Propuesta 23 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-23En este ejercicio debéis inventar una escena que ocurra en un mundo en el que las personas hablen con las cosas y las cosas hablen entre sí, y redactarlo en no más de 2.000 caracteres.


 

Para contar el número de palabras de vuestro texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de palabras en línea como estos:

 


Enviad vuestros textos en el espacio para los comentarios.

Para ver todo el taller de Creatividad literaria, pulsa AQUÍ.

taller de 12 a 16

TALLER LITERARIO
para jóvenes
de 12 a 16 años

presencial en MADRID

 

Este taller ayuda a los escritores jóvenes a encontrar su estilo personal, a evitar los bloqueos y a sacar el máximo partido de su creatividad para llegar a escribir con corrección.

 

Sábados
de 12,30 a 13,45
Zona Retiro
Grupos reducidos

 

 

  8 comments for “Propuesta 23 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Narradora de Cuentos
    3 octubre, 2016 at 01:17

    El Van Gogh Museum, estaba a punto de cerrar sus puertas al público. Los últimos visitantes se resistían absortos a desalojar las diferentes salas de exposición. Al fondo un pequeño grupo de media docenas de chavales, sonreían y hacían comentarios al margen de la colección pictórica, implicados más en sus chanzas de adolescentes que en el genio impresionista. Entre bromas y risas uno de ellos propuso quedar rezagados del resto de público y ser partícipes de la jugarreta de burlar la seguridad del Museo. Así lo hicieron, siendo los primeros sorprendidos en que su felonía, no fuera descubierta al instante. Transcurridos unos largos minutos, sintiendo ya la frialdad de las estancias sin público y la soledad atípica de un lugar acostumbrado al continuo trasiego de gente. Les sobresalto de pronto una voz, rotunda y firme, que reprochó sin rubor, que poderosa razón justificaba , el asalto a sus horas de asueto, tan merecidas, tras ríos de gente a diario, apostilló. Incrédulos mirándose unos a otros, advirtieron que quien hablaba con tal propiedad, era el propio Van Goch desde su autorretrato … Todavia no habían tenido tiempo de articular palabra, cuando los cuadros cuestionaron diferentes razones, para aceptar tal desatino y sin pestañear intercambiaron opiniones de toda índole, ante las atónitas miradas del grupo adolescente.
    «Los Lirios» discutían airosos con » Los Girasoles», de como lograrían sobrevivir a semejante afluencia de gentes, diaria. » El dormitorio de Arlés», la habitación de Van Gogh, permaneció un breve instante inmutable, hasta que decidida se pronunció, dejando claro que por su parte, estaba dispuesta a permanecer tal y como su autor la había retratado, sin cuestionar su colorido, tan comentado en la época y tan admirado en la actualidad. Las famosas «Sillas de Gauguin y Van Gogh», debatían juiciosas la necesidad de mayor descanso semanal. Los segadores aturdidos, interrumpieron » La siesta » con tanto alboroto, y «Los comedores de patadas » preguntaron con rostro endurecido a los chicos, si querían compartir mesa, que solícitos, se apresuraron con un gesto a declinar. Mientras tanto «La noche estrellada» miraba risueña la estampa y divertida exclamó, desde cuando unos muchachos en edad de merecer, dejaban a un lado un buen bocado que llevarse a la boca. Aburridos y apáticos » Los campos de trigo con cipreses » se desentendieron de la conversación, dejando que » La casa Amarilla » siempre coqueta, cobrara total protagonismo. Dirigiéndose a los muchachos, quiso saber impaciente, si su ilustre fachada, era del gusto de la juventud actual.
    Finalmente los muchachos olvidando toda lógica y razonamiento, se enzarzaron en acalorada discusión con » Terraza de café por la noche», que aseguraba que la juventud de su época, sabia disfrutar y divertirse, con mucho más acierto que la actual.
    La amena conversación salpicó la amplia estancia, de exclamaciones de júbilo de » El melocotonero » hastiado de tiempos de soledad, también de » El almendro » alegremente florecido, y por supuesto de » El viñedo rojo » que exultante, mostraba su ensangrentado esplendor.

    De pronto irrumpió en la estancia, el Servicio de Seguridad, que con su sola presencia, consiguió aplacar la pinacoteca y silenciarla de nuevo al ostracismo…

    • María Cervera
      19 octubre, 2020 at 22:13

      Muy bonito relato.

  2. Azul Bernal
    16 octubre, 2016 at 00:43

    Me siento sobre ti, querido sillón. Me siento y te agradezco que cada tarde recibas mi cansancio desbordado sobre tus cojines. ¿Dime, qué pasa por tu mente todo el día mientas yo estoy en el trabajo?
    Te pienso. Te pienso allá a lo lejos, viviendo aventuras como las que ves en la tele cuando sobre mi reposas tu cansancio.
    ¿Te aburres?
    Existo. Existo frente a la mesa. Mesa, a ti te miro todo el día. Tú eres mi compañera. Sostienes para ella su cena mientras ve la tele cuando sobre mi reposa su cansancio. Agradezco tu compañía.
    Nada has de agradecer, querido sillón. Sin tu presencia pasaría el día en completa soledad, pues ya ves que el candil cuelga tan alto que con él no puedo platicar, y la tele cierra sus ojos y duerme todo el día para sólo despertar cuando ella ha regresado de trabajar.
    Si, duermo todo el día. Es preciso que pase las horas soñando todo aquéllo que por la noche le habré de mostrar. Es preciso que invente mundos, aventuras, personajes, pues todo ello desbordaré ante sus ojos cuando del trabajo regrese, sobre ti, querida mesa, coloque su cena, y sobre ti, apreciado sillón, repose su cansancio.
    Pues a todos agradezco que me esperen el día entero para recibirme tan calidamente a mi regreso.

    • María Cervera
      19 octubre, 2020 at 22:12

      Muy interesante que no hayas hecho un dialogo. Es lo único que se me ha ocurrido a mí (y en clave de humor). No sabía como hacer una historia algo triste o sentimental. Pero tu lo has conseguido.

  3. Sandra Carrion Estay
    1 diciembre, 2016 at 22:25

    ¡Hace un calor brutal! – les dijo el florero – ¿No les parece?
    -Sì, ya nos consumimos toda el agua que nos pusieron – respondieron las flores un poco molestas –
    -¡No es culpa mìa, que el calor las marchite! – dijo Judith –
    -¡¡Pero es tu culpa que estemos aquì acaloradas!!, contigo, y no en un jardìn que es donde nos corresponde.
    -Es cierto, pero si yo no las compro alguien màs lo harà. ¡Ademàs ya estaban cortadas!, por lo tanto no es culpa mìa que estèn en mi florero.
    -Es tù culpa y de tus congèneres.
    -Tienes razòn girasol, pero no puedes negar que adornan muy bien la sala, le dan un toque natural…
    -A costa de nuestro ciclo vital.
    -Deja de quejarte tanto: yo las tengo dentro mìo y no te digo que ensucian el agua – hablò conciliador el florero –
    -Agradezco que ustedes hermoseen mi sala, que sea un agrado mirar, que mis ojos descansen miràndolos.
    -No te afligas Judith; toma un refresco, sàcate los zapatos, reposa. Ni el refrigerador, ni el vaso reclamaràn sobre su funciòn – dijo la mesa de centro –
    -¿Por què estaràn tan mal humorados los girasoles? – pregunta la alfombra – No pasaràn la semana acà.

  4. Melina
    6 septiembre, 2020 at 05:34

    De vez en vez, los grandes inventos humanos cuchichean.

    Como todos, se aburren; y tienen ojos y oídos en cada cosa viviente que hay,

    Tu quizá te preguntaras que tendrán por interesante contar entre ellas, que rumor o habladuría las hará despertarse de su normalmente profundo sueño, pues, aunque no lo creas, ellas también hibernan.

    Y no es nada especial, de hecho, algo muy común. Pero para que entiendas, cortare un pedazo de su conversación para ti:

    — ¡Ayer no volvió! Todos estamos un poco preocupados, su madre esta desbordada en llanto. ¿Alguna lo ha visto? – Pregunto la de la fachada rosa, un poco deformada por la inquietud.

    — Puedes preguntarle a aquel, su altura no parece tener limite y sus ojos vigilan el cielo. Si no lo vio, ese muchacho desapareció – Contesto, desparpajada y cínica como siempre, orgullosa en su techo abovedado.

    — Yo escuche sobre él, pues los rumores corren y mis ojos están en todo lugar. Lo vieron anoche, caminando feliz de aquí a allá, tal vez un poco perdido – Declaro, siempre entusiasta y atenta, con sus enormes ventanas bien abiertas a la expectativa de una hoja cayendo.

    La del fondo, generalmente callada y un poco tímida, irguió un poco su techo para avisar — ¡Aquí viene! ¡Aquí viene! –

    Y efectivamente, el bello joven caminaba feliz y algo bonachón a través de la calle, con la frente bien erguida y una sonrisa plasmada en el rostro.

    — Estos jóvenes de ahora ¿Acaso pueden creerse su desfachatez al llegar así? A su madre le dará un ataque en unos minutos

    – Replico, airada, la de la fachada rosa.

    Y ahora, tu, mi querido amigo, ¿Sabes quienes conversaban tan animadamente?

  5. María Cervera
    19 octubre, 2020 at 22:12

    Muy interesante que no hayas hecho un dialogo. Es lo único que se me ha ocurrido a mí (y en clave de humor). No sabía como hacer una historia algo triste o sentimental. Pero tu lo has conseguido.

  6. María Cervera
    19 octubre, 2020 at 22:14

    Estoy tremendamente enfadada con la tostadora ¿Tú crees que ha de decirme que no la trato bien? Solo dejé que las tostadas se quemasen un par de veces, no más… y ya sé que no debo meter a Don tenedor en su interior para recoger las migas atascadas… pero ¿qué recurso tengo? Maté a la pobre pala de madera, partiéndola por la mitad, en un intento desesperado por recuperar la mejor parte de una barra de pan incrustada en los hierros de la tostadora. Lo he escuchado comentando la jugada con sus compañeros de cajón:
    – A la ama de la casa le gusta el riesgo, no sabe que los metales somos buenos conductores.
    – El otro día, el carro de la compra me dijo que el amo de su casa se electrocutó al meter una cuchara en la sandwichera- comentó la manga pastelera.
    – ¡Madre mía, te enteras de todo! Eso de estar ahí guardada en el armario de la entrada te convierte en reina de los chismes, ja ja -rio el cuchillo de sierra.
    – Pues escucha esta: Me han dicho que el paraguas cuello de pato está pasando por malos momentos. Escuchó que el amo de la casa lo iba a tirar a la basura si volvía a doblarse en plena tormenta.
    – ¿Eso quien te lo ha dicho?
    – El bastón del abuelo.
    – ¡Pero ese bastón chochea! ¿Te vas a fiar de lo que te diga?
    – Me fio más de él que de ti, ¡cuchillo de sierra mohoso!
    – Esto no es moho, es óxido, para que te enteres.
    – De lo poco que te usan….
    – Menos te usan a ti, que solo sales para algunos pasteles.
    – ¡Podéis parar de hablar un momento! -gritó Ron, el gato siamés de la casa. ¡Queremos dormir y no podemos!
    – Ya nos gustaría a nosotros tener tu vida de gato y la tuya de manta de mascotas. Todo el día a cuerpo de rey. No os molestáis en trabajar, ni tenéis oficio.
    – Y puedes añadir que aparte de no hacer nada, que para eso he sido creada, la ama me lava una vez por semana y me pone suavizante – respondió la manta.
    – Rrrrrrrrrrr, miau…. Me encanta cuando hace eso…. Duermo todavía mucho más.
    – Pues contenta está la lavadora de aguantar tus asquerosos pelos, por lo visto el filtro ha entrado más de tres veces en pánico. Por suerte que el cesto de la ropa ha gritado en su auxilio y la ama lo ha desatascado – dijo la manga pastelera.
    – Para atascos el del lavavajillas…. Por cierto, ¿alguien sabe cómo se encuentra?.
    – Está en la unidad de lavados intensivos, por lo visto, sacaron un calcetín muerto de su interior.
    – ¿Qué? ¿Pero como fue a parar ahí?
    – El hijo pequeño lo metió ahí pensando que se lavaría y el pobre acabó ahogado en el desagüe. El lampista certificó su muerte. Por cierto, a ver cuando vuelve por aquí. Conecté muchísimo con esa llave inglesa.
    – El maletín de herramientas comentó que últimamente viajaban muchísimo y que algunos ya no estaban para esos trotes.
    – El martillo está a punto de jubilarse…
    – Y varios destornilladores.
    – Que lástima llegar a viejos… y ser inútiles. Con suerte acabaremos en algún museo.
    – Pocos se libran del desguace….
    – Sólo espero que no me tiren al contenedor de residuos.
    – Igual tienes suerte y te reutilizan…
    – O me guardan como reliquia….
    – Eso sería lo mejor que nos podía pasar. ¿Recuerdas a estrella de vidrio? Fue recogida del suelo, había quedado en una ranura en medio de la carretera, miles de coches habían pasado sobre ella. Pero nuestra Montse la recogió y la guardó dentro del farolillo.
    – ¡Ah si! Desde entonces parece otro, ¡nunca lo había visto tan luminoso!
    – Es lo que tiene el amor…

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