Propuesta 41 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-41En esta propuesta debéis redactar una historia de no más de 2.000 caracteres en la que los personajes sean animales.


Recordad que para contar los caracteres de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de caracteres en línea como estos:

 

 


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El libro de mi creatividad literaria

EL LIBRO DE MI CREATIVIDAD LITERARIA
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Completar las más de cien propuestas de redacción de El libro de mi creatividad literaria ayuda a aumentar nuestra capacidad de invención y guía paso a paso para aprender a escribir historias originales y coherentes.
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  6 comments for “Propuesta 41 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Azul Bernal
    15 octubre, 2016 at 06:39

    El león la miró de reojo, dio unos pasos en torno suyo. Grave, movía la melena remarcando la importancia de ser quien era. Sus pisadas firmes, ostentosas, delataban la superioridad que tenía. Al rededor se desató el expectador silencio, pues todos temían sus palabras. La pobre hiena temblaba nerviosa manteniendo la mirada baja, gacha. Envuelta en miedo, esperaba su sentencia. -Lo que has hecho no tiene explicación posible.- Un par de lágrimas escaparon de la pobre hiena. El público paró sus orejas, cada uno estiró el cuello para que ninguna palabra se le escapara. -Y no sólo no tiene explicación, tampoco tiene perdón de Dios-. La hiena retrocedió dos pasos, escondió la cola, bajó el trasero hasta quedar sentada, luego las patas delanteras, y se dejó caer para quedar tendida ante el gran león, quien seguramente en represalia se la comería. Moría de terror, sudaba ríos y mares, temblaba todos los vientos que existían, pero era orgullosa y se entregaría a la muerte simulando valentía. Pero no dijo una palabra, porque ¿qué podría decir? ¡Nada! ¡No conocía palabra alguna que describiera lo que sentía, lo que pensaba. Nada abarcaría sus recuerdos, las ilusiones truncadas… Ningún sonido podía expresar su arrepentimiento. Había hecho mal, lo sabía, pero ya era tarde. Mejor era callar y dejarse morir dignamente. El león se acercó hasta casi tocar su nariz… -Nos has causado un gran daño, nos has traído incalculable dolor. Con matarte no se arreglaría nada. En nada cambiaría lo que ya está hecho, es por ello que yo ahora, aquí, frente a todos estos testigos que te miran hoy, ten condeno a hacernos reír cada día de tu vida. Tu presencia nos traerá de vuelta algo de gozo, algo de humor. Bien nos hará falta. A partir de hoy reirás y reirás, y no pararás de reír.

  2. Narradora de Cuentos
    15 octubre, 2016 at 13:16

    Reinaba un profundo silencio. El inhóspito paisaje, era la desolación misma.
    El viento no tardaría en despojar a los árboles de su capa de nieve. Entre tanto su manto blanco les daba un majestuoso halo de dignidad.
    Nadie sabía conducirse por aquellos parajes, como ellos… Por la pendiente del cauce helado, bajaron indómitos. El pelaje cubierto de escarcha. El aliento se les helaba en el aire en cuanto salía de sus bocas. Todos se mantenían unidos al trineo que arrastraban. Sometidos aparentemente a aquellos hombres, que «protagonistas» a los ojos del mundo, comandaban la expedición…Muy al contrario los humanos, dependían para superar el complicado desierto helado, de su actitud indomable, de sus despiertos olfatos, de sus robustas y fuertes patas rastreando el hostil terreno.

    El inenarrable periplo del día, llegaba a su ocaso…Menguadas las fuerzas, al unísono palidecía la luz. Los seis perros se preguntaban, cuando aquellas caras enrojecidas y cristalizadas darían la orden que permitía el descanso. Ahora tan solo tres hombres, tomaban decisiones, hacía seis jornadas, un cuarto murió con el corazón helado, abrazado por las frías aguas, en su desafortunado intento de caza. Aquella muerte, les procuro la mezcla de pesar y alivio, que solo un corazón fiel como el de la camada, era capaz de entrañar. Su muerte, aligerando su carga, quizá suponía sus vidas…
    Exhaustos se miraron unos a otros, mientras eran liberados de arrastrar ya por aquel día, el trineo su particular yugo. Con ojillos ansiosos, engulleron uno a uno, los pescados al calor de la lumbre, subyugados y atónitos por las juguetonas siluetas, emergentes del humeante café.
    El mágico espectáculo al abrigo de la hoguera y de sus cuerpos apiñados, va cegando la docena de pupilas, que al reparador descanso, amanecerán ávidas, con el sagaz instinto de supervivencia nuevamente alerta.
    Un día más fieles y dispuestos, cruzaran aquellas bellas e ingratas tierras del Norte, sabiendo que el laureado triunfo, sera para aquella otra raza, que sin ladrar indemne, imponía su impávida ley…

  3. 16 octubre, 2016 at 01:10

    La estrella fugaz rasgó la oscuridad un momento, pero no hizo nada al silencio cuando el resto d estrellas fijas se acompañaban sin conversar.
    —¡Ven a mí, reina de mis noches! —acarició el silencio, la serenata estridulante de Jacinto.
    Creía que, como otras noches, nadie le contestaría. De cualquier manera el seguía intentando conseguir a una morena de su especie para pasar mejor las noches, que ya empezaban a alargar con el paso de Otoño.
    Un crujido de hojarasca le hizo virar hasta encontrarse de frente con las amenazantes tenazas de Petro, el obeso alacrán que le miraba con amenazantes ojos.
    —Deja de sonar tonterías o conocerás a la reina de tu muerte— dijo blandiendo la ponzoña en el extremo de su cola.
    Los aleatorios parpadeos que provenían de un par de luciérnagas iluminaban la tensión del momento.
    —No lo puedo evitar, está en mi naturaleza —estriduló de nuevo Jacinto.
    La carcajada croante de la rana llego hasta sus oídos, al tiempo que los zancudos zumbaban sus risitas.
    Petro bajó lenta su ponzoña y sus tenazas sucumbieron ante la pena, por recordar la fábula que se cuenta de él y la rana.
    Poco a poco se fue relajando el ambiente, junto al río, donde llegaron tres cucharachas, dos lombrices y el caracol preparados para la gran fiesta.
    Aún no llegó la morena para el cantante pero, por mucho tiempo se recordó entre la maleza, la hazaña del grillo Jacinto que derrotó al alacrán de la comarca con sólo una estridulación.

    • María Cervera
      17 noviembre, 2020 at 21:34

      Vaya lenguaje más culto. Me siento una niña de 8 años escribiendo a tu lado. Me dan ganas de tirar la toalla ahora mismo.

  4. María Cervera
    17 noviembre, 2020 at 21:32

    La serpiente se encontraba en una vitrina de grandes dimensiones. Era una Pitón de la india de color amarillo y blanco. Es un animal bastante solitario que vive en las zonas boscosas de Asia, desde Bangladesh a la India, Nepal, Pakistán, Sri Lanka. Mide unos ocho metros y pesa aproximadamente 1100 kilos. Es la estrella del zoológico. Cientos de personas se acercan a diario a visitarla. Muchos esperan que realice algún movimiento de constricción. Así es como mata a sus presas y es conocida por eso. Tiene 36 años, es bastante mayor. Normalmente su esperanza de vida se encuentra en los 40 años. Aunque Sofia pudo morir antes. Así es como la llamó Nicolás, el veterinario que la rescató de una casa particular en un pueblo de Granada. La vendieron en un mercado negro cuando era todavía muy pequeña pensando que era otra especie mucho más pequeña. Cuando fue adquiriendo proporciones desmesuradas, su dueño la abandonó en un bosque cercano. Ella reptó y se refugió en un cortijo, donde aprovechó para comerse tres cabritos. Fue el ayudante del dueño quien la encontró en la cuadra de los caballos. El susto y el grito que propulsó fue tan grande que varios cortijeros de los alrededores lo escucharon y rápidamente se personaron en la finca. El pobre chico era tartamudo y algo desastroso, así que costó bastante que entendieran lo que decía y que lo creyeran. Fue su tío quien, gritando, salió de la cuadra para corroborar que lo que decía era cierto.
    – ¡Hay una culebra enorme! Llama a la policía, nosotros no podemos matar a eso….
    – ¡Ppepepeperorororororo queeeee culllllleeeeebrabrabra! ¡Es una pitontonton!
    – Vamos a ver… que no puede ser tan grande, entre todos podemos acabar con ella.
    – No podemos, os lo prometo, ¡tiene un tamaño enorme!
    – ¡Ahora lo veremos!
    Los cortijeros se dirigieron a la cuadra, en cuanto vieron al animal, salieron corriendo, dejando al propietario y al ayudante completamente solos ante el peligro. Tuvieron el detalle de llamar a la policía y después de bastante tiempo, aparecieron en la finca. A esas horas, la pitón se había comido un lechón y estaba tendida en el suelo para digerirlo.
    – ¿Por Dios, como ha llegado aquí este animal? Tendremos que matarlo, pero ¿cómo?
    – ¿Y si llamamos al veterinario? Quizás pueda dormirla con algún sedante….
    Por suerte para ellos, Nicolas era amante de estos reptiles. Los conocía en profundidad y le apasionaban. En cuanto llegó supo de que especie se trataba.
    – Es una pitón de la india, es terrestre, aunque también trepa y es una excelente nadadora e hiberna durante varios meses. Es un animal tímido.
    – Nicolás por favor… no nos vengas con eso ahora, que estamos en peligro…
    – Es verdad, rara vez se exhibe. Tampoco se escapa si se le ataca ya que es bastante letárgica y lenta, incluso en su hábitat natural. Esperemos que no encuentra agua, porque la habremos perdido. Está tan a gusto que es capaz de sumergirse durante varios minutos, si es necesario; aunque normalmente prefiere permanecer cerca de la orilla.
    – Pues se ha comido tres cabritos y un lechón. ¡Que sepamos!
    – Es que comen lagartos, cocodrilos, ciervos jóvenes, cerdos pequeños y monos. Aunque los roedores son su alimento estrella, en especial las ratas.
    – ¿Qué hacemos con ella?
    – Contactaré con gente que conozco del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre y la llevaremos a un lugar seguro.
    Así es como Sofia fue rescatada. Estaba desnutrida y tenía varios problemas de salud. No podían devolverla a su hábitat natural así que acabó en esa vitrina del zoo. Nicolás la iba a ver muy a menudo, Parecía que ella reconocía a aquel humano que la salvó de una muerte cruel. Al verlo recordaba lo feliz que fue en aquellos días en que fue libre por aquellos campos de Granada.

  5. Nicolás
    16 diciembre, 2020 at 03:33

    “Lo más importante a la hora de cazar peces, es la velocidad y sutileza con la que te mueves en el agua” fue lo que le dijo mamá foca a su hijo mientras le enseñaba a cazar. No eran los únicos, en las heladas aguas árticas se hacia presente un espectáculo de madres y crías deslizándose de un lado para el otro en armoniosos movimientos que cualquier camarógrafo de documental hubiese anhelado inmortalizar en video.
    Varias de las crías se movían de manera torpe, y cometían errores infantiles al momento de aventar sus sauces sobre un pez. “Así no hijo, si abres tu boca con mucha antelación crearás mucha resistencia con el agua, reducirás tu velocidad, y se te escaparán todos los peces”, parecía algo complejo, incluso para una pequeña cría a la cual la evolución la llevó por una senda evolutiva que la convertiría en un perfecto depredador marino, pero todos sabemos que nadie nace aprendido.
    El nado experimentado de cada madre era seguido por los movimientos torpes y atentos de cada una de sus crías, era un espectáculo tierno e irrisorio a la vez, que solo llevaba a comprender en profundidad las bellezas espléndidas que esconde el mundo animal.
    El sentido de alerta materno de algunas se activó al sentir que un cuerpo oscuro se acercaba lentamente, las más experimentadas supieron inmediatamente de qué se trataba, mientras que otras algo tanto distraídas seguían sin sentirlo, una de ellas seguía explicándole a su cría el arte de la caza, cuando de repente un arpón impetuoso pasó justo en frente de ella. Se salvó por tan solo centímetros.
    ꟷ ¡Mierda, fallé!
    ꟷ No te preocupes, recarga el tiro, tienes otra oportunidad. Ahí está la cría.
    La madre apenas se reincorporaba de su casi muerte e inmediatamente fue nadando detrás de su hijo quien andaba tras un cardumen de peces. “Mira mamá como me temen los peces, los atraparé a todos”, “¡Nada hijo, nada!”.
    La ballesta disparó un nuevo arpón que atravesó el agua como una aguja atraviesa la tela.
    ꟷ ¡Eso! Buena presa, le diste en todo el vientre. Empieza a recoger el arpón.

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