Propuesta 31 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-31En esta ocasión debéis escribir en no más de 2.000 caracteres una escena de una narración que tenga lugar durante una tormenta.


Recordad que para contar los caracteres de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de caracteres en línea como estos:

 

 

 


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  7 comments for “Propuesta 31 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Azul Bernal
    5 octubre, 2016 at 07:26

    Le pesaban los años y la vida, se lamentaba. No era justo que el cuerpo dejase atrás las cualidades si uno no había hecho nada en contra de sí mismo. ¡Que injusta era esa ley de vida! Ya no tenía ganas de seguir por estos lares, de dar a la gente esa cara surcada por huellas y telarañas que como cicatrices dejaba el puro hecho de seguir viviendo. ¡No! Vivir así no tenía sentido. Caminaría hasta ese acantilado, y desde ahí se arrojaría al vacío, se estrellaría contra las rocas y teñiría con su sangre el fondo de la nada. El cielo pareció comprenderle, porque de inmediato escondió la luz y dejó caer las sombras. Las nubes se vistieron de negro, se agolparon en el cielo, y bajaron en mojados dedos a tocar su piel y acariciar su pelo. -Me acompañan- pensó. Siguió caminando mojado por las manos de nube, empapada su ropa, encharcados sus pies… Llegó hasta la cima. -Mejor ser un cadáver joven esparcido por el piso, que un rostro viejo y enmohecido-. La lluvia se reía fuertemente, le empujaba, le urgía a lanzarse al infinito… ¡Claro! La lluvia pintaría con su sangre miles de siluetas y pequeños ríos. Quería jugar la lluvia, andaba traviesa y destrampada. Puso un pie delante, tomó impulso, respiró profundo, extendió los brazos, cerró los ojos y … Oyó un maullido. Un quejido de gato nuevo, desamparado y lastimoso. Abrió los ojos, miró a su derredor, y lo vió: un pequeño gatito, todo mojado, temblando de frío. -Que te mueres si te quedas aquí bajo la lluvia, anda, vete-. El gatito se aproximó, le miró, lloró. No se puede morir cuando la propia muerte es interrumpida por un gatito. Lo tomó en brazos, dió media vuelta, se despidó del acantilado, le dijo sí a la vejez, se rió de la lluvia, y desandó los pasos.

  2. Narradora de Cuentos
    6 octubre, 2016 at 01:08

    Bucólica esencia, regala tu atardecer sombrío. Amenazador, me miras, me oprime, me entristeces, me matas. Me arrinconas el ser, debilitada y triste. Extenuación del espíritu, fatiga del alma . Vagan mis ojos por tus nudos nubosos. Busco esconderme tras tus apenadas brumas.
    Escalo al vacío , al recóndito » refugio» que nos vendieron del religioso Cielo. Pero no me abraza, amoroso, ni azul, con el dulce resplandor de sus seres alados …
    Encuentro terrible desazón , al vigilar tus amenazantes fauces, llenas de rabia. Tormenta por ahora contenida , que vaticina gloria electrica, gritos sordos, y cruzadas relámpago. Con las que licuar estos cielos enfurecidos, precedidos por tediosa llovizna anunciada….
    Y aquí sigo enmudecida y arrebatada, esperando que la tormenta no arrecie, y rasgue abrumadora no solo los cielos que veo, sino los que palpó y siento con los ojos del alma.

  3. 8 octubre, 2016 at 21:08

    Se miran. Sus ojos negros coinciden con los verdes de ella. Y parece que el mundo se detiene.
    Sin embargo, empieza a diluviar. No tardan en oírse truenos y relámpagos, pero ellos no se mueven. En ese instante son un único ser. Se cogen de la mano y empiezan a caminar, en silencio, como si ese ausencia de sonido pudiese suplir a todo lo que se tenían que decir. Porque, después de cinco años, eran muchas cosas. Sin embargo, prefirieron mantenerse así, y seguir caminando mientras poco a poco el agua les iba calando la ropa. Andaban por las avenidas de la gran ciudad como si tuvieran un rumbo fijo y ambos supieran cuál por medio de algún efluvio o divinidad, sin siquiera habérselo dicho el uno al otro. Admiraban los carteles de neón, la prisa de la gente con paraguas que no se paraba a disfrutar y cada detalle que aquel rincón les ofrecía.
    Finalmene, se detuvieron enfrente del Auditorio Nacional. Mucho antes de separarse habían decidido ir allí, juntos, de la mano, sin separarse en ningún momento mientras durase la música. Y allí habían vuelto.
    -Sabía que una parte de ti quería seguir viniendo aquí conmigo -adelantó ella.
    -Ahora sé que iría contigo a cualquier parte, sólo si es contigo -afirmó él.

  4. 22 octubre, 2016 at 06:01

    Su rostro mojado resplandeció de nuevo. Otra telaraña extendió su instante de luz hasta el infinito y el estallido no se hizo esperar. La voz de trueno opacó el grito de Vinicio, que le tiene pavor a las tormentas eléctricas.

    Después de la ruptura con su novia, había decidido caminar por el bosque. Tal vez ahí encontraría el final de su miseria o, al menos, la calma para su revuelto corazón. Si hubiera levantado la mirada del suelo, se habría dado cuenta de las amenazantes nubes y la inminente tormenta.

    Vinicio no recordaba ninguna tormenta tan densa como la de esa noche. Las gotas de lluvia le golpeaban el rostro con millones de filos. Se imaginaba desangrando su rostro, con una sangre tan fría como el alma de su amada. Intentó refugiarse bajo un árbol, pero sus ramas lo rechazaron a golpes.

    Herido por el desdén de la naturaleza y con poca visión, ante tan torrencial momento, continuó su camino entre centellas, lodo y agua. Se preguntaba si sobreviviría a las circunstancias del momento; pero pensó que no podía estar peor.

    Esa idea rodó con él después de que tropezó con una raíz que sobresalía del suelo. Sus vueltas lo zambulleron en el arroyo casi tan caudaloso como la vida, y la corriente lo arrastró, golpeándolo con ramas, rocas y todo lo que se encontraba en el camino. En la oscuridad del terror, vio como toda su historia fluía hasta el fin.

    Pataleó para mantenerse a flote y extendió sus manos buscando una esperanza para asirse. Todo parecía en vano, como la puerta que le acercaba al final.

    De pronto, su mano tocó un tronco de un roble en la ribera. Del fondo de sus ganas de vivir extrajo las fuerzas para sostenerse y sintió tenía la oportunidad de desandar sus pasos hasta regresar a un punto seguro.

    Vinicio se aferró a aquel tronco, así como a la certeza de que después de la tempestad vendrá la calma.

    • María Cervera
      2 noviembre, 2020 at 12:49

      Me ha encantado esta frase: «Herido por el desdén de la naturaleza», creo que deberías haber dejado el final más abierto. Se ha describir una escena., por lo tanto no debe haber final. Que en tu relato tampoco hay un final, pero da la sensación de que se acaba. Por ejemplo:

      Vinicio se aferró a aquel tronco, y fue arrastrado durante varios metros por el arroyo hasta quedar atrapado entre dos arboles…

  5. Sandra Carrion Estay
    14 diciembre, 2016 at 23:21

    -¡Que manera de llover! -pensaba mientras mira por la ventana-. Su hija no podrìa evitar meterse al barro al entrar al pasaje y dirigirse a nuestra casa. El metro debe venir lleno ya, y las micros deben conducir muy lento buscando calles no anegadas para llegar a su destino.
    Menos mal que le compramos botines gruesos -continua en sus reflexiones-. los va a entrenar y comprobarà si sus cualidades son verdaderas. Justo ahora, invierno, se le ocurriò a la municipalidad reparar los pasajes de la villa. Lo que se traduce en romper el pavimento que hay, retirar los escombros que ocasionan, dejando una zanja a largo y ancho de la calle, que al llover producen verdaderos rìos. Luego agregan tierra y piedrecillas, para alcanzar el nivel requerido y lo apisonan, lo que provoca barro con la lluvia.
    Lleva un mes sin poder salir de su casa. Usa silla de ruedas y es imposible transitar con la silla o el automòvil
    con estos arreglos. Los arreglos que proyectaron iniciarlos al comienzo del otoño y tardar dos meses, empezaron en pleno invierno, ya llevan dos meses y con este aguacero no pueden avanzar. A raìz de este temporal de agua y viento, que segùn las autoridades, es el màs violento desde hace 20 años, la ciudad ha colapsado: los pasos de niveles se han inundados, los colegios suspendieron las clases, por orden ministerial. La locomociòn colectiva, cesa sus funciones a las 20 horas, por lo que las fàbricas despachan a sus trabajadores entre las 16 y 17 horas, hay miles de danmificados y Don Francisco deberà liderar una campaña de Chile ayuda a Chile.

  6. María Cervera
    2 noviembre, 2020 at 12:41

    Se dio cuenta de lo que había hecho, cuando vio que sus manos estaban llenas de sangre. Cogió el traje que estaba lavando hace escasos momentos y se limpio torpemente. Se giró hacía la entrada del camino y una docena de mujeres la estaban mirando, todas con la boca abierta… se notaba que tenían miedo, algunas retrocedían poco a poco y finalmente echaban a correr hacia el pueblo. Habían visto lo que acababa de hacer, no tenía escapatoria. Seguro que lo explicarían todo a los civiles. Sólo tenía una salida. Correr y correr …hacía… ¿dónde? Podría seguir el camino de río hasta “los cailones”, luego se escondería en la cueva, seguro que allí no la encontrarían y después ya pensaría que hacer. Podría comer truchas del río y beber agua del arroyo. Para eso no tenía problemas, ya lo había hecho en más de una ocasión. El cielo se estaba oscureciendo y hacía frío. Es probable que empezara a llover dentro de poco.
    Miró el cuerpo de “La Cataollas” tendido en el agua. Estaba boca abajo con las piernas abiertas. Alrededor suyo había un enorme charco de sangre. Seguramente le había seccionado alguna arteria importante. Parecía una cerda en plena matanza. Todavía la podía escuchar chillar como un gorrino. Se lo tenía bien merecido. Ahora el único problema es que nadie iba a defenderla. La Cataollas era una mala persona, pero la había asesinado una chica de 16 años que era el mismo demonio. Miró de nuevo a laa mujeres, todavía estaban allí esperando no sé qué. Cogió sus zapatos de goma, se los puso delicadamente, enjuagó sus manos y salió corriendo río abajo.
    El cielo estaba encapotado, a lo lejos se podían escuchar truenos. Después de mucho correr, sus piernas empezaron a flaquear, su corazón estaba a punto de estallar. Se estaba acercando a las cuevas, era su salvación, una vez llegara allí escalaría las rocas hasta la parte superior. Pocos conocían la existencia de esas cavernas. Podría tumbarse y descansar. Hacía frío y de repente el viento empezó a soplar con fuerza. Gotas de lluvia azotaban su cara y su cuerpo. Veía como la sangre que había en su cuerpo, iba desapareciendo poco a poco. En breves minutos se vio inmersa en la tormenta. El suelo se iba reblandeciendo y se iban formando pequeños torrentes en la arena. Disminuyó su ritmo. El nivel del agua iba subiendo poco a poco y sentía como sus pies resbalaban.
    Llegó a las cuevas y empezó a escalar por las rocas. Pese a conocer la zona, nunca había subido hasta las cavernas en plena tormenta. Las rocas se iluminaron de repente y un fuerte trueno cayó a escasos metros. Atemorizada incrementó el ritmo de ascenso hasta llegar a su destino, donde cayó desvanecida.

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