Propuesta 37 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-37Ahora, al contrario que en la Propuesta 35, debéis escribir una historia de no más de 2.000 caracteres que se desarrolle en un taller mecánico y en la que no aparezca ninguna de las 5 cosas que seleccionasteis entonces.


Recordad que para contar los caracteres de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de caracteres en línea como estos:

 

 


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  7 comments for “Propuesta 37 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Azul Bernal
    11 octubre, 2016 at 05:00

    El sudor le escurría por la frente. Los músculos del brazo se le tensaban al hacer presión sobre el gato hidráulico. El pelo se le pegaba en la frente, estorbándole la mirada. El coche se elevó finalmente dejando ver sus sombras. Ahí estaba el desperfecto: el cable verde se había soltado. El cansancio le impidió recordar las reglas de seguridad, y en ese olvido se le fue la mano, le llegó la corriente que lo botó hasta el piso, y el golpe en la cabeza le reventó de dolor el pensamiento. Así quedó, tendido y atontado, toda la tarde. Veía imágenes de una especie de teatro en el que una mujer hablaba de la inexistencia de Dios. Un sector de gente le abucheaba mientras la mayoría se ponía de pie implicando los aplausos en ovacionarla. Veía también nubes y mares, niños, playas, bosques, telarañas… Un hombre que nunca dormía, y una mujer que le entrevistaba. Se veía a sí mismo sucio, sudado, tirado inconsciente bajo las sombras de un hermoso auto. Lo despertaron un olor ocre y un sabor metálico. Miró alrededor, intentó moverse… Pero no tenía cuerpo. No lo tenía en su mente, menos aún en su dominio. Entonces cayó en cuenta: A partir de ese momento en su vida se limitaría a ser mirada…

  2. Azul Bernal
    11 octubre, 2016 at 05:02

    El sudor le escurría por la frente. Los músculos del brazo se le tensaban al hacer presión sobre el gato hidráulico. El pelo se le pegaba en la frente, estorbándole la mirada. El coche se elevó finalmente dejando ver sus sombras. Ahí estaba el desperfecto: el cable verde se había soltado. El cansancio le impidió recordar las reglas de seguridad, y en ese olvido se le fue la mano, le llegó la corriente que lo botó hasta el piso, y el golpe en la cabeza le reventó de dolor el pensamiento. Así quedó, tendido y atontado, toda la tarde. Veía imágenes de una especie de teatro en el que una mujer hablaba de la inexistencia de Dios. Un sector de gente le abucheaba mientras la jmayoría se ponía de pie implicando los aplausos en ovacionarla. Veía también nubes y mares, niños, playas, bosques, telarañas… Un hombre que nunca dormía, y una mujer que le entrevistaba. Se veía a sí mismo sucio, sudado, tirado inconsciente bajo las sombras de un hermoso auto. Lo despertaron un olor ocre y un sabor metálico. Miró alrededor, intentó moverse… Pero no tenía cuerpo. No lo tenía en su mente, menos aún en su dominio. Entonces cayó en cuenta: A partir de ese momento en su vida se limitaría a ser mirada…

    • Narradora de Cuentos
      11 octubre, 2016 at 09:56

      Muy imaginativo

  3. Narradora de Cuentos
    11 octubre, 2016 at 09:59

    Se preguntó, que sentido tenía estar allí, si esa era la vida, que deseaba para sí. Se miro por dentro y por fuera y no le gustó lo que vio …
    Tenía 19 años, 1,86, si acaso guapeton, listo como el hambre, ó al menos eso decía su abuelo, y allí andaba, metido en una » fosa » cubierto de mugre y de aceites residuales …
    Decididamente se dijo, aquello no era el paraíso. Su » zulo » particular, podía medir 1,80 alto x 90 de ancho x 3 metros de largo. Tapando la madriguera el vehículo de turno, dispuesto a adherir en su piel, toda la podredumbre de los vertidos del motor, y lo que era peor anquilosar su alma, que día a día parecía encogerse, a golpe de respirar monóxido de carbono y vapores de combustibles. Su jefe le había prometido, poner un sistema de extracción, consciente de que toda esa inmundicia, tendía a bajar al fondo, pero cuatro meses después, los presupuestos no habían invertido todavía allí …
    Taciturno, pensó en su madre, y en los meses que pasó preguntándose qué sería de aquel hijo adolescente, que no parecía encontrar su lugar en el mundo. Viéndolo un día tras otro abandonado a su suerte. El sofá de su casa, parecía haber adoptado un huésped perpetuo, que dormitaba y veía películas como si no hubiera un mañana.
    Apareció después en su mente su padre, que tras haberle matriculado en una escuela privada donde cursar estudios informáticos, y ver como perdía de nuevo el tiempo, no se lo pensó dos veces, y hablando con el dueño de su empresa, le pidió que colocará a su hijo…

    Así fue como llegó hasta allí, cómo llegó a desempeñar aquel maravillo papel protagonista, de único habitante de aquel submundo…

  4. 10 noviembre, 2016 at 02:00

    Casi me estrello con aquel camión de carga porque los frenos se negaron a obedecer mi pie que ya había sentido el fondo del pedal. Un giro de último minuto evitó la colisión. En un parpadeo vi que la puerta del camión tenía un letrero que rezaba “Armando Ruedas”, me reí ante la ironía, porque el derrape de las ruedas de mi coche, casi las desarmaba.

    El primer taller mecánico después del incidente, le dio esperanza a mis frenos entre vapores de gasolina. Un joven desgarbado salió de debajo de un coche cuando sintió mi presencia y se puso a mis órdenes.

    Puso freno a mi esperanza cuando me dijo que no me podía ayudar. Su jefe había salido a hacer un servicio a un pueblo vecino y se había llevado lo necesario para revisar mi coche. Otra ironía del destino. Pensé que ese día mejor no me hubiera levantado y me dispuse a salir de ahí.

    La manguera parecía reírse de mi suerte cuando me tropecé con ella. En el incidente, me manché las manos con gasolina o alguna otra sustancia de penetrante aroma. Aquel joven se disculpó por no tener nada con qué limpiarme y salí de ahí más que irritado.

    Dejé mi coche estacionado y decidí caminar en busca de algún otro taller mecánico. Tuve que cruzar una feria para buscar la otra avenida. Ahí encontré otra vuelta del destino ¿Qué quería decirme aquella Rueda de la Fortuna?

    • María Cervera
      10 noviembre, 2020 at 14:45

      Siendo crítica, no se desarrolla en un taller mecánico.

  5. María Cervera
    10 noviembre, 2020 at 14:43

    Rueda
    Gato
    Mecánico
    Aceite
    Coche

    De nuevo tengo que pasar la revisión a mi automóvil, que rápido han pasado estos 365 días. Cada año por las mismas fechas, me toca pagarle al simpático Sr. Dueño del taller de mi barrio, también conocido como: “Don “no se fía”, con el que sólo se puede pagar en efectivo. Llegadas estas fechas me siento muy cerca de las navidades, y llevar mi Nissan Micra al taller es el preludio de la época del año para mí más vomitiva. Muchas personas no entienden ese odio. Y explicarlo ya me da pereza. Que es no por las luces, los árboles, los adornos y mucho menos por las canciones. Es por la falsedad, el consumismo y los conflictos familiares. Son épocas para vivir en paz, donde suceden momentos idílicos e inolvidables. O eso dicen. En mi caso recuerdo todo lo contrario, quizás por los malos momentos que he vivido en mi infancia, que quizás ni si quiera fueron tan malos, pero yo los recuerdo como lo peor: Vístete bien. ¿Para qué? Hagamos el pesebre ¿Por qué? Misa del gallo… horrible. Y cada año lo mismo. No cambiemos nada que son tradiciones, y ¡son intocables!
    Así que ahí estaba yo, delante del taller, mirando a Don no se fía y suplicando que por favor fuera algo más amable.
    – ¿Qué tal está la reliquia? Seguro que estás deseando quitártela de encima.
    – La verdad es que no lo tengo pensado. De momento me va bien y no me da problemas.
    – Este embrague está muy mal. Te lo tensaré un poco pero no creo que dure mucho.
    – ¿Se puede romper mientras conduzco?
    – ¿Me puedo caer yo esta tarde mientras camino? ¿Sabes tú la respuesta?
    Ese hombre que siempre me deja sin palabras, quizás porque me pilla en frío o por mis pocas ganas de entrar en sus polémicas, no se encontraba de buen humor para no variar.
    – ¿Cuándo puedo pasar a buscarlo?
    – Pues cuando quieras, pero hoy por supuesto que no, y mañana tampoco.
    – Vale, pues dentro de dos días. ¿Cuánto me puede subir todo?
    – Depende de lo que veamos chica. Tu ya sabes.
    Si. Yo ya sé. Lo quieras cobrarme. De repente llega mi vecina de enfrente con su Dacia Sandero. Por mas que me dicen su nombre, no logro recordarlo. Ana, Laura, Lara o María. En fin, más conocida como “vecina”, así acabo antes.
    – ¡Vecina! Tu también por aquí…
    – Si. Cada año en noviembre lo traigo.
    – Que bien cuidado lo tienes…
    – Si. Me lo regaló mi padre hace muchos años. Es…..
    Mi vecina me había dejado con la palabra en la boca, como venía siendo habitual y estaba hablando con Don “no me fío”. El hombre estaba intentando mantener la vista en frente, pero de vez en cuando, la bajaba hacía el escote protuberante de mi vecina. A parte, llevaba una falda de tubo que marcaba todo su pandero (estilo Shakira) y se contoneaba hacia adelante y hacia atrás creando un movimiento casi harmónico que nos tenía a los dos completamente extasiados. Total, que con su modelito perfecto, sus balanceos hipnóticos, y su voz tremendamente sensual consiguió lo que pretendía.
    – Caballero, pues nos vemos esta tarde…y ya sabe… no me cobre más de lo “normal”, entre usted y yo….
    ¿Cómo que esta tarde? ¡Pero si en teoría era imposible! Mala pécora…. Mi cuerpo empezó a ponerse rígido, mis latidos eran tan fuertes que podían oírse a metros, gotas de sudor caían por mi cara y mi espalda…
    – Ah niña, estás ahí, me temo que tendrás que venir a finales de semana por tu reliquia, se me está complicando todo con tanta faena….
    – ¡Pero si le ha dicho a esa que venga esta tarde!
    – Porque es algo fácil de arreglar…lo tuyo es más complejo.
    – ¡No! Estoy segura de que no es nada complicado…. ¡Lo que pasa es que usted tiene preferencias por esa mujer…le ha contoneado y tonteado para sacar lo que ella quería y usted ha cedido!
    – ¿Y eso a ti que te importa? – dijo muy enfadado-
    – Pues claro que me importa…. Empecé a llorar…odio esta época, odio lo que está por venir y odio a la gente como usted.
    El hombre permaneció en silencio, preocupado. Reflexionó durante unos segundos mientras yo seguía llorando y limpiando los mocos con la manga. Tenía frío y estaba muy nerviosa.
    – Anda niña. No llores más. Lo tendrás pasado mañana como te había dicho en un principio y no te cobraré nada por tensar el embrague. Vete que es tu día de suerte. Pronto se acerca la Navidad y quiero ser agradable con los clientes fieles, cómo tu. Mira, ten, una postal navideña. Es del año pasado, pero te la regalo. Y ahora me voy a mis tareas. Nos vemos.
    En cuanto Don “no me fio” se giró, empecé a analizar todas las herramientas del taller, allí cerca había una especie de martillo con una punta más afilada que la otra. Me acerqué disimuladamente y lo cogí. En un arrebato de ira lo levanté y con todas mis fuerzas lo estampé contra su cabeza. Le metí su postal en la boca o le que quedaba de ella. Busqué mis llaves, me monté en mi micra y me fui rápido sin saber a donde ir.

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