impávida asciende borrando todo rastro de nostalgia y de presencia , ayudándola en su huida…

    • Narradora de Cuentos
      7 septiembre, 2016 at 08:31

      Por favor Jaja , obviar la ultima frase ( ayudándola en su huida ) , la he añadido justo antes de publicar , a posteriori de escribirlo , temiendo no se entendiera , pero la verdad es que me gusta más como acababa inicialmente , dejando la situación » en el aire »

      La pleamar impávida asciende borrando todo rostro de nostalgia y de presencia

      Hasta otro ratito

    • 7 septiembre, 2016 at 21:59

      Muy bonito y poético. En la línea 10, pusiste «estenuación».

      Saludos y mucho ánimo.

      • Narradora de Cuentos
        11 septiembre, 2016 at 11:45

        Uffff , andaba del revès Jaja
        Graciasssssss

    • Pyl
      11 marzo, 2020 at 03:29

      Me encanto, aunque en lo personal me gustaria mas con el final abierto.

    • Ana María
      16 junio, 2020 at 21:49

      Me gusto, te adentras, y si yo tambien prefiero dejar abierta la expectativa, saludos y exito

  8. Naddia
    7 septiembre, 2016 at 23:20

    Había decidido olvidar el amor porque la decepcionaba una y mil veces. Tantos amores y todos platónicos. No se volvería a enamorar. A partir de ahora la vida sería más sencilla. Su último tropiezo había sido un profesor. Y en la fiesta de fin de curso le había dado a entender que lo sabía.  Él. Él lo sabía. Qué vergüenza. Lo sabía.  Él lo sabía. Y ella creyó morir. Fue el fin. Había bajado veinte kilos para conseguir su amor. Ayunó día tras día desde enero hasta junio, creyendo que  él la miraría al menos una vez, pero el amor no sabe de kilos. Al profesor le hacía gracia la torpe manera con que ella lo amaba, los esfuerzos por cruzarse con él en los pasillos, los saludos premeditadamente casuales. Pero todo fue igual. De nada sirvieron los paseos que se daba hasta la catedral donde rezaba a la Virgen de los Dolores mientras miraba de reojo a San Antonio y dejaba una limosna supuestamente compartida por ambos. A la salida se encontraba a una señora que le repetía: tú tienes vocación de casada ¿verdad? Y ella decía que sí aunque empezaba a sospechar que ni todo el santoral reunido sería capaz de emparejarla. Entonces llegó el verano y no quedaba tiempo para los milagros.  San Antonio se fue a sus verbenas estivales y ella supo que tenía que marcharse porque como todo el mundo sabe: cuando las cosas van mal, hay que poner tierra por medio. 

  9. Azul Bernal
    7 septiembre, 2016 at 23:22

    Delante de ti me he puesto de pie. En mi garganta se atragantan esas palabras a las que acabo de renunciar. No las mencionaré, pero si eres lo suficientemente avisado, las verás estallar en mis ojos. Sí, como olas del mar, llenas de agua. Agua soy ante ti. Me desnudé, me desgarré la piel, y tú ni te inmutaste. No te diste por enterado. No. Y he quedado así, ridículamente desnuda delante tuyo. No lo diré. No lo diré con la voz y lo intentaré callar en la mirada. Daré la vuelta así nomás. Recogeré del suelo mi orgullo, lo envolveré en esta sarta de ridículos que acabo de soñar. Saldré por la puerta con mis sueños rotos, con mi desnudez a cuestas, mientras tú permaneces inmutable, engrandecido por un nombre que no me corresponde, y que hoy por hoy, es quien te quita a ti toda la piel.

  10. jnpdiaz
    9 septiembre, 2016 at 00:00

    “Esto del amor es una vaina” solía decirme mi hermano mayor. Él debía saber lo que se decía porque antes de morir, en un fatal accidente, cuando tenía veintisiete años, por fin, se le iba a declarar a una mujer. Él no le dijo nada de sus intenciones a nadie, porque creía a pie juntillas aquello de que cuando se quiere hacer algo no se debe comentar con nadie para que las energías ajenas no influyan. Yo lo supe porque el destino puso en mis manos una de sus últimas cartas. Sí, él era de esa época en la cual el amor se declaraba por medio de una misiva. Dicha carta llegó a mí cuando hurgando entre las bolsas de su pantalón para donar, o no sé si tirar su ropa, apareció.
    Por lo visto, el amor, para mi hermano había dejado de ser una vaina debido a las palabras impresas sobre aquella superficie blanca. Por fin, después de tanto intento, había encontrado a alguien capaz de soportarle y soportar. Así de sencillo.
    Cuando él murió yo era un adolecente y no entendía aquello de la vaina. Pero cuando entré a la universidad y conocí a Dayanara, así se llamaba la depositaria de mis afectos, lo comprendí por completo.
    Me enamoré de Dayana, como le llamaba con toda la dulzura que el amor puede poner en los labios de los enamorados y tomé la decisión, una noche tensa de decírselo. Sacando fuerzas de, no flaqueza, sino de quién sabe dónde, la cité en un kiosko del campus universitario. Ella llegó, un poco tarde en compañía de un sobrinito y después de los respectivos saludos (besitos de mejillas y todo eso), yo le declaré, no sé cómo mis sentimientos.
    Esperar aquella respuesta de sus labios: un sí, o un no (o a saber qué era lo que esperaba) me torturó durante varios segundos.
    —No —me dijo apenada—. Sólo somos amigos.
    Y como sucede en toda transacción humana fracasada, nos despedimos. Ella siguió con su vida y yo con la mía.

    jnpdiaz

  11. Emilio Reyes
    9 septiembre, 2016 at 21:29

    Si la vida nos diera segundas oportunidades, tal vez no cometeríamos los mismos errores, tal vez cometeríamos errores peores, o por lo menos diferentes, dañinos de todas formas para otros o para nosotros mismos.
    Cuantas veces se ha preguntado por qué no la habló, si era todo lo que él había deseado, si cumplía todos sus sueños. Pero allí estaba ella, apoyada en la puerta del coche, con un jersey de lana gris y el pelo suelto cayéndole por los hombros. Nunca pensó que pudiera existir algo tan bonito, que belleza, que linda, y pasó por su lado sin decir nada cuando días antes habían estado durante horas hablando por teléfono, y ahora parecía que era una desconocida.
    Siempre se preguntó por qué reaccionó de aquella manera, pero no era la primera vez que la decepcionaba, lo real y auténtico es que esa historia tenía ya otras escenas de indiferencia. Con el tiempo comprendió que lo que había pasado era que cuando la veía se bloqueaba en su presencia. Siempre había sido un chico de relación fácil con las personas del otro género.
    Pero aquella vez colmó el vaso, todo se rompió y nunca hubo una segunda oportunidad. Ella siguió su camino y él el suyo, que además fueron muy diferentes y por desgracia he de decir que su camino fue más duro y sufrido.
    La última vez que hablaron pudo comprobar las heridas que el tiempo había dejado en su alma. La veía y no la reconocía. Dónde estará, allí donde quedan los sueños olvidados, allí donde se encuentran los amores fracasados.
    Lo que ella nunca sabrá es que en esta guerra nunca hubo vencedores, que perdieron los dos, ella quedó con sus carácter y él con sus preguntas.
    A veces nos encontramos en el camino de la vida con persona que van construyendo la suya poco a poco, paso a paso, y otras veces la vida parece venir escrita de antemano, prefijada y dibujada por el destino.
    La lluvia ha limpiado muchas veces las aceras, y el viento ha acariciado las rocas una y otra vez, pero nunca podrá olvidar ese amor que pudo ser y no fue.

  12. 16 septiembre, 2016 at 22:25

    Recién llegado a la capital e instalado, me dispuse por todos los medios a contactar con grupos afines con los que compartir los momentos de ocio. No tarde mucho, y en el grupo encontré lo que más anhelaba: una mujer.
    Era guapa y reunía todo aquello que un hombre desea reúna ella. A la belleza exterior también había que añadirle sus sentimientos hacia la gente. Solía gastar un buen humor y mis huesos temblaban nada más verla. Un gusanillo en el estómago no me dejaba estar y me mantenía en babia….
    Visto lo visto, supuse que me había enamorado hasta las trancas. Pero recibía de su persona el más ingrato de los silencios.
    Su risa que era contagiosa, quedaba ahogada al percibir mi presencia a su lado. Nadie supo nunca darme razón de aquel distanciamiento. Con el pasar de los días, mi amor se pudría dentro de mí, al no alcanzar la dicha que se supone ofrece este. Todo era en vano.
    El feliz día de su cumpleaños acudí junto otros compañeros a celebrarlo. Pensé que era el momento, y le llevé un flamante ramo de rosas rojas a las que añadí un pequeño alfiler, con la imagen de su horóscopo.
    Mientras abría los regalos, todos estaba pendientes de su reacción ante el mío, esperando me ofreciese la mejor de sus sonrisas. Su respuesta fue demostrar su frialdad absoluta ante mi pequeño obsequio.
    Pero no soy de los que pronto tiran la toalla. Reconozco, que me cuesta darme por vencido y en esta ocasión así lo demostré.
    La madre de la muchacha, qué si se había dado cuenta de mis sentimientos, aceptó que nos pudiésemos ver. De aquella visita obtuve, que la mujer le propondría un encuentro conmigo, para aclarar la situación. Y así lo hizo.
    El campo neutral del encuentro fue una cafetería. Pero todo resultó ser algo violento, ya que ella, ante la petición de su madre, se vio forzada a aceptar.
    —Teresa, celebro que hayas aceptado este encuentro.
    —Pero no debías haberlo solicitado.
    —Sólo deseo tener la oportunidad de confesarte mis sentimientos y que me digas, cual es la causa de tú enfado conmigo.
    —Creí, que con mi actitud quedaban claro mis deseos.
    —¿Pero por qué?
    —Mi corazón ya tiene dueña y sólo a ella tengo que rendirle cuentas.
    La declaración me dejó hundido. Aquella mujer maravillosa ya poseía un amor y este no era el mío.

  13. Patricia B.C
    22 septiembre, 2016 at 19:24

    Humana luna abstracta
    Ya está amaneciendo, aunque paradójicamente, el sol no podíamos verlo ninguno de los allí presente, sin embargo la luna brillaba, con tanta fuerza que no podía mirarla sin apartar la vista por su luz resplandeciente.
    Quizás, resplandecía más de lo habitual, quizás la luna no era luna, quizás eran destellos en forma de humanidad.
    El cuerpo de la luna era cristalino como agua pura, lucía ojos profundamente delicados, centelleaba labios dignos de ser admirados, de ser besados, de ser mordidos. Miradas clavadas en sueños.
    La luna se torna, y se va alejando entre multitud de estrellas, algunas de esas estrellas forman constelaciones, y otras, simplemente ya no están ahí.
    Sea como fuere, la brillantez de la luna eclipsaba a todas las estrellas de su alrededor.
    Mientras se pierde entre aquellas invisibles estrellas, me pierdo yo.
    Sólo un segundo, un segundo fué. En un segundo recobré memoria, voltee mi cuerpo a comprobar si aún podía verla, y ahí estaba, la luna también viró, en ese preciso instante, en ese preciso segundo, se cautivó mis ojos de la luz de la luna, y la luna se cautivó de su propio reflejo en mis ojos, como si fuera fortuna.

  14. GRETA
    25 septiembre, 2016 at 20:44

    Como calmo a mi cuerpo si hoy lo convencí de levantarse solo con la ilusión de que te vería.
    Como calmo mi ansiedad si solo tengo incertidumbre de cuanto más se abrirá la brecha entre la última vez que mi piel se mezclo con la tuya y la próxima vez que mis labios besen tu mirada.
    Como calmo este frío si todo el fuego contenido en mi interior solo encuentra una válvula de salida tras tus caricias.
    Exagero?, quizás, pero entiende que no me es sencillo ver derrumbarse mis esperanzas.

    • WOLFBLUE
      2 octubre, 2016 at 06:24

      Solo entiende la experiencia ¿Exagero? Si, porque el amor es único y no, porque el corazón cambia.

  15. WOLFBLUE
    2 octubre, 2016 at 06:16

    Un amor no correspondido

    Mientras pensaba en nuestras promesas de amor eterno a uno de los superintendentes se le escapó una palabra hacia el otro: Javier.

    Una gota de alivio en un mar de sufrimiento inundó mi existencia: La muerte se había transformado en un sueño.

  16. Katerine
    23 noviembre, 2016 at 15:51

    Te amaba como se ama lo santo; como si aura divina o pedazo de sol. Pero siempre fuiste puerta, siempre ayuno y angustia. Yo te amaba. Te amaba, y tú…tú querías un auto nuevo. Entonces fue que dejé de creer en Dios.

  17. NegHro
    20 abril, 2017 at 22:38

    No puedo negar que te deseo aunque no deba
    que te deseo y te desnudo te beso en la memoria inventada
    no puedo negar que se me eriza la piel cuando te veo aunque no seas tú quien debiera darme ese temblor
    no puedo negar que tengo ganas de que estés ahora conmigo
    regalándome esos ojos que no debieran ser míos
    dedicándome momentos que no debiera compartir
    y dándome el sueño imposible que no debiera dormir

    Romper con el sistema con lo correcto
    convertirme en dueño de lo cierto
    vaciar el silencio de secretos no contados
    ocupar el tiempo en relativismos nunca escuchados
    confundir la cima de los sueños con la sima de lo real
    escalar al cielo acercándome al infierno y viceversa
    y de manera viceversa caer en lo prohibido y prohibirme caer
    soñar lo no vivido y vivir sin soñar
    extrañar lo no perdido y perder lo que no quiero olvidar
    escribir este poema para no tener que hablar

  18. Nidia
    15 noviembre, 2018 at 01:45

    Ya hace tiempo.. sucedió una tarde. Pero no cualquier tarde, sino una especial.
    Te vi bajar de tu auto, tan elegante, esbelto, impecable.. con tus ojos color caramelo y tu dorado pelo brillando al sol.
    Entraste al local comercial, donde estaba yo, irradiando alegría, sonriente y varonil. Entrecruzamos miradas… casi cómplices, como si nos conociéramos de vidas pasadas y nos volviéramos a reencontrar. Fue una rara sensación.
    Pasaron los días… hasta aquél momento en que sonó el teléfono. Atendí y escuché su voz. Quede estupefacta escuchando sus palabras, diciéndome: «Hice todo lo posible para conseguir tu número, para que sepas que estoy para lo que necesites,se que estas sola… solo llámame y estaré».
    Con el paso de los días comenzaron a llegarme mensajes, sólo para preguntarme si estaba bien. Sólo eso. Cómo si el estar presente a la distancia nos diera tranquilidad a los dos. Así recibí su seguridad, estando recién separada.
    A los meses supe que era casado, ya cuando era tarde… pues me había enamorado de ese «ángel guardián » y protector.. prohibido e imposible.
    Pasaron muchos años.. y seguía allí.. siempre presente a la distancia… hasta que un día me llegó la noticia de que había enviudado. Sentí pena por su dolor…y con mucha culpa …un dejo de esperanza.
    Con el paso del tiempo, lo volví a ver.. acompañado de otra mujer, nos cruzamos y evadió mi mirada, quizás por vergüenza, o por culpa.. no lo se.
    Hoy ya no hay mensajes, ni miradas…comprendí que solo fue un amor prohibido, mágico, imaginario.. casi angelical como su nombre: «Ängel».. y que su misión en mi vida fue acompañarme esos años tan difíciles de mi vida.. y que ya no era necesario…
    El nunca supo ni sabrá que todavía,secretamente, lo pienso, lo extraño y lo amo..

    • Anemona
      16 diciembre, 2018 at 21:59

      Nidia, qué identificada me siento con tu historia. Parece que lo hubieras vivido (?). Comprendo profundamente los sentimientos expresados y los hago míos. Me gustó mucho. Saludos.

  19. Mariana
    15 noviembre, 2018 at 02:44

    El lugar se veía frio. Demasiado blanco. Me concentré en el cuadro que adornaba la pared frente a mí. Azul, rojo ¿Era una noche? ¿Era fuego en una noche?
    Ansiedad. Otra vez ¿Cómo se vería ahora? El recuerdo volvió a mí. Ese castaño triste en sus ojos la última vez, sus manos cálidas e inseguras. Su curiosidad por volar, su derecho a crecer. Y entonces aquellos malditos barrotes… esa jaula. No formarían parte de sus recuerdos, así lo elegí. Añorar es mejor que pedir perdón.
    Pero aquellas memorias condicionarán mi existencia para siempre. Aún encierran mis sueños, los vuelven pesadillas. Ya sé: no seré más la que era, pero entonces él y yo estrenaremos el futuro, tendrá olor a nuevo. Alzaremos recuerdos como aquellos que fuimos, los de complicidades diarias vividas tan inexorablemente unidos que me nutren, y me sostuvieron cada madrugada, fueron hoguera en noches solitarias, la libertad soñada en jornadas infinitas y son la quimera que me rebalsa hoy ¡Que recuento el de los días para llegar a este día! En que al fin saldé cuentas a sacrificio de lo más preciado en mi vida, y entonces marcar ese número, llamar desesperadamente a un futuro juntos, pautar un encuentro entre trabajadores sociales, paredes blancas, ilusiones de guardapolvos, esperanza de plazas y masas de modelar.
    Y aquí estoy. El envoltorio se marea histérico en el movimiento de mis manos. Elegí el obsequio invocando sus gustos, que cosas le sacudían el mal humor y la pena además de mis brazos.
    La puerta se movió. Sentí sabor a bilis en la boca. Habían pasado 5 abriles desde aquel último abril de juegos en el piso y miedos en la oscuridad. Admiré su figura, más baja de lo que imaginé; su mirada, más forzada de lo que esperé. No importa, ¡por fin está aquí conmigo otra vez! ¡Por fin acabó el abismo del tiempo apartados!
    No sonrió en lo que duró ese soplo.
    El paquete aún pende de mis manos y mi caricia inconclusa en el temblor de mis brazos. La llamó mamá, se fue con esa mujer. Ese instante que se desvaneció al minuto siguiente. Mi cuerpo mutilado, su llanto y confusión. Mi desesperación contenida, sus ojos tristes y asustados y su consuelo en otro regazo. La madre que de pronto supe que fui, aquella que ya no seré. La condena a una vida repetida desde aquí, para atrás.

  20. César Miranda
    15 noviembre, 2018 at 19:33

    Incertidumbre
    Como se espera a que amanezca el sol,
    Así te esperaba yo, sin saber que existías
    Pronto de ser una compañera pasaste a ser un amor secreto
    Y el secreto se hizo sospecha de todos
    Y todos al ver como yo te miraba, se dieron cuenta de la realidad.

    Me elegiste a mí como a tu guía en ese mundillo nuevo para ti
    Y complacido yo por estar a tu lado,
    te enseñaba el lugar y sus quehaceres
    ¡Qué maravilloso fue el día aquel!

    Un sentimiento que nació ese mismo día
    Crecía y crecía cada día más
    El estar cerca de ti, el escucharte
    Hicieron que cayera rendido a ti y sin remedio

    Pronto mis sentimientos se hicieron obvios
    Sin decir nada, todos lo supieron
    Y estuvimos tú y yo juntos en la mente de todos
    ¡Que ternura sentí!

    ¿Sentirías lo mismo?
    ¿Por qué te acercabas a mí?
    ¿Y lo que siento es real?
    ¿He de conquistarte?

    Y empezaron las negativas
    Los “no tengo tiempo”
    Los “no estaré” y los “no me llama la atención”
    El sufrimiento empezó a crecer
    Lo sabias, estaba seguro
    Pero era claro que no me querías en tu vida

    Luchar o no luchar…
    Pensamientos que invadieron mi mente

  21. Graciela
    19 noviembre, 2018 at 17:47

    Dejaste tu perfume impregnado en mi almohada, en mis sábanas, en mi piel y aquel ventanal que daba de lleno al mar, celeste mar, que jamás te devolvió a mis brazos, quedaron tus besos en mi piel como una marca indeleble que me acompaña desde aquel día. Dónde estás? Con quién caminás ahora por esa arena que nos tapaba los pies ese verano? Te acordarás aunque sea un poquito de mí algún día? Yo quedé atada a vos, tus caricias no se comparan, ni tu vos, ni tu aliento. Todavía espero ver tu figura acercándose a mí con tus brazos abiertos para cubrir mi pequeño cuerpo de este frío que me cala los huesos desde que no estás.

  22. Luna
    25 noviembre, 2018 at 02:49

    Es doloroso y a la vez no.

    Te veo, siempre, cada vez que puedo.

    Intento engañarme, diciendo que solo te veo como un amigo. Sin embargo… Estoy profundamente enamorada de ti.

    Y tendré que guardármelo hasta el fin de mis días.

    Fingiré que mis lágrimas son de felicidad y no de dolor.

    Que mis sonrisas son de alegría, no de resignación.

    Y por unos instantes, olvidaré que, al final del día, tú terminarás en la cama con tu mujer y yo con un vacío en el pecho que no será llenado, nunca.

    • Aria Scee
      7 diciembre, 2018 at 23:12

      Que bonito.

  23. Aria Scee
    7 diciembre, 2018 at 00:56

    Volví al sitio que más me gustaba, al que acudía cuando me cansaba del mundo, de la gente. Siempre estaba vacío, nadie pasaba por el acantilado desde que esa chica se cayó (o al menos eso es lo que se rumorea). Cada vez que voy pienso en ella, en como seria su vida si volviera, en como su familia han seguido a delante y, lo que más, ¿Y si no fue un accidente? ¿Y si ella decidió que eso ocurriese?
    Hoy no estaba ahí para pensar, todo lo contrario, lo que quiera era olvidarme de todo, de todos. Pero no fue posible. Flashbacks de mi novio y yo no paraban de nublarme la vista y apoderarse de ella cada vez que parpadeaba. Él es un chico de mi instituto, un año mayor que yo. Mi mejor amiga siempre me dice que no es el chico idóneo para mí, que es demasiado “imperfecto”, como si hubiera alguien perfecto.
    No tenía claro que hacer con nuestra relación, no era una fácil. Siempre hemos sido muy complicados, le daba vergüenza andar por la calle cogiéndome de la mano y mirarme en clase por si la gente nos descubría. Cuando a veces ha venido a mi casa no lo podía hacer por la puerta, subía por la fachada hasta alcanzar mi ventana. Él me decía que todas estas precauciones era para que la gente no nos mirara mal ni nos criticara per a mí me cansa tener que esconderme de la sociedad.
    Cuando sales con alguien es difícil que no hablen de ti hasta los codos y menos cuando uno de los dos es el más popular del instituto. Le da miedo dejar de ser el rey del grupo, el machito del gallinero así que yo siempre o he ignorado, nunca me ha importado, pero ahora me empiezo a dar cuenta de todo.
    Quiero volar, quiero ser feliz y no quiero a alguien que se avergüence de mí. Quiero a alguien que me dé un beso en medio de la calle más transitada de la ciudad y que me diga que me quiere. Pero no es fácil, y menos para un chico gay como yo.

  24. julieta
    10 diciembre, 2018 at 03:12

    Majestuosidad, fuego, poder, liderazgo. Están en su interior, sin que siquiera lo intente. Y lo hace muy bien, porque también es calidez, vida, y de algún modo, amor. Sus siglos y milenios le han dado sabiduría, paciencia y la conciencia de que a veces no podemos tener todo. Y que siempre hay cosas que estarán fuera de nuestro alcance. Aunque casi casi, podamos tocarlas. Every. Single. Day.
    El la ama. Ama su pequeñez, su pureza, su femineidad. Sus curvas y valles, su movimiento eterno aunque no sea en torno él. Nunca será la fuerza que la atrae, no directamente. Ella gira incansablemente en torno a otro, que no es ni tan majestuoso, ni tan poderoso… De nada sirve su calor y fuego eterno. Ella nunca será de él.
    A veces quiere rendirse, dejar de ser bondadoso y quemar a ese idiota que se roba la atención y dedicación de ella. A veces quiere quemar todo con su furia. Pero destruirlo a él es terminar con ella también.
    Ella es vida, moviendo los mares y catalizando los nacimientos, enamorando a los humanos y haciendo aullar a los lobos.
    Es imposible no amarla.
    Por eso el se conforma con verla aparecer cada día y adora verla brillar bajo su luz. La mira, la admira, pequeña, y gigante en su corazón, y se despide de ella con una sonrisa, cada vez, pensando en volver a verla mañana.

  25. Anemona
    16 diciembre, 2018 at 21:51

    Llegué unos veinte minutos antes de las 6 y me senté a esperar. (La primera vez no fuí oportuna; en minutos comenzaría una audición y el asistente, visiblemente ocupado, respondía escuetamente mis preguntas).
    Me relajé. Entonces se escuchó un final de obra y la enfática voz del Maestro dirigiéndose a su discípulo:
    – ¡ Le falta personalidad ! ¡Le falta carácter ! ¡Tu piano tiene que gritar ! ¡Volverse loco !
    Vaya instrucción, pensé. Me gusta.
    Quien estaba allí dentro volvió a tocar la obra desde el principio. Chopin. Balada opus 23 en sol menor.
    Brillante. Majestuosa. Me morí. Lloré. Me estremeció tanta belleza, a un paso nada más. ¿ Quién puede tocar así
    y ser un estudiante ?
    – Bravo. – Se escuchó cortante al Maestro. – Nos vemos la semana próxima.
    Y entonces el discípulo salió. Serio. Solemne. Como impregnado del espíritu bravío que le había impreso a su interpretación. Miró, saludó y se fue. Yo aún tenía los ojos vidriosos.
    Entré e hice lo mío. Lo que pude. Y ya no dejé de pensar en él.

    Y así cada Lunes. Media hora antes. Para escucharlo.
    – Llegas temprano. – Dice el asistente.
    – Es que voy a inglés… a dos cuadras…y mi casa está lejos…no vuelvo.
    – Claro, pasa.

    La mañana del Examen Final, un Lunes también, ambos aguardamos impacientes en la sala. Comenzamos a hablar de muchas cosas. Como amigos de siempre.
    – Vas a dar un gran examen, lo presiento. -Le dije al ver que abrían la puerta.
    – Gracias, tú también.
    Desapareció y yo me quedé ahí. Arrastrada por su mágico virtuosismo. Desintegrada en mil y una partículas. Tratando de descubrir cada faceta suya mientras paulatinamente dejaba de oírlo.
    Convencida de que no podía ser diferente a lo que dejaba traslucir frente al piano y segura de que aceptaría, me propuse sugerirle ir a ver un Dúo de Pianos en el Teatro Nacional el próximo Sábado.
    La ilusión me sobrepasó, y me incorporé tan repentinamente cuando él salió que lo percibió como un impulsivo interés por saber cómo había pasado su examen.
    – Tenías razón, parece que hice las cosas bien. Te deseo una Feliz Navidad. Suerte.
    Y así, sin más, atravesó el zaguán, trabó la puerta y desde afuera, levantando su mano me sonrió ampliamente.
    Ese fue su último año en el Conservatorio.

    A veces, cuando el día está soleado ó ventoso, cuando llueve ó hay tormentas en la noche, ó cuando el cielo está estrellado y sereno…lo recuerdo.
    Lo recuerdo bien.

  26. Trinidad.
    18 enero, 2019 at 23:55

    Se ríe ante mis propuestas, las trata como si fuesen chistes porque a ella, le gusta otro. Pero claro, cuando es sobre él, no pueden tirar sus amores a la basura, ya que se rompe en pedazos… no me gusta admitirlo frente a ella, ya que se perfectamente que no le atraen las chicas, solo ese detalle me deja fuera de su alcance. Tres años, tres malditos años en los cuales jamás he podido sacarla de mis pensamientos y mucho menos de mi corazón. Sé que no es culpa de ella, me enamore de la persona más imposible que me pudiese tocar, ¿No podía atraerme alguien accesible para mí? Al parecer no, pues aquí me encuentro, siendo llevada al puesto de mejor amiga…de nuevo.

  27. VECINO ANA BEATRIZ
    19 enero, 2019 at 12:23

    No estaban conjugados los astros. Y no pudo ser.
    Tal vez ellos se atropellaran, apurados, en esa esquina irreal de ese barrio ilusorio, donde todo pudiera suceder. Quizás él volcara, seguramente sin querer, sus ordenados papeles y los convirtiera por obra del destino en un maremagnum de hojas revueltas por el choque involuntario, el viento y el azar. Acaso en ese momento, enredado en disculpas y recogida de folios, esbozaría sus disculpas -inútiles- y tropezaría con esos ojos café, hermosos, cálidos, insondables… Y pensaría en un café, en una intempestiva invitación a modo de expiación por su pecado…
    Lo que no había fabulado era ese “¡qué hacés, idiota!” que vendría a renglón seguido del encuentro fatal.
    Por eso, al llegar a la esquina, la evitó.
    No estaban conjugados los astros. No pudo ser.

    • Renata A
      29 enero, 2019 at 12:49

      VECINO ANA BEATRIZ

      Me ha gustado tu escrito. Prueba palpable de que se puede conseguir un buen relato con brevedad y economía de medios. Ejemplo del menos es más. Enhorabuena!!

  28. 27 enero, 2019 at 20:26

    Sabes que el no te ama pero en vez de tratar de olvidarlo lo sigues queriendo más y más porque así de mal funciona el amor. Mueres de celos cuando lo vez con esa chica porque tú misma sabes que él solo tiene ojos para ella y jamas se fijara en ti, ella es linda tú no, (o eso es lo que crees),ella consigue lo que quiere tu no y lo peor la consideras como tú mejor amiga ¿pero que culpa tiene ella no?.

    Tu eres la causante porque simplemente te fijas en alguien incansable porque jamás serás como ella aunque lo intentes no servirá y siempre tienes que recurrir a ser la amiga que intenta unirlos porque al menos tu, te conformas con que él sea feliz ¿ O no?. Tu misma sabes que eso no es verdad sientes envidia celos rabia de que se fije en ella y no en ti y te preguntas ¿ Porque el no me ama? ¿Cuántas veces hay que pasar por lo mismo?

    Eres masoquista porque sabes que el jamás te va a corresponder como tú quieres, y el siempre te verá como una amiga, y tú sigues con la esperanza de que algún día él se fijara en ti. Simplemente creo que sí el amor no es correspondido es para que miremos en otros lados donde podamos encontrar a personas que valgan la pena que se fijen en ti y no te hagan daño

  29. Renata A
    29 enero, 2019 at 12:42

    UN AMOR NO CORRESPONDIDO
    Olga estaba como loca de contenta. A sus catorce años era la primera vez que sus padres, muy estrictos, le habían dado permiso para irse unos días a un campamento, “sola”. En aquel entonces, a principios de los setenta, no era muy común estar juntos chicos y chicas, de hecho ella iba a un colegio de chicas…y de monjas.
    El campamento estaba dirigido por un cura, que tenía separados a ambos sexos, y solo se juntaban para las comidas y actividades de marcha por el monte. Por supuesto, todo dirigido por él. Pronto Olga comprendió que Don Jaime manipulaba la exaltación hormonal de los chicos para obtener los fines que a él puntualmente le interesaban. Es decir, él daba su beneplácito a la “gustanza” entre los chavales, y de ese modo quedaba legitimada. Pero ¡ay si no tenía el ok de Don Jaime!, entonces no se podía. Otra de las herramientas que utilizaba el sacerdote era el liderazgo. Sus preferidos, eran nombrados “jefa del campamento de chicas” y “jefe del campamento de chicos”. Los siguientes en sus simpatías, pues “jefe de cocina”, “jefe de excursión” y diferentes “jefaturas”. Es decir, todo dentro de una estructura más bien militar.
    Olga, nada más llegar, se quedó como hipnotizada por el líder de los chicos, Fernando. Era guapiiiisimo. Pronto surgió entre ellos una simpatía mutua, y Olga interpretaba que Fernando sentía lo mismo por ella. Fernando tenía un magnetismo especial, además era sosegado y sensato. Cada día Olga se levantaba con más ilusión pensando que durante el desayuno iba a ver a su amor. Se sonreían y enviaban miradas cómplices cada uno desde su mesa.
    Un buen día Olga se lió la manta a la cabeza y decidió decirle a Fernando lo que sentía. Este contestó con evasivas y ella identificó un cierto temor. Pocos días después empezó a ver a Fernando paseando por el campamento con una chica nueva, Esperanza. Poco a poco se fue normalizando la imagen de verles siempre juntos. Olga sufría horriblemente con su corazón de adolescente.
    Decidió hablar con Don Jaime y decirle que quería volver a su casa. Éste, que sabía bien cual era el problema de Olga, le contesto:
    “Olga, eres una mujer muy pasional y Fernando está en un momento muy difícil, donde tiene que confesar conmigo frecuentemente. La llegada de Esperanza ha sido providencial, ella se ocupará de Fernando y además pronto será la jefa del campamento de chicas”.

    Renata A

  30. Edit
    1 febrero, 2019 at 21:18

    Katharina la rubia de ojos celestes…
    Tengo la firme convicción que nunca sabré qué es morir de amor por alguien que no te ama. Para mí el amor nace en sintonía con otro ser, o no nace. Pero Katharina una joven austriaca que conocí hace ya tiempo, me permitió intuir de que se trata tener un amor no correspondido.
    El recuerdo de Katharina me genera una sonrisa un poco tierna y un poco maliciosa. Esta mujer de conceptos difusos de la cultura y del pueblo argentino, vino decidida a moverse como una estrella de cine entre nosotros. Había estado en Paraguay previamente y allí, según ella, derritió corazones, dejando muchos admiradores a sus pies. Al llegar a Buenos Aires se decidió a conquistar porteños. Su simpático y cándido eslogan era: “Aquí conseguiré todo… Porque quién podrá resistirse a una chica rubia de ojos celestes”
    La mujer se desenvolvía como si hubiera escuchado el canto “la pulpera de Santa Lucia”: “Era rubia y sus ojos celestes… ¿Quién fue el gaucho que no la quería?” Pero no comprendió que los porteños tienen esa mezcla rara de poetas mirando lo esencial y de astronautas fuera de órbita terrestre. Como poetas difícilmente se quedan con lo básico de la imagen; y por ser astronautas pueden estar muchas veces en la luna hastiados de cruzarse con mujeres bellas…
    Pero he aquí que nuestra bella dama tropezó con el amor. Sí, se enamoró de un “gaucho” bohemio. Un muchacho que navegando con su música vivía anestesiado de compromisos y amores sempiternos. Y lo más absurdo fue que la sajona posó sus ojos en un moreno de cabello renegrido y ojos verdes grisáceos, como suelen ser la rara estirpe argentina; y para colmo, regreso a su casa conociendo y amando, la más exacta mezcla rara de poeta y astronauta…

  31. virginia martín
    23 febrero, 2019 at 22:17

    Lo conozco hace más de veinte años y a pesar de que esporádicamente nos hemos visto, siempre me ha gustado.
    Es de voz viril y cuerpo atlético. Aunque sus músculos con el paso del tiempo hayan empezado a a caer en la flacidez, se mantiene buen mozo.
    Muchas veces he imaginado que hacíamos el amor sobre su escritorio, que viajábamos o que simplemente bebíamos café pero esas fantasías se esfuman al caer en la cuenta de que es felizmente casado y no se fijaría en mi, tan distinta a su esposa.
    En fin… veré si alguien da de nuevo los naipes y cambia mi suerte

  32. 27 febrero, 2019 at 19:01

    El sol quemaba. Oyó la campana de una iglesia. Se desvió del camino. Enseguida vio el pequeño templo. Entró. Le invadió una penumbra apacible y una frescura agradable. Un grupito de mujeres ocupaban los bancos delanteros y una monja comenzó el rezo del Ángelus. Al salir, la monja estaba en la puerta despidiendo a los fieles. Entonces la vio de cerca, resplandeciente por el sol que se deslizaba por la entrada. Era muy joven y sus ojos lucían como gotas de agua. No pudo resistirse y con voz ronca, entrecortada le dijo:
    -Comprendo que Dios te haya elegido pues tu mirada es pura poesía.
    Al salir, notó que se ruborizaba como un adolescente. Siguió su camino y su vida, como un hombre enamorado. Fue feliz por ello.

  33. Lipegario
    4 marzo, 2019 at 23:00

    La rondaba de niño, con esa malicia de quien ama en secreto y se avergüenza de sus sentimientos. Ella era alta, de curvas atractivas y maneras suaves, con el rostro siempre enmarcado por un gesto de protesta ante mis avances violentos. En realidad solo pretendía que se fijara en mí.
    La recuerdo estilizada en su minifalda, de piernas morenas y manos con delicadas uñas cuidadas y pintadas con esmero en extraños colores. Su rostro hoy, sin embargo, carece de facciones. De ella me queda la imagen de piel color aceituna y cabello indomable en rulos salvajes, húmedo y castaño como si se tratara de una cascada de algún río selvático como los que solía leer en esos años. Nos separaba un baldío de distancia, el área intangible donde sus curvas y mi despertar sexual convinieran, de mutuo acuerdo, no interactuar.
    Vivían solas las dos, su madre y ella. A veces jugaba con amigas en la vereda y se hacía el silencio cuando pasaba frente a ellas.

    “Son gitanos” –decía mi madre, mirando de reojo- Para mí era como una de esas bellezas salvajes que aparecían de la nada cuando cruzaba su vereda con las ruedas de mi bicicleta embarradas en los charcos del baldío.
    – ¡Acabo de lavar! – me gritaba exasperada, asomando por la puerta, blandiendo la escoba como aprendiz de bruja.
    Soñaba con ella a mis once abriles y ella me ignoraba. Mi rapacidad rozaba la angustia cuando tan solo obtenía una queja y un principio de llanto en sus ojos verdes.
    Más en la pubertad, María fue mi primera decepción. A sus dieciocho años, era la mujer exótica que le ponía rostro a los relatos de Las Mil y Una Noches y soñaba con cruzar una mirada con aquel rostro que, se me antojaba, era el más dulce que había conocido. Entonces, ella, cursaba sus primeros pasos en la universidad y no tenía tiempo para mis salvajadas que se multiplicaban en silencio los fines de semana. Sapos muertos en su patio, más barro en la vereda, rompeportones en las fiestas, todo aquello caía en saco roto y mi dolor y frustración crecía a la sombra de su indiferencia. Aquellos días dejé de provocarla cuando su madre salía hecha una furia imprecándome en alguna lengua extraña que no alcanzaba a entender, pero que su indignación traducía con toda claridad.
    Finalizados mis estudios secundarios, me enteré que ella había recibido su diplomatura en física y yo recién me golpeaba con las dificultades del Algebra superior. Fue mi momento de gloria. Ahora contaba con una buena excusa para tocar su timbre y presentarme como el joven serio y preocupado que pretendía ser, dejando de lado mis juegos y su enojo. La inmediatez de mi apremio ante un exámen me convenció de vencer mi timidez y me acerqué a su portón con el corazón agitado.
    Un rostro barbudo, abrió la puerta.
    -¿Sí? – preguntó con las espesas cejas enarcadas.

  34. Mónica Sofía
    15 marzo, 2019 at 14:36

    Un amor no correspondido.
    Un amor profundo rechazado.
    Un amor trascendental postergado.
    Un amor fuerte y nutritivo, valioso….marginado.
    ¿Qué misterio tienes, hombre, que alguien te ama y puedes dar vuelta la cara?
    Dar vuelta el corazón hacia otro ángulo tal vez acertado. Tal vez desacertado.
    ¿Conoces el valor del amor? ¿Y aún mucho más, el valor de alguien que te ama verdaderamente, incondicionalmente?
    La pobreza del corazón a veces busca donde no hay, hambriento, delira de hambre, y no ve el plato exquisito que tiene delante.
    Te iluminaba la luna, las estrellas, el sol. Tu rostro era exquisito. No sé porque me hablo de tu alma, de tu corazón. Mi ser se prendió al tuyo. Mi ser sorprendió al tuyo con extrema alegría.
    Mi ser se prendió al tuyo con extrema seguridad.
    Tuvimos un encuentro. Compartimos. Eras lo que yo esperaba. Me brindaste momentos gratos. Pero sin cuidados, sin estilo, sin bordados ni puntillas, te retiraste, haciéndome saber que jamás me habías visto. Jamás me habías conocido. Jamás supiste…jamás te enteraste de mi amor límpido, honesto, completo…. Ingenuo por cierto.
    Tal vez no supe expresártelo. Pero ¡hay de la misteriosa hechicería del amor! El que no cae en ella, tal vez, no este maduro para tanto valor, fascinación, para tal beneficio.
    El amor es gratuito para el que paga el costo de la devolución.
    Y así seguí mi vida con la duda, si aquellos rayos de luna, de sol, de estrellas, te habrían dibujaron y, fuiste una estupenda seducción, delineada por mi necesidad de entrega.
    Igual sigues allí. Mi dolor no me paraliza. Te encontrare ser amado. Sé que estás ahí. Es cuestión de tiempo.
    Te amaré y te atraeré con mi amor. No desfalleceré ante tu cruel desdén.

  35. π
    1 abril, 2019 at 17:30

    Ella vive su vida, sus alas son grandes, sus intereses llenan su espíritu, es sociable…si te acercas a ella, no la verás acercarse a buscar una amistad, ni un diálogo, ella vive su vida, si, en su mundo. Ellos se acercan, la buscan, entablan una amistad, buscan más allá, ella comparte la amistad, pero nunca busca ir más allá de la misma. En su mente no existe esa conexión, en el plano físico no da pie y nunca entiende porque le piden la mano. Tarde o temprano llegan las confesiones de amor, ella no entiende de donde es que eso salió, ¿quién regó esa semilla? Pues ella no. “Dame un beso de verdad, como en las películas” ella ríe sin parar. El amor es de dos, el amor no correspondido no existe, ella es cerebral, romántica, pero cerebral. Romántica con la vida, romántica consigo misma. Soñadora en su mente, voladora con sus alas. El amor no correspondido es como un tango bailado por solo una persona, IMPOSIBLE pues el tango es un baile de dos. “Soy como la plastilina, me puedo moldear como quieras” ella sorprendida huye, no quiere nada, quiere amistad, le gusta la escultura, pero con barro, no de carne y hueso, “pero si ni la mano nos hemos tocado, ¿de que hablas?” pensando, creyendo en la amistad, su mejor amiga le dice: “todos tus amigos, no son tus amigos de verdad”

    Durará lo que tenga que durar, la vida es un ferrocaril, subidas, bajadas, llegadas, salidas. Miradas, risas, amistad. El amor no correspondido no es lo mío.

  36. William F.
    23 abril, 2019 at 17:31

    Dime tu nombre

    –Un mojito. Que sea de cuba, odio las imitaciones. –Pidió la dama con toda intención.
    –¿Qué?–. Fue el monosílabo del despistado barman. No hera muy hábil y a esa hora el bar estaba lleno. Tanto que por un momento me pareció que toda la ciudad se reunía ahí a tomarse un trago. Y aún estaba pendiente mi whisky.
    –Tomas un vaso y pones dentro dos ramitas de menta o yerbabuena, dos cucharaditas de azúcar, el zumo de una lima, cuarenta y cinco mililitros (más o menos) de ron blanco, un poco de hielo picado, no triturado y soda o agua con gas hasta llenar dos tercios del vaso. Es sencillo cariño, tú eres el que esta detrás de la barra. –Le dijo la bella y le obsequió un guiño para que no se sintiera tan mal.
    Su alta sapiencia en el campo de tragos y cocteles me impresionó, giré en su dirección y entonces la vi.
    Belleza pura, labrada y exquisita. Cuello de cisne, cuerpo de pasarela, toda una felina elástica y sensual. Sus labios de cereza, suaves como el masmelo, serían blanco facil de mis besos.
    –Sabes como disfrutar un trago. Amo eso en una mujer. –Le dije esperando su mirada para darle mi nombre. –Soy Mateo. ¿Y tu nombre es…?
    –Calma vaquero. ¿Tu lengua nunca se detiene?–
    De todas las miradas posibles escogió una suave, acogedora. De esas que se siembran en tu alma y van mas alla de la muerte. Entonces tomé conciencia que mis palabras sobrepasaron ese impulso violento y salvaje que limita el deseo.
    –Lo lamento.– Me disculpé con sinceridad y con vergüenza. –Dame tu nombre y será todo. Tan solo tu nombre y Dios saldaría su deuda conmigo.
    –Si te diera mi nombre tendría que besarte, pero luego de ese beso me extrañaras para siempre. Y ese castigo es injusto para tí.
    Bebió el mojito dulcemente, sin hacer caras. Puso su mano sobre la mia y se alejó para siempre.
    No me diste tu nombre pero dile a tú mirada que regrese, que la extraño.
    No todos los cuentos de hadas tienen finales felices ni tienen lugar en un reino mágico y lejano. Este pequeño bar atestado de gente fue muy adecuado para mi cuento de hadas, aunque mi final feliz aun esta por escribirse.

  37. Hernando Toro
    25 abril, 2019 at 16:31

    Envuelto en las llamas de una noche acalorada, desperté para retomar la madera que esperaba el buril. El baño, la cocina, el estudio, todo me parecía lejano. Decidí no ir a la oficina, en la mañana, no abrir las cortinas ni ver el cielo, que al parecer, después de un mes de lluvias contínuas, tenía visos de azul. El mismo techo, tres lámparas, una puerta al balcón cuya ventana deja pasar la luz toda la noche y que me he prometido taparla con fotos que no tengo, la estera de Tuchín, los libros desordenados. La misma imagen de todos los días a mi alrededor. Trato de convencerme sobre su sentido pero no puedo engañarme, prefiero no mirar más. Bajo las cobijas el calor crece pero no quiero mover el cuerpo y sigo mirando cómo pasan los minutos. Son las 8:19 am y me repito que hoy puedo empezar a las 10:00 am mi trabajo, bajo el argumento de las horas gastadas días atrás. Pierdo la cuenta para no pensar si he compensado las horas gastadas, no creo que se pueda compensar la vida gastada, porque toda la vida se gasta al final. No me ha escrito desde hace varios días. Antes hablábamos durante horas, teníamos sexo virtual vívido, amoroso, apasionado, sucio, violento. Ni qué decir de nuestro amor cuando vino a visitarme a la ciudad. Intenso, profundo, absurdo y enloquecedor. Su depresión asomó desde el principio pero me negué a verla, cuando la vi, me negué a reconocerla y cuando la reconocí la rechacé.
    Empezamos a conocer demasiado rápido las necedades y los rincones abyectos de nuestra condición humana, corriendo de la mano hacia el infierno, después de desconocer nuestros rostros desfigurados, casi al borde de matarnos, decidimos detener el tiempo compartido. Regresó a su país, ya no contesta. Lo último que supe es que subía el volcán Atitlán. Casi todos los días le escribo y la saludo, pero no hay respuesta. El tiempo del amor correspondido terminó, ya ni cenizas quedaron, solo los últimos baldes de mierda en los que nos revolcamos para asegurar el desamor.
    Ya saqué una pierna del fogón y dentro de poco estaré bajo la ducha tratando de concentrarme en el instante del baño. Luchando con mi cabeza para no pensar en el fracaso. Antes de salir comeré un par de huevos, pan y jugo de guayaba para poner durito el estómago.

  38. Tizi
    3 mayo, 2019 at 21:15

    Me ama lo sé, lo veo en sus ojos cada vez que me mira, en su sonrisa, en la forma en la cual ladea su cabeza cuando hablamos o toca su cabello. A mi alrededor, su cuerpo es maleable, todo curvas y valles, pasión desatada, húmedos besos, abrazos fogosos. Palabras susurradas en la oscuridad de la noche.
    Hoy, sin embargo, algo ha cambiado. El silencio a nuestro alrededor es ensordecedor, su mirada es dura y su cuerpo esta tenso, como un animal a punto de atacar. “Que pasa?” – pregunto. “Nada” – responde. ¡Diablos! Todos sabemos lo que los “nadas” de las mujeres significan, siempre son algo.
    Me acerco e intento abrazarla, apaciguarla de alguna manera. Gira y me encara y sé, solo sé lo que me va a decir.
    “Te amo”. Me estremezco al escucharla, hay rabia y amor en sus palabras. “Sé que tú no sientes lo mismo por mí. Sé que dijimos que esto no cambiaría nuestra amistad, pero no puedo fingir más que estoy bien con ello. No puedo seguir fingiendo que me miras de la misma forma en que te miro yo a ti; que cuando me abrazas sientes que todo está en su lugar, que soy tu refugio, tu lugar feliz; como lo eres tú para mí.”
    No puedo sostener su mirada, así que doy la vuelta y observo el paisaje por la ventana. Las personas que pasean calle abajo, sin ninguna preocupación, con sus conciencias tranquilas, sin culpa…
    “Déjame ir” – susurra, su voz ganando fuerza con cada palabra pronunciada. “Prohíbele a tus ojos mirarme como si me quisieran devorar, a tus manos tocarme como si no pudieras tener suficiente de mí, a tus labios beberme como si murieran de sed, solo por favor … Déjame ir”
    Hay lágrimas en su ruego y solo, por un momento, quisiera sentir lo mismo que siente ella por mí, quisiera ser un mejor hombre y en realidad, dejarla ir, simplemente no puedo. Hablándole a la ventana le digo suavemente “No puedo, no aún”.

  39. ghostll36
    10 mayo, 2019 at 04:54

    Había tenido un día horrible.
    Jamás espere que algo así le sucediera.
    Jamás espere perder a mi mejor amigo de aquella forma.
    ¿Por qué los amigos no podían quedarse solo así? como amigos. Porque tenían que complicar las cosas.
    Pero no había sido intencional, solo no me di cuenta de las señales; las miradas y palabras que ahora toman sentido y todo demasiado tarde.
    Jamás podría borrar de mi mente las palabras que me había dicho, aquellas que aunque lo intentara no lograban llegar más allá de un simple cariño. Lo lamente en ese momento, lo lamente más al ver el brillo en sus ojos al comprender y su forma de alejarse de mí después de que le dijera.
    Porque le había hecho daño, pero ¿Qué culpa tengo yo de no sentir lo mismo?
    Mis lágrimas corren por mis mejillas mientras observo mi pequeña habitación, decorada con fotos. Fotos donde el aparece, que ahora me rompen aún más el corazón.
    Como es que llegue de intentar compartir mi alegría con el sobre una buena nueva, a ser la villana de su historia. Porque ahora es lo que soy para él, la chica que le rompió el corazón, y sé que no tardaran en correr los rumores, se cómo me miraran durante las clases, murmuraran sobre como jugué con sus sentimientos y jamás querrán ponerse mis zapatos tener una perspectiva completa de lo sucedido.
    Que cruel es el mundo, que no queremos ver algo que tenemos frente a nuestras narices y hablamos sin tener la historia completa.
    Y ahora, ni un perdón valdrá para recuperar lo perdido.
    Camino unos pasos más y tomo la foto nuestra más antigua y aun con ella entre mis manos me dejo caer en mi cama. Dejando correr las lágrimas libremente hasta que tropiecen con la almohada, hasta que se sequen y el nudo en mi pecho se desate.
    Hasta que pueda levantarme de esta cama sin sentir un dolor de cabeza, y si tengo suerte, hasta que olvide lo que ocurrió.
    O mejor aún, que haya sido un sueño, una pesadilla de la que no puedo salir.
    «Ja, como si fuera tan fácil», se burla mi corazón y mi mente antes de dejarme ir por la sombra del sueño, e imaginar que nada de esto sucedió.

  40. margarita
    17 mayo, 2019 at 22:06

    Él tomaba la última cerveza guardada en la nevera,

    Sentado en aquel sillón café que poco le gustaba a ella,

    La recordaba con su cuerpo de gloria y su sonrisa sabor a mil recuerdos,

    Se había cansado de esperarla aquella noche y todas las noches después de su partida.

    Amanda había sido el amor desnudo,

    Las siluetas de las emociones caminaban sin ropa por sus vidas,

    Jamás dejaron nada por hacer, todo se había disfrutado hasta el último sorbo,

    Hasta aquel día que ella llego con otro para llevarse sus maletas y colocar ropa a todo lo vivido.

    Juan la conoció con la mejor de sus siluetas,

    Ella bailo por muchos años la mejor de las danzas en su vida,

    El descubrió tras su cuerpo un paraíso,

    Ella hizo refugio en el bosque de su corazón y a su partida solo dejo un desierto.

    Amanda amó en dos cuerpos y conquisto mil mundos,

    Ahora cansada de sus dos puertos decidió partir solo hacia uno.

    Juan con su vacío a cuestas la dejó partir pero con la esperanza de un regreso,

    Ahora sentado en aquel sillón, los recuerdos pasaban como fotografías

    Y ella le decía adiós desde la lejanía.

  41. Nora
    26 mayo, 2019 at 21:45

    Escaneó la fiesta, buscando a la única razón por la que había decidido ir. No era su escenario. Pero tenía algo que hacer y ese le pareció un buen momento.

    En un rincón, mirando el vacío que había entre ella y la fea alfombra roja y negra que apenas se notaba sobre el viejo piso de madera, estaba ella. Nadie parecía notarla. Para él eso era una locura.

    Las manos le sudaban. Suspiró y, tomando coraje, se la pasó por el pelo, arrepintiéndose al instante. Se acercó lentamente, hipnotizado por los rojos labios de ella.

    —Hola, Romina.

    Ella se sobresaltó, saliendo de su trance. Levantó la comisura de su boca en una media sonrisa.

    —Ezequiel…

    Antes de que el miedo lo paralizara, Ezequiel lanzó su confesión desesperada como si se tratara del procedimiento de emergencia en una cirugía de corazón abierto.

    —Te amo.

    Romina abrió los ojos con asombro. Él esperaba una respuesta. La que sea. Pero una respuesta al fin y al cabo.

    —No —le llegó seca y fría.

    Ezequiel sintió un cuchillo de hielo atravesándole el pecho.

    —Lo siento. Simplemente no puedo —agregó.

    Sin decir más nada, se fue.

    Romina no encendió la luz de su monoambiente. La oscuridad le hacía compañía y, así, evitaba enfrentarse al desorden interno. Se sacó los zapatos sin detenerse, camino el baño. Apoyó las manos en el lavabo, donde descansaba el labial que había utilizado, y respiró hondo.

    Levantó la vista y se enfrentó a su reflejo. La miraba con reprobación. Siempre lo hacía.

    —Qué tonta que sos… —reprochó la Romina del espejo —. Una vez que le gustas a alguien, aunque no sabemos por qué, vos te dignás a rechazarlo.

    La verdadera Romina se cruzó de brazos, frunciendo los labios.

    —Sos una tonta buena para nada. Si tuvieras algo entre me–

    La verdadera Romina levantó una mano mientas cerraba los ojos y apretaba los dientes. Cuando los volvió a abrir, su reflejo no era más la otra Romina, sino simplemente su reflejo, imitándola en cada movimiento. Volvió a apoyarse en el lavabo mirándose fijo.

    —Decime que me amás —dijo entre dientes. Pero no tuvo respuesta.

    —¡Decime que me amás! —gritó furiosa. Las lágrimas le derretían el maquillaje.

    Sólo se escuchaba su respiración agitada.

    Romina tomó el labial y trazó un círculo con una línea atravesada en diagonal. Se secó las lágrimas.

    —Te odio… —dijo a su reflejo mientras salía.

    Se echó sobre la cama desarmada, contemplando la humedad del techo en penumbras, una noche más.

  42. Indiana
    22 junio, 2019 at 01:48

    -OJALÁ-

    Ojalá te hubieras muerto.
    Ojalá te hubieras muerto con mi nombre en tus labios.
    Ojalá estuvieras casado
    y tuvieras algún hijo,
    capaz hasta un perro.
    Ojalá hubieras conseguido un trabajo
    a un avión y tres escalas de distancia.
    Ojalá tu mejor amigo me amara con locura.
    Ojalá el gobierno te persiguiera
    y tuvieras que vivir huyendo.
    Ojalá te hubieran abandonado
    y tuvieras un pánico mortal al amor.
    Ojalá hubiera un hechizo
    dicho antes del comienzo del sol
    que hubiera prohibido la unión
    de tu corazón con el mío.
    Oajalá fuera imposible,
    porque así
    no tendría que mirar a la cara
    a esta sosa realidad
    donde sencilla y llanamente
    no me quieres.

  43. 3 julio, 2019 at 17:16

    La primera vez que te ví, encontré en tus ojos hasta lo que no sabía que buscaba. El ritmo en el que empezó a latir mi corazón no era normal, en realidad nunca había sentido algo parecido, tú me hiciste creer en el destino, en el amor a primera vista y nació en mi la necesidad de existir a tu lado y conocer la sensación de ser amada por ti, de que tus ojos brillen al pronunciar mi nombre y que al pensar en el futuro no puedas imaginar alguien más con quien compartirlo.

    Esos eran mis planes, no los tuyos.

    Al pasar el tiempo, entendí que lo tuyo era la soledad, que no disfrutabas de compartir las cosas con alguien, que la barrera que habías puesto no me correspondía a mi destrozarla, que yo era una más cuando todo de mi apuntaba a ti, que el hielo en tus ojos que me había atraído en un inicio no iba a ser descongelado pronto, que el amor a primera vista realmente no existe y el anhelo que reflejaban mis ojos no era compartido en los tuyos.

    Aprender a vivir con el rechazo es el verdadero reto.

    Cuando la vi, no entendía que tenía de especial, cómo era capaz de producir esa cálida mirada en ti, que yo tanto deseaba pero nunca conseguí. Se veían bien juntos, eso no podía negarlo, a pesar de que pasaron varios meses para lograr aceptarlo.

    Supongo que estaba hecha para ti, y tu para ella. Y yo no cabía en esa ecuación.

    Escribo esto con la intención de usar las palabras como pretexto para finalmente entender que tú nunca me amarás, y tengo que aprender a vivir con eso.

  44. María Cecilia Nebuloni
    8 julio, 2019 at 00:15

    Al pasado

    Me hubiera gustado que alzaras tu voz,
    que defendieras a quien te amparaba,
    que dejaras de acomodarte acá y allá
    para estar bien con el cielo y el infierno.

    Me hubiera gustado que olvidaras,
    por una vez, al menos una vez,
    esa costumbre de decir,
    lo que te convenía en cada ocasión
    y a cada interlocutor,
    tus mentiras acomodadas.

    Me hubiera gustado sentir
    que el discurso encajaba con los hechos,
    que correspondías al amor
    y desconocer tu manera corrompida y hueca.

    Hoy,
    me conformaría con saber
    que el vacío no existe,
    que fui yo la culpable,
    que no supe traducirte.

    • Rex
      18 julio, 2019 at 10:30

      Muy bueno María Cecilia. Reflejas muy bien el sentimiento de la decepción por la falsedad, la falta de honestidad, de autenticidad.

  45. Débora
    16 julio, 2019 at 13:13

    Él apaga mi llama, no permite que arda. Con palabras duras se resiste a mi cariño. Es piedra, es pared, es espina, es fortaleza inexpugnable mientras que yo soy blanda y me derrito sobre sus altas murallas. Nos separa el mar de su indiferencia y todo el desierto de su distancia helada y aunque presento batalla estoy envuelta en una pelea perdida. No hay luz al final del camino, solo la caída constante contra las piedras y mis rodillas arañadas, no voy a ganar y en el recorrido dejo a mi pobre dignidad sentada llorando.

  46. Rex
    18 julio, 2019 at 10:26

    EL GLOBO
    Tomo aire,
    Me dejo ir al calor de risas, azules, vino, roces, clave de sol,
    giro, subo, ojos cerrados.
    Giro, subo…demasiado rápido.
    Termina la canción
    Un cañonazo a la boca del estómago,
    abro los ojos,
    caigo.
    Sangro grises, bofe, truco, lodo,
    hielo,
    tú.

  47. ARMANDO ARIZA
    19 julio, 2019 at 07:28

    Una mañana de un día cualquiera Campallo toca la puerta de la casa de Málaga, con un ramo de flores escondido a sus espaldas y con una sonrisa estúpida que casi toca los extremos de sus orejas. La mujer abre la puerta un poco, apenas se bosqueja la nariz y un ojo, mirando quien está tocando. Él emocionado le muestra las flores y avanza hacia la puerta, esta termina de abrir, sale con rapidez y tranca la misma. Esta con ropa vestido de dormir. Hablan un momento y esta le hace señas de que debe irse, este sin dudarlo hace lo que ella le dice sin chistar. A medio camino Campallo no entiende el por qué debería irse y se devuelve. Al llegar no hay nadie en la puerta, este la empuja y la puerta se abre, entra sin avisar, la llama en voz baja y nadie contesta. Se escuchan ruidos en el segundo piso y este decide subir. Al subir las escaleras que lo llevan hacia el segundo piso, escucha gemidos y se dirige a la habitación, al abrir la puerta la encuentra sobre otro hombre rotunda de placer. Todo se vuelve rojo, naranja y negro, mezclados en la flama viva de los recuerdos impregnados de una fija e intensa mirada paralizada en el tiempo, haciéndolo esclavo. Acompañado de un gran pasillo iluminado en fuego que es el camino a su más temible recuerdo, desde allí podía ver una y otra vez a Málaga, toda una diosa como Afrodita, alta, rubia, de grandes ojos, y verdes como aceituna, pestañas delirantes y un cuerpo aclamado por los dioses del deseo. Todo se apagó y es ahí donde el comienzo de un amor era el fin de una relación inexistente, ahogado en un recuerdo apresado a un grillete en su recuerdo. Han pasado veinte años desde aquel momento que no salía de su casa, se había convertido en un estúpido, con fuerzas y medios inesperado para dar fin al dolor. Grandes y largos cuernos ondulados rodean su cabeza, largo de brazos y piernas, una mirada enrojecida de furia y oscuro como el vacío, está el vestíbulo que tiene una gran silla ornamentada con la piel de un diablo amor.
    Sentado con una copa de vino en su mano, reposa sus pies sobre un banco acolchado mediano, frente a la chimenea y sobre esta una gran estatua esvelta disecada, rodeada de cristal.

  48. ARMANDO ARIZA MARTINEZ
    19 julio, 2019 at 19:58

    Una mañana de un día cualquiera Campallo toca la puerta de la casa de Málaga, con un ramo de flores escondido a sus espaldas y con una sonrisa estúpida que casi toca los extremos de sus orejas. La mujer abre la puerta un poco, apenas se bosqueja la nariz y un ojo, mirando quien está tocando. Él emocionado le muestra las flores y avanza hacia la puerta, esta termina de abrir, sale con rapidez y tranca la misma. Esta con ropa vestido de dormir. Hablan un momento y esta le hace señas de que debe irse, este sin dudarlo hace lo que ella le dice sin chistar. A medio camino Campallo no entiende el por qué debería irse y se devuelve. Al llegar no hay nadie en la puerta, este la empuja y la puerta se abre, entra sin avisar, la llama en voz baja y nadie contesta. Se escuchan ruidos en el segundo piso y este decide subir. Al subir las escaleras que lo llevan hacia el segundo piso, escucha gemidos y se dirige a la habitación, al abrir la puerta la encuentra sobre otro hombre rotunda de placer. Todo se vuelve rojo, naranja y negro, mezclados en la flama viva de los recuerdos impregnados de una fija e intensa mirada paralizada en el tiempo, haciéndolo esclavo. Acompañado de un gran pasillo iluminado en fuego que es el camino a su más temible recuerdo, desde allí podía ver una y otra vez a Málaga, toda una diosa como Afrodita, alta, rubia, de grandes ojos, y verdes como aceituna, pestañas delirantes y un cuerpo aclamado por los dioses del deseo. Todo se apagó y es ahí donde el comienzo de un amor era el fin de una relación inexistente, ahogado en un recuerdo apresado a un grillete en su recuerdo. Han pasado veinte años desde aquel momento que no salía de su casa, se había convertido en un estúpido, con fuerzas y medios inesperado para dar fin al dolor. Grandes y largos cuernos ondulados rodean su cabeza, largo de brazos y piernas, una mirada enrojecida de furia y oscuro como el vacío, está el vestíbulo que tiene una gran silla ornamentada con la piel de un diablo amor.
    Sentado con una copa de vino en su mano, reposa sus pies sobre un banco acolchado mediano, frente a la chimenea y sobre esta una gran estatua esbelta disecada, rodeada de cristal.

  49. Efraín Aular.
    2 agosto, 2019 at 04:48

    Efraín Aular.
    Desde aquel instante que la miró, su corazón palpitó como una locomotora sin control. Se descarrilo al verla sentarse, su mirada no se despegaba de su cara, de su cuerpo; de aquellas piernas desnudas y notablemente suaves. Recorría aquel monumento como el mejor de los críticos de colosales esculturas. Apenas traspasó la puerta guardó el máximo de los silencios; quedó totalmente mudo. Cual catatónico, era increíble la posición en la que permanecía. Suspiraba a cada instante. Sus compañeros observándolo se sonreían al verlo, otros le golpeaban el hombro mientras que algunos le llamaban por su nombre pero todo era infructuoso. Permanecía inmutable. Parecía un cadáver resucitado, muerto de gran ilusión pero vivo de gran amor. Fue un amor a primera vista. Fue un verdadero y certero flechazo de cupido que lo hiso volar a otros mundos a su lado, con ella y sólo con ella. Tomados de la mano y a cada quince o veinte pasos se daban un beso muy tierno, suave y extensamente largo donde él principalmente, dejaba el alma con toda su pasión. — Si debo morir para estar con ella, moriría feliz y ahorita mismo pues, sería la condición más contradictoria y extraña que consiguiera existir para seguir vivo eternamente al lado de ella – comentaba en voz muy baja dejando escapar un profundo gemido bajo aquel efecto que le creara su propia emoción y su imaginación. Lamentablemente todo lo que sube tiene que bajar y todo tiene su fin y éste no escapa a esa máxima. Este personaje a último momento con un sencillo y muy cercano clap a su oído hecho por una de las chicas contigua , despertó de aquel hermoso y extenso sueño que como todo jovencito precoz; de diez añitos pueda tener al enamorarse locamente de su maestra de cuarto grado; sabe que, a pesar de que en él no es imposible porque lo siente, jamás podrá ser “un amor correspondió” pero en lo más profundo de su ser este pequeño en un abrir y cerrar de ojos, aprendió lo que es el amor, su primer y gran amor, lo sintió, lo vivió y que de seguro jamás lo volverá a sentir igual.

  50. 6 agosto, 2019 at 16:14

    PROPUESTA 2
    Y unas pocas palabras bastaron para dejarme desecho: —lo siento pero ya no te quiero… —y sí…, así de simple fue para ella. Así de simple le puso, ella, fin a aquélla relación. —¿Y yo?, yo… ¿qué hago?, yo, yo que sin vos…—¡basta!, se acabó, —sentenció ella. —Te deseo lo mejor, —me dijo, se acercó y poniéndose en puntas de pies, para alcanzarme, como lo hacía siempre, se despidió con un beso en mi mejilla, con un beso de amigos. Abrió su paraguas, porque la lluvia ya comenzaba a mojar, dió media vuelta, y se marchó. Y yo, yo me quedé ahí, parado, mirándola desaparecer, en esa tarde gris y fría del bien entrado otoño inglés. diluviaba sobre mí, no me importaba, qué más da. El agua no hacía mella en mí. Qué va, si tenía el corazón destrozado, mi corazón en jirones. La gente pasaba a mi lado, yo no advertía nada. Muchos corrían para no mojarse; a mí que me parta un rayo. Era mejor, a sentir este infame dolor.» Se me estruja el corazón», ahora entiendo esas palabras tan trilladas en algunos versos romanticos. Pensé cuántos como yo andarían por ahí, desgarradas sus vidas porque se les fue el amor.
    Sentía fuertes latidos en mi garganta y una gran amargura en la boca, el estómago me ardía y me costaba respirar; ¿será ese el mal de amores del que muchos hablan?. No lo sé. Mi vista se nublaba, su figura bella y esbelta ya no la divisaba. Miré a todos lados, ya no estaba. Ahí me dí cuenta que no era un sueño. Ella se fue y no volvería. Afirmado a un árbol me dejé caer y lloré, lloré con gran impotencia, lloré desconsolado por aquel amor que ya no sería, lloré como un niño desamparado. Miré al cielo y le agradecí que con sus lágrimas acompañara mi dolor.

  51. 6 agosto, 2019 at 16:24

    PROPUESTA 2
    Y unas pocas palabras bastaron para dejarme desecho: —lo siento pero ya no te quiero, creo que nunca te amé… —y sí…, así de simple fue para ella. Así de simple le puso, ella, fin a aquélla relación. —¿Y yo?, yo… ¿qué hago?, yo, yo que sin vos…—¡basta!, se acabó, —sentenció ella. —Te deseo lo mejor, —me dijo, se acercó y poniéndose en puntas de pies, para alcanzarme, como lo hacía siempre, se despidió con un beso en mi mejilla, con un beso de amigos. Abrió su paraguas, porque la lluvia ya comenzaba a mojar, dió media vuelta, y se marchó. Y yo, yo me quedé ahí, parado, mirándola desaparecer, en esa tarde gris y fría del bien entrado otoño inglés. diluviaba sobre mí, no me importaba, qué más da. El agua no hacía mella en mí. Qué va, si tenía el corazón destrozado, mi corazón en jirones. La gente pasaba a mi lado, yo no advertía nada. Muchos corrían para no mojarse; a mí que me parta un rayo. Era mejor, a sentir este infame dolor.» Se me estruja el corazón», ahora entiendo esas palabras tan trilladas en algunos versos romanticos. Pensé cuántos como yo andarían por ahí, desgarradas sus vidas porque se les fue el amor.
    Sentía fuertes latidos en mi garganta y una gran amargura en la boca, el estómago me ardía y me costaba respirar; ¿será ese el mal de amores del que muchos hablan?. No lo sé. Mi vista se nublaba, su figura bella y esbelta ya no la divisaba. Miré a todos lados, ya no estaba. Ahí me dí cuenta que no era un sueño. Ella se fue y no volvería. Afirmado a un árbol me dejé caer y lloré, lloré con gran impotencia, lloré desconsolado por aquel amor que ya no sería, lloré como un niño desamparado. Miré al cielo y le agradecí que con sus lágrimas acompañara mi dolor.

  52. TAMIA
    13 agosto, 2019 at 06:10

    Cuando pregunté que me pasaba, ya te amaba Cuando quise olvidarte, ya te extrañaba
    Cuando pensé alejarme, ya no estabas.

    Pásate por mi vida, vida como un río que se secó antes de llegar al mar,
    como una oruga que murió antes de ser mariposa , como un sueño que se frustró antes de despertar.

    Cuando te conocí nunca pensé amarte así,
    Cuando te alejaste, siempre esperé tropezar aquí, Cuando te reconocí, nunca esperé nada de ti .

    Contigo aprendí a darle gracias a la vida por alejarte de mí contigo aprendí a luchar por los sueños para llegar aquí.

    Me hiciste más fuerte y menos vulnerable me enseñaste a no creer en sueños borrosos aprendí amarme más a mí y apostar por los que confían en mi.

  53. Nidia
    11 septiembre, 2019 at 00:44

    PROPUESTA 2
    AMOR NO CORRESPONDIDO…
    Sucedió hace tiempo. Fue una tarde… pero no cualquier tarde. Fue una especial.
    Lo vi bajar de tu auto, elegante, esbelto, impecable, sonriente y jovial. Con sus ojos color caramelo y tu pelo dorado, brillando al sol.
    Entraste al local comercial donde estaba yo. Irradiaba alegría y se veía tan varonil!
    Entrecruzamos miradas cómplices, sentimos conexión, como si nos conociéramos de vidas pasadas.
    Pasaron los días.. y no podía borrar su imagen. Fue un enamoramiento a primera vista.
    Llegó aquel inolvidable día en que sonó el teléfono fijo. Atendí y escuche su voz. Quedé paralizada mientras escuchaba: “Hola, Nila. Hice todo lo posible para conseguir tu número de teléfono. Solo quiero hacerte saber que estoy, para lo que necesites, solo llamame, se que recién te separaste y estas pasando un mal momento…tomamos un café y conversamos.”
    No sé si fue oportunismo de su parte, o su sentimiento se asemejaba algo al mío. Pero en ese momento no me interesó averiguarlo.
    Con el tiempo llegaron mensajes también a mi celular, solo para preguntarme si estaba bien. Sólo eso. Como si el estar presente a la distancia, nos diera tranquilidad a los dos. Estando recién separada, el me daba seguridad.
    Al tiempo supe que estaba casado, pero ya era tarde…me había enamorado de ese “ángel” guardián y protector… prohibido e imposible.
    Pasaron años… muchos… y él, siempre presente a la distancia, alimentando mi amor platónico… hasta que me enteré que enviudó. Sentí pena por su dolor y culpa por sentir lo que sentía por el.
    No volvió a comunicarse y yo respete su silencio.
    Bastante tiempo después lo volví a ver en un pub. Estaba bailando con otra mujer, de la mano. Y al verme, evadió incomodo mi mirada. Quizás por vergüenza o por culpa, no lo sé. Pero entendí en ese momento, que yo solo fui un pasatiempo mientras estuvo casado..y nada más.
    Hoy ya no hay mensajes, ni miradas..
    Solo quedó mi recuerdo de ese amor platónico, prohibido, mágico, imaginario, iluso… casi angelical… como su nombre: “Angel”.
    Aquel “ángel” que siempre estará en mi memoria y en un rincón secreto de mi corazón.

  54. Diana Baus
    17 septiembre, 2019 at 00:34

    Hoy no.

    Verónica le sonreía cada vez que una media vuelta los reunía. Hoy era la noche. Y luego la visión veloz y confusa de los músicos, la gente girando y los colores de las lamparitas. Él le sostenía la mirada; cuando cantaba su padre sentía que, a su pesar, era parte del espectáculo. Su compañera era linda, con sus trenzas gruesas, su piel fresca. Una muchacha entre tantas. Un baile más, o un baile menos, según cómo se viera. En unas semanas se iba a la ciudad. Quería una vida para él. Trabajar ocho horas en la farmacia. Sólo eso. Le ofrecieron el puesto de auxiliar y la posibilidad ascender. El no pasaría su vida de gira permanente como su padre ni trabajaría de sol a sol.
    La música terminó, sus brazos entrelazados, ella viéndolo agitada, ahora él lo diría. Cuando las parejas se separaron él le agradeció el baile:
    -Caminemos un poco, así te pregunto algo.
    -Sí- ella dijo apenas.
    Caminaban por el bosquecito, alrededor de la casa vieja del almacén.
    Se sentaron en un tronco atravesado en el camino.
    Verónica anticipó la cara de sus padres cuando supieran la noticia. Especialmente su madre que la había avergonzado tanto, durante ese almuerzo familiar con los padres de Mariano.
    -¿Sabe que pasa, don? Le explico el tema con mi hija- y miró a Verónica – es muy buena, muy buena: pero parece esas copas finas que de lejos aparentan ser cristal pero cuando usted la agarra es vidrio, nomás.
    Ella se fue llorando de la mesa, nadie la fue a buscar, ni siquiera Mariano, no importaba seguro se había quedado a defenderla, que su madre le contara todos sus noviazgos frustrados, daba igual, ya se iría de casa.
    -Vero, vos sabés que yo quiero otra cosa.
    Ella le dijo que si con la cabeza, desparramando hojitas de eucalipto.
    -Yo también, Mariano, yo también.
    Verónica se vio con él para siempre.
    -Me estoy por ir a la ciudad,¿vos querés ocupar mi lugar en el tambo? Ya hablé con el dueño, está de acuerdo, y vos saldrías de tu casa y podrías ahorrar tu propio dinero. Qué decís?
    Verónica se puso de pie, se acercó a él, después caminó unos pasos hacia atrás.
    -Si hace falta hablo con tus padres para que te dejen trabajar.
    -Sí, dale!
    De repente, sin esperarlo ella regresaba a su casa.

  55. José Luis Ochoa
    9 octubre, 2019 at 07:51

    Un amor no correspondido.

    Manuel estaba parado a mitad de camino entre el atrio y la puerta principal del templo. Había un grupo como de unas 20 personas, por lo que su presencia no era muy notoria. De cualquier modo, Manuel no prestaba atención a las gentes que estaban en el atrio, sino a las que estaban en la entrada, y que acababan de protagonizar la ceremonia de un bautismo: una joven pareja vestidos muy formalmente para la ocasión, ella con un bebé en brazos, acompañados de otra pareja, seguramente los padrinos, y una dama, que era realmente quien acaparaba el interés de Manuel, de edad madura pero aún hermosa, de tez blanca y ojos verdes que venían muy bien a sus cabellos castaños. Los tres, rodeados por un pequeño grupo de parientes y amigos.

    Nada extraordinario, un bautizo, los papás de la criatura, los padrinos y la familia salían del templo, disponiéndose tal vez, a disfrutar de un amable convivio en aquella tarde de domingo. Manuel se había detenido en ese lugar cuando la vista de aquella guapa señora llamó su atención. La voz de la señora más joven se escuchó con un acento muy conocido
    – Mamá, ya está todo, vámonos para la casa.
    Esa voz Manuel la conocía muy bien, la recordaba como si fuera ayer cuando la escuchara en sus tempranos días de secundaria. «Entonces es su hija, realmente se le parece mucho, hasta habla igual que ella».

    ¡Ay! Manuelito, eso que tú dices me deja muy sorprendida, la verdad no sé qué decir. Hasta me parece extraño viniendo de ti.
    ¿Por qué? ¿Es extraño que te diga lo que siento? ¿Cómo se supone que debo decirlo?
    Mi amiga Tere me dijo que un muchacho de la Prepa se le declaró. Me lo platicó todo, cuándo y cómo le habló pa novia, pero no le dijo nada de las cosas que tú me dijiste. ¡Tú no sabes cómo declararte!
    Yo no sé cómo hablan los demás muchachos. Yo nomás digo lo que siento y ya. Es más, me costó mucho trabajo armarme de valor y decírtelo. Tú me conoces y sabes como soy aunque lo quisiera disimular.
    Oye ¿no andarás borracho?
    No. Si lo pensé, pero me convencí de que era mejor así, tal como soy. Bueno, pero ¿tú que dices?
    Manuelito, tú no puedes andar de novio, eso no es para ti, todavía no.
    ¿Qué?
    Tu eres un niño, verás, aunque seas mayor que yo, te falta crecer, eres bueno para estudiar, eres el aplicadito, porque no te queda de otra. No te enojes, yo sé que no es tu culpa, pero no eres nadie, no para que puedas aspirar a una chica como yo.
    ¡Eso no es justo!
    A ver, supongamos que te digo que sí, ¿a dónde me vas a invitar? A mí me gusta pasear en auto. Tu papá no tiene auto. ¿Tienes dinero para invitarme al cine? No. Comprenderás que tengo aspiraciones.
    «No soy nadie. Si quiero a María Elena tengo que apurarme. Pero ¿cómo ser alguien en este pinche pueblo? Tal vez tenga que irme, lejos. Cómo me gustaría poder largarme. Aquí no puedo ser otro mejor de lo que soy. Aquí todos me conocen. En otro lugar podría estudiar, trabajar, ganar dinero, y, sobre todo, dejar de ver la cara de burla de esta pinche vieja».
    Manuel, que gusto verte, ¿cuándo llegaste?
    Hola Alfredo, qué feliz coincidencia. Llegué esta mañana. Viajé toda la noche en autobús.
    ¿Y qué haces aquí? Digo, aquí en la iglesia.
    Me pareció ver caras conocidas.
    Pues ¡cómo no! Ahí anda María Elena ¿ya la viste? Igual de buena, ¿te acuerdas? Finalmente se casó con Felipillo Garza. Anduvo tras ella toda la Prepa hasta que ella le dio el sí. Felipillo se volvió un borracho. Desde entonces se veía venir. Ha tenido tres accidentes en coche, pero la ha librado, yerba mala nunca muere.
    ¿Y quién más anda por aquí?
    De los chavos de la secundaria ya casi no queda nadie. Yo soy amigo de los padrinos, por eso me invitaron. La pachanga va a ser en casa de María Elena ¿por qué no vienes? Tomaremos una copa y recordaremos viejos tiempos. Anímate.
    «Me gustaría mucho. Estar cerca de ella. Que me vea como soy ahora, que he madurado (¿envejecido?). Ver de cerca sus ojos. Verla nomás».
    Pásele Señor. Bienvenido. Es amigo de Alfredo ¿verdad?
    Si, así es. Y aquí vengo de colado.
    Ah, para nada, qué bueno que nos acompañe. Estamos felices con el bautizo de nuestro primer nieto. ¿Usted no es de San Ignacio?
    La verdad sí, pero me fui hace muchos años. Usted sabe. Para ser alguien a veces hay que salir, y yo aquí no podía. Todos me conocían.
    Entiendo. Pues espero que se divierta y tenga grata estancia en nuestro pueblo. ¿Puedo ofrecerle algo de beber? Tengo whisky, una cervecita, o ¿tequila?
    Un tequila estaría bien. Dicen que relaja.
    Uy si, hasta vuelve elocuentes a los políticos.
    Sí, y también saca las mejores palabras para declararse a una chica, ja, ja, ja.
    Ja, ja, ja. Si.

  56. José Luis Ochoa
    11 octubre, 2019 at 06:38

    Mamá, ya está todo, vámonos para la casa.

    «Entonces es su hija, realmente se le parece mucho, hasta habla igual que ella».

    Manuelito, tú no puedes andar de novio, eso no es para ti, todavía no.
    ¿Qué?
    Tu eres un niño, verás, aunque seas mayor que yo, te falta crecer, eres bueno para estudiar, eres el aplicadito de la secundaria, porque no te queda de otra. No te enojes, yo sé que no es tu culpa, pero no eres nadie, no para que puedas aspirar a una chica como yo. A ver, ¿a dónde me vas a invitar? ¿Tienes dinero para invitarme al cine? Comprenderás que tengo aspiraciones.
    «No soy nadie. Pero ¿cómo ser alguien en este pinche pueblo? Tal vez tenga que irme, lejos. Aquí no puedo ser otro mejor de lo que soy. Aquí todos me conocen».
    Manuel, que gusto verte, ¿cuándo llegaste?
    Hola Alfredo, Llegué esta mañana.
    ¿Y qué haces aquí?
    Me pareció ver caras conocidas.
    Pues ¡cómo no! Ahí anda María Elena ¿ya la viste? Finalmente se casó con Felipillo Garza. Y venido a ver, se volvió un borracho. Ha tenido tres accidentes en coche, pero la ha librado.
    ¿Y quién más anda por aquí?
    De los chavos de la secundaria ya casi no queda nadie. Yo soy amigo de los padrinos, me invitaron. La fiesta es en casa de María Elena ¿por qué no vienes? Tomaremos una copa y recordaremos viejos tiempos. Anímate.
    «Me gustaría mucho. Estar cerca de ella. Ver de cerca sus ojos. Verla nomás».
    Pásele Señor. Bienvenido. Es amigo de Alfredo ¿verdad?
    Si, así es. Y aquí vengo de colado.
    Ah, para nada, qué bueno que nos acompañe. Estamos felices con el bautizo de nuestro primer nieto. ¿Usted no es de San Ignacio?
    La verdad sí, pero me fui hace muchos años. Usted sabe. Para ser alguien a veces hay que salir, y yo aquí no podía. Todos me conocían.
    Entiendo. Pues espero que se divierta y tenga grata estancia en nuestro pueblo. ¿Puedo ofrecerle algo de beber? Tengo whisky, una cervecita, o ¿tequila?
    Un tequila estaría bien. Dicen que relaja.
    Uy si, hasta vuelve elocuentes a los políticos.
    Sí, y también saca las mejores palabras para declararse a una chica, ja, ja, ja.
    Ja, ja, ja. Si.

  57. Demi
    3 noviembre, 2019 at 19:41

    Sara era una mujer independiente. Se prometió nunca más volver a abrir su corazón sin pedir nada a cambio. Mientras paseaba por su parte favorita de la ciudad, el río, sobre las hojas amarillentas de los árboles que ahora yacían sobre el suelo, sonaban sus pisadas fuertes, seguras como siempre sonaba toda ella, y sin embargo por dentro tan frágil, pero eso solo lo sabía ella. Su corazón destrozado pesaba como miles de piedras que arañan para recordarle el sufrimiento que vivió con él, con Paul. Un joven despistado y risueño al que conoció durante su Erasmus en Francia.
    Paul le perseguía día y noche. En sus pensamientos diurnos y en sus sueños al dormir. ¿Pero qué le atrapó de él? No sabía que responder, su mirada pícara, su aire de despreocupación, la forma en que contaba historias. Podía escucharle horas…
    Paul sin embargo nunca se fijó en Sara, “Sara mon amie espagnole” solía repetirle. Sara nunca se atrevió a llevarle la contraria, aunque, dentro, en su cabeza, ella decía “Paul mon amour”.
    3 meses en los que nunca se encontraron como Sara hubiera querido, sin embargo en su cabeza, Sara, había vivido todo tipo de historias. Habían viajado a tantos países juntos… habían corrido juntos por la arena de la playa…Paul le había ido a ver por sorpresa a España, había conocido hasta a sus padres. Nada de eso por supuesto sucedió más allá de en la mente de Sara.
    En esto iba pensando Sara, cuando de repente tropezó y cayó todo lo larga que era sobre las hojas secas. Un chico que venía de frente se acercó corriendo para ayudarla. “Madre mía menudo golpe” dijo él “siempre he sido un poco patosa” contestó Sara avergonzada. “¿cómo te llamas?” dijo él “Sara y tú” respondió ella “Paul” dijo él. Y tras decir ésto, Sara, que era un poco supersticiosa, pensó “es una señal” y como por arte de magia, las miles de piedras que pesaban minutos antes de repente desaparecieron. “Gracias Paul, muchas gracias” dijo ella al amable desconocido y Sara siguió andando más ligera y con la mirada puesta en el camino que tenía por delante.

  58. Elliethe
    5 noviembre, 2019 at 00:02

    Una mañana de un día cualquiera Campos toca la puerta de la casa de Málaga, con un ramo de flores escondido a sus espaldas y con una sonrisa estúpida que casi toca los extremos de sus orejas. La mujer abre la puerta un poco, apenas se bosqueja la nariz y un ojo, mirando quien está tocando. Él emocionado le muestra las flores y avanza hacia la puerta, esta termina de abrir, sale con rapidez y tranca la misma. Esta con ropa vestido de dormir. Hablan un momento y esta le hace señas de que debe irse, este sin dudarlo hace lo que ella le dice sin chistar. A medio camino Campos no entiende el por qué debería irse y se devuelve. Al llegar no hay nadie en la puerta, este la empuja y la puerta se abre, entra sin avisar, la llama en voz baja y nadie contesta. Se escuchan ruidos en el segundo piso y este decide subir. Al subir las escaleras que lo llevan hacia el segundo piso, escucha gemidos y se dirige a la habitación, al abrir la puerta la encuentra sobre otro hombre rotunda de placer. Todo se vuelve rojo, naranja y negro, mezclados en la flama viva de los recuerdos impregnados de una fija e intensa mirada paralizada en el tiempo, haciéndolo esclavo. Acompañado de un gran pasillo iluminado en fuego que es el camino a su más temible recuerdo, desde allí podía ver una y otra vez a Málaga, toda una diosa como Afrodita, alta, rubia, de grandes ojos, y verdes como aceituna, pestañas delirantes y un cuerpo aclamado por los dioses del deseo. Todo se apagó y es ahí donde el comienzo de un amor era el fin de una relación inexistente, ahogado en un recuerdo apresado a un grillete en su recuerdo. Han pasado veinte años desde aquel momento que no salía de su casa, se había convertido en un estúpido, con fuerzas y medios inesperados para dar fin al dolor. Grandes y largos cuernos ondulados rodean su cabeza, largo de brazos y piernas, una mirada enrojecida de furia y oscuro como el vacío, está el vestíbulo que tiene una gran silla ornamentada con la piel de un diablo amor.
    Sentado con una copa de vino en su mano, reposa sus pies sobre un banco acolchado mediano, frente a la chimenea y sobre esta una gran estatua esbelta disecada, rodeada de cristal

  59. Aishly Andrade
    5 noviembre, 2019 at 00:38

    Un amor no correspondido

    Que es un amor no correspondido??
    Alguna vez no los hemos preguntado??
    Tal vez si, tal vez no?…

    Pero la pregunta aquí es todos lo hemos sentido??
    Un amor no correspondido todo el mundo piensa que es un amor que crees que es para ti más sin embargo la otra persona no te hace caso de las tantas veces que has querido llamar la atención de la otra persona por qué?… porque de repente la otra persona tiene novio o novia, o no busca una relación, está pasando un difícil momento o simple mente no le gustas o le gusta otra persona.
    Todos hemos sufrido por un amor no correspondido seas chico o seas chica siempre sufrimos pero no todos lloramos mucho muestran sufrir de diferentes formas algunos lloran, otras quiebran cosas u otros simple mente se mantienen en silencio viendo las cosas que más le duelen.

    También se sufre de muchas formas
    Se sufre si la persona que quieres no está con tigo
    Sufres si la persona que quieres esta con otra
    Sufres si la persona que quieres no sabe tu nombre o que existes
    Sufres si la persona que quieres no está con tigo por X o Y razones

    Sufrimos por muchas cosa pero al fin al cabo es un amor no correspondido nadie muere de amor pero si de depresión pero así como sufrimos a veces ni si quiera tenemos que sufrir porque muchas veces por cobardía o por lo que el dirán no hacemos lo que en verdad queremos.
    No sabemos si nuestro amor no correspondido también quisiera correspondernos muchas veces no lo hacemos porque creemos que nos van a rechazar a veces es válido pero a veces no es válido.
    Muchas veces no hablamos por miedo a no saber que decir
    Muchas veces no queremos decir por miedo a que se burlen de nosotros
    Muchas veces dejamos ir las oportunidades por no prestar atención
    Tenemos muchas cosas de que quejarnos y de que llorar como por un amor no correspondido principal mente después de descubrir que los amores correspondidos existen debido a las personas que no son capaces de hacer que un amor sea correspondido.

  60. 5 noviembre, 2019 at 19:00

    Todo empezó en aquel bus urbano, un día sin más, con los auriculares y la música a los topes. Siempre se llena el bus, así que seguro alguien se sentaría a mi lado, esta vez no fue una chica o una anciana, esta vez fue él. Me saludo, y entonces me retire los cascos, le devolví el saludo y empezó hablar conmigo, día a día se convirtió en una costumbre cotidiana, pero en sus gestos, los roces, las intenciones de quedar, sentía que le estaba causando ilusiones que no podía corresponder, mi corazón ya era de otro. Me pidió tomar un café juntos, accedí, me pidió leer mis relatos de mi libreta, entonces entre el sorbo del café me vino a la mente la escena de un escrito que relate. Nos despedimos, y aquel fue el último momento que cruzamos mirada. Por supuesto aún no lo sabíamos.
    Al llegar al bar donde esperaba empezar mi turno, abrí la libreta y en mi sorpresa, había una carta. Él me la escribió. Y desde aquel momento no volví a coger aquel bus.
    La carta decía algo como:
    “¿Qué puede alegrarme un lunes de puente que no me corresponde?
    ¿Qué podía haber en un bus que me levante el ánimo y las ganas de vivir?
    Es tan mágico lo que había que es capaz de que sólo en 3 minutos me haga soñar, me haga desear vivir lo que se supone ya no vivirías más…Tan mágico, que me hace proponer cosas como si de mi último suspiro se tratara! Cómo si deseara aferrarme a ella, a pesar de no conocerla…
    Pero luego descubro la verdad que esconde tras esa sonrisa, que ella también grita por dentro queriendo desahogarse y lo hace con frecuencia frente al papel! Por eso se ve tan tranquila, tan sosegada.
    No sé qué pase mañana, pero por ahora sé que mi alegría se encuentra en tu mirada, y aunque no siempre la puedo ver… Al menos sé que pronto podré leerte…”
    Fueron más que aquellos versos en los que sentí que de alguna manera le causaría dolor… Las palabras ya no eran escuchadas, así que tuve que poner distancia entre nosotros. Ausencia, olvido y cemento. Los versos más hermosos se convirtieron en el adiós más amargo…

  61. ELENA MIRA H
    12 noviembre, 2019 at 00:18

    Entré en aquella clase, la de siempre, sin esperar para nada poder aprobar la asignatura que se me resista todo estos años. Ya adulta con hijos y sin esperanza. Al levantar la cabeza tras coger mis apuntes le vi, sentado en su escritorio. Alto y con esa mirada tan profunda que hasta a los cuadros de su camisa resaltaban. Sentí algo, nervios supongo. De pronto en mi móvil empiezo a sonar Juego de Tronos, una llamada. Me miró y sonrió. Se me lleno el cuerpo de energía, de ganas. Vaciló toda la clase con aquel incidente, y perdí la vergüenza. Empece a hablar aquel idioma que nunca hubiese hablado. Me sentía como una niña de doce años cuando le dan su primer beso.
    Cada día temblaba ante el espejo al pensar e ir a clase. ¿quien hace eso a pesar de tener clase los viernes a las siete de la tarde?
    Cada clase éramos el y yo, no existía para mi ni mi mejor amiga, ni ninguna otro alumno. Solo me apena no haber podido hablarle como si no ocurriese nada, es como soltar una estupidez tan otra, pero el aun así se reía. Estaba a punto de casarse, pero no conmigo, yo ya lo estaba, solo que me gustaba esa sensación que invadía mi cuerpo. Esos ojos posados en mi, interesados en mis estupideces. Y yo no supe aprovechar esas sensaciones porque tenia miedo a que pasara algo, cuando ya estaba pasándome por dentro.
    Entonces paso lo peor y lo mejor de este mundo. Perdí a alguien importante en mi vida, llore, maldecía me quede sin padre cuando ya me había quedado sin madre. Me ardía el corazón de rabia y de pena al mismo tiempo.
    Cuando te vi por primera vez después de todo lo sucedido sin decirle nada y con mi pena, recibí el mejor regalo del mundo. Su abrazo. Mi cabeza en su pecho. Entonces me ocurrió algo increíble. Me sentí mejor, me sentí protegida y sentí que alguien comprendía cada uno de mis sentimientos. Dejó de arderme el corazón y sentí esperanza. Pues me trasmitió que hay que ser fuerte, y no solo me llevo el aprobado que me gané con su ilusión y mi trabajo, si no que me llevé a un amigo que no olvidare nunca aunque nunca mas llegue a saber de él. Siempre tendrás mi apoyo.

  62. Pamela Yañez
    26 noviembre, 2019 at 22:41

    Caminaba por la calle cuando alguien la detuvo del brazo… Era él, que le preguntaba por qué nunca había usado ese vestido en el colegio. Sonrojada no supo contestar. La invitó a tomar un jugo y aceptó contenta. De pronto le daba toda la atención que había soñado, también le decía que siempre la había mirado de lejos desde el primer día de colegio y antes de irse a la universidad quería pedirle que fuera su novia.
    Estaba asombrada, sólo pensaba en todos los años que soñó este momento. Al fin se cumplía su deseo y dijo que sí, sin disimular su dicha… De hecho, todos sus planes cambiaron, dónde estudiar, dónde vivir, qué estudiar, todo giraba en torno a dos…
    A Santiago el nuevo destino,
    Serás parvularia, Maravilloso, yo ingeniero… Descuida puedes salir con tus amigas, mientras llegues a hora razonable, porque supongo que tu padres te enseñaron lo que es una hora razonable… No, eres mujer, yo diría que a las 22 horas estaría bien, total las señoritas se reúnen a tomar té y esas cosas, nada que signifique trasnochar. ¿Verdad?
    Me iré a juntar con unos amigos, no te preocupes que sé llegar… No preguntes, los hombres no tiene por qué explicar a dónde van y tampoco a qué hora llegaran, así me enseñaron mis padres… Porque usted es delicada y no puede hacer lo mismo que yo, pero no te preocupes será una junta de puros machos no miraré a ninguna otra… Y si vamos por allí, sabes que esas no valen lo mismo que tú, esas trabajan en eso no valen ni importan ¿Verdad?
    Verdad que entre años de imaginación y cuentos de princesas la persona de la que te enamoraste no es la que está en huesos y carne… Lejos de llenar de gozo tu vida, vuelve la correspondencia en un juego perverso… Se enamoró de otro, uno que tenía sus mismos ojos, voz y cuerpo; pero que definitivamente no era ese que vive a su lado, que la abraza y dice que le quiere.

  63. Yanira A. Marroquin
    22 diciembre, 2019 at 02:29

    llegue a la hora normal, 5-10 minutos tarde, mi papa como normalmente estaba esperándome en la puerta.
    lo saludé y subí a mi cuarto a dejar mis cosas.
    cuando baje al negocio mi papa me dijo en tono sarcástico que tenía un admirador al mismo tiempo que me mostraba un sobre.
    ¿qué es eso? no podía creer mientras miraba asombrada al colorido sobre azul decorado con estampas y muñequitos.
    un mensaje genio! contesto, sin dejar su tono sarcástico.
    quien? dije mientras lo abría
    Lalo! ¡contesta como si fuera obvio!
    Lalo? ¿qué Lalo? y comienzo a leer
    el de los transportes! ¡el que siempre pide las tortas para los de su trabajo! si lo conoces! siempre viene a recogerlas!
    el alto te flaco ese! – dice, cuando termina de hablar leo en voz alta:
    querida ale:
    hoy se cumple una semana desde el primer día que hablamos, quiero que sepas que siempre vas a tener un amigo en quien confiar y que estoy muy emocionado de conocernos mas
    te mando un saludo!
    Lalo
    nos miramos uno al otro sin saber que decir.
    los días siguientes las bromas no faltaron, pero por horario no tuve oportunidad de hablar con el tal Lalo, (no es que quisiera de todas formas)
    pero el cuarto día, al llegar de la escuela mi papa me pregunta si quiero que me dé permiso de salir con el tal Lalo.
    que? ¿permiso? no sabía que quería salir con él, le conteste.
    bueno, vino y me pidió permiso para salir contigo así que le dije que te tenía que preguntar primero, explicaba mi papa
    no supe que contestar, el día paso y la tarde siguiente, Lalo vino al local y frente a frente me pregunto si quería salir con él.
    mmm… me costaba trabajo encontrar las palabras, él estaba tan emocionado! no, gracias, pero prefiero concentrarme en la escuela dije.
    Lalo que más bien era ya un muchacho comprendió fácil, tomo sus tortas y se despidió cortésmente.
    me envió un par de regalos después de eso, pero un día no lo volvimos a ver.
    años más tarde, mientras estaba trabajando en un evento en el centro comercial, caminando con un carrito, un portabebés y una esposa, estaba Lalo, quien al verme pude reconocer que se le ilumino la sonrisa, se paró muy formal y me presento a su esposa y a su hijo, me dijo que se unió al ejército y que estaba de descanso. nos despedimos con una sonrisa y un apretón de manos y él se alejó, con una enorme sonrisa en su rostro.

  64. Daniela:)
    24 enero, 2020 at 00:10

    Tenía las mejillas calientes, ruborizadas, ardiendo. Me dedicaba poesías románticas con su boca cerrada y derramaba pasión por los ojos, esa mirada oscura que aclaraba mi día. Sabía que me quería, aunque no lo demostrara, aunque no me hiciera sentir amada, pensaba que sí cada vez que observaba sus ojos durante las tardes dos días a la semana, en la biblioteca. No hablábamos para que la bibliotecaria no nos regañara, o las personas en el lugar. Yo hacía su tarea y él la mía, yo iba dos años más atrás que él. En cada página dibujaba lo que supone ser un corazón pero solo es un símbolo de corazón, algo mucho menos complicado, le gustaba eso de mí, que no me complicaba pero siempre hacía todo bien, o al menos lo intentaba, no sé cómo sé que eso le gusta de mí, no lo ha mencionado, en fin, solo lo sé. Usaba cuadernos argollados con hojas de rayas horizontales impresas, azules como la camiseta que llevaba puesta cuando nos sentamos aquí por primera vez, sin decir palabra. Terminé, levanté la cabeza, empecé a clavarme la punta del bolígrafo en la yema de mi dedo anular, imaginé qué podría estar pensando mientras escribía, si la idea de mí se cruzaba por su cabeza en las noches en las que no podía dormir, me pregunté si recordaba mi presencia cuando no contaba con ella, deseé que me devolviera la pasión que yo le entregaba en cada cosa que hacía por y para él, que me la devolviera en una caja de regalo, no en una bolsa de basura, deseé que no hiciese ademán de negación con su cabeza cada vez que estaba por decirle algo bonito que me salía del corazón que no es un símbolo. Seguí escribiendo aunque ya había acabado.

    • Patito
      25 marzo, 2020 at 00:41

      La verdad, me gustó. Es simple, y creo, a mi parecer, que muestra muy bien la negación de verse rechazada.

  65. Antonio Santos
    30 enero, 2020 at 08:47

    estar a punto de llegar»- pensaba. Raúl la espera nervioso mirando el móvil cada dos por tres. Sabe que algo está a punto de pasar. De repente el sofá se llena de piedras al rojo y ya no puede mantenerse sentado. Mientras camina hasta la cocina para ponerse un vaso de lo primero que encuentre en la nevera, trata de descubrir entre sus recuerdos el momento en que todo se torció. Pudo ser en aquel viaje a Hungría cuando estaba demasiado cansado para bajar a tomar unas copas con aquella pareja tan agradable que habían conocido en el aeropuerto. O quizá cuando no fue a recogerla al trabajo aquel día de gota fría en que se inventó una pírrica excusa para poder terminar de ver el partido. De algun modo es como si ella lo supiera todo. Todas las mentiras y todas las excusas. «Voy a casa. Tengo que hablarte de algo importante». Esa era la frase ella le acababa de enviar y que cerró el estómago de Raúl, convirtiendo su presente en un lugar muy estrecho. Los remordimientos, habían tomado el control.

    «Esto se acaba aquí. Se acaba de una vez». Marta repite ese mantra en su cabeza una y otra vez mientras aparca su coche en el parking comunitario. El demonio de la ira y el fantasma de la tristeza luchan encarnadamente por apropiarse de un corazón que no puede soportar ni un día más de descontento. Ni un día más de perdones suplicados con cínica sonrisa. Ni un día más de sexo sin amor. Con los ojos cristalinos, siente fuego en sus huesos al recordar la felicidad del día en que se dijeron «si, quiero» y luego, en el baile de después del convite, vió como se metía en el baño con una amiga del trabajo que él se empeñó en invitar. Ella lo había dejado todo por él. Habia dejado de lado a amigos, familia y pasado para colmar de felicidad a aquel chico que sembró de margaritas el deshojado árbol de su descontento. Un viento helado recorre sus venas mientras abre la puerta de casa. Él está frente a ella con la mirada agitada. «Raúl, seré directa, no te haré perder tiempo. Llevo seis meses saliendo con un chico. Estamos enamorados y nada me separará de él».

  66. Antonio Santos
    30 enero, 2020 at 08:49

    «Debe estar a punto de llegar»- pensaba. Raúl la espera nervioso mirando el móvil cada dos por tres. Sabe que algo está a punto de pasar. De repente el sofá se llena de piedras al rojo y ya no puede mantenerse sentado. Mientras camina hasta la cocina para ponerse un vaso de lo primero que encuentre en la nevera, trata de descubrir entre sus recuerdos el momento en que todo se torció. Pudo ser en aquel viaje a Hungría cuando estaba demasiado cansado para bajar a tomar unas copas con aquella pareja tan agradable que habían conocido en el aeropuerto. O quizá cuando no fue a recogerla al trabajo aquel día de gota fría en que se inventó una pírrica excusa para poder terminar de ver el partido. De algun modo es como si ella lo supiera todo. Todas las mentiras y todas las excusas. «Voy a casa. Tengo que hablarte de algo importante». Esa era la frase ella le acababa de enviar y que cerró el estómago de Raúl, convirtiendo su presente en un lugar muy estrecho. Los remordimientos, habían tomado el control.

    «Esto se acaba aquí. Se acaba de una vez». Marta repite ese mantra en su cabeza una y otra vez mientras aparca su coche en el parking comunitario. El demonio de la ira y el fantasma de la tristeza luchan encarnadamente por apropiarse de un corazón que no puede soportar ni un día más de descontento. Ni un día más de perdones suplicados con cínica sonrisa. Ni un día más de sexo sin amor. Con los ojos cristalinos, siente fuego en sus huesos al recordar la felicidad del día en que se dijeron «si, quiero» y luego, en el baile de después del convite, vió como se metía en el baño con una amiga del trabajo que él se empeñó en invitar. Ella lo había dejado todo por él. Habia dejado de lado a amigos, familia y pasado para colmar de felicidad a aquel chico que sembró de margaritas el deshojado árbol de su descontento. Un viento helado recorre sus venas mientras abre la puerta de casa. Él está frente a ella con la mirada agitada. «Raúl, seré directa, no te haré perder tiempo. Llevo seis meses saliendo con un chico. Estamos enamorados y nada me separará de él».

  67. Maria
    9 febrero, 2020 at 11:44

    Desde hacía una semana se sentía inquieta, sin paz. Intentaba estar atareada durante todo el día yendo de aquí para allá de manera compulsiva y olvidando los motivos que la movían a presentarse en las diferentes estancias de su casa. Una vez llegaba, se paraba en seco e intentaba recordar que había venido a hacer ahí. Era como si ella misma se estuviese saboteando para así mantener la mente más ocupada aunque, en realidad, se olvidaba de lo que iba a hacer porque en la zona más profunda de su cabeza brillaba la imagen de quien sabía volvería a la ciudad esa misma noche.
    La víspera no pegó ojo. En la quietud de la noche , el pensamiento que más o menos conseguía mantener a raya durante el día se agrandaba. Se agrandaba tanto que sentía como iba llenándole toda la mente de una luz casi palpable que llegaba hasta deslumbrarle por dentro de sus ojos . En mitad de esta luz, de repente aparecían las sombras, las dudas. Las dudas que le iban carcomiendo esa felicidad fugaz. – ¿habrá cambiado mucho? ¿Se acordará de mi? ¿Se habrá echado novia? Estos pensamientos le angustiaban hasta tal punto que sentía que se asfixiaba. Entonces se levantaba y se metía en la ducha para intentar deshacerse de la presión que sentía en el pecho. Después de haber repetido la operación un par de veces , consiguió adormilarse de puro cansancio.
    Eran las siete de la tarde, tenía tiempo suficiente para ducharse , vestirse y preparar una cena informal con lo que sabía que más le gustaba.
    A las diez de la noche sonó el timbre. ¡ Por fin había llegado! Después de tanto tiempo recriminándose no haber sido sincera con el , iba a tener una segunda oportunidad. De esta vez no pasaría ¡ Se iba a declarar esa misma noche!
    Se dieron un fuerte abrazo , un abrazo de hermanos que hace años que se separaron , de esos que duelen. Fue una cena divertida . El estuvo contándole sus divertidas anécdotas y situaciones venidas de la apertura de un negocio en un sitio remoto . Cuando se terminaron la primera botella de vino, la conversación dio un giro más profundo y sentimental.
    Amiga del alma, necesito contarte algo que he descubierto hace poco pero que se que llevo dentro desde siempre- le dijo cogiéndole la mano.
    Cuéntame sin miedo, ya sabes que estoy aquí para lo que necesites.- contestó mientras rezaba para sus adentros que sus esperanzas se vieran cumplidas al tiempo que aguantaba la respiración.
    Me he dado cuenta que soy gay y me he enamorado locamente del hermano de mi socio.

    …Y todo se oscureció…

  68. Clara
    29 febrero, 2020 at 09:57

    Hay dias que pesan,
    Son las entrañas que expresan,
    Inhospita existencia
    Que no encuentra claridad.
    No quiero esperar,
    Que cruda realidad.
    Oigo mis lamentos,
    Que se los lleve el viento;
    Que arda tu silencio,
    Yo quemo los recuerdos.
    Te suelto y despierto a otra forma de amar.
    Todo queremos que venga la lluvia,
    Que limpie las heridas, que gritan por sanar.
    Todos queremos, un viento sin furia
    Que se lleve lejos, toda la oscuridad.

    Un amor no correspondido o un amor que nunca llegara a ser. El amor narcisita, unidireccional. La carcel de nuestra ignorancia. Pajaros que no saben volar. Uno busca mientras el otro corre, siempre distantes; la sumisa y el que se sobreestima; un juego de poder desempoderante, desvalorizacion desbordante, en su raiz mas profunda, ninguno cree merecer el Amor.
    Yo, que quiero vivir en fusion contigo, desdibujar toda frontera y volvernos uno mi alma amada y tu, que quieres demostrar tu independencia, poner limites y barreras. Busacamos la libertad de espiritu entre flores marchitas.
    La inconcientada perfecta.
    Esta es otra historia de un amor que comienza y termina en el mismo punto: la separacion; el miedo a la perdida, el abandono. Antes de decirle que la amaba ya me dolian las memorias. Ante mi se desplegaba el pasado y de alguna manera ya sabia todo lo que aconteceria.
    El encuentro de nuestras almas, la fusion y desintegracion en unidad, en un estar presente y eterno; amor ancestral, pertenencia, descanso eterico. Exaltacion de belleza, Admiracion hipnotica.
    La distancia, las mascaras, la proteccion, la armadura, la indiferencia; el silencio, el abandano, el rechazo y el dolor.
    Siempre asi, un vaiven emocional.

  69. Adripat
    3 marzo, 2020 at 18:41

    Es esa Historia de amor que empieza en el colegio, cuando esos amigos se vuelven cómplices y sin darse cuenta se enamoran. Ahora todo es distinto, los mensajes cambian de color, las canciones tienen otro significado y el tiempo parece congelado cuando están juntos. Así pasan los días y parece que son el uno para el otro, sus familias, sus amigos y todos apuestan por ese amor bonito que parece ser eterno.
    Ella lo mira con admiración, todo en el se ve perfecto, su mirada, su sonrisa, la forma que tiene para hacerla sentir en las nubes. En su mente dibuja el futuro, la casa donde vivirán, a donde irán de vacaciones, como serán sus hijos, es una película hermosa .
    El por su parte alimenta sus ilusiones, le escribe cartas, le lleva regalos la invita a comer, la toma de la mano, la abraza para darle esa sensación de que la protege y estará allí para siempre.
    El tiempo transcurre, sumando años y desde afuera todo parece ser ideal, solo ella siente la distancia , entre ellos no hay discusiones magistrales o indicios de un tercero , los silencios comienzan hacer ruido en su cabeza . Las noches se hacen eternas para ella quien no encuentra una razón evidente y un consuelo a su llanto y poco a poco siente como dejan de ser uno .
    Sin esperarlo, ese día ella recibe un mensaje que marco el fin : “ No puedo explicarte por todo lo que estoy pasando , aunque quisiera quizás no lo entenderías. Contigo lo intenté , lo intenté cada día que estuve a tu lado y por un momento pensé que allí pertenecía , que podía ser y hacerte feliz , pero no puedo seguir luchando en contra de mi y de mis verdaderos instintos, no puedo amarte de la misma manera en que me amas”.

    Y así fue el final de una historia de amor que aunque pareció ser ideal nunca fue correspondido.

  70. Pyl
    11 marzo, 2020 at 03:26

    Una falta de amor…
    Un amor que se da, pero no se recibe….
    Un beso que se espera, pero queda solo en el deseo…
    Un abrazo, el roce de una mano que quedan en el pensamiento…
    ¿Quién lo sabe y quien lo dará?
    La receta para no sufrir más,
    Para no amar a quien no quiere ser amado
    O simplemente no por ti.
    ¿Cómo se calma este pesar?
    ¿Cómo se sana este sentir?
    ¿Cómo se deja de pensar?
    O mejor aún ¿Cómo se deja de desear?
    ¿Cómo dejar en el olvido un sentimiento tan profundo?
    Pero aquel que sepa que me diga por favor
    Que ya no puedo más, me está matando este dolor.
    Esa sensación de mil cuchillas en el corazón.
    Solo un beso te suplico, eso calmara mi tormento
    Prometo no pensarte más, o por lo menos hare el intento.

    • Ana
      17 marzo, 2020 at 23:04

      Muy lindo Pyl. Se siente el drama del amor no correspondido.

  71. Ana
    17 marzo, 2020 at 23:01

    Para Corina la vida era una sucesión de buenos momentos. Su aspecto físico muy acorde con los dictados de la época, su inteligencia y esa sonrisa perfecta, la posicionaron en la cima. Ese pico máximo de popularidad le permitió conocer personajes de la alta sociedad, artistas vanguardistas, jugadores de polo con haras propio y otras mujeres, ávidas como ella, de cazar alguna fortuna.
    Las interminables fiestas a bordo de yates, regadas con champán francés y otros estimulantes no tan legales, fueron el escenario de amores y sexo casi sin control. Corina era una ganadora en la vida. Todos la amaban y ella les creía.
    En su afán perfeccionista se ocupaba de cada detalle de su piso de soltera. Sillones, cortinas, cuadros, lámparas, el último modelo de televisor. Su casa era digna de una revista de decoración. Los proveedores conocían sus gustos y le preparaban algunas opciones para que ella eligiera y pudiera estar siempre a la vanguardia de la moda.
    En una de esas visitas a una casa de decoración que tenía sólo modelos exclusivos, lo conoció. Mientras conversaba amablemente y sonreía sin parar con el dueño del negocio, él apareció como por casualidad, la miró, dio una vuelta como distraído y volvió a salir por el mismo lugar por el que había entrado. El flechazo fue instantáneo.
    Mientras regresaba en su auto, imaginó las escenas más divertidas junto él. Paseos por el campo, dormir acurrucados en el sillón de la sala, jugar sobre la alfombra como dos cachorros. También lo imaginó a su lado cuando ella estuviera enferma y su cara volvió a iluminarse con el brillo de sus dientes tan blancos.
    A partir de ese día Corina volvió una y otra vez al local de la calle Arenales para elegir nuevos productos e intentar volver a verlo. En una de esas visitas, él apreció nuevamente y se sentó a su lado. Cruzaron miradas y se le erizó la piel. Un magnetismo único la atraía. Salió del local excitada y decidida a tomar la delantera en esa relación.
    – ¡Estás completamente loca, Corina! El caniche negro es mío y no lo vendo por nada del mundo.
    Corina lloraba haciendo hipo, mientras se le corría el maquillaje y abandonaba el local de decoración para no volver nunca más.

    • Patito
      25 marzo, 2020 at 00:21

      ¡Ana! Me ha gustado mucho tu escrito, no me esperaba el final, pero ha sido refrescante.

    • angel
      24 mayo, 2020 at 22:57

      Es un bonito relato. Muy divertido el final. Gracias por compartirlo

  72. Ana
    17 marzo, 2020 at 23:08

    Muy bueno María! Me gustan los textos con finales inesperados. Si puedes, pasa a leer el mío que va por esa línea.
    Saludos!

  73. Patito
    25 marzo, 2020 at 00:17

    Con pesar miró a la pareja que feliz oía las palabras del sacerdote en la tarima. Ella, vestida de un hermoso vestido blanco, vaporoso y con delicados detalles. Él, con un elegante traje negro de dos piezas hecho a la medida. Se veían perfectos. Con una tristeza absoluta, oyó el «sí» de la novia, para a continuación besar su ahora ya esposo. Todos en la sala gritaron eufóricos, llenos de excitación por el sucedo visto. Uno a uno, los familiares y amigos se acercaron a los recién casados para felicitarlos. Hizo el intento de acercarse y saludar también, pero sus destrozados sentimientos se lo impidieron. No podía soportar mas dolor en su roto corazón. Se sintió patético. Su mente, sin conciencia alguna, y con un aparente gusto por hacerlo sufrir, lo hizo recordar como poco a poco fue albergando en su pecho estos sentimientos. Era nuevo en la empresa, un becado, recién egresado de la universidad y con practicas por cumplir. No conocía a nadie, se sentía algo solo a la hora de comer. Con sorpresa miraba como alguien se sentaba en su mesa, Le platicaba, y comentaba que nunca antes lo había visto por aquí, por lo que suponía era nuevo. Era amable y gentil. Le explicaba como funcionaban las cosas en la empresa, con quienes debía de tener cuidado y demás. Todos los días se sentaban juntos, conversaban, reían, y se conocían mejor. La amistad fluyó, como algo natural y que debía de pasar. Gradualmente, y sin saberlo, se enamoró. Pasaron los años. Se quedó en la empresa, y ellos seguían siendo amigos. Entonces, un día, pasó. Le dijo que tenía pareja, que estaba muy feliz. Los años volvieron a pasar, y él seguía profundamente enamorado, sin decir nada a nadie. Y de pronto, ocurrió. Le llegó una invitación a la boda. Su pobre corazón volvió a romperse en mil pedazos, Y ahora, con lagrimas en los ojos, veía como el que había sido, es, y sería durante mucho tiempo el amor de su vida, besaba a la que era su actual esposa y recitaba palabras de amor en los odios de ella.

  74. Yolanda
    25 marzo, 2020 at 14:18

    UN AMOR NO CORRESPONDIDO

    Corrían los tiempos de mi juventud, despreocupada y alegre me entregaba a mis amigos como si no hubiera un mañana, durante esa despreocupación conocí a Pepe, era guapo, estatura media, moreno, tenia los rasgos de un hombre a pesar de no rozar siquiera los 18 años. Pepe caló inmediatamente en mi corazón, era amable, simpático, extrovertido, con sólo mirarme me hacía sentir que era la única chica que había en el mundo. Enseguida nos hicimos amigos, quedábamos todo el rato, nos sentábamos a tomarnos una cerveza y reíamos sin parar mientras hablábamos de todo lo imaginable, de nuestros amigos, nuestros padres, los sueños que teníamos para el futuro. Durante esas interminables charlas, comencé a sentirme fuertemente atraída por Pepe, y con esa irresistible atracción salieron a flote mis mas terribles debilidades, pronto me empecé a sentir insegura ante él y mi mente cada vez me traicionaba más y más, me estaba enamorando. Lo único en lo que pensaba era en él, lo único que quería era estar con él, lentamente y sin darme cuenta, empecé a acosarlo, quería saber donde estaba y con quién, definitivamente me estaba volviendo loca. Después de recapacitar pensé que lo mejor era ir lentamente y despacio, seguir como estábamos y cuando estuviera segura, le declararía el secreto y profundo amor que le tenía.
    Me seguí viendo con Pepe, intenté que nada se me notara, no quería que él me rechazará, continuamos con nuestros encuentros, pero estos cada vez se distanciaban en el tiempo, me ahogaba por dentro, cada día que pasaba era una tortura y yo sólo quería contarle lo que sentía, me imaginaba besándonos, paseando mientras el pasaba su brazo por mi cintura, abrazándonos mientras veíamos una película o dándonos un pico mientras veíamos escaparates, mi imaginación no tenía limites, cada día que pasaba me sentí más enamorada.
    Era jueves y ya había pensado que el siguiente fin de semana me tiraría a la piscina y le contaría lo que sentía por él, no podía imaginarme lo que iba a suceder, lo tenía todo organizado. Le llamaría el viernes para quedar el sábado por la tarde en nuestra terraza preferida del centro de Madrid, le había comprado un pequeño regalo, un llavero que eran dos corazones partidos, ya me estaba imaginando la escena, le daría el suyo y yo sacaría el mío y entre los dos los uniríamos. Aquel día el se presentó con mi mejor amiga……..

  75. maria jose soto
    4 abril, 2020 at 05:15

    MI LUZ
    Una historia voy a contar, tan triste que no se podrán imaginar, sin embargo, tan realista será.
    Estaba ahí, acostada en mi cama, viendo el tiempo pasar, mirando el techo e imaginándome el mar.
    No obstante, por mi mente paso un pensamiento que me transformo, pensé: “y si alguien está peor que yo?”.
    Por arte de magia pensé en ti, me pregunté qué hacías: si llorabas o reías, así que te escribí.
    Me contaste tus pasatiempos, tus inseguridades y tus secretos.
    Me di cuenta de que antes no te conocía, que eras una persona que pasaba desapercibida, hablamos como 2 horas, quien iba a imaginar que al día siguiente iba a tener la necesidad de hablar contigo de nuevo, por ese recuerdo, ese periodo de tiempo que me hizo sentir normal, no como un bicho raro como los demás siempre me miraran.
    Así que después de verte, verte mas feliz, supuse que era por mí, me arriesgué a escribirte nuevamente, ¿y qué crees? Me respondiste alegremente.
    El tercer día no te escribí yo, lo hiciste tú.
    entonces imagine que te gustaba hablar con este desastre que soy.
    Así, los días fueron pasando, alegría, risas, tristezas, llantos…
    Fuiste una luz y esperanza en este túnel en el que me encontraba.
    Al final todo se fue a la mierda cuando me fui enamorando de ti, sin embargo, mi verdadero error fue creer que tu sentías lo mismo y para mi sorpresa no fue así.
    Te lo dije una noche fría, sola y sin compañía.
    Quise llamarte, pero tú no querías, al fin y al cabo, te dije lo que requerías.
    Pronuncie “te quiero”, esas malditas palabras que echaron todo al fuego.
    me dijiste que tenías a alguien más, que nunca lograras superar. Mientras tanto, yo me puse a llorar porque tú, mi luz, no me volviste a hablar igual.

  76. ARA
    12 abril, 2020 at 21:36

    —El informe financiero trimestral Señor Montesinos.- dijo Elisa deslizando suavemente la carpeta sobre el escritorio de ébano, mientras su hombro desnudo rozaba levemente el de su jefe. Desde un año este era el mayor placer que podía permitirse

    Entró en la empresa hace más de diez años y rápidamente destacó entre el personal administrativo y fue hace un año cuando optó al puesto de secretaria principal del señor Montesinos, aunque podría haber acabado en alguno de los otros puestos que quedaron vacantes en los últimos años, muchos más ambiciosos y mejor pagados. Pero Elisa solo ambicionaba estar cerca de él.

    El primer día de trabajo llegó diez minutos antes, estaba nerviosa, después de la crisis era muy difícil encontrar un trabajo y por fin tenia una oportunidad que no podía desaprovechar. Esperando en el recibidor principal del edificio a que llegara el ascensor alguien le dijo suavemente: – ¿Su primer día? Bienvenida, soy Alberto Montesinos del departamento de Controlling Financiero. Elisa reaccionó con dificultad, hasta el segundo café del día sus capacidades no eran plenas. – Si, ¿como lo ha sabido? Soy Elisa, es mi primer día en administración. Contestó ella ligeramente sorprendida. – Conozco a todo el mundo en la oficina y veo que ya tiene pase de empleada. Es muy temprano, su responsable aun no habrá llegado, deje que le invite a un café mientras le enseño la oficina.- contestó el con una sonrisa que hizo más efecto que el segundo café del día para Elisa activando en ella un torrente de electricidad que recorrió por todo su cuerpo.

    Aquella mañana él le enseño la oficina mientras iban hablando sobre la vida con un café en la mano, ella se sentía como una dama de alta alcurnia que era presentada en salones de té al resto de la alta sociedad. Fueron los treinta minutos más confusos de su vida, la ilusión del nuevo trabajo se evaporaron por lo que sentía por esa persona quince años mayor que ella. Sabia que era un amor imposible, al poco descubrió que estaba felizmente casado con una preciosa familia, por lo que aprendió a controlar su pasión pero nunca desapareció. Así pasaron los años entre miradas que se perdían sin retorno, admiración oculta y pasión secreta.

    Gracias por el informe Elisa, ¿estás bien? Parece que quiera decirme algo.- contestó el señor Montesinos mientras sentía el contacto del hombro y los ojos clavados de ella. -Nada señor, esa corbata roja le queda estupendamente.- contestó Elisa desviando la mirada de sus secuestradores ojos azules

    • María Cervera
      17 septiembre, 2020 at 10:31

      Muy bien narrada la historia. Veo algún error ortográfico.
      Al leer tu relato, tengo más ganas de saber que pasa con Elisa y el Sr. Montesinos.
      Señal de que lo has hecho muy bien.

  77. Sheila Peña
    29 abril, 2020 at 01:32

    Bien, «amor no correspondido», a día de hoy pienso, que lo que no es correspondido no tiene que doler tanto, pero es así, con los años lo sabes sobrellevar mejor, pero la primera vez es dolorosa, tanto como si te estuvieran dando palos en la espalda, pero este «palo» es de un golpe y en seco, y te marca. Sientes quizás, vergüenza, tristeza, e incluso puedes llegar a pensar que el mundo se desmorona a tu alrededor, que la vida solo está focalizada en esa persona, pero lo que no sabemos es qué, cuando tengamos que partir, nos iremos solos de aquí, de este mundo, y nos llorarán tanto que desearían que volviéramos, pero, es imposible. Ciñámonos a, querernos más, y rompernos menos el corazón, con falsas expectativas. A veces, decir poco, cuenta mucho, y no hace falta expresarse con densidad, porque lo que abunda a veces agota en ciertos ámbitos, y eso, la gente no lo quiere ver.

  78. Laura C. D. F.
    10 mayo, 2020 at 23:34

    Puede que no conozca el amor no correspondido personalmente, pero puedo tener una percepción, quizás vaga, de lo que puede ser y del dolor de lo que la no correspondencia puede provocar.
    El amor de por sí es casi inexplicable. Dicen que es mejor no expresarlo con palabras, sino mas bien con acciones.
    Definitivamente concuerdo con esa ideología. El amor es un sentimiento tan complejo como la vida misma, que muchas veces no se debería definir en un idioma, o por medio de gramáticas u ortografías, basta con actuar. Nuestras acciones ante ciertos eventos o situaciones que involucren personas a las que amamos (o no) muchas veces definen ese amor que podemos guardar o expresar.
    La falta de afecto se podría interpretar en acciones o sentimientos como la indiferencia, la falta de atención, el rechazo, el repudio, el odio, entre otros. Puedo también relacionar un amor no correspondido como aquel que siente una mujer por un feto que no quiere que siga creciendo en su interior y comete un aborto. A pesar de que ese ser aún no haya nacido, necesita una vez ya formado, el amor para continuar con vida, de lo contrario muere. Incluso para nacer se necesita el amor correspondido de una mujer hacia el feto, o hacia la vida misma.
    Consecuentemente, necesitamos el amor de una madre o de seres allegados para que los hijos, o criaturas, en sus primeros años, puedan crecer con bien en todos los sentidos. La falta de amor supone y puede convertirse en la causante de posteriores faltas de valores y complicaciones varias a medida que pasan los años.
    Y luego están los amores (o desamores) en la adultez, clásicos inspiradores de superación, o ya sea, represión personal, que te convierten en una persona plena o en la más miserable que puede existir. Y es que el amor, dependiendo de que tanto lo priorices en tu vida, puede definir tu presente y tu futuro.
    A veces damos todo por amor. Tanto que se puede volver una obsesión más que una inspiración. No obstante, quien tenemos al lado puede que no ame, o no corresponda con la misma intensidad o con la misma profundidad.
    El amor no correspondido es una calle de una sola vía, donde no hay líneas de retorno; una conversación en una sola dirección con preguntas donde no hay respuestas; un mar de ilusiones donde solo hay mareas bajas.

  79. Marla Piñero
    12 mayo, 2020 at 22:06

    Era una época llena de sueños, de alegres momentos, dos jóvenes se habían advertido uno del otro entre un vasto grupo de personas reunidas aquel verano para compartir entre juegos mucha diversión.

    Entre el ir y venir a espacios al aire libre y actividades divertidas llego el amor tan deseado a la vida de aquella joven un tanto tímida pero con mucha disposición de compartir con el hombre que se fijaba en ella, con aquella mirada diferente y más interesante que todos los demás. Ella se permitió volar de emoción y sintió por primera vez “mariposas en su estómago” que le hicieron brillar sus ojos verdes, haciéndolos resaltar junto a sus cachetes naturalmente rosados.

    Él era un joven estudiante, muy formal, lo analizaba todo a su paso. A lo que a ella le resultaba un poco exagerado, pues su sentir era más espontaneo a la hora de ver las cosas. Pero aquel chico de mirada intensa y gran sonrisa logró tener toda su atención y por durante ocho meses ella se sintió especial, idealizándolo sin pensar.

    Siempre contaron con poco tiempo para verse. Entre unas escusas esta vez y otras la semana siguiente a aquella chica no le parecía justo el poco interés de él por estar juntos y divertirse. Solo basto que la abuela de la joven tempestivamente muriera y cuando él no se hizo presente terminó por llenar su cabeza de dudas y su corazón de una gran decepción. Preguntas se hacían presente: Qué le pasó? Dónde está que le necesito cerca y no se comunica, ni aparece? Ya a pocos días aquel amor también estaba en duelo, y unido al de la nona, solo quedaba esa chica inconsolable que no entendía el porqué.

    Luego del tiempo justo para ir en busca de una explicación cara a cara, él tan solo se justificó en que había llamado y le habían exigido se alejara de ella. Aquella plaza se oscureció de pronto a media tarde, pero pudo ver que si él no la había buscado por estar juntos y apoyarla en su perdida no merecía seguir amándolo sin ser correspondida. Tomó su amor propio y le dejó a su gusto. El viaje de regreso fue largo en aquel autobús deprimente, lleno de gente extraña que la veía secarse sus lágrimas que expresaban el dolor profundo de un amor sin vuelta atrás.

  80. Marla Piñero
    12 mayo, 2020 at 22:09

    me gusto tu amor no correspondido

  81. Liliana
    22 mayo, 2020 at 19:54

    Noche de verano con una brisa fresca lo esperaba, me había solicitado pasar por un libro de contabilidad que hacía tiempo lo dejó olvidado. Como sea era una oportunidad que me colmaba de alegría e inquietaba el corazón habían pasado unos cuantos días desde que nos separamos o desde que decidió tomar otro camino.
    Cuando llegó, lo sentí como siempre amable, cariñoso, estaba convencida de volver a conquistarlo de borrar esa etapa atroz que estaba atravesando, sacar de mi la angustia, no comprendía como siete años de relación se iban por la borda sin sentido.
    Su mirada me transmitía la misma pasión, su seducción y la mía no daban lugar a otro pensamiento. Siempre fuimos pasionales, animales instintivos, fogosos, con solo rozarnos nos erizábamos.
    Y así lo sentí y no dudé en comenzar tras una breve charla a jugar el juego del cortejo cual si fuéramos animales en celo. Y ahí estábamos besándonos como siempre, tocándonos como siempre, como si quisiéramos fundirnos en un solo ser, cuando de pronto me toma de los hombros y me retira de modo rápido pero suave me mira a los hijos y me dice:
    -No, no es correcto.
    Yo insisto, el me toma de la mano y me lleva hacia la puerta desde el patio pasamos por la cocina, el comedor- living y hasta llegar a la entrada me parecía infinito ese camino, no quería. Deseaba rogarle que por favor no se fuera.
    Una vez en el portal me mira y con su mejor mirada compasiva me dice: – ¿Sabes porque no, quieres que te dé una razón para no hacerlo? Lo miré y asentí.
    -Me caso.
    Sentí morir romperme en mil pedazos, aturdida y sin sentido. Lo vi partir.

  82. angel
    24 mayo, 2020 at 22:32

    —El día de tu dieciocho cumpleaños, podremos al fin tocarnos
    Apenas sería yo una recién nacida cuando él hizo esa promesa. Le bastó oír mi llanto de cría desvalida para enamorarse de mí. Todos son así, esa es su naturaleza
    A mí, al principio, la idea de aproximarme a esa cosa me causaba repulsión. Nací en cautividad y para mí la naturaleza era cuestión de plástico y barrotes. Tardé años —años de los míos, no de los tuyos— en darme cuenta de que aquello que había tras los barrotes era el mundo, y que ese mundo se extendía mucho más allá de mi jaula, más allá incluso de los muros del exterior.
    Tenía cinco años cuando viví mi primer cambio de estación —años de los míos no de los tuyos— y entonces el escenario cambió. Fueron tan solo unos metros, apenas veinte pasos entre la terraza y la cocina, pero el cambio de escenario era inconmensurable: unos seres divinos que dedicaban su vida a cantar y volar fueron los primeros en llamar mi atención. Uno siente más afín lo que es de su propia naturaleza —Es por eso que tú calculas mis años en relación a los tuyos. Como a todas las mascotas, nos asemejas a ti.—
    También estaba él, un enorme mostrenco de madera y brotes verdes que escalaba hacia mí
    —El día de tu dieciocho cumpleaños podremos, al fin tocarnos
    El resto de los pájaros, los que no estaba enjaulados, se posaban en él y pensé que tal vez no fuera tan malo. Poco a poco fui venciendo mis reticencias y asumiendo que amor a un árbol era de lo más normal dada mi naturaleza. Después sus bravos esfuerzos primaverales sus ramas estaban muy próximas a mí. Justo como había calculado, el día antes de que cumpliera mi mayoría de edad estaba ya apunto de tocarme. Para aquel entonces ya dormía en casa, pero aún me sacaban a la terraza en las horas de sol.
    Recuerdo que la mañana de mi cumpleaños oía un extraño ruido antes de salir. Cuando lo vi me di cuenta de que era el ruido de una sierra mecánica. Lo habían podado. Y mejor así, cualquiera puede entender ahora que haya decidido cortar relaciones con ese mutilado.

  83. Esther
    4 junio, 2020 at 17:58

    Rita salía del trabajo con unas ganas locas de llegar a casa. Estaba muy cansada, pero al llegar a la puerta de salida, su amiga y compañera Laura, la convenció para ir a tomar unas copas a un bar cercano a la oficina. Comenzaron a charlar y enseguida aparecieron bastantes compañeros y se unieron a ellas. Rafa les presentó a un amigo suyo llamado Pol. Era un chico muy guapo y enseguida congenió con todos ellos. Rita se enamoró desde el primer momento. Así fue, como Rita y Pol empezaron su relación, hacían una pareja muy bonita. Pasaron los meses y un día Pol le dijo a Rita que sus padres querían conocerla y habían organizado una fiesta en su honor. Los padres de él eran una de las familias más ricas de la ciudad, tenían un importante bufete de abogados donde Pol era uno de los más respetados. Rita estaba muy nerviosa por dicha fiesta y le dijo a su amiga Laura que la acompañara a ir de compras para elegir el atuendo más adecuado para la ocasión. Al final se decidió por un vestido de gasa negra con un chal plateado, los zapatos y bolso a juego. Se hizo un elaborado recogido en el cabello y un maquillaje suave y se fue hacia la fiesta. Pol la estaba esperando en la puerta y cuando la vio no pudo más que soltar un “guau”, realmente estaba preciosa. Una vez dentro hizo las presentaciones primero a sus padres y hermanos y luego a todo el que estaba por allí en la fiesta, los padres de Pol quedaron maravillados con la hermosa mujer que estaba saliendo con su primogénito. Pasados seis meses de relación en lugar de ser una novia feliz y alegre la muchacha estaba triste y melancólica, Laura se dio cuenta de dicho comportamiento y habló con amiga. Rita le contó que estaba muy bien con Pol pero con el tiempo que llevaban juntos no habían pasado de un beso, le había preguntado a él si pasaba algo pero por respuesta le dijo que era muy tradicional y no quería tener una relación sexual hasta llegar al matrimonio, ella lo aceptó pero había algo en su comportamiento que no le acababa de cuadrar. Laura le aconsejó volver a hablar con él. Rita finalmente decidió al terminar el trabajo acercarse a casa de Pol y volver a intentar conversar sobre el tema. Cuando llegó a su casa llamó al timbre varias veces, pero nadie abría, ya estaba a punto de marcharse cuando Pol abrió la puerta y se disculpó por haber tardado en abrir. Rita le dijo si no la iba a invitar entrar, él muy nervioso no sabía si dejarla entrar o no
    – ¿Qué pasa Pol? Preguntó ella –
    – Nada pasa, pasa dijo él –
    Ella entró y lo miró extrañada no entendía nada de la situación, estaba muy tenso. De repente escuchó una voz masculina llamando a Pol, miró hacia la escalera que daba al dormitorio y apareció un chico más joven que ellos con una toalla en la cintura y el torso desnudo. Rita se quedó muda e interrogó con la mirada a su novio:
    – ¿Qué está pasando aquí Pol? Pudo preguntar al fin –
    – Verás Rita todo tiene una explicación – él
    – Estoy esperándola –
    – Sentémonos y te cuento todo.
    Pol le explicó que era gay, dada su situación familiar, el estatus social de su familia no podía explicar la verdad sobre su sexualidad sería una vergüenza para sus padres y él sería desheredado y expulsado de su familia. Cuando la conoció a ella vio su vida solucionada, pues podría llevar una doble vida junto a ella, ya que, Rita había sido aceptada por toda su familia. Rita quería perderse y no volver nunca más a enamorarse, Pol le propuso seguir con la farsa y a cambio ella podía pedirle lo que más quisiera en el mundo, ella le miró a los ojos y le dijo que lo sentía mucho pero que no iba a seguir con él solo por contentar a su familia. Se dijeron adiós ella con mucho dolor en su corazón porque le había querido mucho y no podía perdonarle que la hubiera engañado. Después sola en casa decidió que aquello no le podía afectar a su vida, que era joven, bonita e independiente y que tenía por delante mucho tiempo para disfrutar y de nuevo encontrar el amor.

  84. Monse
    10 junio, 2020 at 06:23

    Se sentó en aquel banco tan importante para ella mirando al frente, perdiendo la vista entre los árboles esperando que la chica que dejó en la fiesta apareciera un momento aunque fuera solo un poco, solo quería verla por última vez, porque sabía perfectamente que luego de la confesión que se dijo en aquella fiesta cambiaría todo, ya no podría verla y se negaba a alejarse sin verla una última vez, solo quería mirar sus ojos castaños con ese brillo especial que le pertenecía a ella, necesitaba su sonrisa para ver si le podría subir el ánimo como siempre lo hacía, pero sabía que ella no iría, no lo haría, así que se debería irse de su vida sin verla una última vez. Desvío la mirada cuándo una pareja apreció por el sendero de adoquines, caminaban de la mano bajo un paraguas que evitaba que se mojaran, estaban en su mundo y no se dieron cuenta de la chica empapada que los miraba con añoranza bajo la tenue luz de un faro, limpió sus lagrima con las manos y llevó la mano al pedazo de banco que quedaba a su lado, acariciando la madera como si se tratara de su mayor tesoro, recordando todo lo que había pasado en ese mismo lugar, cerró los ojos con fuerza sacando la mano de la madera dejándola en su regazo, tratando de alejar esos recuerdos dolorosos pero lo único que veía era a ella, a su enamorada, la única chica que amó realmente, la veía como la había dejado en la fiesta, gritando su nombre para que parara.
    Abrió los ojos cuándo sintió una persona sentarse junto a ella, enfocó la vista en la chica que se sentó a su lado, el cabello mojado caía por su rostro, buscó sus ojos tratando de ver esa chispa pero solo encontró dolor, ella también sabía que se alejaría, que ya no estaría a su lado, no dijeron palabra alguna, solo se miraron, ambas con dolor en su mirada, una con el dolor de perder a su mejor amiga y la otra por haberse enamorado de quién no debía.
    Se quedaron mirando durante toda la noche y al día siguiente cada una despertó en su cama, levantándose, yendo al instituto y cuándo se vieron en el pasillo, en la cafetería frente a su mesa, en sus clases, su reacción fue la misma, como si fueran desconocidas.

  85. Ana María
    17 junio, 2020 at 00:10

    Escuche cómo se rompió mi corazón, me era imposible respirar, las lágrimas corrían como ríos, en el pecho sentía una opresión tan fuerte que parecía tener un bloque de concreto encima, mis oídos silbaban, mi cabeza iba a estallar, por Dios, nunca había sentido tanto dolor, ni cuando murió mi madre. De nuevo el rechazo se hacía presente y repetía el patrón de salir con un hombre casado, la vergüenza del reclamo con justa razón de su mujer, me había mentido al decirme que ya no estaba con ella, y yo le creí, tal vez por mi necesidad de amor, de sentirme amada y recibir atención; no podía pensar, todo me daba vueltas al descubrir la verdad, la que todos a mi alrededor me habían advertido, en qué momento me puse la venda en los ojos, porque mi negación a ver la realidad.
    Este dolor, me lleva como un meteorito a la velocidad de la luz a mis recuerdos; recuerdo que tenía 8 años cuando mi padre me recogió en el Instituto, iba en un carro rojo convertible, me estaba esperando a la salida, no podía créelo, mi padre iba por mí!, era tan poco el tiempo que lo veía, mi corazón salto de alegría, corrí al auto, vestía mi jumper rojo, mi cabello corto, mis calcetas blancas y él, lucía tan guapo, con su sombrero de ala corta, saco sport, camisa blanca, tenía una sonrisa encantadora, bigote bien recortado, cabello peinado con brillantina, realmente amaba a mi padre. Subí al auto y nos pusimos en marcha, iba tan feliz con el viento despeinando mi pelo, me sentía tan realizada al lado de mi padre que jamás vi venir sus palabras que sonaron entrecortadas y casi como en un susurro.
    – Anita, vine por ti porque necesito decirte algo, sabes, me voy de casa, voy a vivir en otro lado y no nos veremos por un tiempo…..

    Ya no escuche más…

  86. Ángeles
    17 junio, 2020 at 07:45

    El amor y el romance no eran sentimientos con los que estuviera relacionada. Venir de un hogar inestable y ser hija de una mujer que no sabía de amor y cuyas relaciones románticas no duraban, jugó un gran impacto en ella. No tenía ni un poco de fe en tal cosa como parejas destinada o romances de cuentos de hadas, tales cosas eran nulas en su vocabulario. Cada vez que oía a alguna de sus compañeras de clase llorar por amores no correspondido, la tenían rodando los ojos durante lo que la perorata duraba. Odiaba con pasión el romance y en los pasillos del campus, todo el mundo estaba al tanto de esto. Por eso, todo el mundo sentía lástima por el chico que estaba tan obviamente enamorado de ella y que a falta de ser correspondido se había entregado a amarla sin condiciones aun que fuera sólo un amigo.
    —Hombre, deberías rendirte— le había dicho una vez su compañero de banco al pillarle, nuevamente, observando a la joven de cabellos rizados como si fuera todo su mundo.
    El había suspirado y sonreído— No puedes simplemente rendirte con alguien a quien amas tanto, sólo se rinde el nunca ha amado— y por que el la amaba es que permanecería a su lado, hasta el día en que ella le pidiera que se marchara. Por que al fin y al cabo, ella no le pedía aún que le dejara.

  87. Guadalupe Cruz
    19 junio, 2020 at 20:46

    Cuando te vi llegar mi corazón comenzó a latir. No podía ser posible tan maravillosa coincidencia. Anunciaron el concierto una semana antes, y ahí estaba escrito tu nombre, eras el director de la orquesta sinfónica de la UNAM.
    Me apuré para salir de la clase de matemáticas (que dicho sea de paso, es la que más me gustaba) para alcanzar un lugar en la primera fila. No es muy común que tengamos conciertos de esa magnitud en la escuela, así que en pocos minutos el lugar estaba abarrotado, había estudiantes hasta pegados en las ventanas. Pero yo tenía mi lugar asegurado, justo frente a ti.
    Recordé porqué me enamoré de ti desde la primera vez que te vi en el concierto en el hogar de huérfanos de Acolman. Tu sonrisa enmarcada por ese par de profundos hoyelos, tus ojos verdes, tu piel morena, y tu forma de conectarte con los niños y enamorarlos de la música.
    Hacía mucho calor ese día, pero tú llegaste tan elegante con tu frac. Tomaste tu lugar, levantaste la cola del saco, hiciste la indicación para comenzar a tocar la pieza; los aplausos no se hicieron esperar. Justo cuando debía iniciar la música, decidiste quitarte el saco y aventarlo al público, acompañado de esa tonadita como si fueras a hacer un desnudo en pleno concierto: tará rara rarán, y eso ocasionó una ovación al punto del éxtasis entre el público, incluida yo.
    ¡Qué emocionante! Recuerdo que tocaron la Serenata Nocturna de Mozart. Yo te miré embelesada durante todo el concierto. Si tan solo voltearas a verme. Aún así no me importaba nada. Te disfruté cada minuto hasta el final como si solo estuviéramos tú y yo. Cada vez que volteabas hacia el público, hacías un giño, sonreías y comentaba algo sobre la música y los instrumentos yo me derretía y suspiraba.
    Me acerqué a saludarte con el pretexto de que eras amigo de mi prima. Tú con la amabilidad que te caracteriza, me saludaste y nada más. Yo te seguí viendo desde lejos en varios conciertos, hasta coleccioné recortes del periódico. Tú nunca me viste, pero me bastaba con verte a ti en cada concierto.

  88. Fabrizio
    10 julio, 2020 at 05:35

    Querida Gabriela:

    Sé que no debería escribirte esto, pero debo sincerarme al menos en esta carta. Yo sé que estás casada (si recuerdas que hasta fui a tu Boda), y han pasado los años. Ahora tienes dos hermosas niñas y te veo felizmente casada.
    Quiero contarte que sigues siendo el amor de mi vida, a pesar que han pasado más de 8 años que dimos por terminado lo nuestro. Incluso a veces sueño que vuelves a mi lado… no lo tomes a mal, pero en mi sueño quedas viuda (cosa que no deseo) y que corrías de nuevo a mis brazos.

    Te sueño, y muy seguido. No es que nunca haya superado tu partida, sino que puedo decirte que eres el amor de mi vida. Si aún te lo preguntas… quise que siguieramos siendo amigos después de nuestro tiempo como novios, pues me es imposible dejarte partir. ¿Qué si me dolió ir a la celebración de tu boda? ¡Claro que sí! Pero me gusta flagelarme, al menos si se trata de ti. Incluso pensaba ese día en la iglesia que pasaría como en las telenovelas y dejarías el altar para escaparte conmigo ¡vaya imaginación!

    Me gustas, y mucho. Te amo y más que demasiado. Ahora que estás casada yo sé que no hemos sido los amigos que pudieramos ser, pues ahora pasamos a ser unos simples conocidos que se tienen cariño. Respeto mucho tu matrimonio y creeme que no me quiero meter en problemas con tu marido.
    El motivo de esta carta es para despedirme. No en vida, quiero aclarar. No te asustes. Quiero cerrar este libro. ¿De qué sirve mantenerlo abierto si ya no se volverán a escribir capitulos de lo nuestro? Es tiempo de dejar de imaginarte y guardarte en mi corazón. Quiero que entre otra persona. De la que me sienta igual o más enamorado que de ti.

    Quiero que sepas que siempre serás un bello recuerdo, pero que dejaste escapar al tipo con el que hasta hoy en día sé que quieres y también amarás en silencio hasta quien sabe cuando, si es que yo me voy al cielo primero o tú ¡qué sé yo!

    Me cansé de ser ese pendejo que lo dio todo por ti, para que me cambiases por un ranchero con dinero.¿Qué te dio? ¿Qué te hizo para que me dejaras a mi y corrieras tras él?

    Hasta siempre.
    Fabrizio.

  89. Alfredo
    11 julio, 2020 at 08:03

    Después de mucho tiempo sin salir, encerrado en mi ser, en el miedo… decidí intentar continuar con mi vida, sabía que sería difícil, pero sería mejor que pudrirse en aquellas cuatro paredes de las cuales no me atrevía dejar.
    Encontré un empleo bastante rápido. Era mal pagado y la mitad se me iba en transporte; pero era los suficientemente alejado y tranquilo como para molestarme.
    Pasé meses allí, sin dirigir muchas palabras a nadie, bastante solitario y serio (como siempre), hasta que la ví. Era una belleza, aquel cabello de seda color azabache, una piel tersa y clara, pecas que parecían canela espolvoreada, unos labios sutiles, delineados, sublimes… y aquellos ojos, eran imanes para mi mirada, eran un par de perlas con un grabado café claro, que me hacían querer saber mas de lo que había detrás de ellos.
    Me acerque temeroso, pero intentaba mantenerlo dentro, para no causar una terrible primera impresión. Le pregunté la hora y pocos segundos después le pedí que me dejase dedicarle unas cuantas palabras. Desconcertada acepto y en ese momento le dije:
    -Tienes los ojos mas bellos que alguna vez haya visto, atraen a mi ser y lo hacen querer saber mas de estos y tal vez poder abrir aquellas puertas al alma-
    Ella quedó indiferente, sorprendido esperé una respuesta; pero lo que recibí fue una risa burlona y una fría despedida.
    Me puse de nuevo aquella máscara de soledad y seriedad… y seguí mi camino.

  90. Mildred Niño
    22 julio, 2020 at 04:03

    Acahual

    Ella era un girasol alto, de pétalos perfectos, siempre altiva con su mirada fija en el oriente, su nombre era Acahual. Selene, por su parte era algo extraña, se le veía casi siempre de noche, de lejos parecía hermosa y tranquila, pero en el fondo era oscura y misteriosa. Todos los días al atardecer Selene podía ver desde su residencia el valle de los girasoles donde vivía Acahual, la miraba fijamente y cada día pensaba en una excusa diferente para acercársele, pero todo terminaba allí en su mente y no se atrevía a hablarle. Acahual por su parte, aprovechaba la noche para descansar, así que eran pocas las veces en que se percataba de la presencia de Selene.
    Una noche de verano Acahual no podía dormir, así que levantó sus ojos al cielo contemplando la belleza de Selene, esta oportunidad era única, no podía ser desperdiciada, así que Selene se armó de valor para poder pronunciar las siguientes palabras: hoy mis vecinas las estrellas se han ido de fiesta, por eso me ves tan sola. No las había echado de menos, contestó Acahual, encuentro muy interesante tú halo de luz. Acahual no podía creer lo que escuchaba, en toda su existencia no había deseado algo tanto y ahora que lo había conseguido, le parecía increíble, creyó que estaba soñando.
    Acahual y Selene se encontraban una que otra noche y sus conversaciones eran largas y amenas, Selene tenía mucho que contar, era un alma vieja, tan vieja como el mismo mundo; ella le narraba historias sobre la creación del universo y el girasol la escuchaba atentamente; al final de estas tertulias Selene pensaba en expresarle su amor a Acahual, pero no se atrevía. Las estrellas animaron a Selene a confesar su amor, le dijeron que vida sólo hay una, que no tenía nada que perder.
    Aquella tarde de septiembre, Selene salió más temprano y con voz firme y decidida se dirigió a Acahual: “Eres el girasol más lindo que he visto en mi vida, me encanta todo de ti y te amo desde antes de conocerte”. Acahual la miró fijamente y solo pudo contestar con la verdad: “Mi corazón tiene dueño desde que nací y lamento decirte que su brillo supera el tuyo y es por eso que lo amo, amo al Sol y no puedo evitarlo, es mi naturaleza.”

    • 24 agosto, 2020 at 18:22

      Me ha encantado.

      Las descripciones, justas, sin dejar nada en el tintero pero sin aburrir.
      Y la historia, me encanta. ♥

  91. Asara
    27 julio, 2020 at 21:46

    A lo largo de mi vida, he vivido en varios lugares. Cuando era pequeña, creo que no exagero si digo que asistí a más de seis colegios. Cuando tenía siete años, sentí por primera vez las famosas «mariposas en el estómago». Se llamaba Ricardo. Evidentemente, el niño era popular y llamaba la atención. Era un «malote» y a mí me encantaba. Pero cuando tus padres están separados y las circunstancias son complicadas, el viento puede cambiar en un momento y llevarte a otro destino. Y así sucedió. Tres años después, los trajines familiares me llevaron de nuevo a mi antigua escuela. Y ahí, haciendo cola para entrar en la clase, estaba Ricardo, más guapo incluso de lo que lo recordaba. Y también más «malote», como pude comprobar más adelante. Pasaron dos años de tonteo infantil e inocente (bueno, yo tonteaba con él… y él tonteaba con veinte) y cuando ya estábamos por entrar en la etapa de la adolescencia, me cambiaron de escuela de nuevo, esta vez, en la misma ciudad. Sin embargo, no vi a Ricardo hasta tres años después, cuando yo ya tenía unos quince. Aquellos que estén leyendo estas palabras y sean de España entenderán mejor que nadie la oportunidad que las fiestas de verano de los pueblos presentan para el «ligoteo». Y una de esas noches, entre el gentío, divisé a Ricardo. En mi estómago ya no había mariposas, había pegasos en guerra. Me acerqué y me sonrió. Tras un intercambio breve de palabras que ya no puedo recordar, me preguntó si quería que nos fuéramos a «dar una vuelta». Y una no iba a decir que no. Durante ese paseo que yo había soñado tantas veces desde que lo conocí, me besó. Yo estaba en las nubes. Volvimos a la marabunta y allí el se fue con sus amigos y yo con mis amigas, a las que evidentemente conté con todo detalle todo lo que acababa de acontecer. Mientras aún saboreaba mi éxito, eché un vistazo al panorama con ojos soñadores, esperando encontrar los suyos. Supongo que se puede decir que los encontré… cerrados y casi pegados a la cara de otra chica. Y ahí experimenté mi primer desamor. Jamás se me olvidará el dolor punzante que sentí en el pecho… esa y dos veces más esa misma noche. Ricardo andaba coleccionando besos y yo penas. Pero si pensáis que esto me sirvió de lección y que me dejó de gustar en ese mismo instante, ¡es que no sabéis nada sobre las mujeres adolescentes!

  92. Cristina SR
    4 agosto, 2020 at 18:54

    El único amor correspondido, es el amor a uno mismo. Y es el más difícil de conseguir. Me pides que te hable de mi amor no correspondido y en tu cabeza en seguida das por sentado que te hablaré de alguien que me rompió el corazón. Porque hemos crecido embutidos en un sistema de falsas e inventadas necesidades tan arraigadas que albergar siquiera una alternativa nos empuja a un precipicio de incomprensión, locura y desasosiego.

    Mi amor no correspondido tiene que ver conmigo. La discordancia entre mi esencia, mi espíritu, lo que va por dentro de la piel y me hace vibrar y, por otro lado, el yelmo y escudo que llevo encima, el uniforme para camuflarme y sobrevivir (porque, al final, eres consciente de que estás luchando por tu supervivencia), generan una relación incompatible. Desde pequeños nos enseñan a actuar, a acicalarnos para salir al escenario, impresionar al público y cosechar reconocimiento. “No deberías hacer esto, ni aquello; inténtalo así, fíjate esta meta, es lo mejor para ti”. Pasan los años y la relación contigo mismo se va complicando y no dejas de cuestionarte y, quizás, de arrepentirte.

    Y pretendes que alguien venga a rescatar el tesoro perdido en el fondo de la cueva.

    Venga, juguemos a un juego. Selecciona a 30 personas al azar y hazles la siguiente pregunta: si ni el dinero, ni las cargas, ni otras historias condicionasen tu existencia y tu forma de vivir, ¿qué estarías haciendo con tu vida? Voilà. Ahí tienes el mayor amor no correspondido.

  93. J. Araceli
    8 agosto, 2020 at 21:59

    JUANA ARACELI ACHIRICA CARRILLO

    AMOR FRUSTRADO
    Cinthia siempre pensó que su primer amor sería de cuento de Disney, hermoso, romántico y para siempre, pero no fue así, ella se encontraba en el primer año de preparatoria cuando conoció a un chico de nombre Alejandro, que se encontraba con ella en el mismo salón de clase y además era el más destacado en la mayoría de las materias, y entonces todo comenzó por la admiración de ser tan bueno en tantas materias, y eso le causaba a ella un entusiasmo absoluto sobre él, ya que la mayoría de los chicos eran bastante infantiles y sosos, pero él era interesante, enigmático y además muy bueno para los deportes, que tal…
    En una ocasión ella, que también era buena en las asignaturas, le toco trabajar en equipo con Alejandro, y entonces tuvieron tiempo de conocerse mejor y de saber más de cada uno y de ahí surgió una amistad y complicidad, al grado tal que ninguno de los dos concebía estar alejado del otro, todos los secesos y descansos los pasaban juntos, platicaban de las materias y de cosas que les sucedían en la vida a ambos, todo eran tan bueno, natural y espontaneo que ella llegó a pensar que en cualquier momento él le pediría que fueran novios, pero no fue así.
    Un día ya avanzado el curso, llegaron cuatro chicos a la clase dos muchachos y dos muchachas, que venían de San Luis Potosí, se acababan de cambiar para la ciudad por cambio de trabajo de sus padres, todos eran primos, eran «buenos chicos», pero les gustaba el relajo y la fiesta, también fumaban, tomaban y quien sabe que más, empezaron a involucrarse con los chico y chicas del grupo y la verdad no eran tan inteligentes, ni tampoco se esforzaban, como eran muy alegres, comenzaron a tener adeptos con los del grupo y salían casi todos los días de parranda, yo no sé cómo le hacían, pero a otro día están en la escuela tomando clase.
    esto atrajo por supuesto la atención de Alejandro, porque una de las chicas pues era como más liberal y literalmente, se le acercaba, le decía que era el más guapo e inteligente y que como era posible que no tuviera novia, y él sólo se sonrojaba (la verdad es que sí él era guapísimo tenía un cuerpo fantástico porque hacía mucho deporte), porque era sano y hasta el momento solo se había enfocado en sus estudios porque no quería fallarle a sus padres que se sacrificaban para que el pudiera estudiar; y ella se aprovechó de esta inocencia y lo sedujo, lo envolvió y lo envolvió en su gran telaraña que él ya no pudo zafarse, salía con ellos , platicaba con ellos, se iba de parranda con ellos y a veces llegaba igual de crudo y en automático como ellos y con ella, yo solo los oía comentar y como te fue anoche, la pasaste bien con la prima, y él ya sin vergüenza alguna les decía que sí que muy bien que ella era fantástica, desde entonces, Alejandro dejo de ser el primero en las clases, tenía bajas calificaciones y hasta reprobó algunas asignaturas.
    Cinthia con mucha frustración, enojo y dolor no le quedo más que retirarse de su compañía, ya que él dejo de hablarle y cuando lo quería intentar ella la chica no lo dejaba, le volteaba la cara y lo besaba, tuvo que ser así ya que ella si tuvo oportunidad de seguir su camino y sobresalir en la escuela y ser de las mejores cinco de su generación y como ya lo he contado, Alejandro no figuro, quedo a deber tres asignaturas al igual que su novia y no pudieron obtener su certificado de termino.
    Justo antes de que terminara el último día de clase Alejandro se acercó a Cinthia y la abrazo fuertemente descargando ahí toda su energía y frustración por haber desperdiciado su tiempo, además le pidió perdón por no haber valorado su amistad y no haber aprovechado en su tiempo los momentos que pasaron juntos para ser más que amigos, ya que él siempre había estado enamorado de ella, pero se había equivocado al tomar malas decisiones, lo último que él le dijo fue:
    SIEMPRE TE RECORDARE COMO MI GRAN AMIGA Y EL AMOR DE MI VIDA…TE AMO…SE FELIZ.
    Se alejaron uno de otro y jamás se volvieron a ver.

  94. Alexi A
    8 agosto, 2020 at 23:15

    Alguna vez me entregué a la ilusión destellante del amor. Ella, era la imagen de lo que siempre había imaginado y el resumen de todas mis ansias. Cuando mis ojos captaban su hermosa figura, sentía que comenzaba a formarse un cóctel de sustancias químicas dentro de mí, percibía cosas que no eran para nada habituales, por ejemplo, el tránsito de mis ondas eléctricas cuando bajaban desde mi cabeza a través de mi columna e impulsaban movimientos involuntarios acordes con mis sentimientos.
    Cuando su mirada se encontraba con la mía, era un impacto directo en mi pecho, me faltaba el aire y no sabía si correr en su dirección y abrazarla, o en dirección contraria alejándome de su hechizo que anulaba por completo mi voluntad. Armaba estrategias de ataque, pero a la hora de vernos en el campo de batalla, mi proceder era mudo, lleno de la inseguridad del que no se siente correspondido, del que adivina sin necesidad de oír palabra alguna, el significado de cada mirada y de cada gesto que, aunque amable, marcaba una distancia que me hacía temblar y sentir que no había horizonte posible en mi camino, al menos hasta ese momento.
    Pasaron algunos cambios de luna, y esperé pacientemente la noche en la que estuviese llena en todo su esplendor, quería hacerle sentir que su amistad no era suficiente para saciar la sed acumulada durante el tránsito por ese camino sin horizonte, que necesitaba ya con desesperación encontrar ése oasis que mitigara mi sed y me diera una nueva esperanza de vida.
    Mi aliada era la luna, podía sentir cómo ese resplandor llenaba mi ser de energía y fortaleza. Le pedí que nos encontráramos en un lugar hermoso, un paraje digno de ser recordado siempre, la esperé por muchos minutos, quizás horas, mientras, el sudor de mis manos se confundía con la humedad aun presente en los tallos de las rosas que llevaba entre mis manos. Al final de un tiempo del cual no tuve conciencia, en mi mente comenzó a dibujarse la idea de que seguiría acompañado de su ausencia y esta vez, para siempre, ya que después de esa noche de luna llena mi fortaleza habría cedido, mis ansias explotaron de ganas y solo quedó en mí, el bello recuerdo de unas hermosas rosas rojas, que al fin aceptaron que se marchitarían en mis manos y no en las de mi gran amor.

  95. Melina
    13 agosto, 2020 at 04:13

    Su reflejo la mira, con deseo en los ojos, y piensa:

    ¿Cómo un ser tan bello puede odiarse?

    ¿Acaso la perfección es prohibida, castigada?

    Ve con admiración las curvas que delinean su bello cuerpo,

    Y la boca que se abre con seducción;

    Se ha enamorado, piensa, de la mujer que le da vida, y se la quita cada vez que se aleja.

    No tiene vida, dirá ella, yo soy su origen, más se equivoca.

    ¿Qué ser, vivo o muerto, podría ignorar el poema que grita su rostro?

    Tome vida al momento en que su cuerpo poso frente a mí,

    En el que sus ojos giraron hacia mí y me sonrió,

    Moviendo la mano por el grácil satén de su piel.

    ¡Oh! ¿Qué haré yo, su doble, su secreto mejor guardado, sin su amor?

  96. karolina
    17 agosto, 2020 at 17:34

    El ultimo cantar

    A veces es la majestuosidad de un amanecer en verano, lo que hacen a un solo ser pensar, como a él , aquel que se oculta bajo la refrescante sombra de un árbol junto al arrollo, cada mañana lo oigo hablarle a una foto algo vieja y que siempre acercaba a su corazón , él siempre dice las mismas palabras , jamás las cambia como si de un hábito se tratara, él siempre dice : La agonía que tu existencia deja en mi ser me destroza, ¿porque no me amas con yo a ti?,¿ porque me haces llorar? , ¿porque no puedo ser feliz? , lo que se supone es amor , son millones de agujas en mi ser , dejo de funcionar cuando estas cerca de mí, las inevitables ganas de llorar y de salir corriendo del lugar, porque el destino me tiene que apartar de ti, ¿qué mal hice en mi anterior vida? para merecer esto, a quien destruí, para tener que soportar tal dolor ahora, ¿será que lo merezco? , ¿será que jamás te debí amar?. Tu perfume es dañino, tu mirar es dañino, tu me dañas, me destruyes, a cada momento contigo muero, me pruebo a mi mismo para saber que tanto estoy dispuesto a dar por ti, ¿acaso mi vida es suficiente para que me puedas amar?………Jamás imagine que amar doliera tanto, debo salir de acá correr tan lejos pueda, desaparecer, olvidarte , olvidarme, arrancar cada parte de mí que en algún momento por ti algo sintió , pero si estar cerca de ti me lastima , estar lejos de ti me mata.
    Y lloró, como nunca lo había visto llorar, mientras miraba la foto de su amada por ultima vez, y vi el sol asomarse y por ultima vez cante para él, me pose en su mano, y me despedí, me pose en la rama y lo vi entrar, pero jamás salir, y así antes que otro ser despertara, él, su amor y su dolor desaparecieron en el arroyo.

  97. Diego Castelblanco
    19 agosto, 2020 at 01:13

    Se llamaba Milena. Ángela Milena. La conocí cuando yo tenía como quince o dieciséis años y ella uno menos, tal vez. Era de pelo rubio, ojos cafés, cara dulce de sonrisa pícara y era bien delgada. La vi por primera vez una tarde cuando estaba perdiendo el tiempo con mis amigos y pasamos enfrente de una cigarrería. Allí estaba ella tras el mostrador. La mamá era dueña del negocio y ella le ayudaba en las tardes después del colegio. Cuando pasamos, todos nos quedamos estáticos mirando hacia el interior del local, no podíamos creer que no hubiéramos visto a esa niña nunca, pues solíamos pasar por ahí con frecuencia. ¿Vieron a esa niña? -preguntó alguno-. Hermosa -dije yo.

    No me acuerdo quién, yo no por supuesto, fue el que entró a hablarle por primera vez. Así la conocimos, nos hicimos todos buenos amigos e incluso ella sacaba una que otra botella de licor a escondidas de la tienda. Me enamoré perdidamente de ella, pero ella se enamoró de un buen amigo mío que, dicho sea de paso, la trató terriblemente mal y eso siempre me carcomió por dentro. Cada día me enamoraba más de ella, cada día quería estar junto a ella y ella me correspondía invitándome a tomar algo por ahí como un amigo más; me invitaba a su casa a pasar la tarde. Me tenía en la friendzone.

    Ella lo sabía. Sabía lo enamorado que estaba. La primera vez se lo dije al acompañarla una tarde a su casa luego de andar por ahí. Le pedí que me diera una oportunidad, que podía hacerla la mujer más feliz y todas esas pendejadas que uno dice cuando está enamorado. Ella simplemente me rechazó, sin ser mala, lo hizo lo mejor que pudo, pero por dentro me moría un poco cada segundo. La segunda vez se lo dije cuando mi amigo Alberto (Beto, le decíamos), su novio, la dejó plantada una noche para irse con otra gente a una fiesta, Milena no quería ir y él simplemente la dejó abandonada en el parque quedándome solo con ella. Ella lloró esa noche y yo muy amablemente la acompañé de nuevo a su casa. Otra vez le pedí que me diera una oportunidad. Otra vez fui rechazado. No lo volví a intentar.

    Finalmente, ella se mudó a otra ciudad y no la volví a ver. A veces pienso en ella.

  98. 25 agosto, 2020 at 16:33

    Imagino, amor, que te sorprenderá encontrar esto aquí.
    ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Tres años? ¿Cuatro? ¿Diez? ¿Dos vidas?
    Ya no importa, supongo.

    Se me pide hoy, en esta nueva aventura sin ti, que escriba acerca de un amor no correspondido.
    Han sido tantas roturas de corazón que podría pensarse que tengo donde elegir, que la dificultad estriba en no saber cuál de todas ellas merece ser inmortalizada en esta página, ser puesta bajo el escrutinio de otros escritores, ser observada por ojos y corazones extraños, ser analizada y ver por fin a la luz de esta forma tan cobarde.

    De todos mis amores no correspondidos, que han sido muchos, uno de los más dolorosos, dolosos, y sin duda el más cruel, ha sido el tuyo.

    Al principio me decías (¡tú a mí!) lo enamorada que yo estaba, y yo me sonreía, condescendiente, ante tanta osadía y desparpajo, convencida de mi superioridad, de tenerlo todo bajo control, de no volver a caer en las garras de ningún amor, mucho menos del tuyo. De tener la mano más alta del juego.
    Rodeado de misterios, yo creía que tras tus ojos azules y tu sonrisa imperfecta había una historia oculta que merecía la pena descubrir.

    Qué cara me costó esa equivocación.

    Durante casi cinco años pensé que al final descubriría el secreto detrás de tu mirada. Un lustro pensando que todo se arreglaría, que al final todo iría bien, ya que tú me querías, y yo estaba loca por ti. Y que eso era suficiente para superar cualquier obstáculo. ¿No?

    Pero lo que estaba era loca, a secas. Vuelta loca por tus mentiras, por tu negativa a hacerme partícipe de tu historia, de tu pasado, de tu futuro. De aquel presente.
    Porque me hiciste creer que podíamos conquistar el mundo. Juntos. Pero tú ya habías decidido, posiblemente antes de nacer, que caminabas solo.

    Día tras día, noche tras noche, beso tras beso, desengaño tras desengaño, mentira sobre mentira, puñalada a puñalada.
    No hay amor no correspondido más brutal, perverso y despiadado que aquel que te acuna cada noche en sus brazos y te susurra al oído que te quiere, que no puede vivir, ni siquiera ser, sin ti.

    Todos tus besos de buenas noches, paletadas de tierra sobre el ataúd de mi cordura, eran en realidad besos de despedida, flores a dejar sobre la tumba de mi vida contigo.
    El crimen perfecto.

    (399 palabras)

  99. 26 agosto, 2020 at 21:12

    Café Amargo

    Para mí, escribir de amor no correspondido era tarea complicada, después de todo, por suerte o, quizás, por desgracia, nunca había sido rechazada. Desde que me aventaron a golpes a la adolescencia de coqueteo lo supe todo, pero quien le diría a esta “experta en el sistema” que su suerte cambiaría aquella mañana de invierno-primavera. Al despertar el día de por sí era anormal, y desde mi ventana alcance a ver como los árboles volvían a la vida, acontecimiento importante por lo cual corrí escaleras abajo y cuando de golpe abrí la puerta un mensajero se encontraba de frente. Era un moreno color canela, me derretí como la nieve de aquella mañana, en su mano izquierda sujetaba un periódico, con delicadeza recosté mi cabeza en el umbral de la puerta y le dedique una sonrisa coqueta, era un buen partido y no pensaba perderle, él correspondió el acto, pero quien se imaginaría que eso sería lo único que compartiría conmigo.

    Extendió su mano ofreciéndome el periódico, con la misma sonrisa anterior lo recibí y antes de que diera la vuelta pensando que no le vería más le dije:
    -¿Quieres un poco de café?

    Él me miró sorprendido, pero a los pocos segundos expuso una breve sonrisa burlona que estaba tallada en su rostro, dientes perfectamente alineados y blancos, acompañados de labios grandes y rosados.
    -No tomo cualquier café-comentó inspeccionándome de arriba abajo, esta vez con mala mirada.

    No sé si mi mente estaba dañada, o realmente su comentario tuvo doble sentido, después de todo no era un secreto para nadie que con mis veintidós años había conocido Santo Domingo de punta a punta de cama en cama, al escuchar, aunque intente mantener la sonrisa, realmente mi rostro se sentía desfigurado.

    -Mi café no es cualquiera, lo hago muy bien-Dije intentando mantener la calma.

    -De hecho, he escuchado, todo santo domingo lo dice, pero yo no tomo lo que tiene todo el mundo, no importa cuán bueno sea, pierde su esencia si no es único-. Refutó y por primera vez quise demoler su sonrisa a golpes.

    Me quedé petrificada en el umbral de la puerta mientras lo veía alejarse, y a su paso toda la nieve se derretía, por primera vez fui rechazada y hasta el sol de hoy ya no tomo café dulce sino amargo y nadie quiere beberlo, espero encontrarlo de nuevo, lo guardo para él.

  100. Kaly Velazco
    1 septiembre, 2020 at 05:36

    Ahí me encontraba yo cortando los vegetales que utilizaría para preparar espagueti a la boloñesa, estaba por terminar cuando escuché un sollozo proveniente de la habitación de mi hija Zahara, lo cual me sorprendió pues esta tarde llegó del colegio y me dijo que le había ido muy bien, mientras pensaba en las posibilidades del porque mi pequeña de 16 años estaría llorando llegué a la habitación y golpee ligeramente la puerta y ella respondió “¿Quién es?”, con tono suave y acercándome un poco más a la puerta dije “Soy yo, ¿puedo pasar?” escuché que se acercaba a la puerta y la abrió dejando ver solo su cabeza, sin dejarme pasar me preguntó “¿qué pasa mamá?”, la vi a sus llorosos ojos y le dije “mi amor ya casi está lista la cena, ¿vienes a ayudarme con lo último?” ella solo asintió y caminó delante de mí con la cabeza gacha, llegamos a la cocina y se sentó en la barra mientras yo me dirigí a la estufa, batí un poco la salsa mezclándola con la carne mientras le pregunté a Za “¿qué sucedió?, ¿por qué llorabas?” ella suspiró y dijo “el chico que me gusta hoy comenzó a andar con otra chica, quería que se me declarara a mí, no a ella” la miré con ternura y algo de tristeza, “mi niña, apenas tienes 16, no es el único chico que te gustara y no te corresponderá, así es la vida, hay más desamores que amores, pero vale la pena pasar mil desamores cuando encuentras al amor de tu vida” ella me miró con el ceño fruncido y dijo “claro… obvio no lo entiendes, tuviste la vida perfecta, conociste a mi padre en la universidad, se casaron y nos tuvieron a mi hermano y a mí, obvio que nunca te pasó algo así” la miré negué con la cabeza y dije “mi vida, no fue así, lo de tu padre si pero antes de él también tuve un chico que me gustaban demasiado y no me hizo caso” Zahara me miró incrédula a lo que contesté “él me gustaba como ningún otro chico, durante toda 2 años me gustó y no tuve novio en ese tiempo, porque solo me gustaba él, él tenía novia y me dolía verlos juntos porque yo deseaba estar en su lugar, pero no pasó el destino no nos quería juntos, y fue lo mejor que me pasó, gracias a que no me correspondió conocí a tu padre y así llegamos hasta nosotras aquí hablando”

  101. Reme
    3 septiembre, 2020 at 20:41

    Sentada a 5 metros de ti desde mi escritorio. Te observo detenidamente y escucho cada palabra que dices. Pareces un engreído arrogante y lo sé. Saludas a todas las chicas que llegan y charlas con todas con gran descaro. ¿qué demonios pasa contigo? ¿Es que no ves que estoy aquí?

    Mi angustia se acrecienta cada día, pero hoy… hoy no pasan las horas. No consigo concentrarme en mi trabajo y tú, … tú pareces hacer tan bien el tuyo.

    Deseando que se hagan las 11 para acercarme a ti con la habitual excusa de salir a desayunar.

    Tú me sonríes complacido igual que a las demás, pidiendo un par de minutos más. Yo que te esperaría mil años, me impaciento dejando al descubierto mi fachada de chica diva.

    Y es hoy ya no sé cómo disimular. Hoy he decidido hablarte y decirte que no aguanto más.

    Los 20 minutos más cortos de mi día transcurren hoy entre el café y la pena.

    Me pides consejo para hacerle un bonito regalo a tu mujer por su cumpleaños y yo me encierro en el baño a llorar. Al borde de gritarte que te vayas al infierno. Esta situación me desborda, me envenena, me desquicia.

    Hace ya 2 años y 6 meses que me sedujiste en aquella comida de empresa, y yo aún no te pude olvidar. Nunca entendiste que yo no soy un trofeo más.

    Ya no puedo seguir así. Voy a llamar a tu mujer.

  102. Dos
    4 septiembre, 2020 at 02:39

    Está sentada en un puf de los pasillos de la universidad, cuando él se asoma por las escaleras, la observa cautivado, pero tiene una actitud rígida y nerviosa como ocultando algo.

    —Hola Lola, quería preguntarte algo importante.

    —Sí, dale.

    —Bueno… ¿qué piensas de las relaciones?

    —La verdad no entiendo porque la sociedad te empuja a tener pareja… O sea ¿Por qué deberíamos estar de a dos, si solos estamos mejor?

    —Yo creo que es lindo tener a alguien que te amé o guste de vos, estar enamorado no está mal… ¿no crees?

    Ella observa concentrada alrededor buscando un alma caritativa que la salve de esta conversación y quedando pensativa en sus propios pensamientos. Por su parte él se da cuenta que ya no lo escucha e intenta llamarla sin resultado alguno y murmurando algo sin darse cuenta.

    —Como podría decirle que el amor tiene un buen concepto.

    — ¡De que mierda hablas!

    —Lo que quise decir…

    —Perdón, me quede pensativa en la pregunta. No te das cuenta que las relaciones son como un campo de batalla.

    —Estas equivocada, muchas parejas se conocen en distintos ámbitos de la vida, puede que no sea todo color de rosa, pero ¿cuál si?

    —Eso es mentira, te puedo nombrar muchos ejemplos de relaciones complicadas: tienes a los tóxicos, los dominantes, ¡ah! y los mejores son los celosos—comunica sarcásticamente—, o tienes a los otros que dicen que un clavo saca a otros, o sea después de tres días de haber terminado con la novia.

    —Pero no todos somos así… No sé qué hombres te cruzaste en tu camino que te trataron así, pero yo…

    — ¡Che Lucas, te estaba esperando!— se levanta y camina hacia el

    —Boluda, ¿te estoy salvando de nuevo?— le indica la mirada al chico del puf

    La chica escucha atentamente a su amigo y examina al compañero sentado en los sillones donde estaba antes. Él permanecía ahí con la mirada frustrada, corre hacia el puf y grita:

    — ¡No me digas!, ¿Te estabas por confesar?

  103. Perséfone
    6 septiembre, 2020 at 22:56

    Llevaban una semana de curso y Claudia iba contenta a trabajar. Se había dado cuenta de que a Marcos le gustaba Marta. No lo decía abiertamente, por supuesto, a los 7 años ir detrás de una chica es signo de debilidad en el patio del recreo. Pero es fácil verlo para un adulto. Veía como se metía con ella cada día. Le daba pataditas a su silla desde el pupitre de atrás o le quitaba la manzana que siempre traía de almuerzo.

    Claudia lo comentaba con su marido al llegar a casa. Bromeaban con lo difícil que les resultaba a algunos hombres hablar con las chicas incluso desde que eran niños.

    Este amago de coqueteo dejó de ser gracioso muy pronto. Era un mañana como todas las demás, la estrategia de Marcos ese día fue perseguirla siempre a ella jugando a balón prisionero en clase de educación física. Marta solía ser una niña muy tranquila, pero quizá se había levantado con el pie izquierdo o quizá simplemente se había cansado del maldito acoso, la cuestión es que a la quinta o sexta vez que Marcos la eliminaba del juego dándole a ella con la pelota, Marta se giró, le lanzó la pelota con todas sus fuerzas y le gritó delante de todos que era el chico más estúpido que había conocido nunca.

    Cuando volvieron al aula Claudia se dio cuenta de que algo había pasado. Ambos estaban cabizbajos y muy callados, así que al final de la última clase se acercó a Marcos y le preguntó.

    -Quería que fuera mi amiga y lo que conseguí es que no me hablase nunca más.

    Esa tarde al llegar de trabajar lo que hablaron Claudia y su marido no fue sobre la torpeza de los hombres con las mujeres. Hablaron de la falta de comunicación, de los malentendidos, de cómo lo que podría haber sido un bonito amor de primaria se convirtió en un amor no correspondido.

    • María Cervera
      17 septiembre, 2020 at 10:24

      Una historia muy interesante. El mensaje de la falta de comunicación queda claro. Y también de los problemas sociales.
      También me gustaría comentar el hecho de que nadie ayudara a Marcos. En esta vida nos equivocamos solos y poca gente se involucra en ayudar a mejorar a las personas y sus relaciones.
      Dicho esto, el relato está escrito en un lenguaje sencillo. Muy fácil de leer y sin errores. A parte de la bonita historia, tiene un mensaje o más de uno para el lector. Y esto hace que sea diferente a otros escritos.

  104. Yisely
    16 septiembre, 2020 at 23:03

    Lo lamento mucho. Debo empezar con una disculpa porque jamás quise que algo como esto pasara, nunca estuvo en mis planes que pronunciaras palabras tiernas para alguien como yo sobre todo considerando como nos tratábamos, pues éramos como hermanos y sabes todo de mí “lo bueno y lo malo”.
    -Te amo, seamos pareja.- Te confesaste con seriedad en tu rostro, esa eterna mirada de anhelo que fingía antes no notar, ese pequeño sonrojo y tus manos temblantes con mi flor favorita. Destrozaste mi alma en un instante, no podía hablar y veía como tu expresión se tornaba desesperada, tenía que decir algo y ese algo iba a cambiarlo todo independientemente de lo que escogiera. Sé que cuando te enteres la razón de mi decisión estarás sorprendido de mi decisión, ya que soy “La persona más egoísta que hay en esta tierra y jamás pensaría en ti antes que en el” como decía tu amiga cuando te visitaba.
    -Yo… creo que sería mejor probar antes de ir a algo serio.- Te contesté de la manera más relajada y feliz que era capaz de fingir, actué como si tuviera vergüenza únicamente para lograr no levantar sospechas de ti. Me conocías, pero ni en nuestras pesadillas imaginábamos que nuestro calvario terrenal haría presencia al dar mi respuesta; mi única excusa es que realmente esperé caer ante tus encantos y dulzura.
    Dejé que vieras más de mi interior para que sintieras un amor correspondido, poco a poco eras más brillante al juntarnos y yo más miserable por simplemente fingir que cada beso o caricia inocente tenía el mismo sentimiento que ofrecías; para ti éramos todo, para mí un juego que me estaba dejando sin vidas. No me enamoré de ti solamente sostenía un puñal sobre nuestro pecho ¿Morirá primero el amante o el farsante?
    -Jamás te amaré aunque lo intente- Revelé al percatarme esa falta de chispas en tus ojos e incluso tu voz monótona, esas palabras fueron como cristal roto que soltaba mi corazón para romper el tuyo. Esperaba que patalearas, insultaras, lloraras o me pegaras; sin embargo no lo hiciste, solo te acercaste para abrazarme y susurrabas disculpas que no entendía el motivo. Hasta percatarme de las lágrimas que surcaban mi rostro, ese día yo sentí que desmoronaba entre tus brazos, lo que hice para no herir me consumió.

    No espero perdón, te lastime.
    Atte: Quien No Te Amo Como Querías

  105. María Cervera
    17 septiembre, 2020 at 10:16

    La historia que voy a contar se basa en mi lucha diaria por intentar olvidar a un amor no correspondido.
    Lo conocí hace ya unos seis o siete años, y recuerdo perfectamente la primera vez que lo vi. Los dos cruzábamos una puerta hacia la sala de reuniones. Era un chico alto, guapo, con mirada penetrante.
    Nos saludamos y me di cuenta de que pertenecía a ese grupo de personas que es mucho más bella cuando sonríe. Me encanta ese tipo de gente.
    No quise darle importancia al tema, era guapo y los dos estábamos comprometidos. Pero a medida que pasaban los días, mi atracción por él fue aumentando. A la vez que también lo hacía nuestra complicidad. Pasamos a ser amigos. Yo en realidad siempre había buscado algo más que eso, aunque, siendo sincera, creo que nunca hubiera podido dar el paso. Actualmente pienso que él sentía algo más por mi. Ojalá algún día la vida me sorprenda, y pueda saber la verdad sobre sus pensamientos.
    Alguna vez, nos habíamos abrazado y besado la cara, siendo unos momentos realmente maravillosos. Recuerdos que hacían más llevadera la monotonía de mi vida.
    Pasado el tiempo, mi obsesión por él era tan alta, que no soportaba pasar un día sin verlo. Incluso había llegado a trabajar más horas, para coincidir con él unos segundos en el trabajo, en los que quizás sólo nos saludábamos.
    Las mejores conversaciones de mi vida han sido con él, es una persona muy rica en conocimiento, con la que se pueden mantener diálogos realmente gratificantes.
    Alguna vez nos habíamos discutido e incluso había llegado a insultarle. Curioso. Pero ¿cómo no quererle?, imposible. Le necesitaba junto a mí.
    Un día, se marchó de la empresa. Y desde entonces, lucho por olvidarlo. Por dejarlo atrás. Pienso en porqué los humanos no somos valientes y decimos la verdad de nuestros pensamientos. Podría haberle dicho cuanto le quería y le deseaba. Sin querer obtener nada a cambio. El con su vida y yo con la mía.
    Lo recuerdo, a menudo, al mirar una puesta de sol, o al pasear por el bosque… En cualquier situación en la que encuentro belleza y me siento bien, surge en mi pensamiento, como la persona más bonita y deseable que me ha brindado la vida.
    ¿Algún día conseguiré olvidarte? Te amo.

  106. Miguel Machorro
    22 septiembre, 2020 at 22:23

    Subió al autobús como todos los días, pero no sabia que aquel no iba a ser un día cualquiera. A penas le miro fue como si todo alrededor desapareciera, solo existían ese par de ojos que lo miraron por unos segundos; se perdió y se reencontró en ellos.
    Sin embargo no había expresión alguna en el rostro de la otra persona, pero no podía dejar de mirarle, se había enamorado a primera vista. Nunca imagino que algo así le podía pasar, siempre que oía esa expresión se mostraba incrédulo; pero en aquel rostro encontró lo imposible, encontró el amor.
    De pronto aquel rostro dibujo una leve sonrisa y todas sus esperanzas volvieron a sus ser. ¿Qué significaba aquella sonrisa que le dirigió la otra persona? Su mente comenzó a volar e imaginar un sin fin de respuestas. Pensó que su corazón podría salirse, que los demás pasajeros oían el latir de su corazón que no se detenía por nada. De pronto el rostro se tornó serio, los ojos se desviaron de él y la otra persona volvió a perderse en si.
    Al día siguiente se volvería a repetir la misma escena, y así fue durante un largo mes, día a día el mundo se detenía para él. Aquellos ojos, el rostro, las cejas y el cuerpo de la otra persona se convirtieron en su mundo, un mundo al que quería pertenecer siempre.
    Con que eso era el amor, con que así se sentía estar enamorado, las mariposas en el vientre nunca llegaron para él. No podía explicar en que, pero había cambiado y en el fondo sabia que ese cambio era permanente.
    Pero había algo que le perturbaba, que no lo dejaba descansar y que tenia que saber lo antes posible, sino sentía que ya no podría vivir. Saber si la otra persona sentía lo mismo que él, se convirtió en su obsesión. Hubiera dado lo que tenia y hasta lo que no tenia por saberlo. Pensó en muchas maneras de averiguarlo, y al final decidió que la única manera de saberlo era preguntarle directamente a la otra persona.
    lo haría al día siguiente, se armaría de valor y lo haría costase lo que le costase. Subió al autobús esperando encontrarle, pero no le volvió a ver nunca más. Fue demasiado tarde, pensó.

  107. 25 septiembre, 2020 at 00:13

    Como ya saben, y si no se los digo ahora, me llamo Claudio. Sin embargo, cuando alguien confunde mi nombre, invariablemente, me llama Pablo. No Juan, no Rodrigo. Pablo, siempre Pablo.

    Hay confusiones o equívocos que son atendibles. Por ejemplo, yerros derivados de una fonética similar (o sordera incipiente) tal el caso de que te llames Roberto y, el sordo, te dice Alberto, Norberto o Gilberto.

    Otros errores, hay quien dirá, que no son tales sino simple preferencia. Me refiero a nombres compuestos o que por su uso y costumbre van de la mano. Pongamos por caso Juan José donde algunos, para nombrarte, usarán la fórmula completa, otros sólo José y otros solamente Juan. También viene a mi memoria otro caso que van de la mano, una pareja de amigos. Uno de ellos se llama Juan Julian la mayoría lo llamamos Juan pero su amor remoto lo llama Juli… ellos van de la mano por la vida, no solo por uso y costumbre sino también por amor.

    Como ven no es mi caso. Claudio y Pablo no suenan parecido, ni mi nombre es compuesto. Hasta hace algunos años me causaba gracia dado que de chico no me gustaba mi nombre y hubiera preferido que mis padres hubieran elegido bautizarme Pablo. Esta coincidencia entre mi deseo infantil y el caprichoso yerro que cometen algunos al llamarme Pablo, desplegaba toda una neblina de misterio acerca de que fuerzas ocultas y poderosas operaban para esta comunión secreta entre mi deseo infantil y la pifia del presente.

    Hoy, ya no sonrío.

    Ella no se equivocó entre los dos nombres.

    Ella no se equivocó entre los dos hombres.

    Pablo es, hoy, el padre de sus hijos.

  108. Matías R.
    25 septiembre, 2020 at 04:19

    Hola, soy muy novato en esto de la escritura todavía, y si, me pase del limite de palabras je je, pero me gustaría dejar mi escrito para escuchar criticas constructivas y así mejorar.

    Aquí estoy, sentado frente al altar, impaciente, estresado, pero dispuesto a todo. Le he pedido incesantemente al señor que me libere de este aguijón, pero eso solo logra que mis emociones se intensifiquen. No podía confesarme con mis hermanos, eso me destroza, he convivido casi 25 años con ellos y siguen siendo desconocidos para mi y yo para ellos. No tengo paz, debo moderar cada gesto y cada palabra para que no ser visto como alguien aborrecible. La rutina ha consumido toda la pasión y creatividad con la que había comenzado esta vocación de Sacerdote.

    Mi vida podría ser un túnel oscuro, en donde me encuentro atrapado entre las sombras sin que nadie me note, sin saber como escapar… pero, la dulce realidad, es que hay una luz al final de ese túnel, se llama Daiana. Mujer distinguida por su belleza y devoción a la iglesia, quien me dio el regalo de su amistad. Me ha acompañado en mis momentos más críticos, ella es de las pocas personas que realmente me conocen. Lo que no conoce, es lo profundamente enamorado que estoy de ella, no puedo sacarla de mi cabeza aún queriéndolo. Intente todo para expulsar estas emociones de mi, pero veo que la única manera es la más sencilla: Confesárselo.

    La cite aquí hoy, solo le mencione que debíamos hablar, seguro estará pensando que necesito que me ayude con otro evento. Me tiemblan las manos y no paro de hacer rechinar el piso de madera con los pies. Las preguntas me atacan: ¿Qué pensará de mi? ¿Cómo voy a decirle? ¿Entrara en cólera? ¿Se lo tomara en broma?

    Finalmente llega.

    La saludo con un beso en la mejilla, elogio lo bien que se ve y la invito a sentarse. Ella me dice que también quería hablar conmigo, cortésmente le pido que me lo cuente. Lo que sale de su boca me apuñala en el pecho. Dice que esta considerando convertirse en monja, cree que tiene un llamado, pero no esta totalmente segura y quiere mi consejo. La culpa viene a mi cuando trato de disuadirla de que no lo haga. Ella se confunde y me pide que me explique mejor, trato de titubear una respuesta hasta que se da cuenta que no estoy siendo sincero. Me habla como amiga y me pide que le diga la verdad, pero me acobardo.

    Todo queda en silencio.

    Dice que debe irse, toma sus cosas y se dirige a la puerta.

    Mi alma se desespera, le pego un grito y logro que se detenga.

    Le digo lo que sucede, que solo pienso en ella, que no puedo evitar sentir lo que siento.

    Termino con un “Te Amo”.

    Daiana baja la mirada, posible señal de decepción. Los segundos se hacen minutos y sigue así. Estoy congelado de la vergüenza, a punto de disculparme, pero su mano aprieta la mía y mirándome a los ojos me dice:

    “Yo También”

  109. Bruno A. Lescano
    26 septiembre, 2020 at 23:52

    Un amor no correspondido.

    La historia nace, lamentablemente, contada por uno solo. Solo mi alma y mi corazón saben que desearíamos que sea de otra manera.
    Su cabellera dorada y su sonrisa marcada iluminan y motivan cada momento de nuestro turno.
    Así nace nuestra historia, es decir, mi historia.
    Alta como una doncella, y de figura contorneada como la de una verdadera mujer. Sus muslos marcados por una actividad constante, pero no excesiva. Sus pies no son chicos, pero tampoco grandes. Sus ojos iluminan cada día apagado de esta triste ciudad. Y aún lo más importante no lo he mencionado todavía. Su personalidad. Feroz como una escudera y sutil como una madre.
    Con su risa puede hipnotizar al mundo entero, pero temblarás si sus cejas se fruncen.
    No estoy enojado ni frustrado, estoy agradecido. Fue la motivación de cada día gris y la alegría de cada momento monótono.
    Me voy con la frente en alto, agradecido de conocerla y apenado de no haber sido. Me voy contento, de haber intentado y disfrutado. Triste, de no haber sido posible.
    Te libero y me libero pues, el destino es sabio y el tiempo su fiel compañero.
    Lo que es será y lo que no nunca lo sabremos.
    Agradezco. Cada aprendizaje que me diste, aún sin saberlo.
    La importancia de tenerlo todo y que aún con eso no cambien tus pensamientos.
    He hecho todo, forcé los límites de mi incertidumbre y empuje aún hasta cuando no quise hacerlo.
    Mi positivismo y esperanza me acompañaron a lo largo de esta historia que, afortunadamente y lamentablemente, no tiene principio ni final.
    Nuevamente agradezco y libero. Te doy mi cariño más sincero y mi adiós más sufrido.
    ¿Quién sabe? Tal vez algún día comencemos de cero. No lo olvido ni lo espero, solamente nos libero.
    Triste o contento, con gusto agridulce, un nuevo color descubrió mis sentidos.

    Dorado del cielo, el dorado de tu pelo.

  110. Sivlina
    28 septiembre, 2020 at 17:44

    ‘Un amor no correspondido’
    Creo que si nos remitimos a ‘un’ amor como indica la consigna -en vez de ‘el’ amor- si decimos ‘uno’ es porque se trata de ese respecto de otro, u otros, y hasta podría llegar a decirse ‘uno más’ o ‘uno de los amores, el que no es correspondido’.. Y a esta altura, después de este discurrir, la propuesta 2 perdió esa densidad con la que de entrada me había impactado
    ‘Un amor no correspondido’, ahora sí -con más aire en los pulmones- se me ocurre pensarlo en relación al duelo. Duelo, no por alguien fallecido, sino en un sentido más amplio, por lo que no nos queda otra opción que soportar que lo querido, amado -al menos hoy- no lo tenemos
    Y en tanto así pensado, el duelo -el estar atravesado por una situación de amar algo que no nos retribuye, que no nos brinda una vuelta, o al menos la vuelta que esperamos, es casi… de la vida cotidiana; directamente es parte de la vida cotidiana de todos
    Podemos ubicar así, una serie de estos amores no correspondidos en muy diferentes cosas, por ej: un amor de pareja, un amigo, un hijo, una pasión por algo, un sueño
    Y esto me hace pensar en los amores que quedan, los sí correspondidos o los que todavía no conquistamos
    Sí, ya sé, por un tiempo no se puede pensar en otra cosa, también lo pasé, como todos…¿Qujé tendremos que pasar para terminar de duelar lo que es imposible de recuperar? Si la pérdida es terrible, imposible de superar, ¿qué perdimos en lo que perdimos? ¿Cómo recuperar los sentidos perdidos, en aquella pérdida?
    Ojalá tuviera las respuestas, sólo puedo decir que sé, siento, que algo nos espera

  111. SARA
    28 septiembre, 2020 at 19:33

    ¿ Un amor no correspondido, en menos de 400 palabras? Me sobran trescientas cincuenta, porque no sé si alguna vez he estado enamorada. Creo que si lo he estado ha sido después, cuando todo terminó. Pero sinceramente creo que una vez si, aunque pensándolo bien, a veces creo que estaba cegada o esa relación estaba idealizada una de dos, o las dos, pero vamos que me fui apagando a mi misma, por tal de encender a la otra persona, también te digo que no cambiaría nada. Era feliz, estaba ilusionada, hacía lo imposible por verle, me sentía constantemente en una película, incluso cuando se terminó, dije, anda si es como terminan todas las películas de nuestro género., así que no pasa nada. LLoré, lloré mucho, Pasaba el tiempo y yo pensaba en lo que había perdido, que en realidad no era nada, porque lo que viví fueron sensaciones que a día de hoy recuerdo como si fuera la semana pasada. En realidad creo que sí, que sí que me he enamorado más de una vez, por no decir que casi todas las semanas, o todos lo días, cada vez que conozco a alguien, me enamoro, lo que no sé si es de verdad o es que idealizo todo, igual que aquella vez que dije estar enamorada. Creo que vivo en un constante amor no correspondido porque no se darme cuenta de cuando estoy enamorada.

  112. Ferdy19
    29 septiembre, 2020 at 06:37

    ¡Por fin es jueves! me encantan los jueves por la noche. Es el día en que nos vemos Cecilia y yo. Solemos trabajar en el turno de noche y luego nos encontramos en el último tren de cercanías, que pasa a las 00.45 por la estación Viveros en la que me subo y ella justo en la siguiente. La estación del Sur es el fin de trayecto y son cinco paradas. Cecilia trabaja como fotógrafa y siempre carga su maletín negro donde lleva su cámara y los objetivos
    Yo soy periodista en un periódico local y siempre me quedo hasta tarde, para poder terminar la última edición del diario matinal. El resto de la semana la verdad que se me hace algo más pesado, pero los jueves la verdad que siento que el tiempo pasa volando, sabiendo que al acabar estaré con Cecilia.
    Subo al final del vagón donde siempre la espero. A pesar de estar bastante oscuro, las pocas luces que iluminan la calle pasan por mi ventanilla como si fuesen luciérnagas que quieren escapar hacia algún lugar. El tren comienza a frenar, ya estamos llegando a su parada. Tras el traqueteo y el rechinar de los frenos, finalmente se detiene el tren y abre las compuertas. Pasan unos segundos y aparece ella.
    Esta noche tiene cara de cansada, se acerca lentamente hacia mí, apoyándose para no perder el equilibrio y se sienta en frente. Habrá tenido un día largo, pero la verdad que está tan guapa como siempre, tiene como una especie de aura que, aun cansada, brilla con luz propia.
    Así sentada, me mira, la miro y nos dejamos llevar por el sonido de la soledad de nuestro vagón, por las luces de la oscuridad exterior y el parpadeo de los focos que no funcionan correctamente. Van pasando estaciones y finalmente el vagón se queda vacío, lo cual me encanta, pues así tenemos nuestra intimidad, aunque sea en la última parada.
    El tren va aminorando su velocidad hasta pararse por completo, ahí es cuando nos levantamos, se abren las compuertas, se dispone a salir, pero antes, con su cálida simpatía, esboza una sonrisa en su cara como dándome las buenas noches y yo le correspondo con otra sonrisa dándole a entender que nos vemos el jueves que viene. La veo perderse en la distancia del andén y siempre me quedo pensando;
    El próximo jueves me presentaré….

    Título: «El último vagón»

  113. Diana
    24 octubre, 2020 at 23:18

    Aunque su juventud apenas florecía, para ella habían sido demasiados años de vivir en penurias. Había llegado la hora del cambio.
    Su madre no estaba de acuerdo. Hizo lo posible por evitar que su hija llevará a cabo semejante barbaridad, pero todos sus esfuerzos fueron en vano, no había poder humano en la tierra que hiciera recapacitar a Claudia y desistir de dar su siguiente paso, ni siquiera las súplicas de su madre.
    Un par de meses después disfrutaba de su nueva vida, estaba orgullosa de su logro, aunque el mundo entero se opusiera y la mirara con desdén; el desprecio de la gente, sin embargo, carecía de importancia para ella. Era su vida, por qué no la dejaban en paz.

    Desde el día en que su hija se marchó, Martha, no quiso verla de nuevo, mientras no recapacitara en su casa no era bienvenida. Claudia intentó acercarse de una y otra forma sin ningún éxito; sin embargo, nunca, ni por un segundo, consideró redimirse con su madre de la manera en que se lo exigía. Tarde o temprano se le pasará la rabieta, pensaba. Pero no fue así, a los tres años de este incidente familiar, Martha falleció. Claudia no tuvo oportunidad de despedirse, ni siquiera se había enterado de la enfermedad de su madre la cual empeoró con los disgustos entre ellas.

    Este, sin duda, había sido un golpe fuerte para Claudia, su madre era su única familia, no tenía hermanos y su padre nunca quiso reconocerla como hija. En el fondo, lo que más le dolía, aunque no lo reconociera, era haberse peleado con su madre por un capricho. Le había vendido el alma al diablo, quería una vida llena de comodidades, viajes y lujo, para ello se dejó conquistar de un hombre mayor y casado en ese entonces. Marcos, no vaciló en divorciarse de su primera esposa para casarse, después, con aquella jovencita, tres décadas menor que él, quien, al poco tiempo de casados, evadía cualquier acercamiento como pareja y siempre tenía una excusa para escurrirse de sus brazos.

  114. Safo de Lesbos
    30 octubre, 2020 at 18:59

    Aulus caminaba apesadumbrado por la calle principal de la ciudad, sin rumbo ni destino fijo, apenas mirando a su alrededor. En ocasiones alzaba la cabeza hacia el cielo con la esperanza de que la luna le diera alguna respuesta o que algún rayo le partiera en dos. Ahora se encontraba mirando al suelo, pateando cada pequeña piedra que encontraba y sin dejar de pensar en ella. Por todos los dioses, como desearía olvidarla. Daría hasta su propio corazón para que así ocurriera, pues para él ya no existía tal cosa, había perdido la capacidad de sentir, de sentir a nadie mas que no fuera ella. Y cada vez que la pensaba era como si un puñal se clavara en lo mas profundo de su ser o como si su dedo meñique placara contra la esquina más puntiaguda.
    ¿Cómo podía llegar a ser tan desgraciada una persona? Ignoraba que pudiera ser posible una desgracia como la que tenía en aquel momento.
    Después de horas caminando, se decidió a hacerlo. Paró en seco y sacó de su bolsillo una caja de madera redondeada cuya tapa tenía tallada una letra, M. Sin pensarlo demasiado, pues si lo pensaba no lo haría, lanzó aquella caja con todas sus fuerzas.
    La caja voló unos cuantos metros hasta que tocó el suelo y fue rebotando en los grises adoquines una y otra vez. En uno de esos golpes la caja se abrió y salió de ella un anillo. No era muy vistoso, más bien era simple, un fino aro de metal dorado adornado con dos manos entrelazadas justo en la cima. El anillo se alejó cada vez más de la caja, la cual siguió rebotando.
    Aulus se quedó mirando el anillo, a lo lejos, un tiempo indefinido. Por su cabeza pasaban muchos momentos, todos agridulces. Aquellas imágenes cesaron cuando una mano cogió el anillo. Aulus recorrió con su mirada el brazo que seguía a la mano hasta llegar a la cabeza. Una mujer sonreía felizmente mientras se guardaba en el bolsillo su nueva joya. Instintivamente Aulus comenzó a andar hacia ella, pero al tercer paso se quedó quieto. Después de un momento apretó los puños y siguió andando en dirección contraria. Seguro que ella le daría mejor uso.

    No hay peor desamor que el amor que fue y ya no.

  115. Iria
    2 noviembre, 2020 at 09:18

    Donete y Niebla se conocieron un domingo radiante en el parque de la Ciutadella.

    Donete era un perro gordo, de unos 4 años y bastante tranquilo. Niebla era un copito de nieve, blanca, pequeña y con la energía de una tormenta.
    Llegó corriendo y asustó a Donete, que estaba comiendo hierba, pastando como las vacas. Él se quedó mirándola inmóvil, mientras ella daba vueltas alrededor de él.

    -Mira, Donete, es una amiga!
    Me miró y siguió pastorando. Saludé a su dueño, un chico esbelto, atractivo, pero de mirada triste, y él contestó:
    -Lo siento, es muy joven y está como una cabra.
    -Tranquilo, todos hemos pasado por eso -repliqué sonriendo-.
    -Qué guapo es el tuyo, puedo tocarlo?
    -Claro, se llama Donete; sé que es un nombre raro… Mi ex era físico e hizo un experimento con él, sin mi permiso, y determinó que su comida favorita eran los donetes… Así que le puse ese nombre.

    Mientras el dueño de Niebla tocaba a Donete, Niebla no paraba de orbitarlos y cuando él volvió hacia mí, Niebla seguía intentando captar la atención de mi perro, pero Donete parecía no haberse dado cuenta de su existencia.

    -Es muy pequeña.
    -Tiene un año, en realidad es la perra de mi ex, la compró estando conmigo, le insistí en que adoptara a uno, en que los perros no se compran, pero no me hizo caso, y como me acabé encargando de todo, cuando rompimos hace unos meses, me dijo que me la quedara yo.

    «Qué hija de puta» -pensé-.
    -Vaya. Bueno, seguro que la quieres mucho.
    -Demasiado.

    Nos quedamos ahí una hora más, Donete a su bola y Niebla intentando un acercamiento.
    Nosotros hablamos de nuestras cosas, él era ingeniero de telecomunicaciones y trabajaba en un proyecto que le apasionaba. Yo era abogada y trabajaba en una editorial y también adoraba mi trabajo.
    Al marchar quise darle mi número de teléfono, pero no me atreví.

    Al cabo de tres días, caminando por el mismo parque, vino corriendo una bolilla blanca hacia Donete. «Niebla!». Donete se dejó dar un lametazo y se puso a correr, no de felicidad, sino huyendo de ella.

    Y así nos encontramos muchos días más, y a fuego lento nos enamoramos, y hasta no fuimos a vivir juntos, pero la historia de Donete y Niebla es bien diferente a la nuestra, lo suyo sigue siendo una historia de amor no correspondida.

    • Dani
      29 noviembre, 2020 at 11:56

      ¡Me ha encantado! Llevo dos días intentando encontrar una historia que no esté manida y resobada. Que no sea el drama de siempre. Que sea amena y simpática. Justo lo que tú has escrito. ¡Qué envidia!

  116. Guilores
    6 noviembre, 2020 at 18:30

    La poderosa voz masculina que resonó por los rincones del autobús impactó de lleno en el corazón de la adolescente. Micrófono en mano y con un “buenos días, me llamo Jordi” se presentó ante los viajeros como el guía turístico que les acompañaría durante el circuito por Italia que la joven iba a realizar con sus padres.
    Multitud de cabezas que emergían como muros infranqueables de los asientos delanteros, impidieron a María ponerle cara a esa voz que tanto le había impresionado. La rígida mirada de su padre tampoco ayudaba a la causa. Frustrada, viajaba en su asiento dejando volar su imaginación, con la cara pegada a la ventanilla y una mueca de contrariedad frunciendo sus labios.
    Mientras, el autobús recorría la Toscana, camino hacia Florencia, amenizado con los comentarios del misterioso guía que iban calando en lo más profundo de su alma. La virilidad de aquella voz y la sabiduría que emanaba de sus palabras revolucionaron las hormonas de María que, atrapadas por los tabúes de esa época, los sesenta, alimentaron la llama del amor idealizado que se iba forjando entre ella y su desconocido amado a medida que transcurrían los días.
    Fue en la Ciudad Eterna cuando le vio de espaldas por primera vez desde la ventanilla. Con un profundo suspiro soñó despierta que sus fuertes brazos la protegerían en sus largas noches de invierno, también que sería una boda perfecta, de blanco y con multitud de invitados y que en Venecia darían un romántico paseo con el canto de los gondoleros.
    Pasaban los días y la soñadora jovencita seguía alimentando su sentimentalismo con la esperanza de que lo conocería en persona antes de que finalizase el viaje. Llegó el temido día sin que el anhelado encuentro se hubiese producido y a pesar de que la seductora voz se despedía de los viajeros deseándoles un feliz regreso a sus respetivos hogares, ella estaba segura de que él la correspondía, pues esa misma mañana, en un recuento de pasajeros, sus miradas se habían cruzado.
    Las lágrimas corrían suavemente por el rostro de María cuando vio a su amado partir hacía la lejanía acompañado de su joven mujer y de un precioso bebé que agitaba un globo con sus manitas.
    En las películas de Disney no existían los amores imposibles y dolorosos. Nunca más volvería a verlas. A sus doce años se sintió engañada y herida.

    • Lzz
      25 noviembre, 2020 at 13:05

      Me ha gustado mucho tu historia. Las descripciones me parecen muy buenas así como que se haya enamorado de la voz de un desconocido.

  117. angel
    12 noviembre, 2020 at 21:54

    No sé cómo. Desde la primer mirada lo supe. Esa mujer provocaría dentro de mi más sensaciones que una montaña rusa. Cuando vi la miel en sus ojos, todas las capas de amargura que fuí acumulando en mi corazón se derritieron en un pestañeo. Creo que lo peor de todo fué la sonrisa inconsciente que me provoco. Al principio pensé que me estaba sonriendo también, pero después comprendí. No me sonreía, se reía de mi. Y es que fué tal la impresión que dejó en mi ser que durante los 5 minutos consecuentes a esa primera vista sentí que me cambiaron las mariposas en el estómago por águilas.

    A los pocos días la buena suerte tocaba mi puerta. Me dijeron que se llamaba Esmeralda. Vaya nombre, pensé. Ya no necesitaba oro para ser feliz, lo único que necesitaba era esa peculiar y cautivadora esmeralda salvaje. Para ser fiel a los hechos, tengo que confesarles que perdí la cuenta de las ocaciones que traté de hablarle. Pero mi lengua se resitía. Cuando estaba a punto de llegar a donde ella, mis sentidos dejaban de obedecerme, se alteraban y el corazón parecía palpitar más de lo necesario.

    Un día, sin previo aviso, ella se acercó a mí. Me dijo que si quería probar un trozo de fruta. Sorprendido, accedí. Mientras saboreaba la deliciosa papaya que me ofreció pensaba qué había hecho para ser merecedor de tal oportunidad. No podía dejarla escapar. Le pregunté cómo le hacía para que parecer siempre tan feliz y despreocupada. Su dulce voz me pareció venir del valhalla, el paraíso o alguno de eso lugares en donde meriendan los dioses y seres superiores. Me contestó que no era así, que como todos tenía problemas pero que no valía la pena aferrarse a ellos. Estuvimos conversando un par de minutos y me percaté de que teníamos un par de cosas en común. Con el pasar de los días fuimos conociéndonos a profundidad. Todo parecía salir de una película de hollywood. Perfecto. Hasta que llegó el día que tanto me temí en nuestro primer contacto. Irás a mi boda? Me pregunto con un tono entusiasta y anhelante.

    Entonces comprendí. Los hilos de ésta inmensa telaraña llamada destino sólo me tenían reservados breves destellos de luz junto a ella. Su corazón le pertenecía a otra persona. Y el mío. El mío dejó de soñar.

  118. Denise
    13 noviembre, 2020 at 03:55

    Martín la amaba y ella lo sabía. Fueron cuatro meses juntos amándose cada día y aunque muchos dirían que su tiempo fue poco, los dos sabían que había sido suficiente para consolidar su amor.

    Cómo se habían conocido no importaba, porque también sabían que de haberse encontrado en otro mundo paralelo o en otra línea de tiempo, también se hubiesen amado.

    Es que lo de ellos, ¿cómo les explico? era de esos amores que se ven en las películas. De esos en los que el espectador no puede evitar poner todas sus fuerzas y tensionar todos sus músculos a modo de plegaria mientras espera que el conflicto entre los protagonistas se resuelva y finalmente de pie a un final feliz.

    Pero Martín y Julieta no eran una película. Quizás su amor y todos los sentimientos que tenían el uno por el otro sí. ¿Pero Ellos? Ellos eran personas de carne y hueso con problemas, vidas rotas, desvirtuadas y llenas de cargas pasadas de las que a veces no podían escaparse.

    ‘’Es el momento, ya nos vamos a acomodar’’, fue la frase que Julieta se repitió a sí misma durante los primeros seis meses que pasaron luego de la última vez que se amaron. Los siguientes dos, solo supo sentir un dolor tan intenso en el pecho, una angustia tan física que para ella describirlo era como describir un ataque al corazón. Y es que no era mentira que así lo sentía, tan real como si alguien agarrara en su mano su corazón y lo apretara sin pausa alguna durante días y días seguidos.

    Martín, por su parte, buscaba formas de entender cómo había sucedido todo. Cómo se había enamorado tan pronto, cómo de repente ya no quería la vida encasillada que había adoptado los últimos años y cómo en tan poco tiempo la había perdido a ella. ‘No tuve opción, no podía actuar de otra forma’, fue la frase que él repitió desde ese último día que se amaron y hasta convencerse de que eso era cierto.

    Julieta, condenada por el orgullo que desde infante la acompaña en cada decisión, no se permitió mirar para atrás. Martín, sumido en la angustia de creer que si había una oportunidad ya estaba perdida, nunca logró escaparle a sus casilleros. Y aunque ninguno de los dos tuvo jamás el coraje de volver para atrás, nunca dejaron de soñar con un día volver a amarse.

  119. Silvia
    14 noviembre, 2020 at 00:09

    Te veo todos los días, trato de que no te des cuenta, te observo hasta por los reflejos de las ventanas de esa forma no te das cuenta supongo lo mucho que me gustas, me pregunto una y mil veces que fue lo que no te gusto de mí, soy flaca, linda, inteligente, que no te pudo gustar? No me di cuenta, hoy sé que no era autentica, no era yo, estaba actuando un personaje no lo estudie bien, y la actuación era pésima. ¿Qué tenía para ofrecer? es como contar mal un chiste, que nadie entiende y poco da de reírse, pensé que así te tendría, y fue todo al revés, luego entendí que te enamore por ser yo misma y por temor a perderte quise ser otra persona y te perdí por eso mismo. La paradoja, de creer que nadie se podría enamorar e mí y cuanto te tuve cuanto te estaba alejand(r)o.

  120. Lzz
    25 noviembre, 2020 at 12:57

    Iñigo no paraba de mirar asombrado como Sofía no le quitaba el ojo de encima ni un segundo.
    – ¡Claramente le gusto! -Le dijo a Ana, su compañera de oficina.
    – ¿Por qué estás tan seguro de que le gustas? –contestó ella molesta- puede que simplemente te mire porque tú no paras de mirarla. ¿Quizás sea a ti a quien te gusta?
    – No digas tonterías por favor, no es para nada mi tipo. Tras la Navidad estaba insoportable, ¿no te acuerdas?

    En ese momento el recuerdo de aquel beso en la cena de Navidad envolvió a Ana, ese beso que aún le acompaña en sus noches más frías y tan solo de pensar que sus labios podían volver a tocar los suyos hacía que todo su cuerpo se estremeciera. Desde aquella noche no había podido parar de pensar en ella.

    Ana nunca me escuchas –dijo Iñigo irritado- ¿No te acuerdas como te trató cuando le regalaste aquel peluche en Reyes? Ya te dije que le caes fatal y que no te esfuerces en ser su amiga que es una loca.

    Ana recordó la cara de Sofía cuando le regaló aquel peluche que cuando le apretabas la barriga decía: “Bésame”, “te quiero” … quizás fue demasiado lejos, pero ella tan sólo quería que Sofía supiese todo lo que siente por ella. Hacía días que no contestaba a sus mensajes ni a sus llamadas pensó que con un regalo en la oficina tendría que aceptarlo y darse cuenta de que estaban hechas la una para la otra, pero lo único que consiguió fue que Sofía le gritase barbaridades y que todos en la oficina pensasen que estaba loca por tomarse tan mal que una compañera le regalase un peluche.

    La mesa comenzó a vibra, Ana instintivamente cogió su móvil y vio que Sofía le había escrito un mensaje:

    Deja ya de mirarme maldita perturbada, nunca voy a estar contigo. Todo fue un error. Déjame en paz de una vez.

    Hay personas a las que les cuesta darse cuenta de sus propios sentimientos y hay que insistir para que vean lo felices que pueden llegar a ser con la persona adecuada. Es cuestión de tiempo que Sofía vea que soy la única que puede hacerla feliz. –pensaba concentrada Ana mientras buscada cinta aislante y cuerda- Hoy va a ser nuestro comienzo Sofía.

  121. Fernando
    26 noviembre, 2020 at 22:18

    Fue en aquel preciso instante en el que comprendí que no había nada que hacer. A pesar de que se lo había dicho de más de mil maneras diferentes él parecía estar ausente, mis mensajes caían al vacío una y otra vez.
    La primera vez que le hablé le lancé una indirecta con la intención de descubrir algún tipo de atención, para saber si al menos yo existía en su cabeza, si pensaba en mi de alguna forma durante algún maldito segundo de su día. Dado el nulo efecto de mis comentarios, subí el tono progresivamente creyendo que el volumen era la razón de su desinterés, cada día un poco más, poco a poco, hasta que mis gritos se hacían insoportables para cualquiera que estuviera cerca. Por si gritar no fuera suficiente, a veces intentaba usar un vocabulario más duro, pero con este lenguaje solo conseguí encontrar problemas con la gente que tenía alrededor.
    Pedí entonces consejo a mis amigas, que me empujaron a pasar al plan B. Por supuesto que nunca deje de hablar y de mostrar mis sentimientos, pero a mis gritos se unieron entonces todo tipo de acciones incluidas en este infalible plan. Comencé por enviarle flores al trabajo, no un ramo ni dos un día cualquiera, todo lo contrario, en una ocasión lo hice por superstición durante todos los días del mes, pensando que quizás así podría conseguir una respuesta. Flores con tarjeta, con nombre, anónimas, con nombre falso, con mensaje, dibujos, perfumadas, de colores… pero ninguna parecía ser suficiente. Cuando terminé con las flores seguí con regalos, caros y otros no tanto, pero todos dignos de lo que sentía, todos personalizados y meditados, ajustados a sus aficiones y a su forma de ser, pero tampoco los regalos fueron suficiente, pues no conseguí ni el más mínimo gesto. Desesperada, me terminé presentando en su trabajo, y a la salida estuve tan cerca, tan en su camino, que no tuvo más remedio que desviarse para no chocar conmigo, pero aún así fue imposible arrancarle una maldita mirada.

    Ya sólo quedaba la última opción. Sin pensarlo más, apagué la radio, dejé de escucharle y olvidé su preciosa voz para siempre.

  122. Daniel Hansen
    29 noviembre, 2020 at 22:23

    El zumbido del motor diesel trajo a Arne de vuelta. Miró por la ventana vio como el ferry trazaba, despacio, una curva para evitar las aguas poco profundas. Se peinó con las manos marcando la raya a la izquierda con los dedos y se caló la gorra de lana, no porque hiciera frío sino porque pensaba que le daba un aire más sofisticado. Cogió un ramo de flores silvestres que había ido a cortar por la mañana adornado con margaritas que quizás había cogido del jardín de la iglesia y que estaba cerrado con una cita roja. Su hermana se había reído cuando Arne le pidió el trozo de cinta -¿Vas a envolverte como regalo, Arne?- Astrid tenía buen ojo para los detalles y se había fijado en que su hermano se acicalaba más de lo habitual.
    El ferry maniobró para hacer coincidir su pasarela desplegable con el muelle. Con un “¡Clank!” seguido del sonido del roce del metal contra la piedra el barco finalizó el atraque. Dejando el bouquet de flores sobre una caja y el joven se apresuró a ayudar con los amarres a Bjarne, que le saludó con un -¡Hey!- y un ademán exagerado de cabeza hacia el interior del barco. -Se más discreto-pensó, mientras su corazón empezaba una imitación fiel del motor diesel del barco. Remataba el último amarre cuando Eva salía del barco andando con su bicicleta. En el manillar llevaba una cesta enorme con una bolsa de tela cerrada y una maleta pequeña atada al transportín.-Hola- Saludó Arne. -Buenos días- dijo Eva con la misma sonrisa enorme que tenía cuando iba a dar clase a Birket. Eva siempre era amable con Arne. Cuando hacía frío, le traía té caliente al bajar del barco de camino a Birket y él la ayudaba con la bicicleta cuando ella volvía de la escuela cargada de cuadernos. -Buena carga llevas a la escuela.
    -Oh, ayer fue mi último día en la escuela- el motor diesel en el pecho de Arne se paró en seco.-¡Voy a enseñar en una escuela de Odense!- dijo ella alegre- Si alguna vez decides visitar Odense avísame, Arne- finalizó, mientras ponía en marcha el pequeño motor de su bicicleta.-Gracias- Arne no sabía que más decir. Otra sonrisa apareció en la cara de la joven, que emprendió la marcha con un traqueteo alegre.
    Arne la vio alejarse, tambaleándose un poco por el peso de la carga.
    Un soplo de viento hizo caer el ramo de flores de la caja.

  123. ecelis7
    30 noviembre, 2020 at 23:50

    Proyecto 2
    A mi “amiga” Luz Arizaga R.
    A comer tacos de arrachera. A bailar rock, punk y surf. A ondear al viento la bandera de tu amor que quiere ser perro, pero no lo es. A buscar al hombre perfecto mientras bebes cerveza. Acumulando nombres.
    Luz Arizaga.
    Tu perfil recortado:
    Mujer mexicana. Estatura media. Tez pálida. Complexión de bambú (tan delgada que puede pasar su brazo por detrás de su espalda y picarse el ombligo). Pómulos de pera. Nariz ondulada. Labios tersos. Boca de magnolia carnívora (con un timbre de voz que me hace sumergirme en ensueños casi religiosos). Tres dedos de frente. Mente irresistible. Cabello negro. Ojos color verde anticongelante (que revelan un escepticismo que a todo lo desacraliza). Corazón de cactus. Senos de pelota de béisbol. Sexo de ojo cerrado. Culo con forma de corazón perfecto. Piernas como dos lanzas (ojalá me atraviesen el pecho). Pies de hada.
    Mi Luz.
    Ninfa en mallas negras.
    Que no deje de brillar tu frente a pesar de tantos y tan prolongados duelos. Que te libren de infelices. Que todos tus días sean sábados. Que tu sonrisa te acompañe siempre. Que algún día aprenda a leer libros como tú lees los ojos.
    L. A. R.
    Casi te escucho decir: No. A mí no. Ya no me escribas tus poemas. Yo puede esperarte toda mi vida y tres años más. No digas nada. Es esta disposición pasional mía. Esta pretensión intelectual mía. No diferente a la semilla vegetal que pugna bajo tierra por convertirse en flor.
    Arizaga.
    Yo te convoco al reino del paraíso sin celos. A que limpies de tu cara esos sueños rotos. A que mandes chingar a su madre a quien se atreva a pensar en mandarte. A que descanses del yugo de ir cargando esas preocupaciones tan tuyas.
    Luz Arizaga Rojas.
    A ti no te va restirar tanto tu cabello. Lo tuyo es desenfreno salvaje. No obligues a tus labios a decir aquello no quieren. Deja de llorarle tanto a tus anhelos de madre. Te reto a correr el riesgo de perder nuestra amistad de años.
    Por favor miénteme y di que en lo nuestro hay esperanza.

  124. Jose
    12 diciembre, 2020 at 22:56

    Suena el teléfono
    – ¿Sí?
    – Hola Carla, soy Pablo.
    – ¿Pablo? eh.. hola. No he conocido el número
    – Es el de Luis. Te he llamado un montón de veces pero no me lo cogías y como tampoco me devuelves las llamadas… he probado así, porque he dicho no sea que haya perdido mi número y al ver un número extraño no lo coge por miedo, o algo, ¡yo qué sé! jeje
    – Ya… Pues es que he estado muy liada. Pero bueno, ¿qué querías?
    – Carla, llevo mucho tiempo queriendo decirte algo
    – Escucha Pablo, yo…
    – Déjame hablar, por favor. Me gustaría decirte algo en persona, pero con todo lo que está pasando es difícil vernos.
    – Ya, pero…
    – Me gustas mucho Carla. Siento que algo nos une. Si lo piensas somos muy parecidos, tenemos un montón de cosas en común, además los dos somos Aries, ¿no te das cuenta? Cuando estoy cerca de ti me tiemblan las piernas, siento un nudo en el estómago que casi me hace llorar por no poder abrazarte.
    – Pablo, yo es que en esas cosas de los signos no creo…
    – ¡Yo tampoco! pero creo que significa algo
    – Significa que ves lo que quieres ver.
    – El otro día me miraste de manera especial, ¿eso no significó nada tampoco?
    – No sé Pablo, no me acuerdo.
    – Sí, en el cine, cuando volvías con las palomitas… Esa mirada no era normal.
    – ¡Ah, ya recuerdo! ibas con ese amigo tuyo tan guapo, el de la chupa de cuero.
    – Carla, yo…
    – Escucha Pablo, pareces un chico muy simpático, pero no siento lo mismo por ti
    Carla escuchó el corte de la comunicación, y al otro lado de la línea, con el teléfono muerto en la mano, Pablo susurró “Hasta siempre, Carla”.

  125. Berenice Villarreal
    23 diciembre, 2020 at 00:40

    Ahora me parece divertido recordar la vez que nos conocimos, tú y tu hermano eran nuevos en el pueblo lo que significaba ser nuevos en la escuela, primero conocí a tu hermano Santi, él y yo no debíamos de tener más de 12 o 13 años, se sentó a lado de mí, antes de conocerte no era de las chicas que se consideraría social, no tenía amigos, nunca me había interesado socializar y Santi se sienta, un chico un poco chaparro para su edad, tu hermano me hablara por primera vez aun puedo recordarlo como si hubiera pasado hace unos días.
    Creo que aún no digo porque es divertido todo esto y lo es porque al principio te odiaba, no podía soportar esa sonrisa coqueta que le dabas a cualquier chica que pasara, eras increíblemente irresponsable, parecía que no te importara nada más que tú mismo, siempre peleábamos, esas eran nuestras interacciones, incluso Santi estaba harto de nuestras peleas.
    Pasan unos años y las peleas se reducen, pero no acaban, el momento en el que eso sucede fue cuando estaba esperando a Santi en una banca con una distancia prudente de donde él estaba con una chica, no pasaría nada por esperar un poco además estaba por terminar un libro y este sería el momento perfecto para hacerlo o lo hubiera sido si no hubieras aparecido.
    -hey! ¿Qué haces aquí sola?, acaso mi hermano al fin se hartó de ti. –lo dices mientras usas esa estúpida sonrisa que ahora me encanta.
    -No es de tu incumbencia lo que haga o no haga. –respondo sin siquiera levantar la vista del libro me imagino que en ese momento vez a Santi con la chica porque solo te sientas y empiezas a reír un poco.
    -Así que vigilas a mi hermano mientras esta en su cita?, acaso estas celosa de que te cambie?
    -Ojalá lo hiciera, si eso significa no tener que ver tu horrible cara nunca más. –después sucede lo más extraño, no contestas de regreso y es cuando al fin te veo y solo estas serio.
    -ok supongo que iré por Santi ya que estas harta de mí.
    -Dejalo, lleva tiempo queriendo salir con ella, después nos vamos los tres a tu casa.
    Un silencio bastante incomodo nace tal vez dura unos minutos o más hasta que al fin lo rompes
    – ¿Por qué siempre peleamos? – es lo que preguntas y yo solo volteo a verte y creo que nunca había visto tanta seriedad en ti, tú me vez fijamente con tus ojos avellana y por primera vez desde que te conozco, me pongo nerviosa.
    – ¿Qué?
    -¿Por qué siempre peleamos? Creo que nunca hemos tenido una conversación sin terminar peleando, siempre estas a la defensiva y ni siquiera sé que te hice para que me odies tanto.
    -Yo…no lo sé, es decir no puedes echarme la culpa de eso, tu siempre estas molestándome y burlándote de mí, eres tú el que me odia o al menos eso pienso yo. –Entonces empiezas a reírte un poco, no es una risa en forma de burla, si no como si te hubieras dado cuenta de algo y eso hace que me moleste un poco.
    -De que te ríes?
    -tú piensas que te odio y yo pienso que yo te odio, es un poco cliché no crees?
    – ¿entonces no me odias? –te pregunto un poco insegura
    -por supuesto que no, como podría odiar a la mejor amiga de mi hermano, aparte técnicamente hemos crecido juntos, no creo que sea posible odiarte.
    -ok supongo que tampoco te odio, al menos ya no tanto. –entonces te ríes y yo también
    Después pasan los años y tú y yo nos conocemos a fondo, nos hacemos amigos, los tres somos inseparables pero pasa lo peor, me enamoro de ti perdidamente, me enamoro de tu sonrisa, de tu cabello y de tu risa, de la forma en la que cuidas de mí y de Santi, de cómo tu familia es lo más importante para ti, de tus tontos chistes que no dan risa, de tu emoción al hablar de coches, de la forma en la que me abrazas cuando estoy triste, de cómo me conoces mejor que nadie, de lo lindo que eres y simplemente me enamoro de ti.
    Sé que jamás te diré la verdad porque tengo miedo, miedo a perderte lo has dicho muchas veces soy como una hermana para ti y no me molesta, no me importa siempre y cuando te tenga en mi vida.
    Tal vez nunca te lo confiese o tal vez algún día lo haga…

  126. 23 diciembre, 2020 at 19:02

    7:30am, alarma y la impresión de tener un taladro en la cabeza. Ni bien la apagó, sintió en la boca esa desagradable sensación que dejan el cigarrillo mezclado con el alcohol.

    Con una voz de ultratumba, llamó al trabajo y acusando dolor de ovarios dijo que no se sentía bien como para ir. Luego bebió un vaso de agua para intentar calmar el fuego que sentía en la boca del estómago y, estando todavía un poco aturdida, repasó el día anterior tratando de entender qué había pasado.

    »-Me parece que no nos tenemos que seguir viendo -dijo él.

    »-No entiendo, ¿qué hice? -fue lo primero que atisbó a decir.

    »-No es tanto qué hiciste o dejaste de hacer, sino que queremos cosas distintas. Ya sabés. Estuve 7 años de novio y sos la primera mina con la que salgo y no estoy buscando meterme en otra relación seria. Esto se está yendo de las manos y mejor cortarla ahora -fue su respuesta.

    Ella ya sabía por dónde venía la mano. Lo habían hablado anteriormente. Sin éxito, había intentado mantener la relación casual pero entre salidas, cenas, noches en su casa y en la suya, lentamente se había ido enamorando de él.

    Soy una pelotuda -pensó, e instintivamente tomó un cenicero que tenía cerca y se lo revoleó por la cabeza. De rápidos reflejos, el tipo logró esquivarlo.

    Luego de una enardecida discusión, accedió a abrirle la puerta de su departamento para que dejar que se fuese.

    Inmediatamente abrió un Etiqueta Roja y entre tragos comenzó a mandarle mensajes de texto y a llamarlo. La falta de respuesta la enojó aún más y con el correr de las horas, junto con el whiskey que comenzaba a desaparecer también se fueron desvaneciendo los recuerdos de todo lo que sucedió después.

    Intentando hacer memoria, tomó el celular y vio 6 llamadas perdidas y dos mensajes de texto. Eran todos de él.

    Abrió el primer SMS y leyó «¡Te fuiste a la mierda, flaca!! ¡Me vas a pagar cada centavo del arreglo o te denuncio!».

    El segundo era una foto de frente del Renault que tanto cuidaba. Escrito con algún tipo de elemento punzante, se podía claramente leer en el capot «Soy un pito corto».

    Sonrió.

    Prendió un cigarrillo y le respondió «No sé quién te lo habrá decorado así, pero se nota que te conoce bien. ¡Andate a la mierda!».

  127. Carlos Alberto Pino
    29 diciembre, 2020 at 17:39

    De pequeño siempre me gustó hacerme en la primera fila del salón, un poco por miopía, un poco por vanidad, no era el más bonito, ni el más delgado, no era el galán del equipo de futbol, ni el músico magistral de la banda de guerra del colegio, ni siquiera era el más inteligente; con lo que, si contaba y de lo cual me di cuenta temprano en la vida, era con una extraordinaria memoria la cual sabía disfrazar muy bien de inteligencia. Recordar nombres, fechas y símbolos en los momentos precisos, me hizo ganar cierta notoriedad dentro del salón de clase y gracias a mi utilidad mucha popularidad al momento de hacer grupos de trabajo. Freddy, el rey absoluto del salón lo notó desde los cursos más tempranos y me adoptó, para él…me utilizó a su conveniencia y me hizo creer que entre nosotros podía pasar algo más, creaba la sensación de cercanía. Me ilusionaba y una vez conseguía lo que necesitaba se alejaba, me dejaba perdido, sin norte, como un barco a la deriva. Lloraba en silencio mientras esperaba, porque en el fondo de mi corazón creía que todo se iba a resolver a mi favor. Justo el día antes de la graduación cuando recibimos la última nota, se me acercó a solas y me abrazó, me dijo: lo sé todo, y te doy las gracias, una persona como tu merece solo lo mejor. Pero aunque lo he intentado nosotros no podemos ser, me gustan las mujeres, de todas maneras te deseo solo cosas buenas para ti. Esa fua la última vez que hablamos, lo veía esporádicamente cunado veía a los del grupo. Llegué a odiarlo pero con el tiempo todo sanó, y hoy solo me produce vergüenza…..Cómo pude entregar tanto

  128. Malena
    11 enero, 2021 at 02:36

    Llego tarde a inglés, como siempre.
    Candela y Agustín, mis dos amigos de ahí, llegaron más temprano y se sentaron juntos, pero me guardaron un lugar delante suyo. Me siento en el lado del pasillo y pongo mi mochila en el otro asiento. Miro alrededor y veo que Lucas no está. Suspiro. ¿Será que no viene de vuelta?
    -Bueno.- Empieza a hablar la profesora. – Hoy vamos a hacer speaking, en la página 378 del libro tienen la actividad. Es para hacer de a dos, bueno Cata, somos impares hoy se ve. Pueden poner eh… – La interrumpe la puerta abriéndose. – ¡Ah! Lucas, vení sentate ahí con Cata que van a hacer el ejercicio de hoy de a dos.
    Siento la sangre acumulándose en mis mejillas, me tiemblan las manos y mi cuerpo no parece responderme. Mis ojos no se despegan de él mientras cruza el salón para venir a sentarse al lado mío y siento que se acelera mi respiración. ¿Se escuchará lo rápido que late mi corazón?
    – Hola, ¿Me dejás pasar? – Me dice con esa sonrisa torcida que tanto me gusta.
    Torpemente me siento en la otra silla, pero me olvido que está la mochila así que termino haciendo un movimiento raro para agarrarla y acomodarla en el piso.
    Se ríe mientras se sienta y me dice: -Bueno, ¿Que hay que hacer?
    Empezamos a hacer la actividad, pero yo estoy distraída todo el tiempo y se me traban las palabras. Me transpiran las palmas de las manos y no puedo parar de acomodarme el pelo.
    -¿Sos siempre así de tímida?- Me dice, sonriéndose.
    -¿Sos siempre tan invasivo?- Digo, sorprendiéndonos a ambos.
    Le sale una carcajada.
    -Eu, ¿Ya terminaron? – Nos dice Agus de atrás.
    Empiezan a hablar y yo me abstraigo mirando los aros que cuelgan de sus orejas.
    -¿Y estarías con alguien de segundo?- Escucho que Agus le pregunta a Lucas.
    -Na, son muy nenas para mi gusto.
    -Ey, yo voy a segundo y estoy bastante segura que te acabo de explicar todo el ejercicio. – Intercedo, colorada de la vergüenza pero queriendo defenderme.
    Lucas se inclina hacia mí, y yo retrocedo sintiéndome acorralada. ¿Para qué habré hablado? Lo miro a los ojos y él mira a los míos cuando dice: -¿Ves? Muy nena.
    Nos interrumpe la profesora para pedirnos el ejercicio y contarnos que vamos a hacer otro mirando una película.
    Me emociono pensando que vamos a mirar una película sentados al lado. Sin embargo, esa emoción se evapora cuando Lucas enseguida agarra sus cosas y se va a sentar al lado de otra compañera, sin decirme adiós.

  129. Lau
    11 enero, 2021 at 03:19

    Por un tiempo existimos «nosotros». Pero luego quede solo yo en una burbuja de emociones y esperanzas, él había pasado la página de manera irreversible, pero yo no lo entendia, no quería, asi que segui flotando soñando, anhelando, esperando porque dentro de mi pequeña burbuja eramos perfectos el uno para el otro, pero en su mundo yo solo era un recuerdo, ni siquiera sé si uno de los buenos.

  130. Romina María Reinaudo
    13 enero, 2021 at 14:00

    Si pudiera describir su belleza, su rostro compungido, sus manos suaves, su entrega… entenderían el por qué de mi sacrificio.
    Todo comenzó de un modo casual casi imperceptible, donde las variables eran incontables para que las posibilidades sean nulas… Pero ahí estaba con su silencio insistente, con su rostro angelical, esperándome cada mañana, para compartir días llenos de lecturas, espiritualidad, intereses, donde momento a momento ensamblabamos en todo lo posible.
    Todo fue sin darnos cuenta.
    Fuimos avanzando con miradas, palabras en común, secretos, llantos en principio contenidos y luego necesarios para poder evacuar todo lo que se debe aguantar en un amor prohibido.
    Nos pusimos de acuerdo para poder cuidarlo lo máximo posible, como el mayor tesoro preciado que ambas compartíamos. Nos enredamos en historias, excusas, intentando que no hubiera intimidad para que eso no nos comprometiera, que no fuera el sello que nos delatara.
    Ademas, temíamos que sí se realizaba el encuentro, jamás podríamos volver a separarnos.
    Pasaron seis años y el amor (más allá de no haber puesto el cuerpo) se afianzó mucho más fuerte con la unión de nuestras almas.

  131. Marta
    28 enero, 2021 at 15:54

    Se lo he dicho mil veces, te lo prometo, se lo he dicho. ¿No me crees? Incluso le he gritado, aunque ahora que lo pienso suena un poco violento…¡Lo importante es que le quiero!
    Me gusta su sonrisa, es preciosa. ¿Qué si se lo he dicho? ¡Claro que sí! Pero entonces ella me responde que sus labios se estiran demasiado al sonreír y parecen mucho más grandes de lo que son, ¿ridículo verdad? También le he dicho que me encanta su pelo: rizado y revuelto. Pero de nuevo ella me responde que es horrible, que no se puede peinar por las mañanas y la gente la mira como si estuviese loca. ¿Tú la miras así? Yo creo que si la miran es porque es muy guapa. Sus ojos…es tan difícil no perderse en esos ojos oscuros. Y que pestañas…nunca había visto unas pestañas tan increíbles. Aunque ella mira un poco más arriba y solo se fija en esas líneas de expresión que les están empezando a salir en la frente. Después está la nariz, la odia. Lo sé, yo tampoco lo entiendo. Es muy mona. Bueno, ella en general lo es. Me dan ganas de abrazarla cada vez que la veo. Joder, es que le quiero mucho, pero cada vez que lo digo sus comisuras caen y su mirada se ensombrece.
    ¿Por qué no me cree? ¿Por qué no me creo? ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que me acepte? Te quiero, te quiero, te quiero, me quiero…Las palabras chocan con el espejo y se enfrían junto al mármol del suelo. Ámame, por favor, ámame que no nos queda más remedio que pasar una vida juntas. Y, joder tía, eres preciosa.

  132. Neura
    8 febrero, 2021 at 19:57

    ¿Elixir o veneno? Investigué concienzudamente sobre ello exponiéndome como sujeto de prueba. Qué duro error, tanto en el planteamiento como en la hipótesis. El componente tóxico de una relación, el egodium (EGO-2), no siempre se encuentra en los elementos. Resulta que el cultivo estimula la producción de este veneno. En el laboratorio denominamos “compatibilidad” al diferencial entre medio y elemento como causantes. Y es que uno es uno, y uno es uno y sus circunstancias.
    La falta de “compatibilidad” ha creado una lista de estragos en mis estudios: delirios de celotipia, desapego vinculativo, la pérdida de uno mismo, un libro sobre el apocalipsis y múltiples operaciones de implante y prótesis. Quiero pensar que la sangre que mis datos han vertido sobre sus cálculos me haya enseñado una lección. Que el querer no es poder. Que no puedo perderme por no perderte… “Eso es lo que le enseñaré a nuestros hijos, mi futuro error”.
    Lo que nunca imaginé es que las investigaciones que me disociaban entre cobaya y humano podrían hacerme buscar la palabra ‘serendipia’ en el diccionario. Esa es una de las veces en que los fracasos científicos también son un gran descubrimiento. Esa es la historia sobre mis estudios en primera persona sobre el “amor no correspondido”. Por ella gané mi premio Nobel. El apoyo del tribunal justificaba el galardón científico a través de la composición sintáctica “Premio Nóbel de Química por la descripción del modelo de compatibilidad molecular en el EGO y sus experimentos que prueban la existencia de la reencarnación”.
    Las revistas publicaron el acontecimiento, lo definieron como el descubrimiento científico del siglo. Sirvió para desarrollar la vacuna ante esta enfermedad intratable, previniendo desde su propio origen el mal de amores. Entonces todos vivieron felices y comieron perdices.

  133. Sara
    8 febrero, 2021 at 23:16

    Te miro, como siempre hago, pero de nuevo tú no me estás mirando. Llevo un tiempo pensando en ti, pero tú no pareces verme. Te miro en todas las clases, y cuando no te tengo delante pienso en ti, pero no te das cuenta, no pareces notarme y no tengo el valor de hacerme notar. Tú sonrisa es perfecta, ilumina mis días, pero nunca me sonríes a mi, siempre es a ella. Su pelo marrón y sus ojos verdes hacen que sonrías, su cuerpo perfecto y su carácter hacen que sonrías, y no te culpo, yo también la sonreiría y tampoco me notaría. Porque así soy, vivo por ti mientras sonríes por ella; y así seguirá siendo.

  134. JRR
    9 febrero, 2021 at 12:55

    No se cuando apareció en mi vida, pero un día levanté la cabeza y estaba ahí. No me caía excepcionalmente bien pero poco a poco al irlo conociendo fui descubriendo un pequeño mundo que se escondía detrás de él. Me di cuenta que del brillo verde de sus ojos, empecé a ver el calor de su sonrisa y respirar el olor de su presencia.
    Al tiempo empezó a colarse en mis pensamientos, tanto nocturnas como diurnas. Lo veía antes de que apareciera, lo escuchaba momentos antes de verlo. Todo me empujaba hacia él, no podía detener la inercia que me llevaba a donde no debía ir.
    Probé su boca en una noche de locura, probé el gélido sabor del fracaso, de la indiferencia, del desamor. Mi obsesión se esfumó dejando sitio para la llegada de la tristeza, aunque era necesario para poder avanzar, para poder seguir adelante aceptando las reglas del corazón.

  135. Lukas Bel
    9 febrero, 2021 at 19:51

    Hoy sí
    Hoy será el día.
    Catorce de febrero, parece que los astros se alinean. Me costó mucho encontrar las agallas necesarias para poder proponérselo. Una simple cita. ¿Qué tiene el amor que nos ata la lengua? Quizás es justo de lo que trata el amor. La lengua no es lo importante. Ya llevaba seis años observándola, en el sentido moralmente correcto, y fantaseando con encontrar esa fuerza interior que tanto nos falta en esos momentos. Seis años era mucho tiempo. Pero es que ella no fue más que un flechazo recurrente, solo hacia seis meses que se había asentado en nuestro gimnasio. Y claro, en el gimnasio solo somos diferentes, hay como un pacto en el que la verguenza no puede traspasar sus puertas, quizás por eso encontré las agallas tan rápido. El sudor y el cansancio puede que tengan esa consecuencia.
    El restaurante no era un mal sitio, tampoco era lo más chic, optaba más por lo exótico que por lo exquisito. Sería más memorable. Repasé cada centímetro de mi cuerpo para confirmar que se había preparado específicamente para ello, inhalé por todos los poros para experimentar esa sensación de frescura de las colonias y abrí los ojos con una intención decidida. A solo dos calles estaba la persona que ocupaba mi atención durante hora y media diaria. Tenía algo en su voz, en su forma de mover los brazos, en su mirada que me hacía necesitar saber más de ese universo contenido que somos las personas, en concreto, ese universo. Que daño hace Hollywood.
    Aún no sabía si le gustaba o no, nunca le había visto dirigirme la mirada, seguramente ni siquiera sabía que existía hasta el martes que le pedí esta cita. Aunque aceptó muy rápido para no conocer mi existencia. No tenía que dejarme llevar por inseguridades ahora mismo. Por suficiente había pasado durante los últimos años, sobre todo después de que me dejara. Todo había ido hacia abajo hasta que pude mantenerle, y ahora podía volver a gozar de lo que implica experimentar una nueva vida y este podía ser el broche que la culminase.
    Exacto, así tenía que pensar. La sonrisa es mi mejor aliada, y con ella podía conseguir lo que quisiera. Me sentía con fuerzas y con nervios, pero podía soportarlos. Tan solo estaba a una manzana de su casa
    Pero
    ¿Por qué hay un ambulancia frente a su casa’

  136. Oriana
    10 febrero, 2021 at 00:03

    Esta historia que voy a compartir esta basada en hechos reales, propios, una de mis cuentas historias de desamor. Lo conocí en internet, allá por el año 1999 donde los blogs estaban de moda y los ciber eran el mejor lugar para pasar la tarde. Yo era una adolescente de apenas 18 años ansiosa por vivir aventuras y salir de mi pequeña ciudad. Él se llamaba Pablo, en su foto tenía un Ferrari, lo hacia parecer un chico malo y eso me gustaba. Hablamos por meses y poco a poco fui descubriendo que mas que un chico rebelde, era un osito de peluche. Me encariñe por como era su personalidad, tan tranquilo, tan amable y me trataba tan bien. Me enamore de su acento de ciudad y de la sensualidad que encontraba en su voz. Y cegada por el deseo y la pasión decidí comprar un boleto a su ciudad, jugarme todo por amor. Llena de miedos en incertidumbre, a escondidas de mis padres, subí al colectivo que me llevaría hacia él. Viaje horas para llegar, le avise cuando ya estaba instalada en mi departamento. Él sabia que iba a estar pocos días y no querer verme hasta el segundo día tendría que haber sido una advertencia para mí. Igualmente, mi corazón de enamorada no me lo permitía. Cuando llegó el gran día, tome dos subtes y un colectivo para llegar al destino. Me iba a llevar a las orillas del rio, exactamente hacia un parador de alto nivel. Moria de nervios, mi corazón latía muy fuerte y mi cabeza proyectaba miles de escenarios posibles, todos menos lo que pasó. Cuando lo vi, físicamente no era lo que esperaba, era más bajo y a mi no me gustaban los chicos bajos, igualmente no me importo, me había enamorado de su voz y de su sonrisa, también de su alma. Nos sentamos en el pasto, el sol de octubre pegaba en nuestras cabezas y charlamos de todo, hubo varios acercamientos que no se concretaron. Vimos el atardecer en el rio y luego fuimos a caminar por la zona. Nada sucedió. Llegaba la hora en el que ultimo colectivo que me llevaría a mi hotel salía. Esperamos en la parada y ambos sabíamos que esa seria la ultima vez que nos veríamos. El colectivo paso y yo me subí, me senté en un asiento al fondo y comencé a llorar. Había viajado mil kilómetros, atravesé toda la ciudad para un simple beso en el cachete. Tome una de las peores decisiones, bajarme en el medio de la nada para llamarlo y pedirle que vuelva. Pero ya era tarde. “Sol ya no puedo ir a verte, ya guardé el auto” me dijo. Y ahí lo entendí. Él nunca había sentido la misma pasión que yo, ni siquiera me había visto de otra forma. Nunca fui bienvenida ni en su ciudad, ni en su vida. Al final termino siendo una de mis mejores anécdotas ¿no?

  137. César Gómez
    13 febrero, 2021 at 05:29

    Ella era una persona que a primera vista sería fácil de encasillar, un ser simple, sin matices, un punto gris dentro de una pintura hecha a blanco y negro. En su mundo, las miradas eran como las estrellas o la misma luna, reflectores que iluminaban la oscura noche y hacían visible lo que las sombras desesperadamente deseaban ocultar. Una pluma, un libro y un prado enteramente vestido de la forma más encantadora con flores de colores eran para ella su piedra base, pues la vida, llena de estos reflectores, irónicamente nunca direccionaba al menos uno de ellos hacia su rostro. Así que, errante en su eterna oscuridad, intentaba recordar cómo había llegado hasta tal punto, qué ridícula serie de eventos la llevaron a ser tan gris, fría e insonora como el espacio mismo: eventos, uno tras otro, como si una película antigua fuera proyectada desde sus retinas, empezaron a deslizarse por sus ojos. Recordaba la ocasión aquella en la que el suspiro de su madre fue el último calor que sintió sobre su gélido rostro; cómo ya no era suficiente el maquillaje, ni el dinero para comprarlo, para tapar las palpitantes heridas sobre el rostro de su dolida progenitora y el suyo; recordaba aquel sonido, o mejor dicho, la sensación que tuvo al oírlo, la burla sombría de cientos de flechas, que apuntaban hacia ella en el centro de su patio escolar tras ser humillada por quienes se había sacrificado, los mismos que ahora eran sus verdugos; incluso aquella ocasión en la que en su boca un sabor metálico le impedía alimentarse de manera correcta, siendo culpable únicamente de ser la presa de una impotencia parida por sus entrañas tras conocer la misoginia que regía la moral de los entes superiores a ella, entes que pretendían tener el derecho y el deber de pisotearla por causa de los cromosomas con los que nació, haciéndola sentir inferior por una X duplicada, que se suponía para la sociedad, era inferior a la combinación de esta con una Y.
    Los recuerdos se secaron, y el amor que alguna vez sintió por la vida se escurrió encima de aquel prado y encima del libro con la pluma en medio, pintándolo de color carmesí vivo y haciendo finalmente que las estrellas y la luna apuntaran con sus reflectores hacia ella, al menos por una primera y última vez.

    -Río rojo en la colina de flores-

  138. Carla
    16 febrero, 2021 at 18:16

    —¡No puedes hacerme esto! — me gritó aferrándose a la manga de mi abrigo.
    Tenía prisa, demasiada, y ella estaba otra vez ahí, otra vez con los mismos planteaos de siempre.
    Raúl me miraba desde el coche, algo asustado por “la loca”, como él la llamaba, y a la vez enojado por la paciencia que le tenía a la joven la cual no ostentaba más de dieciséis.
    Debía admitirlo, me daba pena. Ahí yacía la raíz de mi paciencia. Pero ya siendo la quinta vez en el mes que me emboscaba a la salida de la editorial, comenzaba a incomodarme.
    —¡Por favor! ¡Sabes que lo amo! ¿Entiendes?
    —¡Por favor, compórtese! — le susurré entre dientes, mientras intentaba quitarme esa pequeña mano de encima sin lastimarla. — No hay nada que pueda hacer…
    —¡Sí! ¡Sí puedes!
    Apreté los labios ya algo harto de la situación. Encima Raúl no me ayudaba en nada apurándome a bocinazos.
    — ¡A ti te escucha! Y…y…
    Las lágrimas comenzaron a inundarle los ojos y eso fue suficiente para que toda mi molestia cayera al suelo. Me mataba cuando lloraba, cuando esos ojos comenzaban a escurrir dejándole surcos sucios sobre las mejillas. En esos momentos no veía a la loca, veía a esa niña profundamente enamorada por primera vez.
    Sabía que mi trabajo despertaba pasiones y emociones encontradas. Pero nunca me había sucedido esto. ¿Enamorarse de Thomas, mi personaje principal? ¿Enamorarse de verdad?
    Esto estaba en otra liga.
    Suspiré mirando hacia el cielo que parecía empatizarse con ella al soltar las primeras gotas de esa tarde gris.
    —No pued-
    —¡No! ¡No! No… — hundió su cabeza en mi pecho, en un llanto desconsolado, aferrándose a las solapas de mi saco y me dejó helado. Nunca se había acercado tanto, ni yo lo había permitido.
    Raúl tocó nuevamente la bocina y lo miré casi apuñalándolo con los ojos.
    —¿Sabes? — le tomé el rostro entre mis manos — Voy a hablarle otra vez. A lo mejor…esta vez entienda…y-
    —¿De verdad harías eso por mí?
    Asentí.
    —Pero debes dejar de buscarme… él puede…. Digamos, confundirse, ¿no?—mentí.
    Ella asintió y puso entre mis dedos un papelito que retiró desde su bolsillo —Mi número, dáselo esta vez.
    —Ok. Ahora ve… está por llover.
    Me sonrió pasándose torpemente el puño por las mejillas y se fue corriendo entre la gente. Confiando en mi una vez más, y yo simplemente abofeteándome mentalmente por hacerlo otra vez.

  139. Juan
    23 febrero, 2021 at 20:43

    Después de varias semanas yendo a comprar pan como excusa para verla, por fin me anime a invitarla a salir. Fueron muchos días de saludos tímidos entrando a la panadería. Mirar al abismo de sus ojos negros, contener el aliento y pedir medio kilo de pan. Ella siempre contestando cortésmente, aunque con monosílabos, a mis comentarios casuales sobre el clima y a mis quejas sobre el incremento de los precios del pan. Su rostro fresco, con una sonrisa inmensa y magnética, y mucho más que el pan que me veía obligado a comprar, eran el alimento diario de mis sueños. De tez trigueña, me imaginaba lo inmaculada que luciría vistiendo el vestido blanco de novia el día de nuestra boda. Iríamos de luna de miel a Cuba, en donde pasaríamos los días haciendo el amor en nuestra habitación, con una mar turquesa, cual cuadro enmarcada por la ventana. Al volver del viaje ya tendríamos nuestro departamento, ese a tres cuadras de la playa, y por el cual ya había estado averiguando. La rutina diaria fortalecería mas nuestro amor, no seriamos como esos matrimonios que se van apagando, de ninguna manera, nosotros seriamos eternos. Nuestros tres hijos tendrían padres amorosos de los cuales aprenderían lo que es el amor. Comenzando el otoño de la vida, con los nietos vendrían nuestros mayores momentos de felicidad. Me imagino envejeciendo juntos, como mejores amigos, compartiendo los sabores de la vida. Nos veo muriendo juntos tomados de la mano. ¡Cuánta felicidad nos espera!
    Todo paso muy rápido, esta mañana al entrar a la panadería, no pude contener mi ansiedad. Ella estaba ahí, hermosa como siempre, hablando con su jefa sobre las obligaciones del día. La salude alegremente, y aunque parecida algo distraída y ausente, me devolvió el saludo. Sin darle tiempo a nada, casi en susurros, le pedí que fuera al cine conmigo esa misma noche. Me miro como confundida, pero dijo si y siguió metiendo la baguette en la bolsa. Esa noche al ir a buscarla para ir al cine, lleve conmigo rosas rojas esperando impresionarla. Al entrar había un hombre a su lado y note que estaban sonrientes y tomados de la mano. En cuanto me vio, me miro con sorpresa y me dijo. Pedro, que raro vos a esta hora. Me vas a tener que disculpar, pero estoy cerrando, ya que nos vamos al cine con mi novio.

  140. FINA
    5 marzo, 2021 at 00:04

    Era lunes, 8 de la mañana. Como cada día laborable, ya estaba subida en el tren. Un día más, una semana mas. La maldita rutina del trabajo. Pero de pronto, el mal humor que había comenzado a sentir al levantarme aquella mañana, se desvaneció de golpe. El tren se acababa de parar en una estación, y sorpresa: ¡ahí estaba! Hacia meses que no lo veía. El al principio no se fijó en mí, pero al ir entrando en el compartimento al final me vio. Me sonrió, le sonreí, contentos los dos de vernos después de tanto tiempo. Nos abrazamos, nos besamos, y empezamos a hablar los dos atropelladamente, emocionados por la sorpresa de este encuentro. No podía creérmelo, después de tanto tiempo volvía a encontrarme con él, con Adolfo. El me contó que ya había vuelto de su viaje a EEUU, y que se quedaba definitivamente en España. Estuvo hablando y hablando y también preguntándome por mi vida. Yo le contestaba, sonreía, le miraba…Estaba en una nube. Yo siempre había estado enamorada de él, pero Álvaro siempre me consideró una amiga, una gran amiga…pero nada más. Pero yo estaba feliz igualmente y quien sabe, pensaba, quizás algún día…Y el seguía hablando y hablando; y yo sonriendo. Hasta que lleguemos al final del recorrido del tren. Entonces el me dio su teléfono y su dirección, y me invitó a su nueva casa, a cenar, con su nueva esposa… Y yo me quedé muda, sin saber que hacer, sin saber que decir. No sabía que se había casado…Y sólo pude sonreír como una idiota, y asentir, y decirle que lo llamaría la semana que viene, que iría a cenar con su esposa…Nos despedimos, el se fue corriendo, y yo me quedé en la estación en trance, sin poder moverme. Todas mis ilusiones rotas, todos mis sueños hechos pedazos…Lunes por la mañana, el peor de mi vida.

  141. Carla
    8 marzo, 2021 at 01:47

    —No voy a poder olvidarte.
    Shualia giró el rostro frotándose contra la almohada para quedar frente a él. Y le sonrió. Adoraba cuando Neal la miraba de esa forma, con esos ojazos azules tan abiertos y tan claros que hasta podía leer sus pensamientos en ellos.
    —¿Cómo dices?
    —Me pediste que te olvidara antes de besarme.
    —Ah…eso… — balbuceó intentando quitarle importancia.
    —No voy a poder. No quiero. — Le susurró con determinación delineándole el rostro con los dedos a medida que dulcemente le quitaba los cabellos que lo cubrían.
    Ella respiró hondo, intentando ahogar ese dolor que no la abandonaba desde hacía semanas.
    —Tienes que.
    Neal negó y luego le sonrió, delimitando con la mirada esa dulce sonrisa que se tornaba sufriente.
    —Siempre quise esto, Shualia. Siempre…
    Le acarició la espalda desnuda antes de acercarse para besarla nuevamente.
    Ella sabía lo que él buscaba con ese beso, y sabía que ya era suficiente. Pero lo deseaba. Lo deseaba tanto.
    Lo dejó besarla. Y lo dejó girarla. Y se abrió a él cuando se posó sobre ella empujando con las caderas demandante de ese espacio.
    —Siempre te deseé… ¿por qué tengo que olvidarte?
    No la dejó responderle. No quería escuchar esas palabras.
    La besó con prisa, tomándole los labios con vehemencia, deslizándose demandante dentro de esa boca.
    Ella lo dejó hacer. Siempre se lo permitía, desde aquella tarde en que él la abrazara cuando la encontrara llorándole a una foto de Sach, luego de que la abandonara una vez más. Allí le dio entrada a su vida por completo.
    Nadie jamás la había besado de la forma en que él, su mejor amigo, lo hizo en ese momento. Nadie la había amado con tal entrega como lo hizo él esa tarde, haciéndole el amor una y otra vez en aquella habitación del hotel en el que se habían refugiado de la lluvia torrencial.
    Nadie le había dado tanto como él.
    Y sabía que nadie más lo haría.
    El destino era un maldito bromista porque cuando la enamoró de ese hombre, ese amigo que le profesara su profundo amor desde que cumplieran once, ya era tarde. El amor llegaba a su corazón fuera de tiempo y de lugar.
    Gimió al sentirlo hundirse en ella con la locura con la que siempre lo hacía.
    Iba a detenerlo. Pero decidió que era mejor así. Amarlo y dejarse amar una vez más. Una última vez más.

  142. Juan
    22 marzo, 2021 at 20:29

    Se encontraba atada de pies y manos en la cornisa de un rascacielos. Veía a la gente desde allí arriba que deambulaban de aquí para allá por aquella zona céntrica. Algunos corrían y gritaban. Otros, desde sus autos, machacaban las bocinas como si eso fuera a ocasionar que el tiempo avanzara más rápido o que los autos levantaran vuelo y surcasen el cielo. De cualquier forma, nadie lograba verla desde allí abajo.
    Sin embargo, Laura estaba tranquila. Sabía lo que iba a ocurrir; lo había vivido cientos de veces. ¿O quizá más?
    No estaba segura. Pero había algo de lo que no tenía dudas. Él llegaría a rescatarla.

    De pronto, algo interrumpió abruptamente sus pensamientos. Una voz. Su secuestrador se encontraba a unos metros detrás de ella en la azotea del edificio y predicaba acerca de lo mucho que soñaba con controlar la ciudad y sumirla en un caos eterno.
    Ella, irritada, lo miró fijamente y comenzó a imitar de la forma más cómica posible, cuanto podía del monólogo que el malvado Dr. Price había practicado sin parar y que con tanto orgullo se había esmerado en preparar.
    El villano enfureció y comenzó a soltar una serie de amenazas de lo más extravagantes.
    Laura estalló en carcajadas y dijo – Quizá para la próxima ocasión -. En ese momento, un puño golpeaba la mandíbula del Dr. Price y lo mandaba a volar al tiempo que dos dientes salían disparados desde el interior de su boca.
    Él había llegado. Voló hasta Laura, la desató y la cargó en sus brazos mientras se alejaban hacia el horizonte. El viento acariciaba su rostro mientras que hacía ondear su largo pelo como si fuese una bandera.
    Se miraron el uno al otro y sin decirse nada más, ambos cerraron los ojos y se besaron.

    Al volverlos a abrir, Laura se encontraba nuevamente en su cuarto. En su corazón había una especie de vacío que no podía describir. Una vez más, volvió a mirar el cómic con desilusión, lo cerró y dijo – Ojalá fueras de verdad…-

  143. Solo Yo
    24 marzo, 2021 at 19:47

    Eponine se sentó en el suelo, ya no sentía ningún dolor. Y aunque sabía que estaba a punto de morir, su mente se encontraba en el universo paralelo con que tanto había soñado, donde Fantine nunca había muerto, y Marius la amaba, solo a ella, sin haber conocido jamás a Cosette, sin tener que volverse valquiria de forma prematura.

    -Basado en «Los Miserables»

  144. TrixxyLady
    29 marzo, 2021 at 04:15

    -¡La culpa de todo éste lío la tiene tu abuela!.-
    Ante semejante comentario, no pude evitar levantar la vista de mis notas. Annette caminaba enloquecida, de una punta a la otra de la habitación, fumando con una mano y gesticulando nerviosamente con la otra. Pensé en mi afable y amorosa abuela de 92 años. Desorientada completamente, fruncí el seño mirando a mi amiga.
    – Todos esos libros que te regalaba – Siguió. – las novelas, ¿te acordás?. Eran veneno…-
    No supe si reírme o preocuparme. La conversación estaba tomando un giro bastante ridículo, muy alejando de lo que mi actual estado de ánimo podía digerir. Ante mi silencio intencionado, Anne siguió con el parloteo…
    – Eran siempre iguales: «chico lindo» se enamora de «chica linda». «Chica fea» se enamora de «chico bueno». Algunas idas y venidas, y al final, todos felices para siempre. Totalmente irreal.- Sentenció.
    Yo no quería contribuir a su monólogo. Juro que no quería. Pero…
    – Se llama ficción, la idea no es que te lo creas.- dije en tono mucho más agrio de lo que pretendía.
    Estaba de un humor de perros y su delirio no ayudaba. Quería simplemente dejar de hablar. Terminar mis informes y mi café. Tal vez una siesta… Alejar mi mente del humillante rechazo que había protagonizado. Ni que fuera tan terrible. ¿Me iba a morir? No. Solo necesitaba que mi momento de «trágame tierra» pasara lo suficientemente rápido como para no dejar secuelas en mi dudosa autoestima.
    Pensé que él y yo teníamos una conexión; una atracción interesante. Me equivoqué. Le pudo haber pasado a cualquiera. Al menos fue delicado y dulce al mostrarme mi error. ¿Quizás demasiado dulce? Pensándolo en frío, hasta pude haber malentendido su respuesta. Después de tantos años de conocernos, seguro lo tomé por sorpresa con mi declaración. Incluso, con un poco de tiempo para pensar, su «no» podría ser un «tal vez»…
    Annette aplaudió justo frente a mis ojos. Pestañeé y salí de mi ensueño de golpe, reaccionando en qué me había quedado hipnotizada mirando la pared .
    Me levanté de un salto, y abracé con fervor a mi amiga del alma.
    – Gracias por estar siempre para mi- Le dije, con la cara enterrada en su hombro.
    -Si alguna vez conozco a este tipo, te prometo hacerle saber lo que se pierde – Susurró, cómplice, en mi oído.
    Sonreí con tristeza. Probablemente, lo mejor será que nunca se entere que hablamos de su marido.

  145. Victoria
    29 marzo, 2021 at 22:10

    Un amor no correspondido es una excusa. ¿Cómo te enamorás de alguien que no se enamora de vos, si no es para negar algo?
    Nunca entendí a las personas que se enamoran de alguien que no se enamora de ellas, no tiene sentido ni lógica porque el amor es una construcción de a dos (o más), construirlo de a uno sólo tiene que ver con unx mismx. Podés construir amor propio de a unx, siempre y cuando lo hagas consciente. Pero si no lo apuntás hacia vos, si lo apuntás hacia cualquier lado, hacia la nada, donde no hay un recipiente y un reciprocante de ese amor… lo estás desperdiciando ciegamente.
    Un amor no correspondido es un favor, entonces. Quien no te corresponde ese amor te está haciendo un favor. ¿Preferirías que alguien se aproveche y tome todo ese amor sin darte nada a cambio?
    Algunas personas lo hacen, engañan a quien lxs ama para recibir todo eso sin dar nada. Eventualmente, se van, cuando ya recibieron suficiente. A veces lo hacen sin saberlo de verdad, simplemente porque son egoístas y toda su vida lo fueron y no saben distinguir el mal que causarían con su comportamiento.
    O sea que hay personas que creen que su amor les corresponde y la verdad es que no. Que no es su amor. Es sólo un pasajero al que pronto le llegará su parada y se bajará del tren.
    Un amor no correspondido es un tren sin destino. ¿A donde vas amando al aire? Realmente sería todo más sencillo si apuntaras ese amor hacia vos. Pero no es tan sencillo como lxs influencers de Instagram dicen. «Amate» y punto. Pero amar es un acto de reconciliación en realidad. No es lineal, no es sin rodeos. Es ir hacia atrás y hacia adelante, verlo todo y aceptarlo. Es necesario reconciliar lo feliz con lo triste, las causas con las consecuencias, las virtudes y defectos, los errores y sus aristas. Sin todo eso, ¿a quién vas a amar? A alguien inventadx. Te inventaste a alguien para amar sólo porque querías amarlo, pero estás mintiéndote.
    Un amor no correspondido es una excusa para no escuchar esa verdad y mirarte en el espejo. Es un favor para ayudarte a reconciliarte. Es un tren sin destino, que va y viene para que disfrutes el viaje.

    • Cecilia carbajal
      26 agosto, 2021 at 04:59

      Podes construir un amor y que al pasar el tiempo el otro se de cuenta que esa vida ya no le hace feliz y decide cambiarla, así queda uno enamorado aun. Esa es una de las formas. Las mentiras es otra. Desde mi opinión, igual me gusto pensar desde tu punto de vista

  146. Lian
    3 abril, 2021 at 19:32

    Yo también te quiero ´´ - me dijiste, y el cielo brilló con tu sonrisa. El ruido a nuestro alrededor se difuminó mientras mi cerebro repetía una y otra vez tus palabras, como inseguro de haber desentrañado su significado, como temiendo estar equivocado. Pasaron frente a mí los recuerdos de la primera vez que te vi, de cómo se pausó el mundo con ese primer contacto visual, de cómo mi corazón latió tan rápido que me hizo preguntarme si quizás nunca lo había hecho hasta aquel momento. Rememoré las largas charlas que tuvimos a la salida de la escuela cada día, mientras yo encontraba excusas cada vez más tontas para acompañarte a casa. Recordé las noches sin dormir planeando el día en el que al fin reuniría el valor para confesarte lo que siento, lo que espero que sientas.
    En medio de la nebulosa en la que la felicidad convirtió mi existencia, noté que tus labios seguían moviéndose. Saliendo de mi embelesamiento te pregunté – ¿Que dijiste? – Te dije que yo también te quiero – contestaste – pero como mi amigo…
    No olvidaré jamás la caminata a casa: Traté de sentir tantas emociones, sin lograrlo: quise enojarme, culparte, odiarte; pero la imposibilidad de unir tu imagen con algo tan negativo me golpeó como una bala ¿cómo odiar a la persona que me hizo sentir tanto amor? ¿Cómo culparla por no sentir lo que siento, cuando ni yo mismo sé por qué la amo? La triste verdad es que ni yo puedo evitar amarla, ni ella puede evitar no hacerlo.
    Han pasado años, y mi
    error ´´ quedó ya en el pasado. Seguimos siendo amigos y solo algunos saben la triste verdad de nuestra relación. Yo cada día me enamoro más de ti, y cada día también lo disimulo mejor: camino a tu lado como un adicto que atesora cada calada, sabiendo que puede ser la última, sabiendo que lo está matando, pero sin la voluntad de alejarse. Tú que no sabes, o finges no saber (que para mí es lo mismo) mientras te apoyas en mi hombro llorando por aquel tonto que te dejó ir. Dime, querida amiga, ¿En qué hombro lloro yo?

  147. Jennifer Mendoza
    8 abril, 2021 at 18:06

    ¡Qué gracioso recordar aquel amor no correspondido! Pertenezco a una comunidad que se reúne todas las semanas. Podríamos decir que somos una familia. Y a ese lugar llegó él, con una piel tan pálida y una nariz muy notoria. Y fue un clic desde el primer momento. Yo tan joven y tan ingenua ignorando dentro de mí la atracción que sentí por aquel hombre con copete rizado.

    Yo tenía una regla: «No serás coqueta», si alguien me gustaba no me atrevía a acercarme, ¡Jamás! Y luego llegó ella tan llamativa con colores en su cabello y conquistó su corazón. Así que desistí de mi atracción por aquel encopetado.

    Tras el paso de los meses. Volvió aquel clic, ya él no era un extraño para nuestra comunidad. Ahora era parte de la familia. Y comenzó una amistad, una amistad con intenciones poco amistosas. Él me gustaba, ya lo aceptaba. Y aquella relación con aquella mujer de cabellos coloridos parecía no haber dado frutos.

    Y me ilusioné de tal forma que llegué a creer que pudiese, en algún momento, ser mi esposo. Y me elevé tanto que no veía lo que realmente pasaba. Aunque sentía algo por mí no era tan intenso como para darme un lugar en su vida.

    Y lo solté, fue un desprendimiento radical y al pasar de los meses entendí que estaba enamorada de una idea, no de él. Y hoy entiendo que fue una bendición haber no sido correspondida. Él está felizmente casado con la de cabellos coloridos y yo me casé con el único hombre del que me he enamorado con locura.

  148. Cinta
    14 abril, 2021 at 23:35

    Marrón ausente es el color de tus ojos cuando me miras.
    Ni pretendía sentir nada cuando te conocí, es más, mi corazón estaba blindado por muchas razones, pero con tu forma de dejarme entrar, también conseguiste entrar tu en mi.
    Hay veces que uno ve sólo lo que quiere ver, y vi en tus acciones una ilusión que incrementó la mía y que reveló un amor que no esperaba.
    Cuando no defines las relaciones se dotan de una belleza sin precedentes, pero también se llega a muchos malentendidos, y eso pasó, tus miradas, tus palabras y tus caricias me llevaron a pensar que también sentías lo que yo, pero no era así.
    Es duro que no te correspondan en absoluto, pero cuando te corresponden parcialmente es más difícil de asimilar y necesitas oír un yo no te quiero, para que tu corazón se rompa cómo ha hecho otras veces.
    Marrón ausente es el color de tus ojos cuando me miras.

  149. Juani Menta
    1 mayo, 2021 at 16:40

    Las rutas son como los amores, puedes elegir el que mas te guste y encarar por ahí, o mas bien es como un dulce, no sabes si quieres ir por ahí, pero el papel y el anuncio que muestra es muy llamativo, después abra que probarlo y ver que tan dulce es, o que tan bien huele. el amor son caminos que podemos elegir y a la vez aveces no podemos aunque quisiéramos ir por ese camino. me paso de buscar siempre ese camino con una amiga, como ya se conoce el termino de amor no correspondido, siempre me atrajo y nos llevamos muy bien, aunque pensando no seria no correspondido ya que nunca le dije lo que sentía por ella. pero yo lo sentía como no correspondido, ella mi elogiaba y y la inversa también, nos reíamos muchos y proyectábamos cosas juntos que sonaban a pareja , pero solo eramos amigos. hasta que un día, me mande una de las mías, me pase de copas, y me tuvo que llevar a su casa a dormir, me desperté al otro día todo avergonzado. y desde ese día no la vi nunca mas. siemopre recuerdo su gracia su sonrisa y por sobre todo los gustos musicales que nos unen. algun dia nos volveremos a ver

  150. Matias
    28 mayo, 2021 at 22:47

    Como olvidarme de ella, tantas veces la nombre, escribí su nombre en alguna carpeta, carta o cartuchera. Tenía solo 16 años, pero para ese entonces sentí que ese amor me hacia volar de una cierta forma, que yo hasta ese entonces no había sentido.
    Todo comenzó en el boliche, ese lugar que fuimos innumerable veces. Era el lugar que todo el barrio iba y tenias que estar ahí. Se esperaba toda la semana a que llegue el sábado.
    En uno de esos días, apareció ella. La vi e inmediatamente me dejó seco en el lugar. Tenía una piel suave y blanca, ojos verdes grandes, la cintura dibujada con lápiz punta fina, la sonrisa delineada perfectamente, el pelo largo lacio que le llegaba justo a la cintura. Después de que me pase el shock me acerque a Solange, nuestra amiga en común. “¿Cómo se llama?” pregunté. “Nadia” me respondió. A partir de ese momento se me quedo ese nombre dando vueltas en mi cabeza.
    Ese día me acuerdo que no me pude acercar, solo me quede mirándola, tratando de hacerlo disimuladamente, pero no creo que lo haya logrado. El otro sábado se hizo de esperar, cada día de la semana pensé como acercarme a ella, si solo hablarle, bailar o que otra técnica de levante podría utilizar. Me acuerdo que nuestra cupida, me llama y me presenta. Esos pasos hacia ella, ese primer saludo, ese nerviosismo. Trate de gambetear ese momento invitándola a bailar lo que mas me salía. Estaba sonando cuarteto, asi que ese era mi momento de poner todo ahí. Entre canción me acercaba un poco mas. Recordando los bailes de conquista de algunas aves. Pero no me animaba a mas. Habia que esperar a que pasen los lentos para intentar acercarme a sus labios.
    Tenía que llegar esa canción indicada, la que me de energía para animarme. Y sono esa. Me acerque le estire las manos, le acente con la cabeza y ella me estiro las manos. Llego el momento que tanto estaba esperando. Agarre su cintura como si se tratase del jarron que tanto ama la abuela. Buscaba no pisarle los pies, de coordinar con la música, de no hablar una estupides. Pero me quede mudo, lo único que atine fue a acercarme a su boca, que ella con total elegancia supo esquivar. El próximo Sabado será, pensé.

  151. Carolina
    14 junio, 2021 at 10:20

    El tipo de educación que yo recibí hasta los 18 años fue en un típico colegio concertado religioso y segregado de mediados de los años noventa. Con estos antecedentes, junto con mi timidez e introversión, os podéis imaginar cómo fueron mis relaciones interpersonales con el sexo opuesto. Voy a concretar diciendo que a lo largo de mi vida he conocido muchos hombres. Por estadística de cada cuatro personas que me acabo encontrando: 3 son mujeres y 1 es hombre. Nunca lo entenderé…
    Lo escrito anteriormente es como un antecedente del tema a tratar que son los amores no correspondidos. Yo he tenido dos amores no correspondidos: Secundaria y Universidad. Siendo el segundo el que más tocó mi corazoncito.
    Una compañera mía de clase vivía en una zona residencial donde tenía tanto amigas como amigos. Un día se fue con sus vecinos a un concierto de esos gratuitos que hay en mi ciudad dos veces al año y junto con ellos fuimos algunos amigos de fuera. Creo recordar que fue un concierto de OBK… Allí nos conocimos mi primer amor platónico y yo. Tanto él como yo frecuentamos nuestro círculo de amistad desde los 13 o 14 años hasta los 16 años que cambiamos de amistades por problemas internos en el grupo de amigos. Pasamos de vernos todos los fines de semana y en verano a no volver a venos. La verdad es que es muy triste…
    Octubre del 2004, primeros días en la Universidad de Madrid y cambios de aires muy deseado por mi parte. El primer curso en la Universidad fue por la tarde y tuve la suerte de crear un pequeño grupo de 3 chicas y 2 chicos. Todos eran simpatiquísimos y muy buena gente. Sobre todo, uno a quien yo veía tan tímido y serio como yo. Por lo que fue un flechazo a primera vista. Lo malo es que yo elegí la Carrera equivocada y mientras él iba pasando de curso sin problemas yo me quedé estancada. Todavía recuerdo cuando él acabó la Carrera que me dijo textualmente estas palabras: “Me he Licenciado y he acabado la Carrera pero es una Carrera que no me gusta”.
    Casualidades o no de la vida mis dos amores platónicos en algún momento de su vida acabaron siendo novios de dos compañeras de Colegio. Pensando yo siempre que, si me hubiese atrevido, yo podía haber sido una de ellas…

  152. 15 julio, 2021 at 18:36

    La bestia es tan frágil, tanto como puede serlo alguien que solo sigue a sus instintos.
    Después del silencio, su vida es, ese, pequeño triángulo de luz, perfecto de ángulos prolijos, que solo se tocan en sus vértices, casi con vergüenza, con el pudor de los encuentros sin sentido,
    de la sinrazón premeditada.
    Ajeno. Repite, murmura un nombre, lo sostiene, lo acuna, lo deja flotar, lo acaricia, apenas, con la yema de los dedos y lo suelta sin más.
    No se siente capaz de privarlo de su libertad, podría usar la fuerza, pero se resigna porque lo sabe esquivo, inmaterial, de otro, nunca propio…
    El viento provoca sombras, títeres que se mueven al compás de un titiritero que hace mucho tiempo no está
    La ciudad de la furia es un fantasma que destruye cristales.
    Y no alimenta a sus huérfanos, porque prefiere verlos tiritar de frío, despojados de sus alas, inertes como la bestia.
    La noche se desviste camina despacio en puntas de pie lo estremece con una intensidad que la bestia no quiere recodar, con el íntimo convencimiento de una soledad elegida, cierra los ojos con fuerza, golpea su cabeza contra la pared, ahoga el aullido, se le eriza la piel
    Contra toda lógica, ella vuelve, está allí, jugando a no ser, dibujada por el humo de un cigarrillo que nunca tuvo ni tendrá dueño

  153. SARA G
    19 julio, 2021 at 15:22

    400 palabras para decir contigo.
    400 palabras para decir te amo.
    400 palabras para decir adiós.

    Mayra observa a través de la ventana con la mirada perdida y una taza de café.
    Escucha a su marido, Roberto, preguntarle si se anima a salir a correr con él.
    -No, le responde sin quitar su mirada ausente del ventanal.
    Suena el timbre, es su hermana Rocío y con un abrazo le da los buenos días.
    -Buenos días para ti también.
    – Te traigo un té buenísimo, que aquí solo tienes café imbebible.
    – Ya sabes que a Roberto y a mí nos gusta.
    – Ay May – le dice mientras camina hacia el sofá. – cuéntame, ¿qué tal esta semana?.
    – ¿Qué quieres que cuente?, más de lo mismo, estoy cansada. Hoy al despertar volví a sentirla conmigo ¿sabes?, mi nueva e inseparable acompañante, mi querida soledad, oprimiéndome el pecho. No sé cuánto tiempo más durará esto.
    – Estoy aquí, ¿vale?, volverás a sonreir.
    A la mañana siguiente, suena el despertador. Se sienta y mira hacia el otro lado de la cama. Vacío. Roberto no está.
    Llega visita, Luis.
    – ¿Cómo estás?, imperdonable, debía ir yo, lo siento, le dijo.
    – Y desde hace dos semanas, pero es lo que tiene tener un amigo psiquiatra. ¿Cómo has llevado estos días? tenemos que recuperar sesiones.
    – Claro. Con Roberto igual, últimamente pienso que quizás sea eso lo que hace que mi vida sea gris. ¿En qué momento perdí la sonrisa de mi alma? .
    – Lo sabes, solo tienes que querer ver, aceptar tu realidad y tu bloqueo desaparecerá.

    Otro día más, Mayra en la cama, suena el despertador. Lo apaga y vuelve a mirar. Vacía.
    Y ese día comiendo con su hermana:
    -Oye May, ¿porque no me hablas del accidente, ¿lo recuerdas?. Le preguntó Rocío.
    – Es un recuerdo grabado a fuego, borroso, doloroso. Roberto se pasó 32 días en coma y la espera fue un infierno para mi.
    – Debes regresar de ese infierno hermanita.
    Y en ese momento una puerta sellada en su memoria se abrió y tras la desesperación de su realidad, Rocío le explicó:
    -Él estuvo 32 días en coma pero Mayra, él no despertó. Entraste en shock y tu cerebro maquilló la realidad pues no eras capaz de soportar tanto dolor. Sufriste amnesia psicógena. Hoy debes aprender a vivir con el recuerdo y el desahogo de tus 400 palabras.

    • Laura
      20 julio, 2021 at 12:26

      Muy bueno, enhorabuena Sara

  154. Laura
    20 julio, 2021 at 12:24

    Si algo sé del amor no correspondido es cómo se siente y las heridas que deja en el alma, no me siento especial por ello, millones de corazones se rompen cada día, pero la soledad que conlleva este proceso es tremenda, y tu rotura es la única que importa.
    Desde este acontecimiento ya han pasado sus años, pero recuerdo cada instante como si lo estuviera viviendo en el presente, sabía que significaban cada uno de sus gestos, trataba de interpretar cada una de sus posturas, y como dice un autor que me fascina, “en los detalles está el demonio” y en mi caso había mas de un demonio en esos detalles, pero eso no me hacía huir, me hacía querer combatirlos, pero el hombre no gana en una lucha al demonio, y en el momento en el que el adiós fue definitivo, oí su risa burlona, como si todo se tratase de su plan maléfico.
    Igual que cada momento se quedó grabado en mí, lo que vino después de ese adiós no tanto, recuerdo solo la sensación, fue un año muy difuso, como si viera mi vida desde lo alto de un faro en una noche de tormenta, nada estaba en calma, nada se entendía, yo miraba al pasado, vivía allí, y la sola mención de todo aquello, con alguien que no fuera mi conciencia, dolía, dolía de forma física, una mano invisible envolvía a mi corazón y lo apretaba con saña haciendo que se me saltaran las lágrimas.
    La primera vez que le vi tras todo aquello, fue una mezcla de sentimientos, la primera fue la sensación de llegar a casa tras un largo viaje, mi cuerpo entero se alivió, como si todo el tiempo atrás hubiera estado conteniendo el aliento y por fin podía respirar, pero eso tan solo duró unos segundos, lo próximo fue la rabia, todo lo que salía de tus labios parecía una ofensa a mis sentimientos, duele escuchar hablar de la inexistencia del amor a la persona que más has querido en tu vida, pero como siempre él era ajeno a todo aquello.
    Tras mucho esfuerzo, aquella endiablada mano, iba rebajando la presión, pero nunca dejó de estar ahí y nunca dejará de estarlo y aunque él ahora está presente en mi vida, no podré nunca dejar de estar enfadada porque siempre será para mi esa persona, un puesto del que no era merecedor y aun así se lo llevó como un vil ladrón y será suyo, ahora y siempre.

  155. Teza
    5 agosto, 2021 at 02:16

    Existen amores letales, que no deberían llamarse amores, que son, el veneno que nos condena a una agonía lenta y dolorosa, una enfermedad, el frío helándonos los huesos en verano, el silencio enmudeciéndonos cuando queremos gritar. Amores que te apagan sonrisas que ellos mismos han provocado, que nos conocieron alegres y nos mantienen triste, que nos ponen cara a cara con la tristeza, hasta desistir de nuestros sueños, para perseguir los suyos, cambiar para tener su aprobación, una compañía peligrosa, aunque estés solo, aquella historia que te esfuerzas en olvidar, una prisión, con las puertas abiertas. Amores que se convierten en un problema, que llegan como un regalo, y terminan como un disgusto. Amores tan dañinos que tenerlos cerca duele más que decirles adiós, que parecería una locura tenerlos.
    Afortunadamente, también existen amores que, son el antídoto para todo lo malo, la cura de nuestras heridas, los frenos cuando estamos cerca de chocar con el dolor, el acelerador cuando pensamos en rendirnos, el abrigo en invierno, la felicidad entre la tempestad, la libertad siendo prisionero de un solo corazón, la mejor compañía, aunque disfrutemos la soledad, la mejor historia de nuestra vida. Amores tan beneficiosos que, hasta parecería una locura no quererlos.
    Lo realmente jodido no es que existan amores letales. El problema real surge, cuando esos dos amores se fusionan en una misma persona que, puede hacerte feliz, o provocarte infelicidad, tocar el cielo o vivir un infierno, iluminar tus noches o apagar tus días, darte calma y tempestades, hacerte reír hasta llorar o llorar cuando quisieras reír, lastimarte y curarte, salvarte y condenarte, crearte el mejor sueño y las peores pesadillas.
    La letalidad de amor no correspondido es, que te da vida y te la quita, quieres demasiado a la misma persona que quisieras odiar, entregas lo mejor de ti a quien te entrega lo peor, tener como fortaleza a la misma persona que es tu debilidad, luchar hasta el último aliento de tu vida para alguien que estás muerto, no querer perder lo que nunca has tenido, ser débil ante quien te conoció fuerte, querer cambiar tu futuro, pero aferrándote al pasado, querer mantener en una sola pieza a la misma persona que te rompió en mil pedazos, vivir intensamente por un amor que nos mata lentamente.

    Amor no correspondido, es encontrar al amor de tu vida, en alguien que ya tiene el amor de su vida.

  156. susana
    14 agosto, 2021 at 15:01

    Un primer amor que llego desde la noche, de compañeros a amantes. Un inicio inesperado, si esperar nada, solo disfrutando de nuestras palabras y nuestros cuerpos. Pero pasa el tiempo, ahondan los sentimientos, quité el freno de mano y me deslicé sin miedo entre tus brazos. Las verdades van saliendo, ‘no soy pepita de oro’ me dijiste, y yo ciega ya no veía más allá de ti.
    Me sentí libre contigo, viviendo todo lo prohibido, recorriendo mi pequeño paraíso de México contigo de guía, descubriendo lo que se esconde debajo del polvo de tu país.
    Había otra mujer en tu vida, había un lado muy oscuro…pero yo iba aceptando todos los reveses con una sonrisa en la boca, como si no pasara nada, yo solo quería seguir metida en tu cuerpo, solo quería encerrarnos solos y seguir con nuestras conversaciones de todo y de nada.
    Vivir en nuestra playa, en esa cabaña con suelo de arena, una vela y una gran cama desde donde se podía ver por la ventana como pasaba el mundo ante nosotros, no quería que nada de eso terminara.
    Te convertiste en mi obsesión, enferma, cuando te fuiste alejando de mi, ya no bastaba mi sumisión, yo te perseguía, me prometía que no volvería a buscarte nunca, pero una sola llamada tuya me lanzaba otra vez al precipicio. Perdí la dignidad, acepté tu mente enferma producto del alcohol y de una vida que desconocía. Me dejabas, me humillabas, pero cuando veías que yo salía del cubo de mierda volvías a por mí…
    De mí ya no quedaba nada, mi mundo se había extinguido contigo. Mi cuerpo seguía anhelando, mi mente estaba anulada y mi vida solo discurría…nada más. Ya no sentía tristeza siquiera, no me quedaban fuerzas para sentir.
    Y me fui, lo más lejos que pude. Cogí mis restos y cruce 2 océanos y 3 continentes para no saber más de ti. Seguiste mucho tiempo incrustado en mi, otros aromas, otros colores y otro mar me ayudaron a coger fuerzas y poco a poco vi como te despegabas de mi piel y mi mente tomaba conciencia de lo que había vivido.
    Me avergüenzo a veces aun de mi falta de dignidad en esta historia, me pregunto aún a veces que pasa a día de hoy por tu cabeza cuando te acuerdas de mí, no debería, pero lo hago. No busco un perdón, solo comprender una mente como la suya, si la tuya, Higuana.

  157. Cecilia carbajal
    26 agosto, 2021 at 04:55

    Quizá todo ser humano sepa cuando la persona es o no es. Esa sensación de plenitud que la vida puede permitirte solo una vez, porque la vida es solo una vez. Vale aclarar que lejos esta la plenitud de parecerse a la felicidad, tranquilidad.
    La plenitud no solo se parece a la vida, en que solo pasa una vez, sino también en que es el yin y el yang, tiene su lado oscuro. Y es ese que nos hace a todos, al menos alguna vez, desear irnos de acá, de ahí, de ese lugar que por un momento nos dio plenitud, de ese amor no correspondido.
    Después podemos describir una de las maneras de conocer la definición de felicidad, cuando aprendes que no es para siempre, que son momentos, que no llegan del cielo, ni caen de repente. Se construyen (según el psicoanálisis u otras corrientes podría decirse que se buscan de manera icc)
    Lo vas aprendiendo cuando la plenitud se agota, desaparece. El amor no correspondido es una de las maneras que tiene la vida de aniquilarte. Parece poético, patético, superable (lo es), pero cuantas almas quedan en el camino, cuantas salen ya sin sentido.
    Cuando el otro demuestra desprecio por tu vida, no hay vuelta atrás. ¿Cómo salir de ahí?
    No es este un mensaje de que no pueda construirse, a partir de esa decepción amorosa, una nueva vida. Creo firmemente en la resiliencia y en que, aunque cueste y quizá uno nunca vuelva a ser el mismo, mañana puede ser una nueva oportunidad. Quisiera no parecer tan positiva de frases hechas, pero es lo que voy experimentando.
    Volviendo la muerte necesaria, perdón, al amor no correspondido. Todos tuvimos uno alguna vez, o ya llegara, lamentablemente. El despreciaba mi vida como si la pobre no valiera nada, simplemente porque a él le pertenecía, porque yo se la había entregado por completo. Quizá por eso para él nada valía ya mi dolor, mis sentimientos, mi vida, ya. Decía que me amaba porque yo le era útil, pero yo lo amaba porque en él había creído, depositado cada uno de mis sueños, mis esperanzas, las y los cuales jamás volvieron. Pero ya no importa, ya.
    Con el tiempo volvió por su perdón, el cual aun no se si goza de tenerlo, ¿Cómo perdonar aquel que desprecio la vida que ya te dolía tener y aun así confianza que mejoraría con él?

  158. David
    2 septiembre, 2021 at 11:40

    Una voz dulce me llama desde la puerta de mi jaula. Camino inseguro hacia ella. Sus manos huelen a café. Dejo que me acaricie. ¿Quién es? ¿Por qué está aquí? No comprendo las cosas que me susurra. Me pregunto qué querrá de mí.
    Recorremos juntos el pasillo por el que me trajeron hace tantos meses. Los demás perros me miran con ojos vacíos. La chica que huele a café me lleva a su coche y arranca. Hace un día soleado. Cuando vuelve a acariciarme le lamo los dedos. Hacía mucho que no veía un día soleado.
    Llegamos a un cálido apartamento donde nos recibe un chico que huele a pintura y naranja. Él me abraza con ternura y me acaricia. Yo froto mi hocico contra su mejilla para que sepa que me gusta. Me llevan al parque y pasean de la mano mientras juegan conmigo. ¿No van a devolverme a mi jaula? Eso sería genial. Me animo cada vez más a medida que cae la noche. Ese día me dejan dormir en su cama. Creo que no van a devolverme a mi jaula.
    Poco a poco me acostumbro a ellos. Me acostumbro al rayo de sol que me despierta por las mañanas. A pasear por el parque y a acurrucarme en el sofá. Me acostumbro a los callos en la mano del chico que huele a pintura y naranja y a la risa de la chica que huele a café. Me acostumbro al tacto del
    parqué bajo las patas y a la calidez de mi manta nueva. Me siento en casa.
    Oigo como discuten en la habitación. Veo lágrimas en los ojos de ella. Un día él llega borracho a casa. Un día ella no le dirige la palabra. Han olvidado ponerme de comer.
    Ella se marcha. Él se deja caer al suelo y agacha la cabeza. Intento consolarle pero me aparta.
    Poco a poco el chico que huele a pintura y naranja empieza a oler a cigarrillos. Se ha olvidado de sonreir. Ha vuelto a olvidar darme de comer. Se gira para darme la espalda cuando intento hacerle compañía en la cama. Me grita.
    Me subo al coche sabiendo que hoy no vamos a jugar. Tiene los ojos vidriosos. Reconozco cada curva del trayecto aunque solo lo he recorrido una vez. Me encojo en el asiento. El coche para. Él no me mira. Mi jaula me está esperando.

  159. Esperanza
    11 septiembre, 2021 at 18:52

    Envío mi Ejercicio de la propuesta 2 en las dos modalidades que escribo
    Adulto:
    Ella se detuvo cuando el corazón se lo pidió a gritos. Necesitaba tomar aire porque a pesar de estar en la calle se sentía sofocada y nerviosa. No podía borrar de su mente el contacto de sus dedos sobre su mano ni entendía porque ahora. Respiró profundo y comenzó a dar pasos cortos tan inseguros como sus pensamientos. El tiempo había convertido este sentimiento en un extraño, en ese vecino con el que nunca hay buenos días. A su mente llegaban palabras, sonrisas y miradas de un pasado muy distante, recordarlo la hizo dudar de que fuese ella su objetivo, había sido un error o un juego. Se sentó en un banco para aclarar sus ideas y decidir qué hacer mientras intentaba calmarse. Bastaría que le dijera hola para llamar su atención y confundirla. Se conocían tanto mutuamente. Cerró los ojos para verlo en el pasado, diferente de su realidad pero manteniendo el toque que una mujer busca en un hombre, dejándose llevar al pensarlo cerca para volver a enamorarse. Se tocó el brazo con la yema de los dedos y se estremeció. ¿Estaba tan necesitada de amor?. Se sintió frágil como cristal o envuelta como mosca en cómodas telarañas pero no pasaría otra vez. Esta vez no mendigaría amor y menos por veinticuatro horas. El tiempo le había enseñado que una mujer debe tener autoestima y quererse antes que a nadie buscando su felicidad sin dejarse llevar por trivialidades. Llora, porque su pensamiento difiere de lo que siente. En su corazón busca un motivo para otra oportunidad y en su bolso un pañuelo para secar sus lágrimas. Lo extrae junto a la foto de un extraño conocido. La idea de que ese roce después de tanto tiempo sea porque tiene sentimientos encontrados, quiera entregarle su amor o simplemente porque llegó el momento nacido del suceso la hace guardar la foto y correr a casa. En su carrera deja atrás el desamor y la idea de no ser correspondida. Se aferra al tiempo que vuelve con otra oportunidad, corre a los brazos de él, de su esposo de quien puede darle en casa todo lo que necesita, inclusive el roce de sus dedos. Ríe imaginando el encuentro. Abre la puerta sofocada, nerviosa, con una sonrisa casi se le echa encima pero se detiene la recibe su mirada fría antes de darle la espalda junto a un simple: Hola
    Infantil
    Escuché el consejo de Carlitos porque su madre se había divorciado varias veces, y pensé a quien mejor para pedirle un consejo. Además había escuchado decir que no existía una madre que no quisiera a un hijo e hiciera todo por él. Esperé que la vecina Hortensia fuera a la bodega para robarle las flores del jardín menos la rosa porque es la que más le gusta. Carlitos me copió en la memoria música vieja de la que le gusta a mamá. Quise hacer algo en la cocina pero sabía que por eso me darían un castigo de por vida, así que con la mesada que estaba guardando compre unas pizas y refrescos que puse en el refrigerador. Con todo listo preparé la escena junto a mi amigo. Carlitos al rato me dijo que no estaría, primero porque eran cosas de familia, segundo porque cuando mamá se enojara el prefería estar lejos en la retaguardia, por si acaso y al final cuando no quedaba tiempo porque casi llegaba mamá y antes de cerrarme la puerta me confesó que en realidad el no creía que tanta cosa preparada diera resultado y salió corriendo dejándome con la boca abierta y sin poder hacer nada. Esperé como niño bueno con las manos en los bolsillos para que mamá no se diera cuenta que sudaban. La recibí como si mamá fuera una estrella de cine y hubiese hecho una entrada triunfal. Admirada de lo recogido y limpio que estaba todo ella no hacía más que decirme cosas buenas. Hasta ese momento mamá estaba muy contenta y a cada rato me llenaba de besos y caricias. Después de comer las pizas y tomar refrescos comencé la acción con un beso pero casi no pude hablar, cansado de esperar chiri se soltó de la cuerda y salió disparado para donde estaba mamá saltándole enfrente y moviendo la colita desesperado por un cariño. Mamá lo recibió con el zapato en la mano y un grito que hizo que corriera al patio refugiándose detrás de mi caballo de juguete. Luego de regañarme diciéndome todo lo que los nervios le permitieron y que ya conocía me pidió que regresara a “Ese Perro” al lugar de donde lo había sacado. Fui cabizbajo a buscar a mi amigo para que me acompañara a llevarme a Chiri lejos de allí porque me di cuenta que su amor por mamá no era correspondido.

  160. Florencia
    12 septiembre, 2021 at 03:08

    «Mejor así». Pensé mientras me di vuelta por última vez a mirar las ruinas que quedaron después del desastre que hicimos de lo que éramos.
    Estaban tan pero tan rotas y destruidas, auqnue cuando las miraba entendía por qué, encontraba cierta belleza en ellas,por ese maldito motivo no sabía si irme y encontrar otras un poco más sanas con una nueva historia donde pudiera quedarme o esperar sentada en un rincón sabiendo que lo único que iba a pasar era que que el pasto siguiera creciendo y los pedazos de de estás ruinas se seguirían rompiendo,al punto de tapar todo y lastimarme aún más
    Así que creo que tome el valor de irme,buscando algún lugar más cálido,y eso no quiere decir que todavía no pienso y en secreto espero encontrarme con tus ruinas nuevamente, solo tome un poco del amor que te tenía para mí misma.

    • Daniel
      8 marzo, 2022 at 05:56

      Muy bonito.

    • kagura
      18 marzo, 2022 at 01:21

      Cada relación es un paso más hacia el amor propio o lo contrario. La diferencia la hacen nuestras decisiones.

  161. Esperanza
    13 septiembre, 2021 at 17:00

    Propuesta 2 en las dos modalidades:
    Adulto:
    Ella se detuvo cuando el corazón se lo pidió a gritos. Necesitaba tomar aire porque a pesar de estar en la calle se sentía sofocada y nerviosa. No podía borrar de su mente el contacto de sus dedos sobre su mano ni entendía porque ahora. Respiró profundo y comenzó a dar pasos cortos tan inseguros como sus pensamientos. El tiempo había convertido este sentimiento en un extraño, en ese vecino con el que nunca hay buenos días. A su mente llegaban palabras, sonrisas y miradas de un pasado muy distante, recordarlo la hizo dudar de que fuese ella su objetivo, había sido un error o un juego. Se sentó en un banco para aclarar sus ideas y decidir qué hacer mientras intentaba calmarse. Bastaría que le dijera hola para llamar su atención y confundirla. Se conocían tanto mutuamente. Cerró los ojos para verlo en el pasado, diferente de su realidad pero manteniendo el toque que una mujer busca en un hombre, dejándose llevar al pensarlo cerca para volver a enamorarse. Se tocó el brazo con la yema de los dedos y se estremeció. ¿Estaba tan necesitada de amor?. Se sintió frágil como cristal o envuelta como mosca en cómodas telarañas pero no pasaría otra vez. Esta vez no mendigaría amor y menos por veinticuatro horas. El tiempo le había enseñado que una mujer debe tener autoestima y quererse antes que a nadie buscando su felicidad sin dejarse llevar por trivialidades. Llora, porque su pensamiento difiere de lo que siente. En su corazón busca un motivo para otra oportunidad y en su bolso un pañuelo para secar sus lágrimas. Lo extrae junto a la foto de un extraño conocido. La idea de que ese roce después de tanto tiempo sea porque tiene sentimientos encontrados, quiera entregarle su amor o simplemente porque llegó el momento nacido del suceso la hace guardar la foto y correr a casa. En su carrera deja atrás el desamor y la idea de no ser correspondida. Se aferra al tiempo que vuelve con otra oportunidad, corre a los brazos de él, de su esposo de quien puede darle en casa todo lo que necesita, inclusive el roce de sus dedos. Ríe imaginando el encuentro. Abre la puerta sofocada, nerviosa, con una sonrisa casi se le echa encima pero se detiene la recibe su mirada fría antes de darle la espalda junto a un simple: Hola
    Infantil
    Escuché el consejo de Carlitos porque su madre se había divorciado varias veces, y pensé a quien mejor para pedirle un consejo. Además había escuchado decir que no existía una madre que no quisiera a un hijo e hiciera todo por él. Esperé que la vecina Hortensia fuera a la bodega para robarle las flores del jardín menos la rosa porque es la que más le gusta. Carlitos me copió en la memoria música vieja de la que le gusta a mamá. Quise hacer algo en la cocina pero sabía que por eso me darían un castigo de por vida, así que con la mesada que estaba guardando compre unas pizas y refrescos que puse en el refrigerador. Con todo listo preparé la escena junto a mi amigo. Carlitos al rato me dijo que no estaría, primero porque eran cosas de familia, segundo porque cuando mamá se enojara el prefería estar lejos en la retaguardia, por si acaso y al final cuando no quedaba tiempo porque casi llegaba mamá y antes de cerrarme la puerta me confesó que en realidad el no creía que tanta cosa preparada diera resultado y salió corriendo dejándome con la boca abierta y sin poder hacer nada. Esperé como niño bueno con las manos en los bolsillos para que mamá no se diera cuenta que sudaban. La recibí como si mamá fuera una estrella de cine y hubiese hecho una entrada triunfal. Admirada de lo recogido y limpio que estaba todo ella no hacía más que decirme cosas buenas. Hasta ese momento mamá estaba muy contenta y a cada rato me llenaba de besos y caricias. Después de comer las pizas y tomar refrescos comencé la acción con un beso pero casi no pude hablar, cansado de esperar chiri se soltó de la cuerda y salió disparado para donde estaba mamá saltándole enfrente y moviendo la colita desesperado por un cariño. Mamá lo recibió con el zapato en la mano y un grito que hizo que corriera al patio refugiándose detrás de mi caballo de juguete. Luego de regañarme diciéndome todo lo que los nervios le permitieron y que ya conocía me pidió que regresara a “Ese Perro” al lugar de donde lo había sacado. Fui cabizbajo a buscar a mi amigo para que me acompañara a llevarme a Chiri lejos de allí porque me di cuenta que su amor por mamá no era correspondido.

  162. Cala
    23 octubre, 2021 at 06:32

    Jugueteo con las flores sin mirarlas, no percibo su aroma, recuerdo tus palabras, cada una de ellas, esa explosión de amor y pasión en el tono de tu voz, miro a la distancia mientras resuena en mi cabeza cada «te amo», perdí la cuenta de cuántas veces lo dijiste, tus ojos a veces tan sombrío, brillaron con la respuesta que anhelabas, no pude evitar llorar de emoción de verte así tan enamorado, lo soñé tantas veces, esperé tanto tu declaración de amor que correspondiera al mío y sin embargo, con este ramo entre las manos se rompe la espera, el ramo de la novia con la que has partido, con la que te has casado.

  163. Julio
    20 diciembre, 2021 at 18:57

    Después de darle mil vueltas, se armó de valor y pulso enviar. El mensaje que había tardado tanto en escribir y, que le confesaba a Leire su amor, viajaba a través de la red.
    Parker estaba tan nervioso que sentía un huracán de mariposas en su estómago. De repente sonó el teléfono. Era un mensaje. Parker sintió que el tiempo se detenía y no sabía si leerlo. Finalmente se decidió.
    Al leerlo se quedó en shock. No pudo evitar dibujar una sonrisa de felicidad en su rostro. No podía creer que Leire quisiera una cita con él.

    En aquel momento comenzó a pensar qué planes podrían hacer, la ropa que llevaría, posibles temas de conversación y un montón de minuciosos detalles.
    Se sentía seguro, con ganas de que llegase el momento del encuentro. Pensó en como sería su relación con Leire, la vida universitaria, las fiestas, las vacaciones, el día en que se irían a vivir juntos, la boda, los niños…

    Parker estaba en una nube. Se sentía el chico más feliz del mundo entero. Se acordó entonces de qué debía responderle al mensaje pero no sabía qué decirle. ¿Debería hacerse el gracioso? ¿O más bien el tierno?. Optó por la primera; pensaba que le gustaría alguien gracioso.
    Leire se río ante su broma y finalmente acordaron un lugar y una hora para su cita. Leire le envió un emoji con forma de corazón y a Parker se le aceleró el pulso.

    De pronto, sonó un mensaje. Parker lo leyó decidido y volvía a la realidad. “ Lo siento Parker, pero no siento lo mismo que tú. Pero podemos seguir siendo amigos”. Las palabras lo golpearon como puñales y su corazón se rompió en miles de pequeños cristales.
    Nada había pasado de verdad. La cruel imaginación lo había destrozado y había conseguido que una profunda tristeza lo inundase. Se sentía ingenuo y estúpido.

    En eses momento Parker era uno de muchos adolescentes destrozados por la vida; o por el amor mas bien, siendo este el primer rechazo de muchos a lo largo de su vida. Ahora solo le quedaba esperar a que llegara el siguiente, para sentir que, con cada nuevo rechazo, se volvía más fuerte.

    Sin ánimo, Parker apagó el teléfono y se fue a dormir, a pesar de que eran las todavía las siete.

  164. Iliah
    1 febrero, 2022 at 01:41

    Por fín decidió expresar sus sentimientos en una carta, la más patética y rápida para despedirse:

    “Es raro verte allí. Ha pasado tanto tiempo y es difícil aceptar lo que a mí me toca. Quizá tuve que valorar el consejo común por el que muchas personas no van más allá de lo que intuyen para no terminar como yo. Porque yo era ese que creía que mientras más pasaba el tiempo más oportunidad tenía de ingresar en la posibilidad de una reacción… aunque fuera por comodidad o seguridad. Pero me toca verte, allí, feliz, al aceptar lo nuevo que sugiere el mar de posibilidades para ti y reafirma que lo que no conocemos es lo que nos da euforia para pensar en el futuro, sin saber de qué se trata. De acuerdo, me toca caminar hacia la nada después de tantos años, con el aprendizaje a cuestas y recuerdos que, sólo son míos. Que seas feliz para siempre. Y, por supuesto, continúo siendo esa persona en quien se puede confiar y a quien se puede acudir en el peor, o en el mejor de los momentos.
    Y te soy sincero, ojalá escuchara la voz de alguien despertándome de este momento que me apaga el mundo. Quisiera haber sido más valiente o más cobarde. En ambas posturas habría conseguido un camino alejado de ti, al enfrentar mis sentimientos. Pero no hice nada más que conformarme con la cercanía.
    Está bien, todo pasa en la vida y sí me espera una que no sabré cómo afrontar. Y te soy sincero me da miedo. Quizá yo no sea la misma persona y cambie para herir a otros. Espero sólo ser el caso de este momento… y que en el futuro alguien me enseñe que el amor que he guardado también lo puedo recibir”.
    Adiós amiga.

  165. Ernesto
    1 febrero, 2022 at 10:15

    Cuando te conocí, me habían hablado tan bien, y tan mal, de ti, que no sabía qué pensar. Me di cuenta que eras en gran parte como yo, que no sabías más que las preguntas que tenías desde hace siglos, pero tú sabías llevarlo con cierta dignidad, como si supieses que no se puede saber más allá de tus fronteras. Fue esta grandilocuencia lo que nos acabó separando. Yo no necesitaba de la autocompasión del sabio, y eso era lo único que tú me podías ofrecer. Necesitábamos acción, una revuelta, una nueva revolución, y eso era algo que ambos sabíamos que tú no estabas dispuesta a dar. Al final, tus manos eran las de un muerto, y tu discurso el de una voz en mi cabeza que me invitaba a olvidarme de todo. Uno no se puede enfrentar a ti, pero estar de tu lado es tan doloroso… Mejor olvidarnos el uno del otro para siempre, sigamos nuestros caminos, y, si así se presta, ya nos encontraremos…

  166. Patricia
    9 febrero, 2022 at 00:23

    Amargo error:
    Mi mente va a mil, no puedo concentrarme, no es como me lo imaginé; y es ahí donde está mi problema, exceso de imaginación, haber creado una película sin pensar que el protagonista ya tenía su propio guión.
    Y tendría que sentir culpa por haber pisoteado mi supuesta bandera de empatía y sororidad, pero no puedo ser hipócrita con ustedes, mi sentimiento de culpa es es mínimo o quizás está cubierto por el sabor a poco que me dejó está historia.

  167. BVV
    13 febrero, 2022 at 12:37

    Hace 11 años, 4.015 días, 96360 horas que nos conocimos. El 23 de Julio de 2010 nos encontramos, yo lloraba y lloraba hasta que me pusieron en sus brazos. Desde ese día nunca me he separado. Hay muchos tipos de amor pero como ese no hay ninguno. Ahora escribiendo desde mi terraza mirando un tiempo triste, me viene a la cabeza momentos que he pasado a su lado. No me puedo ir a dormir sin escuchar salir de su boca las palabras TE QUIERO´´.
    Día tras día está en mis pensamientos, siempre oigo su vocecilla aconsejándome sobre lo que debo hacer y/o apoyándome en esos días que necesito un impulso extra para seguir adelante.
    Siempre está ahí en los momentos malos y buenos, en los que lloro y en los que río, en los que le digo que no quiero estar con ella pero en verdad si, está en todos mis momentos. No se como puedo agradecerle todo lo que ha hecho por mi, tiene mil notas hechas por mi que pone
    gracias por todo te quiero´´
    La quiero un montonazo.

  168. gutom
    26 febrero, 2022 at 05:56

    Te quiero. Amo tu frente amplia, tu boca pequeña, tus ojos grandes, tu pelo largo. Amo esa nariz respingada. Amo tu sonrisa. La forma en que miras y hablas. Te amo chiquita. Fijo mi mirada en tus ojos y te llamo con la mente. Quiero gustarte, quiero que me desees. A veces viajo solo para verte. Ayer, por ejemplo, te vi con esa ropa deportiva nueva que tan bien te queda. Quisiera pasar todo el día a tu lado, pero nunca me he acercado más de un metro a ti. He soñado tantas veces estar a solas contigo y poder decirte que te amo, pero aún no me atrevo a romper el encantamiento. Te diría que estudio teatro y que te rogaría que me ayudes a ensayar aquel rol en el que al final él la besa. Si correspondes el beso sabré que me quieres, sino fingiré que así es el guion y podré volver a la carga con el orgullo intacto. Me he dado cuenta de que disfruto estar en este limbo, mientras no conozca la derrota. Mi ilusión sigue creciendo, aún tengo posibilidades. El fin de semana pasado te llamé por teléfono, escuché tu voz y corté. Tal vez no sea sano, pero mientras no me vea humillado por el rechazo, las esperanzas me sostienen. Puede que haya construido un castillo de naipes, pero estoy dispuesto a tomar el riesgo de una aparatosa caída. Cada vez te quiero más y quiero que lo sepas, aunque nunca tenga el coraje de decírtelo.

  169. Daniel
    8 marzo, 2022 at 05:49

    Quisiera hablar de todas las emociones que estuvieron presentes esa noche…todo el sudor que se derramó, las lágrimas, el dolor, la derrota. Hablar del valor, la batalla intensa del resistir. Quisiera… pero no, el único protagonista de esa noche fue: el amor. El mismo amor de siempre, el viejo amor que todos conocemos y nos ha hecho sufrir, quizás, si hemos tenido suerte. Estuve en primera fila como espectador, completamente ajeno a la batalla. Estaba resguardado desde mi posición, pero la distancia no me impidió llorar.
    Ella fluía, había trascendido la mera trasportación a la que estamos todos atados. Danzaba, todas las luces estaban enfocándola, los ojos puestos sobre ella, todos querían una oportunidad de tocarla siquiera, de rozarla al menos. Él, soberbio, desde lo alto sabía que ella solo lo buscaba a él y tenía razón, ella podía bailar de un lado a otro, ser el centro de atención, atraer todas las miradas, pero su motivo de existir era él, no había otro objeto en la faz de la tierra que la hiciera sentir más deseada. Ella había llegado a este mundo solo para conocerlo, solo tenía un meta: ser suya, se podía decir que su único uso era estar entre sus brazos. Aunque…para ser completamente sincero, ella hacia lo mismo con el del frente, pero solo ellos dos, no había nadie más, era un amor de tres, un triángulo amoroso que se repetía una y otra vez. El otro, también alto y majestoso, aguardaba paciente a que ella, en uno de sus desplazamientos, se le acercara siquiera. La recibía sin tapujos con sus brazos abiertos, no importa cuantos estuvieran mirando.
    La situación era insostenible, en el punto álgido de la noche, él no fue capaz de perdonarla. Todos conteníamos la respiración, la música se había detenido, nadie hablaba, marcador empatado en el último cuarto, en el primer tiro libre, ella regresaba como siempre buscándolo, pero el aro ni siquiera la miro. -Soy un puente para ti, llegas, trato de retenerte, de sentirte y siempre te marchas, siempre, sales corriendo a buscarlo -.
    Se prepara el jugador, próximo tiro y la pelota vuelve a salir del aro. Esa noche perdió el mejor equipo de baloncesto del país. Ella, al terminar el partido trato de convencerlo en vano, nunca pasó una pelota a través de él, lo sustituyeron finalmente, pero la maldición continuó. Tuvieron que crear otro tabloncillo.

    • kagura
      18 marzo, 2022 at 01:19

      Alcanzo a sentir ese juego de tres. Es desgastante y una vez en él, nada se puede salvar.

  170. kagura
    18 marzo, 2022 at 01:16

    Presa Fácil

    Cuesta reconocer que lo que a unos quema, a otros devora; que a lo que unos mueve, a otros los paraliza. Dos mundos que se atraen, colisionan, se funden y desaparecen en la nada.
    Dicen que el amor lo es todo, pero casi nadie nos cuenta que “todo” incluye todos los matices del alma, la bondad y la maldad, la belleza y el horror, la gloria y el olvido.
    La edad que tenía cuando le conoció sería: demasiado vieja para creer en el amor eterno y demasiado joven para cesar de buscarlo. Creyó que lo encontró una tarde de domingo caminando por la ciudad. Una tarde de primavera con un tibio abrazo de sol; un encuentro y una despedida.
    Para ella, todo fue rápido, como predestinado; presa fácil. Sintió que en sus ojos quería descansar por un buen rato, el roce de su piel fue como una invitación a quedarse en casa. Fue todo nuevo; le sentía: su mirada, su risa, su voz y su piel. Admiraba con infantil regocijo sus ojos, su cabello, sus canas prematuras por tanto pensar. A su alrededor la música tenía sentido, todo era vívido. Podía sentir su corazón.
    Después de ese día, caminaban juntos con frecuencia, intentando conocer sus mundos. Ella le invitó a tocar el piano y a comer maíz con mantequilla. En muy poco tiempo sintió podía ponerse cómoda y construirle una casita en su pecho, ese que tanto cuidaba que sin pensarlo, le dio.
    Hubo luz y oscuridad. No veía las sombras, no escuchaba las voces. Se aferró como el cielo se aferra a los últimos rayos de sol durante una tarde de abril. Podía irse, pero no quería. Ahí estaba su alma, y al final ahí la dejó. Un pedacito de ella como requisito para poder olvidarse de ese amor que no la correspondió.

  171. Celia
    21 marzo, 2022 at 15:47

    La primera vez que se vieron fue en el metro a las seis de la mañana, iba a trabajar en el turno de mañana de la recepción mientras que la chica del metro parecía no haberse acostado todavía. No pudo dejar de mirarla, pero como suele pasar en este tipo de encuentros casuales no fue capaz de acercarse a ella, era demasiado crudo, pensó. Durante el transcurso del día se olvidó de la chica del metro y se dedicó a otros quehaceres. Al día siguiente fue imposible evitar buscarla con la mirada en el vagón, pero no la encontró. Los días pasaron y su mente olvidó a la desconocida que había captado su atención durante todo el trayecto. Todo cambió cuando el domingo a las seis de la mañana subió al vagón en la estación central, la desconocida estaba en uno de los asientos mirando su teléfono cuando levantó la mirada y la vio, se dio cuenta de que la había reconocido porque sonrió. Esta vez no se contuvo y caminó hacia ella:
    – Soy Marta- se presentó.
    – Alicia- la morena extendió la mano hacia Marta-. Encantada de conocerte.
    Se pasaron los veinte minutos de viaje charlando y después se intercambiaron los números. Ese día empezaron a chatear por WhatsApp y continuó durante varias semanas hasta que por fin pudieron quedar en persona. La primera vez que quedaron hablaron durante horas y al despedirse se besaron por primera vez, Marta no podía creer que aquella chica tan interesante se hubiera fijado en ella. No le contó nada a nadie sobre la chica que estaba empezando a conocer, sus experiencias anteriores le habían provocado más dolor que cualquier otro sentimiento y sabía lo sobreprotectoras que eran sus amigas. Alicia y Marta siguieron viéndose durante las siguientes semanas y a partir de la tercera cita Alicia empezó a pasar tiempo en casa de Marta. Todo parecía ir bien, tan bien que Marta decidió contarles a sus amigas que llevaba dos meses quedando con una chica que había conocido en el metro. En pocas semanas las murallas de Marta parecían haber sido derruidas, por eso dolió especialmente el día que Alicia le dijo que creía que pese a que lo había intentado no tenía sentimientos románticos por Marta y que creía que era mejor si quedaban como amigas.
    Dolió mucho, y a esta confesión de la chica del metro le siguieron semanas duras, justo cuando había hecho público que había conocido a alguien le rompieron el corazón, esto hacía que doliera el doble. Pero Marta sobrevivió.

  172. Pablo Mndz
    14 abril, 2022 at 04:14

    La primera ilusión viene y va, al inicio tú no sabes, ni conoces de cual persona llamará tu atención al contrario esto sucede de alguna forma aleatoria, al inicio cualquier persona te gusta pero todavía no sabes que valoración tendrá esa persona de ti, entonces inician los conflictos en tu interior, quieres o deseas ser otra persona para impresionarla, llamar su atención pero de alguna forma eso no sirve para nada, después decides actuar, tener el coraje de hacer algo valioso bueno en ese momento parece una genial idea, un movimiento único, con que no cuentas es que alguien ya lo hice antes y que no eres tan original como pensabas, piensas y piensas, tu cabeza da vueltas una y otra vez, crees que es la indicada, a cualquier costo debes llevar a cabo tu cometido, eres inteligente, interesante pero porque no se da cuenta de lo increíble que sería todo si estuviera junto a ti, luego empiezas a entender cómo funciona este maldito y extraño mundo, el amor también se convirtió en juego que al inicio no sabes jugar si a eso en sus inicios se le puede llamar amor, pero la verdad es que no lo conoces y si eres al igual que yo alguien promedio te puedes perder en sus redes al cometer bastos errores y hasta caer en el ridículo pero al igual que diría mi padre de todo se aprende, a esta vida viniste a reírte de tus tonterías, eso te hará sentir más tranquilo y podrás lidiar con el mundo que golpea sin césar. Al final tropiezas y te das cuenta de que ella no fue ni será la única que se acabó ese brillo, esa magia con la que la mirabas, entonces te das cuenta que al instante que un momento puede ser efímero, pero también lo llevas aprendido para toda tu camino, no te encierres ni te permitas a conocer cosas hermosas, solo aprende a diferenciar la ilusión de eso que tal vez alguna vez sentí y que le llaman amor.

  173. Juanjo Salgado
    24 abril, 2022 at 17:27

    Por fin la noche, lejos de aquella habitación y aquella última mirada, acallado el martilleo del teléfono: mis padres, Alberto, Paula… Al fin sola, para enfrentarme a mí misma, a esta versión de mí misma, sin saber aún si sabré reconocerme; si estaré dispuesta a reconocerme.
    Debo levantar la vista; el lavabo me traerá tantas respuestas como todos aquellos que creen conocerme y, por ello, juzgar en mi nombre. Todo resulta tan sencillo cuando se ignoran las aristas, cuando no hay más giro que el ya esperado, manido, sobado por tantas vidas guionizadas, sin nombre propio.
    Sí, era él, el hombre de mi vida. Lo sé como lo saben todos. Ni un solo reproche, estoy segura. ¡Cuántas veces busqué un mal gesto injustificado, una debilidad que no inspirara ternura, una caricia inoportuna que no retirara a tiempo! Necesitar razones a menudo desemboca en encontrar excusas… para ocultar cobardías. Y he sido cobarde demasiado tiempo, intentando adaptar mi silueta al espacio que quedaba libre entre las demás piezas, perfectamente encajadas, reproducción fidedigna de un mosaico coral; pretendiendo escuchar un diapasón común, preciso, exacto, cada vez que, paseando, soltaba mi mano para pasar su brazo por mi cintura y colgar su pulgar de la trabilla de mi vaquero; aceptando la verdad única, de todos y para todos, aunque hubiera de negarme a mí misma en el proceso.
    Ahora debo levantar la vista. Aquí estoy, frente a mi rostro. Era él, siempre fue él y habría sido siempre él. Pero no era yo.

  174. Octavio
    2 mayo, 2022 at 04:55

    Que incomprensible es la vida a veces. Cuando quiera, te da la fuerza, el aliento, la confianza para transitarla; o también, te da el cansancio, el amargor, el dolor que nos acompaña. Pero cuando se trata de amor, cuando se trata de sentir ese sentimiento tan sinuoso en su esplendor, no sabes cuantas vueltas darás antes de volar como aun ave o, tal vez, antes de caer en el abismo.

    Me ocurrió hace ya años atrás, durante mi trayecto por la secundaria, cuando la rutina tan organizada guiaba mi día a día.
    Salía de la escuela, cargando con mi pesada mochila, mientras mis parpados luchaban por no ceder ante la tentación de una imaginaria almohada. «Ese examen de Química fue difícil», de los pocos pensamientos que transcurrían por mi cabeza; y también, «Qué linda que estaba hoy». Su nombre era Lira, mi profesora de Química II y, además, «Mi amor imposible».
    Nunca fui participe en las clases en general, vivía encerrado en mis pensamientos, «¿A qué carrera me inscribiré?»»¿Tendré alguna vez un Ferrari en mi garaje?»»¿Cuánto pesará un avión de caza?». Pero un día, ella entró. Lira, la profesora suplente del amargado Profesor Domingo. Era como una brisa de aire en un jardín de flores en primavera, una obra creada por el mismísimo Da Vinci.

    Mis ojos no podían entender como algo tan bello podía existir en este contaminado mundo.

    Decidí entonces dar mi mayor esfuerzo y comencé a ser un estudiante atento; participaba en sus clases, ayudaba a mis compañeros más perdidos, empecé a sacar mejores notas, todo para que ella me notara.

    Pero entonces llegó el día.

    Cuando salía de la Escuela, pensaba, «Ese examen de Química fue difícil», «Qué linda estaba hoy», «Espera, ¡¿no era hoy su último día como suplente?!». Me di cuenta que me olvide de saludarla, pero, justo antes de comenzar a lamentarme, vi una silueta que cruzaba por la esquina. Lo sabía, era ella. Y corrí, mientras a los gritos la saludaba. Ella se giró y, con una sonrisa, comenzó a levantar su brazo, y entonces…

    En un parpadeo, ella ya no estaba. No alcancé a procesar que había ocurrido, cuando entonces vi el rastro de sangre que cubría la calle y una camioneta que chocó contra un árbol cercano.

    Mucho tiempo después, comprendí lo que era el amor y, que con este «amor imposible», yo, terminé en el abismo.

  175. Camila
    26 julio, 2022 at 16:53

    Buenos Aires, Argentina, transcurría agosto, se acercaba el fin del invierno y con ello el momento en el que todo florece: septiembre. Un bar porteño, sus copas, su gente y sus luces enmarcaban el show de aquel chico. Tocaba la guitarra al tiempo que cantaba una de mis canciones favoritas y yo solo pensaba en apludirlo cuando terminase. El presentador lo despide por su nombre: se llamaba Ezekiel. Seguía mi número de baile, asi que nos cruzamos. Por cortesía lo felicito y él me desea mierda, tal como es tradición para los artistas. Aquel fue el comienzo de una seguidilla de interacciones en el bar, seguido de salidas a lugares turisticos e historicos del centro porteño. El Congreso, la Plaza de mayo, el Planetario y el Rosedal fueron algunos testigos de ello. En hermosos paisajes Ezekiel cantaba para mí, sin siquiera pedirlo. Regalos o atenciones tampoco faltaban. Llega septiembre y con la primavera, su cumpleaños. Para esa fecha, no dudé en cruzar el hilo de agua que separa la Capital de la Provincia y los kilometros y transportes públicos que nos separaban a nosotros. Jóvenes, inexpertos, poco comunicativos, nos embarcamos en una relación muy linda, calida, pero sin nombre ni clasificación. Lo que para algunos pudiera ser sinónimo de libertad, a nosotros solo nos envolvió en un frustrante suspenso. Hasta que un día él eligió ponerle fin a esa intriga y me llamó, como era de esperarse, «amiga». Tan cobarde como desde el principio, lo acepté, anulé cualquier atisbo de sentimientos de otro orden dsitinto al de la amistad y seguí con mi vida. Incluso conocí a alguien, él también. Muy rapidamente se puso de novio con Lucía, así se llamaba ella. Las madrugadas de conversaciones y las citas culturales se iban haciendo cada vez más y más espaciadas. No recuerdo cuando fue la última vez que lo vi, aunque sí recuerdo una línea de la última conversación que tuvimos, en donde él escupió: «no me animé a decírtelo, pero me gustabas». Desencontrados y cobardes, solo vimos pasar el tren sentados en el anden, suponiendo que el destino de aquel no era el nuestro, pero sin leer el cartel.

  176. Alonso
    20 agosto, 2022 at 23:18

    A mis casi 60 años, no sabía si alguna vez estuve enamorado. Novias que no alcanzo a recordar. Casado una sola vez y divorciado a los diez años, diez felices y plenos años, pero al final no funcionó. Tres parejas más, contando solamente aquellas con las que compartí un hogar. Prefiero no recordar las otras relaciones más o menos duraderas, más o menos esporádicas, o de un momento nada más. Y seguía sin saber si alguna ves estuve enamorado. Mirando al pasado, te busqué. No estuviste ahí. Nada, tan solo el vacío.
    Hoy, de forma inesperada, te atraviesas en mi camino. Ya resignado, había decidido mirar más hacia la diversión que hacia el amor. Pero irrumpes en mi vida y lo descompones todo. Todo. Y te lo digo, cándido yo, que no sé si alguna vez he estado enamorado. Así iniciamos un camino que me lleva a ningún lado.
    No te he visto. Todo nuestro intercambio ha sido virtual, escrito, no conozco ni tu imagen, no he visto siquiera una fotografía. Y sin embargo, descubro, ahora sí, a mis casi 60 años, lo que es estar enamorado, lanzarme inevitablemente al abismo. Pero no te he visto. Dice la sabiduría popular que el amor entra por los ojos, pero esta experiencia me dice que entra por el alma. Y aquí estás, en mis horas de vigilia y de sueño, siempre presente. No puedo ni deseo alejarme a pesar de vislumbrar el inevitable destino. Y así lo entrego todo.
    Hoy, por fin, te presentas en mi vida, en todo tu esplendor. Y así como te miro, te desvaneces ante mis ojos. Me obsequiaste un atisbo del paraíso, ¿para qué, si habías de quitármelo? Hoy te vi y supe que mi amor era en vano. A mis casi 60 años descubrí el amor para descubrir también el desencanto. No fui correspondido.

    • Alonso
      20 agosto, 2022 at 23:21

      Fe de erratas: dice .»sin saber si alguna ves» debe decir «sin saber si alguna vez».

  177. LMPINTOR
    24 agosto, 2022 at 11:53

    ¿HAY ALGUIEN MÁS?

    Una avalancha de recuerdos viene a mi mente, sentimientos encontrados: lo que pudo ser y no fue: ¿de qué me perdí? Inevitablemente, caigo en el pensamiento ¿acaso eras tu?, así o más princesa a la espera de su príncipe para tener muchos hijos y vivir felices por siempre?
    Estos años sin ti: elegí no creer, elegí destruir aquello que desconocía y por tanto temía. Hoy te recuerdo como una oportunidad que se desvaneció antes mis ojos; inmóvil, te vi partir. Te conocí cuando aún eras muy joven, solías vestir camisas a cuadros de manga corta, pantalones de dril de colores sólidos, chaquetas de cuello alto; amaba el pliegue que estas formaban al nivel de tu cuello, que simpleza aquello, pero aún me gusta. Un día simplemente me robaste un beso, un beso infantil, lleno de amor sincero, que decía te quiero hasta la luna ida y vuelta muchas veces.
    En ese momento me ofreciste la eternidad, el para siempre, el compromiso, la atadura, la pérdida de libertad, te di por respuesta un NO y; sin embargo, mis elecciones me llevaron a vivir sin libertad y sin ti. Decidí no creer en aquello intangible, invisible, inerte, en lo que tu sí creías y me ofrecías sin condiciones: la lealtad; después la reclamé a alguien más; quien lo único que pudo hacer fue recordarme que yo no creía en ella. Mi decisión la justifiqué en la rebeldía propia de la edad, en el deseo de conocer el mundo y devorarlo en un solo bocado, en el deseo de ser dueña y señora de aquella vida estrepitosa, deslumbrante y retadora, que me daba la bienvenida y me llamaba a vivirla con intensidad: nunca lo hice, finalmente me asusté, me escondí bajo el brazo protector de un hombre (otro hombre) como el cachorro entre las piernas de su amo.
    Somos el resultado de nuestras creencias. Una larga suma de creencias, algunas de ellas limitantes, otras de empoderamiento, algunas vienen de casa, de nuestros padres; otras del colegio, de nuestros maestros o incluso, de nuestros compañeros; y así, a lo largo de la vida van llegando y agregándose al gran tren de la vida, más y más creencias y con todas ellas, tomamos decisiones y vivimos nuestras vidas
    Tu imagen permanece intacta en mi recuerdo, tu mirada… cómo me mirabas a mí –cuánto ego hay en esta afirmación-, era tan especial y única para ti…lamento haberme irme: elegí vivir otras experiencias superfluas por temor al compromiso, a la eternidad, a la atadura y; sin embargo, tu recuerdo me ata a una oportunidad desperdiciada, a la unicidad de tu ser… hay alguien más que crea en la honestidad, en la lealtad, ¿en el respeto a la mujer?

  178. Cristina
    2 septiembre, 2022 at 00:25

    Cuando alguien habla de un «amor no correspondido» se te viene a la cabeza una persona siendo rechazada por otra, el dolor y el sufrimiento que eso conlleva, además de la sensación de que puede que nunca consigas ese amor correspondido, porque no lo mereces, o eso es lo que sientes. Pues bien, he sentido en mis huesos lo que es el amor no correspondido y déjenme decir que no se compara al dolor cuando ese amo correspondido, eres tu misma. No hay nada peor que no corresponderte y amarte tu mismo/a. En la vida tenemos a más o menos personas a nuestro lado, pero siempre vamos a tenernos a nosotros mismos y es muy difícil hacerlo cuando no sientes amor por ti, por lo que haces, por lo que eres, cuando todo el tiempo te juzgas, te auto saboteas y dedicas todos tus pensamientos al odio.
    Lo mejor que he aprendido en 2022 es que toda mi vida voy a estar en una relación conmigo misma y no quiero que mi relación este vacía de amor. Quiero ser correspondida. Quererte a ti mismo/a es el camino más duro que puedes recorrer, pero la meta es dulce. La meta te salva.
    Por eso mi amor correspondido ha sido el que he tenido conmigo misma la mayoría de mi vida, incluso cuando no sabía ni lo que era el amor. Pero hay salida. Si yo he conseguido quererme, tu puedes. No sé si alguien leerá esto, pero espero que pueda ayudarle.

  179. Jordi
    5 septiembre, 2022 at 08:51

    Sí, Don Necio estaba terriblemente enamorado de Doña Verdad. En realidad, siempre lo estuvo. Era un amor ideal pues ni siquiera la conocía. Sus vivarachos ojos brillaban cuando pensaba en ella. La imaginaba hermosa y vestida de blanca seda y sus labios temblaban cuando susurraba enamorado… “ya estás cerca de mí”.
    Y pasó el tiempo y su amor crecía, hasta que cierto día, tras una copiosa comida, se echó en el catre y quedó dormido. Era un día tórrido, de esos que parece que falta el aire y los sudores fríos bañaban el sueño de Don Necio. Entre los oníricos vapores que lo envolvían, emergió una siniestra figura. Era una vieja, vestida de una túnica negra hecha harapos. Su mirada era triste y su porte cansado.
    —¿Es usted Don Necio? —preguntó lúgubre.
    —Así es. ¿Qué quieres de mí?
    —Mire, he sabido que usted me ama. Vengo a que me tome por fin.
    —¿Se volvió usted loca, señora?¿Quién es usted? —preguntó aterrorizado.
    —Soy Doña Verdad, tu amor.
    Don Necio sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Con que así era ella, Doña Verdad, una inmunda vieja, de rostro ajado y marchito.
    —Yo —prosiguió ella— me acuesto con todo aquel que me quiere poseer, pero no son muchos. Sé que no soy bonita ni agraciada, porque las tristezas me consumen y el pesar me ahoga, y que así acaba quien conmigo se acuesta, pero siempre acudo cuando me demandan.
    —¿Quién te dijo que te amo? Yo amo a una verdad radiante, que viste de seda, amo a una verdad hermosa y brillante. Tú eres oscura y profunda, fea y enjuta.
    —Tú me llamaste y aquí me tienes —dijo malhumorada doña Verdad despojándose de la raída túnica haciendo ademán de montarse sobre él.
    —¡No, déjeme! ¡No! —grito él despertando tembloroso— Ah, sólo fue un sueño. Realmente, si fuese así doña Verdad, no podría estar enamorado de ella.

  180. Ana Isabel
    23 septiembre, 2022 at 13:37

    Elena había tomado la firme decisión de contárselo. Sentada bajo la caliente marquesina esperaba al autobús que la llevaría ante ella. Ella, a la que siempre había odiado.
    Esa chica no tenía ninguna de las cualidades por las que toda su vida se había sentido atraída. Detestaba sus orejas de soplillo que asomaban cuando recogía el pelo en una coleta, su cara llena de imperfecciones y puntos negros, sus enormes gafas de culo de vaso, sus anchas caderas y voluptuosos muslos, su piel pintada de estrías. Por no hablar de su torpeza, su falta de carisma, su timidez…
    Sin embargo, los caminos del amor son inescrutables. Elena empezó a fijarse en sus brillantes ojos azules similares al azul del mar en calma, en su sonrisa capaz de seducir al más fiero de los hombres, en su cuerpo al son de dulces melodías que hacían desaparecer a su mente del lugar en el que se encontraba, en su sentido del humor que de un momento a otro la convertía en el centro de todas las miradas…
    El corazón de Elena se inundó de amor. “Se lo diría, sí, se lo diría. Ella merecía saber cuánto la amaban”.
    Con estas ideas en la cabeza, bajó de autobús y se dirigió a toda prisa a la casa de su amada. No quería perder ni un segundo más sin que ella lo supiera.
    Al llegar, jadeando irrumpió en el dormitorio y se encontró ante ella. Dudó. Todas las palabras se le mezclaban en la mente queriendo salir a borbotones por sus labios.

    De pronto, el silencio, que todo lo inundaba, se rompió con un TE AMO.

    Nadie contestó.

    “Te amo. Entérate. Te amo. Te amo dormida y despierta. Cuando cenas, desayunas y almuerzas. Te amo cuando llegas pronto a un sitio y también cuando te retrasas. Te amo cuando aciertas y cuando te equivocas. Cuando sientes que ya no puedes más y cuando de un bocado te comes el mundo. Y lo único que ansío en mi vida es que tú me ames también”.

    La respuesta no tardó en llegar cuando los labios reflejados en el espejo contestaron: “yo a ti no”.

  181. sara lopez
    6 octubre, 2022 at 14:39

    Un amor no correspondido podría ser perfectamente la historia de mis relaciones sentimentales a lo largo de mi vida, quizás hasta el título de mi libro.

    Quiero escribir y recordar mi primera historia de amor no correspondido.
    Comencemos….

    Para narrar mi primera historia de amor no correspondido debemos trasladarnos a los 80; esa década donde se escuchaba música en el walkman, jugábamos largas horas en la calle después de salir del colegio, forrábamos las carpetas con las fotos de la Super pop con nuestros cantantes y grupos favoritos, y en verano nos íbamos al pueblo a las fiestas a subirnos a los coches de choque que ponían en la feria, eran otros tiempos, mejores tiempos .
    Porque no existían preocupaciones como las de ahora , si tengo tantos likes o seguidores en mis RRss, sólo nos preocupaba que nos eligieran para formar parte del equipo de futbol o si mi madre me iba a dejar bajar a la calle cuando mis amigos tocaran el telefonillo.

    A los 13 años recibí mi primer beso y mi primer amor no correspondido.
    En mis cosas diarias como en ir al cole y a las extra escolares que mi madre cada tarde me llevaba , donde imagino , que sentía libertad en el hecho de criar a sus hijas sola ,al dejarme allí, y donde abandonaba ese rol para unirse a otras madres y hablar de cosas de mujeres … que es lo que yo hago ahora con mis amigas .

    Pues en ese ir y venir llegó al barrio un nuevo chico Javier , que junto con su hermana Laura pasaron a formar parte de mi grupo de amigos .
    Un grupo de amigos donde cada una de las personalidades que lo integraban hacía que su conjunto fuera grandioso.
    No sé porque en ese momento mi deseo constante era estar junto a Javier en todo lo que el grupo hacia….. ahora sí sé por qué , me había enamorado , por aquel entonces los niños y niñas de mi edad hablamos de que te gusta María o que te gusta Quique , desde un sentimiento honesto , simple a la vez vergonzoso.

    Una tarde jugando al escondite decidí esconderme con él en el mismo lugar…. tras una larga carrera y escuchar como a lo lejos la cuenta atrás para escondernos se escuchaba cada vez más leve y a la vez tan cerca de empezar el juego…. elegimos un lugar para escondernos, juntos.
    Mi corazón latía rápido por dos hechos , la carrera que me había pegado y estar al lado de Javi.
    Te aseguro que recuerdo ese momento envuelto en nubes y olor a chuches. En ese momento decidí cuando nuestros ojos se cruzaron para buscar la complicidad de lo bien que nos habíamos escondido y la carrera perfecta que habíamos realizado, darle un beso.

    Un beso, mi primer beso , yo creo que volé , se paró el tiempo y dejó de importar el juego , al menos para mí fue mágico.
    Al abrir mis ojos esperaba que Javi también hubiera sentido lo mismo que yo .
    Error , se volteó y su respuesta fue :
    – Que haces ??? a mi tu no me gustas … estoy saliendo con Mencía.

    Esa es la historia de mi primer amor no correspondido .

  182. Nicolas
    2 noviembre, 2022 at 04:49

    En fin, sé que ella no me ama y sospecho que, quizás, nunca me amó, y nunca me amara.

    Cierta displicencia acompañaba su ya pálida voz; un ademán de sonrisa, su dolor. ¡Cuántas noches habrá llorado sus palabras hasta no encontrar en ellas más que el frenesí del enajenado! ¡Cuantos días habrá vagado erráticamente, buscando aquello que nunca estuvo ahí! Quise hablar, quise decirle mis verdades. Quise gritar, quise atormentar el alma del atormentado, para librarla. Quise; mas solo supe callar. ¿Seré culpable? ¿Quién podría imaginar tan atroz desenlace siendo espectador de una comedia? Lúgubre, frívola, sin gracia, sí, pero comedia al fin. Es la vida que engendramos. Cuantas almas habrían asentido irremediablemente ante su relato, cuantas comprendido la impasibilidad que produce la agonía.

    Confieso haberla creído imaginaria, un sueño, una quimera significando a un postrado Quijote. Confieso, y mi silencio se estremece por el apedreamiento de mis jueces. ¿Seré culpable? Quiero ayudarla, ¡lo juro! Lo irreversible del pasado engendra un presente intolerable. Quise ayudarla, ¡lo juro! No, mis acciones me condenan, ¡pero quien hubiera sospechado que, una vez más, la realidad se mostraría tanto mas inclemente que la ficción! Si, vi con claridad los ojos de aquel hombre, y encontré oscuridad; escuché con atención sus palabras de amor, y me revelaron odio. Pero los hielos habían estropeado ya el whisky, mi boca no soportaba otra pitada ni mis oídos, otra palabra. Entonces me fui. Me fui, sin mediar más que la mirada.

    Al salir, no pude evitar pensar en ella, la mujer por él narrada; evocar su figura, imaginarla. Supe que era blanca como la nieve y cálida como un hogar; alegre como la primavera, suave y libre como la brisa. Sagaz y apacible como el alba, contenía la fuerza del ocaso; serena como una montaña en otoño, mostraba la profundidad de un bosque. Su sonrisa era sincera y sus palabras, precisas. Creo recordar que, por un momento, también la ame.

    Hoy la vi, yaciendo en su lecho, ahogada en tristeza, con una mueca de fatalidad. Mi silencio es imperdonable. Sí, ¡soy culpable! Soy esclavo de lo que callé. Hoy la vi, victima de la obsesión ajena, muerta por no corresponder al amor de un hombre que siempre la despreció. Hoy la vi, y viví las consecuencias de la indiferencia.

  183. Juan David
    5 diciembre, 2022 at 16:28

    La eterna levedad del ser.

    Años después, sentados uno frente al otro, a Julián le pareció buena idea contarle a Carlos algo que había sentido hace mucho tiempo.

    ¿Sabes hace cuántos años nos conocemos?, sorbió un poco de café.
    Más de 30 años.
    Cuando te fuiste a estudiar fuera de la ciudad pensé que no te iba a volver a ver.
    Pero si hablábamos todo el tiempo.
    Sí, sí, pero no es a lo que me refiero.

    Carlos estudió medicina. Luego de graduarse trabajó en varias ciudades antes de irse fuera del país a seguir estudiando. Julián conoció a Carlos una tarde de lunes, cuando ambos tenían 15 años, en el último año de colegio. A Carlos no le interesó de inmediato ser amigo de Julián, pero a este último le intrigaba el adolescente de tez de un amarillo profundo, a quien una delicada barba le iba marcando el rostro, uno que se iluminaba al reflejo del sol cuando sus ojos pasaban a verse de un esmeralda tan fuerte que no se lograba decir si eran verdes o amarillos. Carlos era un hombre que para él mismo no reflejaba la imagen de un adonis, pero a Julián le generaba preguntas.

    El mesero sirvió un café oscuro, al lado puso una pequeña vasija con azúcar. Carlos sorbió primero y se dio cuenta que estaba más caliente de lo que parecía, incluso pensó que el clima caluroso de su ciudad se le comparaba. Lo pensó, nada más, como llevaba Julián 30 años pensando en qué hubiera pasado, si esa noche de 1998, cuando Carlos se graduaba de medicina, él hubiera accedido en el juego que tenían en darle un beso.
    – Una vez me imaginé estando al lado tuyo; dijo Julián con el miedo.
    – ¿Cómo así?
    – Sí, si no nos hubiéramos casado.
    – …
    – Pero no pasó.

    Carlos sorbió una última vez su café, dejó en la mesa un billete mal doblado, se levantó de la mesa y se fue sin despedirse. Julián llamó al mesero, pagó la cuenta y se sentó a mirar cómo pasaba la gente frente al cristal que daba a la calle. Y la pena que había sentido se tornó del mismo tono oscuro de la ventana. Solo se preguntó: ¿por qué cargar con esto se volvió más pesado cuando he decidido soltarlo?

  184. Florencia
    13 febrero, 2023 at 16:41

    «Mejor así». Pensé mientras me di vuelta por última vez a mirar las ruinas que quedaron después del desastre que hicimos de lo que éramos.
    Estaban tan pero tan rotas y destruidas, auqnue cuando las miraba entendía por qué, encontraba cierta belleza en ellas,por ese maldito motivo no sabía si irme y encontrar otras un poco más sanas con una nueva historia donde pudiera quedarme o esperar sentada en un rincón sabiendo que lo único que iba a pasar era que que el pasto siguiera creciendo y los pedazos de de estás ruinas se seguirían rompiendo,al punto de tapar todo y lastimarme aún más
    Así que creo que tome el valor de irme,buscando algún lugar más cálido,y eso no quiere decir que todavía no pienso y en secreto espero encontrarme con tus ruinas nuevamente, solo tome un poco del amor que te tenía para mí misma.

  185. Juliana
    15 marzo, 2023 at 22:49

    Dolor.
    Dolía más de lo que ella imaginaría, el ardor y la amargura eran ahora parte de patética vida. Pero, ¿Quién imaginaría que el supuesto amor de su vida, podría llegar a dejarla tan vacía? No es justo, ¿Usarla así para después desecharla como si no fuera nada? El pensar que a sabiendas de lo que iba a provocar en ella, de todas formas lo hizo, la destruía.

  186. Raquel
    23 marzo, 2023 at 20:15

    Llegaste nuevo a la urbanización, donde pasábamos los veranos, donde nosotros ya teníamos nuestro grupo nuevo, pero eras el chico nuevo, el chico que todas querían tener sentado a su lado en la playa o en la piscina. Yo era tímida, era el patito feo de todo ese grupo de chicas. Si, íbamos siempre juntas, pero no te fijabas en mi, ¿Cómo lo ibas a hacer? Era algo mas bajita que tu, y un poco regordeta, y llevaba unas gafas enormes. No era para nada moderna, escondía mis complejos bajo las camisetas mas anchas, y no me veías en bañador, porque, bueno, no te fijabas en mi. Pocas veces me hablabas, y cuando lo hacías, era poco tiempo, yo no era interesante para ti.
    Pero por las noches yo soñaba contigo, que te fijabas en mi, que quedábamos a tomar un helado, y que te daba igual como yo fuera, porque lo que realmente te gustaba era mi forma de ser y no mi cuerpo. En mis sueños, nadie era competencia mía, yo era feliz.
    También lo era cuando te veía por la urbanización y cuando me decías un hola, y me dedicabas una sonrisa, hasta que aparecía la chica que te gustaba, y yo ya era un cero a la izquierda.
    Jure, que cambiaria para que te fijaras en mi cuando volvieras al año siguiente. No, no me diste tu teléfono, porque yo no era lo suficiente como mis amigas. Yo era, la chica simpática, una chica, que se había enamorado de ti, y que tu ignorabas por completo.
    Años mas tarde, después de haber vuelvo de estudiar en el extranjero, y volver a la urbanización, te vi, estabas en la piscina solo, me acerque a saludarte, y te me quedaste mirando, como si no me conocieses. No, no me reconocías, ya no quedaba nada de aquella chica con complejos, tímida, ahora era una mujer segura de sus curvas, y con una gran sonrisa siempre en los labios. Ese día estuvimos hablando mucho, creo que mas que en todos los años que habías estado viniendo a pasar los veranos, y me di cuenta que ahora si que te estabas fijando en mi, pero que yo ahora ya no quería ese amor de verano, ahora podía tener a quien quisiera, y no eras tu. Seguiremos siendo amigos, y disfrutando de los veranos, pero nada mas.

  187. Vane MoBe
    24 marzo, 2023 at 03:36

    Aquel día me sentí tan, no lo sé, feliz.
    Era un día regular de escuela, ahí estábamos los dos, agarrando nuestras manos, frente a frente, diciendo cosas cursis que si me lo preguntas ahora ni siquiera las recuerdo. No sé cómo pasó, pero de repente sentí sus suaves y cálidos labios juntarse con los míos.
    Al final, no dijimos nada, solo nos vimos mutuamente y ella se fue, así fue el resto del día, ni una palabra solo un juego de miradas. Recuerdo que llegue a mi casa tan emocionado que ni siquiera podía reconocerme, no podía imaginarme lo que vendría después…
    Al día siguiente todo fue un poco extraño entre ella y yo. Como era costumbre, llegué antes, debo confesar que la espera me ponía cada vez más nervioso y hacía que mi cabeza se creara mil historias, cuando la vi llegar no sabía cómo se acercaría a mí, para mi sorpresa, solo me miró y dijo -¡Hola, Ed!- alegré como siempre, pero un poco distante. Decidí darle su espacio suponía que, como yo, tenía muchas emociones revoloteando.
    Al salir de la escuela, ella decidió irse con un grupo de amigos y me dejo atrás, no le di mayor importancia, así que simplemente me fui esperando que el día siguiente fuera mejor.
    Por el resto de la tarde, mi cabeza no me dio tregua, miles de escenarios me presentaba, desde los más optimistas hasta los más dolorosos que yo era capaz de imaginar.
    Al llegar al colegio, fui a esperarla a su lugar de asiento, me puse a dibujarla, creía que era una linda manera de dar el siguiente paso, entusiasmado y un poco nervioso espere su llegada, al verla me lleve una gran decepción y mi primera depresión amorosa.
    Estaba ahí, en la entrada del salón, con un chico de un grado mayor. Tomados de la mano, se dieron un beso y ella entró… En ese momento mi mundo se oscureció.
    Al confrontarla, en un intento desesperado de que ella me eligiera, sus palabras aún recuerdo, se sintieron como una estaca al corazón, -Solo fue un beso, Ed. No siento nada más por ti-, simplemente me quede en silencio hasta que ella desapareció de mi vista.
    Ojalá hubiera terminado ahí, pero ella era como una droga para mí, era necesaria y adictiva, así que ese solo fue el comienzo de mi derrota ante el amor.

  188. Jessica
    27 marzo, 2023 at 00:39

    Todos los días la misma rutina. El mundo gira, el metro avanza, la gente metida en sus pantallas sigue instintivamente la misma ruta. A veces no quiero salir de la cama solo para romper con la monotonía, al menos por un día.
    Pero no, la oficina me necesita. El mundo tiene que tener a personas responsables trabajando en él. Y además, está él.
    Todos los días subo al metro en Alonso Martínez y lo veo. Un rubio de ojos verdes, sentado en el último vagón del metro, leyendo un libro diferente cada semana.
    Cada día con un jean claro y una camisa oscura. A veces azul, a veces negra, a veces verde musgo. Sus ojos rara vez dejan el libro y nunca, pero nunca lo veo tocar el celular.
    Su pelo cae en mechas frente a sus ojos, pero no parece molestarle. Verlo leer es todo un deleite para la vista.
    Es como si todo a su alrededor no importara. Como si solo existieran esas letras y nada más. No recuerdo haber visto a alguien que se interese tanto en una lectura como lo he visto a él. No hay libro que no lo concentre, al menos no hasta el momento. A veces me siento en frente de él para intentar saber qué lee, el nombre de alguno de esos libros, o el autor. Me genera curiosidad al verlo tan absorto en sus lecturas.
    Me gusta como su semblante cambia conforme avanza la historia, o eso creo ya que hay veces que logro dilucidar un atisbo de sonrisa en su rostro mientras su mirada pasa por el centro de alguna página.
    Hoy me levanto, sin ganas. Pero pienso en verlo a él y de repente se me ocurre algo.
    Voy a romper con mi comportamiento habitual. Decido que hoy le voy a hablar. O al menos, voy a lograr que me mire. No sé cómo, pero tengo hasta que llegue el metro para pensar, y sino tendré que improvisar.
    Me visto intentando parecer profesional y sexy a la vez. El maquillaje es suave pero resalta mis ojos, y elijo alisarme el pelo para que se vea más largo y prolijo. Antes de salir me miro al espejo, llevo mis hombros atrás, la frente en alto y veo en mis ojos el brillo provocado por el desafío al que decidí enfrentarme.
    Salgo del departamento con determinación. Llego a la estación de metro, guardo el celular en el bolsillo y me dispongo a esperar el minuto que falta. El metro llega, subo y me dirijo al último vagón. Lo veo, y por primera vez no tiene la mirada perdida en un libro. Se ve que él también eligió HOY para romper con sus hábitos diarios. Se ve que eligió HOY para dejar los libros y perder su mirada en los labios del chico de pelo castaño a quién le sonríe embobado mientras le acaricia la mano.

  189. Adrian
    31 agosto, 2023 at 22:29

    No lo entendí. Y ahora ya es demasiado tarde para mi.

    Todo empezó como siempre. Desde muy pequeño me acompañaba a todos lados, crecimos juntos y nos llevábamos bien. Como se llevan bien unos niños, por rutina, por autonomía, y porque a esa edad no existe el racismo ni discriminación de ningún tipo. Tan solo juegos, comer y dormir. Pero aún así, siempre estaba ahí.
    Poco a poco fuimos creciendo, aprendimos a leer juntos, aprendimos a escribir, matemáticas, a odiar la profesora de lengua y a gustarnos el fútbol. Nos devastó la noticia de que nuestros padres nos engañaban por navidad. Deducimos que también formaba parte de ese complot hasta el Ratoncito Pérez y la rabia nos hizo olvidar el que harían con nuestros dientes. Pero aún así, siempre estaba ahí.
    Pero llegó la adolescencia y nos separó para siempre. Conocimos a nuevos “amigos”, de esos que te dicen que es lo que mola de verdad y por desgracia tu no estás en esa lista. Y lo intentas, lo intentas de verdad, ser guay como esos de las películas, de los que se llevan a las chicas y los chicos los aplauden. Pero eso tan solo hace que todo empeore. Y él me lo decía, que estaba bien ser yo, que él estaba siempre ahí para mi, que me quería. Pero yo decidí quedarme solo. Abandonarlo. Me dijo que nunca me abandonaría, pero yo lo hacia callar a base de rasgarme el brazo con cuchillas de afeitar. Y cuanto más se alejaba de mi, más solo estaba.
    Hasta que me abandono, como merecía. La historia debía ser juntos para siempre. Mintió al decir que siempre estaría para mí. Y eso fue la gota que colmó el vaso.
    Y ahora que todo se apaga, cada vez escucho más lejano ese goteo en la bañera. Y de golpe lo escucho, otra vez. Me dice que me quiere, que es normal que tenga miedo, pero que me quiere como soy. Y yo no tengo más fuerzas.
    Ahí lo entendí, mientras mi vida se apagaba, que debería haberme escuchado a mi mismo, amarme a mí y no escuchar a los demás. Perdí a mi amor propio y mientras me desvanecía ya no escuchaba que aún así, siempre estaba ahí.

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