Propuesta 29 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

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En la propuesta de hoy, debéis describir en un máximo de 1.500 caracteres a un personaje que se caracterice porque no tiene fuerza de voluntad.


Recordad que para contar los caracteres de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de caracteres en línea como estos:

 

 

 

 


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  9 comments for “Propuesta 29 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Narradora de Cuentos
    3 octubre, 2016 at 15:53

    La vida no podía darle así la espalda… El que sin dificultad, había prosperado con la empresa constructora familiar, se veía ahora, tras el inesperado y fatídico infarto, que le arrebató prematuramente a su padre de su lado; con la incertidumbre de cómo mantener a flote una empresa, tan diezmada por la crisis, y de la que nunca había sido tan consciente, se había ocupado jamás, sabiendo reclinar en su padre todas las responsabilidades …
    Se preguntaba por primera vez en su vida, que tenía que hacer, y porque nunca había tenido voluntad alguna por implicarse en el negocio, del que durante años solo le interesó, que le permitía vivir a todo tren y a lo grande.
    Visualizó por un momento, su niñez y su adolescencia y fue incapaz de reconocerse mérito y esfuerzo alguno por fijarse alguna meta…
    Sus «logros» nada tenían que ver, se mortificaba ahora, con los que de siempre, fue gestando su progenitor. Hombre de origen humilde, hecho así mismo, con la fortaleza del que se sabe, absolutamente solo, para lidiar con la vida.
    Rememoró ahora con veneración a su padre, su buen hacer, su talante emprendedor, la voluntad de dar a los suyos, el bienestar y estudios que el añoro para sí, siendo niño…Y no pudo por menos, ahora él, que menospreciarse, por todos los años en que su única inquietud, fue disfrutar de una vida vacía y grotesca, a golpe de tarjeta de crédito, por cuenta ajena.

    Se sentía ahora tan solo, un pobre crápula de la noche, rodeado de falsos abrazos y lujo… Personaje, que con el revés de la ausencia de su padre, la falta propia de capacidad empresarial y de trabajo, y el declive económico por la crisis. Era, se dio cuenta aterrado e incrédulo, incapaz de seguir manteniendo …

  2. Azul Bernal
    4 octubre, 2016 at 07:19

    Con los rojizos pelos parados, y la piyama a rayas arrugada y desenchufada, se sienta en la cama, mira pesadamente el reloj, hace una mueca de disgusto, y decide que ha llegado la hora de levantarse. Voltea a ver sus pies, que no se mueven. Pone las manos sobre el respaldo de la silla para tomar impulso, pero los brazos caen sobre su regazo sin haber logrado moverlo ni un sólo centímetro. Sobre el buró, la alarma del despertador vuelve a sonar. Gira la cabeza y lo mira, le saca la lengua, le da un zape, lo apaga. En la pared, el reloj sigue cantando tic tac. Estira la mano, quizá pueda tomarlo, quitarle la pila y tirarlo al lado de la cama. Pero no, no lo logra. Su mano se queda suspendida frente a sus ojos, como una estatua congelada en el aire. Trabajo, hoy es día de trabajo. Debería ya correr a la regadera, arrancarse la ropa en dos segundos, ducharse en tres, vestirse en cuatro. Tic tac. La corbata cuelga de la chapa del clóset. Tic tac. El portafolio se detiene contra la esquina, bajo la ventana. Tic tac. Vuelve a colocar las manos sobre el respaldo de la silla, para tomar impulso y levantarse. Su cadera no se mueve, sus pies no reaccionan, las manos regresan en picada a la calidez de su piyama. Tic tac. El reloj del buró ha fenecido. Tic tac, el de la pared sigue bailando. Para ahora ya sebería haber desayunado, estarse lavando los dientes ya con las llaves del coche en las manos. Tic tac. Hace frío hoy, la cama está caliéntata. Tic tac. Un ratito más, re recuesta. Tic tac…

  3. 8 octubre, 2016 at 20:46

    Por qué jamás tuvo una meta no fue capaz de contárselo a nadie. No era capaz de hablar de un futuro que sabría que para él no existiría. No tenía capacidad de concentración ni fuerza de voluntad para llevar lo que suele denominarse una vida corriente. Aun así la suya lo era. Quizá cualquiera que no le hubiera conocido lo suficiente diría que su vida rozaba la mediocridad, la ordinariez. Sin embargo, levantarse de la cama suponía todo un esfuerzo cada mañana. Aprenderse los horarios del tren para llegar a su trabajo, más. Y si no fuera el hijo del jefe, el por todos llamado «niño de papá», no habría conseguido mantener el puesto más de unas semanas, quizá ni siquiera unos días. No entendían que su relación con su progenitor era meramente formal, de trabajo. Nunca se habían dado un abrazo, ya no digamos intercambiado un «te quiero». Su relación con todo el mundo era meramente formal porque nadie se molestaba lo más mínimo en conocer al pequeño Alejandro. Él no era «Alejandro, Alex para los amigos», porque no había amigos que le pudieran llamar así.
    Hacía todo lentamente, como si sólo se dedicase a ver la vida pasar.
    Y así era.
    Hasta que un día perdió la poca fuerza de voluntad que le quedaba, y decidió no salir de la cama. Nunca más.

    • María Cervera
      29 octubre, 2020 at 19:28

      Está muy bien, pero podrías haber descrito algo más al personaje, que es lo que pedía el ejercicio. A parte, nos enseñaron a describir un personaje mediante preguntas y creo que nadie aquí lo ha puesto en práctica.

  4. 18 octubre, 2016 at 01:36

    —Ser o no ser, esa es la cuestión —releyó en voz alta lo escrito…
    —¡No! ¡No! ¡No! —Le interrumpió la mujer—. Cuando te dije que escribieras algo de tu interior, no me refería a algo de tu memoria. Tienes que escribir algo que haga historia.

    El personaje tomó el lápiz y se puso a garabatear sobre el papel rápidamente. Al terminar leyó.

    —En una página de internet, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho…
    —¡Espera! ¡Espera! —le interrumpe de nuevo la mujer—. Primero Shakespeare y luego Cervantes. ¡Escribirás algo creativo, aunque no quieras! ¿Qué clase de musa sería yo, si te plagias a todos los clásicos?
    —Es que yo no quiero ser escritor, yo quiero ser futbolista —se quejó el hombrecillo.
    —¡Escribeeee!

    Los nuevos movimientos del escritor que no quería serlo, se repiten de nuevo. Al final lee.

    —En este escenario de la vida, todos somos actores involuntarios entre luces multicolores y sombras monocromáticas, que ocultan los hilos con los que alguna musa manipula nuestra historia, pare decir lo que ella misma no se atreve…

    Ahora fue el estallido de los aplausos del público lo que acalló la voz del escritor. Ese era el final del acto. La musa tomó a su gran marioneta, la guardó en su estuche y agradeció al público.

  5. Sandra Carrion Estay
    10 diciembre, 2016 at 04:44

    Lidia se divorciò y su divorcio fue tan devastador, que no le quedaron fuerzas para liquidar la sociedad conyugal que tenìa un departamento, en el que vivìan con sus dos hijas, y que su ex marido querìa que vendieran: pues ella se trasladò de domicilio y por consiguiente, no necesitaba la vivienda y èl sì. No le preocupaba que estuviera arrendada para obtener recursos econòmicos para solventar la comida de sus hijas. Ella existìa cual pelota de ping pong, al arbitrio de su ex marido, que un dìa querìa vender, al siguiente no y al subsiguiente querìa arrendarlo èl. Lo ùnico que perseguìa con ahìnco era lograr de Lidia, el traspaso del departamento a cambio de nada. Tuvieron un litigio muy arduo y largo, por la tutela de sus hijas y a continuaciòn debìan pelear judicialmente el departamento. Esto la dejò sin la energia que ella inevitablemente està obligada a presentar, pero su caràcter poco resistente, dèbil e inseguro, casi la llevò a firmar el traspaso de la vivienda para terminar con los pleitos judiciales con su ex marido…

  6. Nicolás
    4 julio, 2020 at 07:06

    La bulla incesante que resonaba en su cabeza repentinamente, lo irritó. La noche anterior, al igual que varias noches anteriores, se había propuesto cumplir su rutina diaria al pie de la letra, se lo propuso porque estaba harto de llegar al final del día sintiéndose un fracaso, y utilizaba este arrepentimiento como combustible motivacional para el día siguiente. Pero ahí estaba, echadote en su cama y la alarma sonando, maldiciéndose internamente por no haberse acostado temprano, y dispuesto a empezar una negociación con la rutina. “Bueno, si hago veinte minutos menos de ejercicio compenso estos veinte minutos de sueño extra”. La mentira más grande. Pasados veinte minutos venía a visitarlo nuevamente la bullosa sirena que anunciaba el final de su pésimo trato. “Bueno, si no hago ejercicio hoy no pasa nada”. Y nuevamente tendido a su voluntad cerró los ojos y se abandonó en el universo onírico donde él estaba en un escenario en el cual el público le gritaba que era un fracasado que no logró nada en la vida. El escenario estaba lleno de espejos, y al mirarse en uno de ellos se dio cuenta que era un anciano. Volvió a mirar al público con una mirada febril que delataba su estado de cólera y les gritó “¿con que creen que no logré nada en la vida?”. Empezó a hacer un listado de sus logros; haber conseguido un título universitario, su apartamento propio, su auto, su bella mujer y estable familia. El abucheó cesó, pero fue desplazado por un rumoreo inquietante que el anciano trataba de distinguir, pero no lograba. Unos simplemente decían que esta obra era un muermo, igual a todas las obras donde todos consiguen el mismo éxito y se felicitan los unos a los otros en un inútil efecto eco, mientras que otros decían que incluso la obra del vagabundo del teatro del barrio bajo tenía más emoción que esta. El rumoreo fue cortado por un grito de alguien del público que gritó “¡dale viejo, actúa! ¿quién mierdas escribió este bodrio de obra?”, entró un hombre joven al escenario, el viejo lo miraba desconcertado, sintiéndose en un dejavú infinito, volvió a mirar al escenario y recordó que cuando era joven también había estado en ese mismo escenario actuando con un viejo, con una mirada reveladora puesta en el joven se decía a sí mismo “eres yo”, mientras que el joven que lo miraba con ojos sumamente sorprendidos y espantados le decía con una voz tenue y una boca sin gesticular “dale viejo, ¿se te olvidaron tus líneas?, esta es la escena donde te arrepientes de no haber hecho nada con tu miserable vida”, el viejo se desplomó en el suelo y entre sollozos se arrepentía de no haber podido hacer nada por su fatídico destino, incluso habiéndolo visto sin saberlo. Sabía qué tenía que hacer, decirle a su joven yo que no se conformara como él lo hizo. Levantó la mirada y miró fijamente al muchacho, se llenó de coraje para poder decirle que. Se incorporó de un sobresalto, agitado por tremendo sueño se sentía desubicado en el tiempo, ¿qué hora era?, habían pasado dos horas desde que apagó la alarma. Se maldijo a sí mismo, ya había empezado mal el día nuevamente.

  7. Melina
    12 septiembre, 2020 at 04:03

    La alarma sonaba por tercera vez, y ella, cansada y sin ver, la pospone.

    Una parte de si, siente que posponerla y vivir en el calor es lo que necesita, que si se retira de aquella comodidad no podrá y no tendrá fuerza para levantarse. Así que cae dormida de nuevo.

    Minutos, quizás años después, despierta, descansada y relajada, pero su mente la atormenta: Otra vez no hiciste ejercicio,
    ¿Acaso olvidas cuanto pesas? Tienes que hacerlo mañana, lo necesitas. No puedo creer que de nuevo pospusieras la alarma; ¡El ejercicio es clave en tu vida y tu solo piensas en dormir! ¿Qué sucede contigo?

    Hastiada de su mente, se levanta y continua su día. Pero luego vuelve ese momento de debilidad, esa falta de voluntad que no la soltaba en la mañana al levantarse.

    Al momento de comer, tenia que admitir que no tenía buena relación con la comida. Se imponía una dieta y no la cumplía, bajaba el consumo de ciertos alimentos y lo rompía, se esforzaba por comer mas saludable, y cuando por fin lo lograba, se saboteaba sola.

    Y si, muchas veces había pensado en aquello, ¿Qué le impedía lograr lo que con tanto ahínco se proponía?

  8. María Cervera
    29 octubre, 2020 at 19:25

    Dana tiene 45 años, vive en una gran mansión rodeada de lujos. De pequeña fue criada en una casa más pequeña en la zona más rica de Barcelona. Trabaja como directora en un hotel de la misma ciudad. Domina más de seis lenguas, es una persona muy comunicativa con gran habilidad para la oratoria, tanto es así que presenta todos los eventos que se realizan en los salones de diferentes hoteles de la ciudad condal.
    Vive con sus padres. Tiene dos hermanas independizadas y casadas, con tres y dos hijos respectivamente. Ella nunca ha tenido la intención de casarse. Tuvo varias relaciones amorosas que no acabaron cuajando. Pese a ser una gran comunicadora, apenas tiene amistades. Es muy detallista con las personas que la rodean y suele ofenderse sin motivo. Cuando esto ocurre, no otorga segundas oportunidades, sino que cierra la puerta en banda.
    Dana es bastante bajita, algo regordeta. De piel oscura y ojos color miel. Su pelo es castaño claro, muy fino y con poco volumen. Su cara es muy redonda y tiene una peca en la parte superior del labio que le confiere cierta sensualidad. No es una persona sexy pero sabe captar la atención y atraer al resto mediante su voz. Suele vestir trajes de falda y chaqueta de marcas caras. Le gusta ir a las tiendas y probarse mucha ropa. Su estilo es algo anticuado y no muy atractivo. Pese a tener una salud buena, siempre acusa dolores en las piernas y en la espalda. No practica deportes ni actividades donde deba esforzarse. No tiene energía para ello. Su peor defecto es ese: la falta de voluntad para la mayoría de las cosas.
    Ha intentado estudiar varias carreras: magisterio, pedagogía, derecho, historia del arte, psicología…nunca ha podido acabarlas. Sea por falta de conexión con el resto de sus compañeros, por poca atención por parte del profesorado, por requerir esfuerzos de estudio o prácticas a horas que no le convenían….
    El tema de los idiomas viene de familia, su padre es americano, su madre mejicana. Ambos habían trabajado en diferentes países y conocían varios idiomas que enseñaron a su hija desde bien pequeña. Italiano, inglés, español, alemán.. Tuvo una niñera rusa y una asistenta que hablaba japonés. Dana tenía un coeficiente intelectual muy por encima de la media. Le fue detectado cuando cursaba estudios superiores. Siempre había pasado inadvertida en las clases y tristemente nadie le había prestado la atención necesaria. No tenía metas a corto ni a largo plazo en la infancia, tampoco las tiene ahora, simplemente se dedica a trabajar y a ver sus programas de televisión favoritos sobre todo los de prensa del corazón.
    Dana tenía poca seguridad en ella misma. El hecho de ser tan comunicativa le ha proporcionado una fachada algo más atractiva para el resto de las personas. Pero en realidad es un alma falta de voluntad y de ánimo. Es una persona muy introvertida con poco control de sus emociones. De repente desata su ira. Suele esconder la tristeza. Sorprendentemente, maneja los conflictos siempre que se encuentre delante de un grupo de personas, pero no sabe hacerlo a nivel personal. No soporta los cambios, es una persona muy acomodada. Dentro de unos años quiere verse de la misma manera en que se encuentra ahora. No le gustan los acontecimientos inesperados. Sufre ansiedad cuando las cosas salen de su monotonía. Es cortés, aunque muy egoísta. No cree en Dios, ni en la religión. Odia los libros de superación y los coach.

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