Propuesta 5 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller de creatividad literaria-5Volvemos con el tema del amor, pero en esta ocasión vamos a plantearnos otro tipo de amor. Escribid un texto con la forma y género que prefiráis de no más de 300 palabras centrado en el tema del amor de una mascota hacia su dueño. Puede ser un relato, una carta, una poesía o simplemente una reflexión sobre ese tema.

 


Os recuerdo que para contar las palabras de vuestro texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de palabras en línea como estos:

 


Enviad vuestros textos en el espacio para los comentarios.

 

Para ver todo el taller de Creatividad literaria, pulsa AQUÍ.

taller de poesia

TALLER DE POESÍA
presencial en MADRID
Sábados
de 19,00 a 20,15
Zona Retiro
Grupos reducidos
En este taller, los participantes profundizarán en la arquitectura del texto poético a través del trabajo continuo y las lecturas compartidas de  textos propios y lecturas recomendadas.

 

 

 

 

  55 comments for “Propuesta 5 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Azul Bernal
    9 septiembre, 2016 at 03:11

    Las horas del día transcurrían lentas y quedas como granitos de sal dentro de un reloj de arena. Casi podía ver los anónimos pasos que daban los minutos por el departamento. Se paraba, se sentaba, se volvía a parar. No había nada más que hacer que corretearse a sí mismo, así es que inventaba personajes, les daba vida con el rabo, y soltaba carrera para atrapar la serpiente, el ladrón, el ratón que se apersonaban en su cola. Navegaba muchas de las horas muertas sobre los sueños. Sueños en los que su adorado dueño le aventaba una pelota. Despertaba animado, buscaba la pelota, buscaba al dueño, pero ni uno ni otro le acompañaban. Ya por la tarde se sentaba justo delante de la puerta. Calculaba el momento exacto en el que el coche se acercaría por la calle, se estacionaría al lado de la banqueta, los zapatos sonarían su avance por la escalera. Luego vendría la llave con su campanilleo, y por fin, podría saltar a los brazos de su amo. Eso hizo ese día. Anticipó el coche por la calle, junto a la banqueta. Anticipó el avance de los zapatos por la escalera. Escuchó el campanilleo de las llaves, y luego… Luego un sonido sordo. Un duro golpe. Lo supo, su dueño no estaba más ahí, había dejado un cuerpo inerte. Él de un lado de la puerta, ansioso, desesperado; su dueño mucho más allá, en el inalcanzable plano sin retorno. Se había esfumando como el sueño con pelota. Y lloró, lloró en aullidos que cimbraron el edificio. Lloró en el ladrido, en el paseo no dado y sobre los minutos y las horas y los días que le quedaron.

  2. jnpdiaz
    9 septiembre, 2016 at 16:46

    EL GUARDÍAN DEL OTRO LADO

    Del otro lado me llegó una suave música desconocida. Eran notas de violines, de violoncelos y quizás hasta de guitarras. Yo no sé mucho de música, pero me gusta escucharla. Beethoven, Mozart, Tshaicowsky… porque son puertas abiertas hacia esos mundos que sólo podemos ver nosotros. Los animales.
    De ese otro lado que sólo nosotros, los perros, y los gatos con sus lunas de plata pueden ver, a veces, salían cosas feas, terribles que querían hacerle daño a Laura Beatriz. Laura Beatriz, todas las noches, mientras Terry y Viccky duermen, suele venirse a la cocina, sacar su violín y ponerse, como una posesa a tocarlo como una posesa.
    Vivo en esta casa hasta hace poco, porque mi amo, Brian, me regaló al hijo menor de esta mujer como una forma de acercarse a ella, pero siento que siempre he pertenecido a este lugar. Mis hijos han sido vendidos por mi amo, y está bien, siempre ha sido así. Además, ya me estoy poniendo muy viejo. Es probable que algún día, muy pronto, pase a ese otro mundo a combatir desde el otro lado.
    Hoy, mientras Laura Beatriz tocaba sentada sobre su taburete de tocar el violín con los ojos cerrados y totalmente en trance por el sonido, se ha aparecido uno de esos seres diabólicos del otro lado. Se trataba de uno de los grandes, negros y con los ojos encendidos en odio. En cuanto lo he visto cruzar el umbral me he puesto a ahuyentarlo con todas mis fuerzas y mi ama, Laura Beatriz, comenzó a reñirme para que me callara. Si supiera que no es la música lo que me pone así, sino las cosas que trae la música del otro lado. Si ella supiera que yo estoy aquí para protegerla de esos seres que, sin saber, ella, con su música invita a pasar de este lado. Pero cómo va a saberlo. Ella no los ve.
    —Cállate de una vez, perro tonto —me ha gritado.
    Pero yo no puedo dejar que ese ser siga aquí. Apenas he comenzado a aullar, que es la forma de echarlos de este mundo, se ha acurrucado, temblando, pero cuando me he callado, ha vuelto al ataque. He vuelto a aullar con todas mis fuerzas hasta hacerlo desaparecer.
    Laura Beatriz se ha puesto en pie diciéndome que soy un perro malo y ha tenido la intención de sacarme de la cocina de la correa, pero al final ha recapacitado. Me ha colocado su suave mano en la cabeza y sólo ha dicho:
    —Sólo estás asustado. Tocaré a Mozart para ti. Sé que te gusta…
    Y se ha puesto a tocar a Mozart.
    Porque ese es el problema: los humanos no entienden que la música es la llave para traer del otro lado seres que podrían hacerles mucho daño si nosotros, los perros, no los protegiéramos. Porque la música, como en todo, se divide en buena y en mala. Y Mozart es bueno.

    • Naddia
      18 septiembre, 2016 at 03:35

      Me gusta. Es original.

  3. Inquisitor Glokta
    9 septiembre, 2016 at 18:57

    Su olfato se lo indicaba, la presa no podía estar lejos. Se acercaba al lugar con lentitud, haciendo el menor ruido posible y con todos sus instintos alerta. Entonces vio salir corriendo al conejo de su madriguera y sin dudarlo un segundo le persiguió a toda velocidad. Su instinto animal le ordenaba que capturara a su presa, era lo único que deseaba en aquel momento. Él ladraba con fuerza para que su amo conociera su posición.
    Entonces escuchó ese gran estruendo que lo rodeaba todo, y su presa cayó muerta sobre la tierra. Él esperó moviendo la cola mientras su dueño se acercaba.
    -Buen trabajo chico. –le felicitó mientras le acariciaba.
    Aunque no entendía lo que decía, comprendía que su dueño estaba contento con él por la forma en la que actuaba. Él amaba a su amo, le trataba bien, le daba comida y le ofrecía todo lo que podía necesitar. Y de vez en cuando le llevaba a aquellos parajes donde podía perseguir a muchas presas. Sabía que su vida sería así para siempre. Otro humano acompañaba a su dueño.
    -Es un pura raza. –decía orgullos su amo.
    -Parece que le tienes bien entrenado. ¿Qué fue de Napo?
    Él movió la cola al escuchar el nombre de su amigo, hace tiempo que no le veía.
    -Se hizo mayor y no podía cazar, así que lo sacrifiqué. A éste aún le quedan un par de años buenos.

  4. Narradora de Cuentos
    9 septiembre, 2016 at 19:11

    Brenda se agitó de repente y empezó a dar vueltas alrededor de Lucía , que sin prestarle demasiada atención , escuchaba absorta la ópera Lakmé …
    Brenda cada vez más inquieta empezó a ladrar, desoyendo las indicaciones de su joven ama , que molesta por la interrupción intentaba aplacarla ,sin éxito alguno.
    De repente un estruendo tremendo y el mundo se desplomó sin avisar , la tierra tembló con tal intensidad, que la silla de ruedas con la que se desplazaba Lucía , atrapó y salvaguardó su cuerpo al mismo tiempo , quedó tendida y sin sentido, su cabeza llena de polvo , sus piernas inertes sepultadas por los cascotes de la casa, reducida a escombros … A poca distancia Brenda se buscó hueco entre las ruinas , no veía nada , pero el olfato le dijo rauda donde estaba su ama , escarbo con unción sin desmayo, parecía que supiera que era cuestión de vida o muerte, liberando un espacio suficiente que oxigenará a Lucía, cayó exhausta a su lado. Apenas recuperó la respiración, escudriñó el entorno , retiró la melena que resbalaba sobre el rostro de Lucía y lamió su cuello buscando respuesta… Sintió que todo no estaba perdido, un movimiento imperceptible de su nuca , alertó sus sentidos y cariñosa pero constante no cejó hasta lograr reanimarla. Cuando Lucía abrió sus ojos y ladeo dolorida su cabeza , Brenda su preciosa Golden Retriever pareció sonreírle, en el fondo de sus ojos encontró todo el amor y la decisión necesaria para salir ilesa y viva de aquel trance…

  5. Sandra Carrion Estay
    9 septiembre, 2016 at 22:44

    Se llamaba Ambar, era una perra Cocker Spaniel y llegò a la casa cuando tenìa dos meses. Fue el regalo del cumpleaños nùmero dos de Bastian, quien naciò con paràlisis cerebral. Crecieron juntos, pero ella ràpidamente se dio cuenta de que su dueño no podìa hacer muchas cosas, y tuvo la paciencia de adaptarse a èl y a sus limitaciones. Mientras a otros niños les ladraba y hasta los mordìa, a Bastian nunca le provocò ningùn susto, a pesar de que recibìa constantes golpes de parte de èl, ya que no controlaba, ni controla sus movimientos. A Bastian siempre lo protegiò, mostrando sus dientes cuàndo le parecìa que lo querìan dañar. Ella muriò de vieja: sin olfato y casi ciega, pero protegiendo dentro de sus posibilidades hasta el final a su dueño.

  6. Cintia
    9 septiembre, 2016 at 23:32

    Querida ama:
    Cada día espero con ansias que vuelva de trabajar y, a veces, la espera se me hace eterna y me empiezo a aburrir de estar acostada frente a la puerta esperando su llegada. Camino por todo el departamento, entro a su habitación y subo a su cama, pero ahí también me canso hasta que veo aquellas botas que tanto le gustan y casi siempre las lleva puestas, me acerco a ellas para así recordarla a usted. Pero luego empiezo a jugar con ellas y no me doy cuenta en que momento llega, solo sé que ya está aquí porque la escucho regañarme. Me siento triste y sé que lo que hice no estuvo bien, pero yo la extrañaba y no lo hice con mala intención.
    Me alegro verla feliz otra vez, hacía bastante tiempo que no la veía así. Supongo que la razón es ese hombre que llegó el otro día, parece ser bueno y me agrada. Espero que la quiera tanto como yo la quiero. También espero que no sea como los demás, que luego de un tiempo se van y la hacen llorar. Yo siento su tristeza y no me gusta verla así, aunque me gusta mucho la forma en que me abraza en esos momentos, como si sólo existiéramos las dos. Pero si la veo feliz yo también soy feliz, sólo le pido que no se vaya a olvidar de mí ahora que tiene otro amor, pues yo siempre estaré ahí pase lo que pase.
    Con cariño Luly, su perra que la quiere más que nadie.

  7. Azul Bernal
    10 septiembre, 2016 at 05:44

    Subió corriendo la escalera. Todo estaba listo. Llevaba los papeles en el bolsillo de la chaqueta. Todo era tan fácil con el uso de las nuevas tecnologías. Con una facilidad inaudita se escaneaban y falsificaban todo tipo de papeles, y con la misma facilidad se colocaban las mercancías en el mercado negro. La presidencia había comenzado un movimiento anti- corrupción cuya mayor consecuencia consitió en disparar los mercados prohibidos. Ya en el desván, sacó la iguana de su guarida, la colocó en el contenedor de reptiles, y se encaminó rumbo al aeropuerto. Todo sería tan fácil como un juego de niños. Se sabía uno de los mejores contrabandista de animales, y así cobraba sus servicios. Ya le daba lo mismo si el precio del trigo subía o bajaba; los animales iban siempre en aumento. Llegó por fin, pasó los filtros, dio las señas necesarias y las puertas se le abrieron de par en par. Sí, mientras más prohibición, mayor ganancia. La vida le sonreía.

  8. Azul Bernal
    10 septiembre, 2016 at 05:44

    Subió corriendo la escalera. Todo estaba listo. Llevaba los papeles en el bolsillo de la chaqueta. Todo era tan fácil con el uso de las nuevas tecnologías. Con una facilidad inaudita se escaneaban y falsificaban todo tipo de papeles, y con la misma facilidad se colocaban las mercancías en el mercado negro. La presidencia había comenzado un movimiento anti- corrupción cuya mayor consecuencia consitió en disparar los mercados prohibidos. Ya en el desván, sacó la iguana de su guarida, la colocó en el contenedor de reptiles, y se encaminó rumbo al aeropuerto. Todo sería tan fácil como un juego de niños. Se sabía uno de los mejores contrabandista de animales, y así cobraba sus servicios. Ya le daba lo mismo si el precio del trigo subía o bajaba; los animales iban siempre en aumento. Llegó por fin, pasó los filtros, dio las señas necesarias y las puertas se le abrieron de par en par. Sí, mientras más prohibición, mayor ganancia. La vida le sonreía.

    • Neghro
      31 marzo, 2017 at 20:03

      no veo donde está el amor de la mascota hacia el dueño

  9. 10 septiembre, 2016 at 16:12

    El móvil de M. Lupin llevaba vibrando de forma incesante desde el primer momento en que lo silenció y dejó olvidado en la mesa del fregadero.
    Fuera llovía como si le hubieran roto el corazón al cielo pero dentro de la caravana, M. Lupin y sus amigos reían ajenos a lo que parecía el inicio del fin del mundo.
    Máscara, la gata cuyo pelaje hacía honor a su nombre, era la compañera de viaje de ese viejo loco que un día decidió dejarlo todo y recorrer el mundo es su destartalada caravana.
    Acostumbrada a ser el centro de atención, hoy, ante la inesperada visita, jugueteaba aburrida con aquél objeto extraño que se movía incesantemente sobre el fregadero, dándole suaves y rápidos golpes con sus patas delanteras.
    A pesar del ensordecedor ruido de la lluvia repicando en el metal del techo, el griterío de los humanos y los incesantes truenos, Máscara creyó escuchar un leve y ahogado maullido en el exterior. Fijó sus grandes ojos verdes en la ventana y sin más dilación, de un saltó alcanzó la manilla de la puerta, abriéndola lo suficiente para deslizar su pequeño cuerpo a través de ella aunque, irremediablemente, el viento selló su camino de vuelta.
    —Oye, ¿dónde está Máscara? – preguntó M. Lupin de pronto.
    Tras un largo vistazo por todos los rincones de la caravana, finalmente abrieron la puerta.
    —¡Serás golfa!, ¿pero no ves cómo llueve?
    Máscara le observaba tranquila. Mientras se lamía una pata y se la pasaba por la oreja una y mil veces, pensaba:
    — “Pues claro que me he dado cuenta de que llovía, ¿pero qué iba a hacer?, ¿acaso tú no correrías bajo la lluvia si pudieses evitar una guerra entre humanos bárbaros y humanos civilizados?”.
    Tras acabar con su acicalamiento, se quedó mirando a M. Lupin fijamente, mientras éste gesticulaba y le hacía ridículas carantoñas.
    —“Qué pregunta, tú nunca llegaste a ser del todo civilizado, por eso te quiero” —pensó Máscara mientras emitía una leve e imperceptible sonrisa en su rostro.

  10. Emilio Reyes
    11 septiembre, 2016 at 12:53

    Toni se encuentra acostada encima del sofá, echada medio dormida, con los ojos abiertos pero relajados, cuando inesperadamente, como si hubiésemos aplicado un resorte mecánico, se levanta a una velocidad relampagueante, se queda apoyada por sus cuatro patas y mirando muy fijamente por la ventana, con una mirada de cazadora que otea su presa, pero esta sensación no es de acabar con ella si no de incertidumbre.
    Los nervios se apoderan de ella, corre arriba y abajo dando fuertes frenazos en sus carreras, lo que la hace patinar sobre el suelo pulimentado, moviendo el robo a velocidad avioneta. Esos nervios que le hacen producir sonidos como si fuera un pequeño chimpancé, creo que esto en el mundo de los perros debe ser hablar en idiomas. No se calma hasta que no le doy un abrazo, la tengo conmigo un momento, y suavemente le digo “tranquila linda, tranquila”.
    A veces, cuando ella lo cree conveniente, se acerca a mí y pone una de sus manitas en mi rodilla, yo me agacho y le acaricio la nuca, momento en el cual ella apoya su frente en mi pecho, quedando el tiempo suspendido durante unos segundos.
    Cuando salimos a la calle tiene esa mirada de atención hacia mis ojos, como esperando a ver cuales son mis intenciones y así obedecer a lo que se le pide, pero es obediencia forzada o es amor, yo pienso que es amor, por sus acercamientos, como le gusta apoyarse en mí, esperando que le haga alguna caricia.
    Cuando estoy echado en el sofá, le gusta venir y enroscarse a mi lado, y quedarse allí relajada, sin embargo si me muevo y pierde su cuerpo el contacto con el mío, mueve sus patitas buscándome, y no se relaja hasta que no consigue tocarme.

  11. 28 septiembre, 2016 at 10:12

    De entre los muchos recuerdos que Fermín tenía de su infancia, había uno que solía ser motivo de recordatorio cada año. La familia por aquel entonces, vivía en una casa unifamiliar en unos de los barrios más antiguos de Valladolid: Las Delicias.
    El matrimonio compartía aquella casa con sus tres hijos y un mastín llamado “Goliat”. Emilia era la que cuidaba del animal, dado que el marido y los hijos todos trabajaban fuera de casa.
    Goliat no se despegaba de Emilia y a donde ella iba la seguía dócilmente el can.
    Pero la vida siempre nos sorprende cuando menos lo esperamos.
    De un día para otro la mujer enfermó gravemente y Goliat se vio obligado a abandonar la habitación donde estaba su ama. Sin embargo, cada noche en cuanto la familia se reunía para cenar el animal se colaba en la casa y se aproximaba a la cama de la enferma.
    La mujer le acariciaba y este entristecido por la ausencia durante el día de ella, emitía un lúgubre sonido. Así fueron pasando los días.
    A Goliat no le faltaba la comida, pero su apetito disminuía en la misma proporción que lo hacía la inapetencia de Emilia.
    Tres meses más tarde una madrugada les despertó el aullido de Goliat. Cuando fueron a ver qué pasaba se lo encontraron en la habitación de Emilia. Sus patas estaban sobre la cama. Esta había fallecido.
    Lo tuvieron que sacar arrastras del lugar. Lo dejaron en el patio. Comenzaron a preparar el entierro.
    La sorpresa la tendrían al día siguiente. Cuando el personal de la funeraria se personó a cerrar al ataúd de Emilia, se encontraron a Goliat a su lado. También había fallecido.
    —Desde luego, este sí que amaba a su señora.

  12. Neghro
    31 marzo, 2017 at 20:01

    A juzgar por el sol, ya debe estar a punto de llegar a casa. Ya era hora, tengo hambre. Bueno es que siempre deja abierta la ventana de atrás para poder entrar y salir y no quedarme encerrado como si fuera un vil perro.
    Tampoco necesito armar un escándalo cada vez que regresa, ni hacer el ridículo para llamar su atención. Que hastío.
    Basta un saludo cordial y amistoso, cola levantada en punta para rodear su pierna, como acariciándola, quizá acompañado de algún pequeño ronroneo, argucias felinas infalibles para obtener lo que quiero y a ella así le gusta.
    Dependiendo quizá de su ánimo, quizá del día, a veces vuelve a salir, a veces no. Yo la dejo ser libre y ella me acepta tal como soy, somos independientes, somos el uno para el otro.
    Le gusta respetar mi espacio pues muy bien sabe que se acerca la noche, nuestra noche, cuando ya cansada se tiende en su cama, boca arriba, esperando mi compañía y mi protección.
    Yo me tiendo sobre su cuerpo, me rodeo sobre su ombligo, escucho sus latidos y susurro vibraciones. Es aquel nuestro poema e inmersos en él pasamos nuestra noche juntos.

  13. Neghro
    3 abril, 2017 at 19:57

    TEXTO ANTERIOR RE-ESCRITO

    Luego de una no muy extensa persecución lo dejo ir, no vale la pena continuar, no quiero alejarme de casa. Además se hace tarde y ella debe estar por llegar.
    Movilizarse por entre los tejados es una ventaja invaluable en cuanto a seguridad y tranquilidad y definitivamente una gran oportunidad para burlarme de los perros que ladran desde abajo y dan vueltas y se desesperan. Que idiotas.
    Es fácil llegar a casa pues bueno es que siempre deja abierta alguna ventana para no quedarme encerrado como si fuera un vil can. Tampoco necesito armar un escándalo cada vez que regresa, ni hacer el ridículo para llamar su atención. Que hastío.
    Basta un saludo cordial y amistoso, cola levantada con la punta levemente enroscada para rodear suavemente su pierna, como acariciándola, quizá acompañado de algún pequeño ronroneo, argucias infalibles para obtener lo que quiero.
    A causa de un azar que no busco comprender, hay días que vuelve a salir, hay otros que no. Dejo que sea libre y ella me acepta tal como soy, somos independientes, somos el uno para el otro.
    Nos gusta respetar nuestro espacio pues para nosotros lo que importa es la noche, cuando el peso del día se hace insostenible y se tiende en su cama esperando mi compañía y mi protección. Yo me tiendo sobre su cuerpo, me rodeo sobre su ombligo, escucho sus latidos y susurro vibraciones. Es aquel nuestro poema que por si solo se recita mientras su respiración se tranquiliza y me sincronizo con ella. Nuestro sueño es un viaje celestial y yo nunca me iré de su lado.

  14. Aria Scee
    9 diciembre, 2018 at 22:32

    Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando el veterinario me dijo que era inevitable, que Abba, mi adorada gatita, iba a morir a causa de una leucemia. Yo no me lo podía creer, Abba para mí era mi mejor amiga y gran apoyo. Me ayudó a pasar por la ruptura con mi familia, cuando me quedé completamente sola ella estaba allí y ahora no la iba a tener más. La quería muchísimo pero lo que ella me quería a mí era indescriptible.
    Cada día, después del trabajo, cuando llegaba a casa, ella me estaba esperando en la puerta moviendo su gentil cola; cada vez que me sentaba en el sofá para ver algo ella se acostaba en mi regazo; cuando lloraba o me encontraba triste ella solo se acurrucaba a mi lado, y no necesitaba nada más, sin palabras podía darme todo el cariño que necesitaba.
    Así que lo acepté, no quería que sufriera más. Ya solo quería que fuera, lo que aquí no ha podido ser. La última vez que la vi estaba tumbada en una camilla de metal, dormida. Era lo más bonito y lo que más quería del mundo, y se iba a ir, así que la dejé volar.

  15. julieta
    17 diciembre, 2018 at 06:32

    Hay un mundo donde los humanos conviven con cambiaformas. Y los cambiaformas son tratados como mascotas. Se compran y venden y se los premia y castiga como a un perrito. Los más solicitados son los felinos, por ser juguetones, divertidos y mimosos.
    Pero SiYin no es un gatito doméstico. Es una mezcla de humano con tigre y su comportamiento, arraigado en sus instintos más animales, le ha traído muchos problemas. Por eso, en vez de estar en uno de los preciosos habitáculos de cristal de la tienda, está en una jaula al final del salón, muerto de hambre en castigo por haber querido morder al cuidador. Como no intentarlo si el maldito salvaje lo golpea por cualquier cosa o motivo.
    Entonces lo ve, y su alma lo sabe claramente. Este es tu amo le dice. El caballero lo mira, y sonríe, con pena de ver un tigre tan majestuoso, demacrado y lastimado. Lo quiero, dice desde afuera de la Jaula y aunque el vendedor le insiste para que cambie de opinión, SiYin termina sentado en el asiento del acompañante de YuanLu, con ropa nueva y en su forma humana.
    Mientras su amo maneja con calma hacia su nueva casa, SiYin no puede dejar de mirarlo. Este es su nuevo amo. Y su corazón no puede estar más feliz. Nunca nadie le había dado ropa, ni permitido sentarse en el asiento. Nadie le había consultado si deseaba pasar un poco de tiempo en su forma humana, y si quería ropa para ese momento.
    Tiene también una mochila nueva, gorro con agujeritos para sus orejas y una bufanda muy calentita, un celular con muchos juegos y una pelota, a la que no pudo resistirse a comprar su amo cuando lo vio con la mirada perdida en la divertida cosita multicolor. No es lo que le compró lo que lo conmueve, sino que lo compró para él.
    SiYin Ronronea contento y su cola se mueve ondulante trasluciendo sus emociones. Ahora está en paz, por fin ha hallado a su Amo.

    *inspirado en un relato de cambiaformas.

  16. Trinidad.
    19 enero, 2019 at 00:10

    Me encontraba desesperada, saltaba por todos los muebles de la casa, a la espera de que alguien llegara. No soportaba quedarme sola, necesitaba el cariño de mi humana.

  17. 5 febrero, 2019 at 15:52

    La Cati y yo ya somos amigas…
    Cuando llegué a aquella casa, la vi con los ojos llenos de mi mundo de prejuicios gatunos. Pregunte como se llamaba, una me dijo Catalina, otra expresó, pero siempre la llamamos gato y ella entiende… De inmediato le dije ¡hola Cati! Pero la Cati* no reparó en que me dirigía a ella.
    Nuestras primeras impresiones, la de la Cati y yo, no fueron muy agradables. Con relación a mí, ella era culpable en primer lugar de ser gata y además de ser potencialmente una amenaza melosa y maullera… Ella se mostraba excesivamente cauta en mi presencia, no se acercaba, dejó de actuar con familiaridad y se la veía pronta a escapar… Al reconocer que me tenía miedo comencé a decirle: “Mira Cati, no me gustan los gatos melosos y maulleros, pero yo nunca te haría daño, no te voy a pegar” Y fue así como la Cati, comenzó a acercarse.
    Estos días escuché en la radio que las altas temperaturas podrían dañar seriamente a las mascotas. Esta mañana abrí la puerta y le puse agua y comida como muchas veces… Pero la Cati no se movió. Le acerqué la comida y comenzó a hacer gestos como de empacho y me miraba…, después, le arrojé un poco de agua para que pudiera reaccionar. Finalmente, bajo, primero se acercó a la comida y al agua… luego me rodeó con cautelosa ternura acorde a la melosidad que entiende que no me molesta y volvió a su lugar. Después de un rato comenté mi experiencia a otra persona, quien me afirmó: ¡“yo ya le di de comer hace un rato”! Entonces entendí su gesto de empacho… y sobre todo ese bajar para agradecerme el cuidado extremo manifestado… La Cati y yo ya somos amigas…

    • Le agrego articulo al nombre de la gata como hacemos muchos norteños, en Argentina, al referirnos a personajes familiares. Y ni el más excelso estudio literario nos capacita para evitar el artículo cuando hablamos entre casa…

  18. Lipegario
    5 marzo, 2019 at 00:04

    Al final de una correa está Valentín. Cabello largo, crespo y enrulado; con dos manos firmes que me abrigan en un ademán cálido y envolvente. Dedos largos que saben dónde hundirse para sentir que todo el cuerpo se estremece. Estoy tirado y simplemente se me echa encima; como si se tratara de una de esas mantitas abrigadas que llevo de paseo las frías mañanas de invierno. Se me sube encima y me habla al oído, como si supiera que soy su mejor confesor y que nunca lo voy a traicionar cuando me cuenta sus secretos.
    – Hoymamámedejarádormirencasadelaabuela – Me susurra en una letanía continua y relajante.
    Luego de correr, Él y yo, por el living de la casa nos tiramos en la alfombra, exhaustos y felices.
    – Vossosmimejoramigo – dice jadeando mientras me rasca el lomo con la mano.
    Apenas puedo ladrar de cansancio. Valentín no se quedará tranquilo, es una pequeña tromba, En su mundo solo estamos Él y yo.
    Si estuviera en mí, le sacaría la correa para que fuera feliz.

  19. Nora Martínez
    29 mayo, 2019 at 20:42

    «Finalmente. La hora de la siesta nocturna. La mejor de todas. La siesta que mi humana también hace». La humana se arrastró dentro de las sábanas y, una vez acomodada, las levantó para formar una cueva, ofreciéndosela a Tini, la gata.

    «No. Creo que hoy no, humana. Siento la necesidad de amasar tu panza. Así que mejor que te recuestes bocarriba». La humana no escuchó los pensamientos de Tini. Pero tal vez los intuyó porque hizo exactamente lo que la gata exigía, dejándola treparse en su barriga para hacer su magia.

    La humana acarició la espalda de la gata que, en respuesta, dio un maullido corto y agudo. La humana interpretó como un maullido de aprobación, pero en verdad, lo que Tini le decía era «Esperá que termine de ablandar tu estómago así me acuesto… Esperá… Espe– Esto no tiene sentido», y se acomodó finalmente en la barriga de su humana.

    No duro mucho allí, porque la humana se giró hacia un costado, tirando a la gata junto a ella. Tini se acomodó, apoyando su cabeza en el hombro de la humana y la miró, controlando cómo la respiración iba disminuyendo.

    «Se está durmiendo… ¿Se está durmiendo o se está muriendo? ¡Oh, por Bastet! ¡Se está muriendo!» dijo la gata entrando en pánico. Aunque en la habitación lo único que se escuchó fue otro maullido corto. «Tengo que hacer algo. ¡Tengo que hacer algo! ¡Humana, no me dejes!». E hizo lo único que se le ocurrió hacer. Lamerle la nariz.

    —¡Ay, Tini! ¡La nariz no! —dijo la humana tapándose la cara con la frazada.

    «Falsa alarma. Solo se estaba durmiendo».

  20. Aurora Garrigós
    13 julio, 2019 at 18:41

    EL SR. SMITH Y SU PERRO TOM
    Tom lamía la cara de su amo desesperadamente, gemía al ver que no conseguía despertarle. El viejo había vuelto a desmayarse. Era la cuarta vez que le pasaba y no quería saber la causa. Los médicos no eran santo de su devoción. Poco a poco, los lametones de aquel grandullón gris de orejas puntiagudas y rabo enroscado, lograron despertar al Sr. Smith, que estaba tirado en el suelo. Abrió los ojos y el perro comenzó a ladrar y a dar saltos de contento. Había logrado devolverle a este mundo, una vez más. El hombre se incorporó como pudo mientras daba las gracias a su inseparable amigo con voz grave:
    —Si no fuera por ti viejo bribón, —dijo— ¡ya me hubiese marchado al otro mundo!
    Tom le agradeció sus palabras moviendo la cola y empujando el brazo del anciano con su hocico, hasta lograr que le acariciara la cabeza. Pedía la recompensa por sus desvelos. Un premio que el Sr. Smith no escatimó en proporcionarle.
    El invierno estaba siendo muy duro, aquellas cuatro paredes no lo detenían y el viejo cada día estaba peor. Tom se esforzaba por animarlo, pero últimamente el Sr. Smith pasaba los días en la cama, apenas comía y temblaba sin parar, solo se levantaba para abrirle a Tom la puerta de la calle y ponerle su comida.
    El perro volvía del paseo y cerraba la puerta con su pata, lo aprendió cuando era un cachorro, llenando de orgullo a su dueño.
    Aquel día, al volver de la caminata, su amo estaba inmóvil. No temblaba. Tom se quedó parado a pocos centímetros de la cama, atento al más mínimo movimiento. Sin un solo gemido, subió a la cama y se tumbó a los pies del Sr. Smith. Nunca lo hubiese hecho antes.
    Dos días después entró la policía. Tom seguía sin moverse de aquella cama en la que había muerto su dueño. A pesar de la oposición y los gruñidos del perro, pudieron bajarlo de ella y ocuparse del cuerpo. Uno de los policías se preocupó de que aquel animal volviese a tener una nueva vida, una nueva familia.
    Meses después, Tom parecía feliz, disfrutaba con sus pequeños amos. Por eso nadie podía imaginar, que en su solitario paseo diario, siempre se desviara hasta la casa del Sr. Smith, con el anhelo de volver a ver a su viejo amo.

  21. Aurora Garrigós
    13 julio, 2019 at 18:44

    Upps, perdón. He confundido un ejercicio con otro y estaba convencida de que éste debía llevar 400 palabras. Ainss!!

  22. Antonio Santos
    31 enero, 2020 at 09:39

    Este es el peor momento. Veinte compañeros apretados en un ascensor de apenas un par de metros cuadrados. Sus caras son extrañas. Mezclan ansia y miedo a partes iguales. Se hablan entre sí, algunos cantan, otros ríen…pero la mayoría calla durante los quince minutos que dura el descenso hasta el fondo de la mina. Yo, en mi nueva jaula, me siento cómodo, pero también siento lo mismo que ellos. En la jaula madre, todos los canarios están deseando fugarse y odian a los humanos por obligarles a bajar a un sitio del que, probablemente, no volverán. Pero hoy es distinto.

    Clifford ha llegado con un nuevo tipo de jaula hecha de cristal y con una pequeña botella atada encima. Cuando le he visto llegar, me he acercado como siempre a la puerta para verle. Clifford siempre me trata bien. Me divierte mucho cuando intenta silbar conmigo. Es tan divertido…¡si supiera lo que está diciendo! Después habla conmigo y me dá pan mojado en leche de cabra.

    Me ha contado que un amigo de Manchester le ha traido este nuevo invento que me protegerá. Cuando empiece a ahogarme, él detectará mi canto y rápidamente cerrará la puerta hermética y abriendo la botella de encima, entrará un aire que hará que me encuentre mejor. Ahora siento que soy uno más dentro de este ascensor que desciende hasta las entrañas de la tierra. No tengas miedo Clifford, yo te protegeré.

    • angel
      29 mayo, 2020 at 00:59

      Es un cuento muy bonito. Gracias

  23. Pyl
    18 marzo, 2020 at 03:54

    Querida familia:

    Aún recuerdo aquellos días de hambre calor y sed, esas noches de lluvia buscando un pequeño techo para resguardarme. Aún recuerdo el picar de toda mi piel por la suciedad y las pulgas, pero lo que siempre recordare será ese día, aquel día en el que decidieron darme un poco de comida y un poco de agua.
    Quiero agradecerles, también, por haberme rescatado de esa vida callejera, yo sé que no fui fácil de educar, que era rebelde y en ocasiones me escapa un par de días y volvía mugroso y pulgoso, pero aun así siempre me recibían con los brazos abiertos; quiero aclarar que, aunque me escapaba no lo hacía con intenciones de dejarlos, mi amor era incondicionalmente para ustedes, simplemente sabía lo que vendría y lo que tenía que hacer.
    Quiero disculparme y pedirles que no se agobien más, yo sé que esa última vez pensaron que sería como las demás y que volvería en un par de días listo para mi baño.
    Lamento haberme ido así, lamento haberlos dejado sin despedirme, solo que era muy difícil para mí quedarme más tiempo, quería evitarles el sufrimiento de verme morir; para mí, fue una forma de agradecerles por todo lo que hicieron, por todo el amor que me dieron, por todo el tiempo que me dedicaron.
    Quédense tranquilos que ahora me encuentro en un lugar increíble con un montón de perros con quienes jugar.
    Infinitas gracias, nuevamente, por todo.
    Con cariño, Mechas.

  24. 26 marzo, 2020 at 16:05

    Hola amigos, me llamo Princesa Zelda y vivo con mi familia formada por tres adolescentes y mi mami, sí, la llamo mi mami porque es mi primera persona preferida, le siguen Pablo ó Maria según los momentos y Dani, que no es que no sea preferido, sino que como me teme un poco porque de vez en cuando le bufo, pues no estoy tan cerca de él.
    Adoro a mi familia, todos los días cada uno de ellos se va hacer sus asuntos y no empiezan a volver hasta primera hora de la tarde, por eso cuando llega el fin de semana soy feliz teniéndolos a todos en casa. Mi mami, es mi preferida, la que me pone comida y se encarga de que mi arenero esté limpito. Se cuando vuelven a casa, y en cuanto siento que están cerca corro a la puerta para recibirlos, en cuanto abren la puerta lo primero que hacen es saludarme, cogerme y llenarme de arrumacos, como me gusta eso, y también sé que a ellos les alegra mucho que les espere en la puerta.
    Mientras mami está en la cocina, procuro estar con ella, me mira y me habla, me dice cosas cariñosas y yo la miró y la contesto con un grugru, para que se entere de entiendo lo que me dice. Cuando quiero algo me restregó en sus piernas y a veces cuando pasa saco la pata como si le estuviera poniendo la zancadilla, jeje, eso hace reir mucho a mi mami y me alegro de hacerla feliz por unos momentos. Siempre que ella está triste me pongo a su lado para que note mi apoyo y si llora la miro tiernamente, cuanto quiero a mi mami, por la noches me gusta ponerme a su lado cuando está durmiendo, espero que ella se de cuenta de cuanto la quiero.

  25. ARA
    26 abril, 2020 at 23:05

    Le echa mucho de menos, ya hace muchos días que no le ve. Desde aquel día en el río…
    Ahora nadie le tira la pelota para que corra por el patio, no le rascan detrás de las orejas, justo ahí donde hace que el placer retuerza su cuello de gusto. Desde la ultima vez que lo vio en el río, su mejor amigo viene a darle de comer y pasearle cada día, pero no es lo mismo, echa de menos pasear con el, echa de menos sentarse a observarle atentamente como le prepara la comida. Cada día la misma rutina: despierta temprano y se queda en la habitación empapándose de su olor, no puede olvidarlo. El resto del día espera frente a la puerta de la casa a que aparezca y todo vuelva a ser como antes.
    Cuando había pasado una semana, la puerta se abrió y esta vez no llegaba solo su amigo, el había vuelto a casa. Corrió, saltó y aulló de alegría cuando le vio. Daba vueltas a su alrededor y buscaba con la lengua demostrarle cuanto le había echado de menos, pero algo había cambiado, sus galgas no encontraron sus manos, rehuía sus lametones y sus caricias por el lomo no llegaron.
    Su amigo se fue y se quedaron a solas, tenia que volver a intentarlo, de nuevo saltó y rozó con sus cuartos traseros las piernas de su dueño buscando que le reconfortara con una simple caricia, pero nada era lo mismo, el no era el mismo, desde que volvió a casa en esa silla de hierro nada es lo mismo. Su mirada le hace daño. Solo pudo quedarse observándole mientras el dolor le invadía
    Mientras tanto su dueño no podía dejar de mirarle con odio por haber sacado del río su cuerpo paralizado, le hubiera evitado vivir una vida anclado a una silla de ruedas.

  26. Laura C. D. F.
    14 mayo, 2020 at 04:28

    Siempre he pensado
    que hubiera sido de mí
    si no me hubieras adoptado.

    Quizás fuera una gata con humanos más amorosos
    Pero hubiera sido doloroso
    No encontrarte en este mundo tan grandioso.

    Me has alimentado
    y he estado contigo en tus mejores momentos
    Y hasta te he abrazado en tus tormentos.

    Te he provocado risas y sonrisas
    Y también te he causado lágrimas
    Al pensar que sin mí no podrías estar
    Sin creer que eso jamás podría pasar.

    Hemos jugado y corrido juntas,
    Le hemos tenido miedo al mundo exterior
    Pero sintiendo lo que hay en tu interior
    Se que vendrán muchas más años para disfrutar
    Ronronear y maullar.

  27. angel
    29 mayo, 2020 at 00:55

    El mullido sillón resultó demasiado confortable para soportar el punzante terror que sentía. Con pasos nerviosos recorrió el pasillo. Los aullidos provenían de la propia casa. Tras la puerta del desván el sonido era más intenso.
    Observo la luna a través de la ventana y deseo estar fuera, en cualquier parte, lejos de allí. Pero no podía salir. Su compañero había enloquecido. El profundo vínculo de amistad que los unía se transformó en un miedo atroz y paralizante.
    La puerta era lo único que le separaba de aquella bestia, y permaneció frente a ella expectante. Al cabo de unas horas dejaron de sonar las cadenas y se escuchó un llanto ahogado. Se aproximó entonces a la puerta. Tal vez su amigo había vuelto en sí. No fue una buena idea, no bien estuvo tan cerca como ser olido, las cadenas restallaron de nuevo ante la embestida de la bestia y pudo sentir como su débil cuerpo no podría oponer ninguna resistencia a las dentelladas de aquel salvaje.
    Retrocedió y permaneció en silencio.
    La luz del amanecer le despertó justo antes de oír el seguro de la puerta. Tuvo el tiempo justo de ocultarse tras los muebles antes de que la puerta del desván se abriera. Escuchó el chirrido de los gastados goznes, y tras él unos pasos que se acercaban directos a su escondite. No podía hacer nada. Ya solo esperaba que fuera rápido
    —Rufus, ya está bonito, sal de ahí. Todas las lunas llenas te pasa lo mismo. Jajaja. Cómo puedo esperar que los humanos no me disparen balas de plata si ni siquiera me entendéis los perros.
    Su compañero había vuelto, Rufus se sentía de nuevo amado y a salvo. Más que dispuesto a aceptar la regañina por no haber esperado a orinar fuera esa mañana.

  28. Esther
    11 junio, 2020 at 16:04

    Julia vivía en una bonita hacienda en el campo. Su familia se dedicaba a la cría y adiestramiento de caballos, toda su vida se había familiarizado con ellos y en cuanto tenía un rato libre se iba al establo y se pasaba horas enteras allí. Desde pequeña había tenido su propio caballo, de niña tuvo dos ponys y ahora de adulta tenía una preciosa yegua blanca llamada Estrella. Las dos daban largos paseos desde el bosque que rodeaba la propiedad hasta una pequeña cala donde disfrutaban del sonido de las olas del mar, del sol y la libertad. Cuando volvían de su paseo Julia cepillaba largo rato a su yegua y la dejaba acomodada en su cuadra hasta el siguiente paseo. Un día cuando fue en busca de Estrella, la encontró echada en el suelo y cuando entró en su cuadra y la llamó casi no podía volverse a mirarla, Julia se asustó pues nunca la había visto así. Corrió en busca de su padre e intentaron que la yegua se pusiera en pie, pero fue en vano, no tenía fuerzas para hacerlo. Llamaron al veterinario que habitualmente asistía a todos los caballos de la finca y quedó muy extrañado del comportamiento de Estrella. Non podía levantarse ni casi moverse, decidieron que al día siguiente si continuaba en el mismo estado la llevarían a la clínica para hacerle todo tipo de pruebas. Julia lloraba impotente por no poder ayudar a su más estimada yegua, no se separó de ella en todo el día, aunque su familia le decía que debía, comer o descansar, pero ella no se movió de su lado, incluso se hizo traer de la casa un colchón y una manta para pasar la noche con Estrella. Al día siguiente la trasladaron a la clínica y estuvieron horas y horas con pruebas, análisis y demás y después de mucho investigar, descubrieron que lo que le pasaba a la yegua era que en algún momento del paseo del día anterior cuando iban por el bosque una serpiente venenosa le mordió en la pata y el veneno que le introdujo la estaba debilitando. Consiguieron poder encontrar un antídoto para el veneno, pero tendría que pasar muchos días en la clínica para observar que todo estuviera bien. Durante todo ese tiempo Julia no se separó de la yegua tan solo para ir a casa a cambiarse y ducharse para volver al hospital, Estrella cuando la veía aparecer se le iluminaban los ojos de alegría y gracias a los cuidados de los médicos y al amor tan grande de Julia por ella, poco a poco se fue recuperando y volvió a ser la yegua, feliz y cariñosa de siempre.

  29. Luis Martin Rivera Morales
    9 julio, 2020 at 05:15

    Lo tuyo con aquel perro te hace recordar lo básico que es aquel sentimiento. Un ser cociente capaz de sentirlo y que lo exalta hasta el punto de hacerlo divino, lo puede reducir ante el concepto de etapas previas del raciocinio, en donde en afán de otorgarle la cualidad a tu propio canino, le destierras de ciertos requerimientos. Estará contigo porque su evolución lo hecho sociable, como a ti mismo, le ha dado la cualidad de pertenecer a los demás, y su mente le recompensa al estar en sociedad, poco o más entiende, y es por eso que al formar parte de su instinto, crees que es aún más grande su amor que el de cualquier amigo. Lidiar con el amor más evolucionado es más complejo, porque no es instinto, y lo sabes bien, es parte del propio proceso complejo de un ser pensante, que compagina su necesidad de ser aceptado con la de aceptarse a sí mismo. Serás para aquel ente todo lo que quieras, y le dirás a lo suyo como a lo tuyo, pero no es igual, así como tus ojos no son lo mismo que su nariz.

  30. Asara
    31 julio, 2020 at 21:06

    Un amor incondicional
    Mi infancia fue solitaria. Soy hija única y, durante los primeros años de mi vida, no tuve ninguna mascota. Cuando cumplí 16 años, fui a vivir con mi padre y su novia, quien recientemente había adoptado una perrita. A mí siempre me habían gustado mucho los perros. Vamos, que soy una de esas que se abalanzan sin pudor sobre el perro de un desconocido, lo quiera éste o no. Hasta ahora, solo había experimentado una desbordante felicidad momentánea al acariciar a un perro al que posiblemente nunca volvería a ver. Sin embargo, esta perrita iba a estar con nosotros para el resto de su vida. Iba a poder desarrollar una relación de amistad con ella. Se llamaba Naria y, con una mirada, podía derretir un helado. La inmensa capacidad de amar de los animales no tiene parangón. Si tú les das una caricia, ellos te intentan dar el universo.
    Al llegar a casa y abrir la puerta, uno puede escuchar las patitas recorrer el pasillo a la velocidad de la luz. Por alguna razón, siento que ese sonido es uno de los mejores antídotos contra el mal humor acumulado a lo largo de un día difícil. Y ellos lo saben, que lo sé yo. Sentir la felicidad de Naria cuando me veía me sobrecogía y me hacía sentir inmediatamente mejor, no solo internamente, sino hacia los demás. Era como si su amor incondicional me permitiera abrir mi propio corazón a aquellos en quienes, en otras circunstancias, no confiaría. Naria me enseñó a desoír los «consejos» de la faceta más suspicaz de mi personalidad. Por ello, le estaré eternamente agradecida.

  31. Cristina SR
    8 agosto, 2020 at 00:16

    Cuando Elvira viene de visita, me meo encima. No lo puedo remediar, la emoción me puede. Pero ojo, tienes que entenderlo, Elvira viene una o dos veces al año. Y me preguntarás: ¿qué tiene de especial Elvira? Pues que cuando viene, hay alguna aventura asegurada. Te diré la verdad: lo de Elvira me dura una semana, después ya tengo ganas de que se vaya y volver a la rutina y tranquilidad de Charo.

    No soy muy de madrugar y Charo nunca me lo echó en cara. Es decir, me tiene que sacar de mi casita por las mañanas para el paseo matutino, pero ella se levanta, va haciendo sus cosas, y con tiempo y voz suave me va dando los buenos días y animando a levantar el hocico para salir.

    A veces le cuesta, siento que no ha dormido bien y no tiene ganas de pasear. Pero en esos paseos, sean de mañana o de tarde, suele pasar algo que la maravilla por unos minutos y eso me hace disfrutar mucho. A Elvira le encanta hacer fotos y, aunque yo nunca he sido de posar mucho, a veces me paro un momento y vuelvo la cabeza para hacerla feliz.

    Pero hablando de hacer feliz… las noches en el sofá de casa, son mi mayor tesoro con ella. Tengo que pelear un poco desde la alfombra para que finalmente ceda a dejarme subir y acurrucarme en sus piernas. Ahí doy varias vueltas sobre mí mismo hasta acomodar mis posaderas perfectamente entre el hueco de los dos muslos. Me dejo acariciar y, de vez en cuando, si veo que deja de acariciarme, le doy unos lengüetazos en las manos para avisarle de que sigo despierto y de que puede seguir acariciándome. Mi humana es la mejor.

  32. Melina
    16 agosto, 2020 at 05:57

    Hace mucho, mucho tiempo, todo era oscuridad y hambre en un pequeño bolso. Me vendían.
    Poco después, unos extraños me compraron y debo decir que siempre he sido muy confiado, porque el primer día me subí en el pecho de uno y todos me sonrieron. Pasados unos pocos días, y con un par de sonrisitas y jugueteos, puedo decir fidedignamente que me gané el corazón de todo el lugar.
    Soy un poco extraño, puedo decirlo. Siempre dejo mi platito con la mitad de la comida, y no me gustan las compañías de otros perros, amo los huesos, pero tiendo a esconderlos. Por alguna razón, siempre persigo a mi familia por la casa, y los espero si se encuentran ocupados.
    Me asustan las tormentas de lluvia, y los rayos, pero generalmente me consienten mucho cuando eso sucede y me cobijan, para que no vea; también me asusta cuando no veo a mis dueños en el parque, pero es un miedo pasajero, siempre están ahí.
    Ya tengo 8 años, y me han empezado a salir canas, pero de todas formas me veo absolutamente guapo, porque como el vino añejo, mejoro con los años.
    PD: Detesto a los niños.

  33. 1 septiembre, 2020 at 02:47

    Un padre de familia trajo dos aves, eran grises, taciturnas como el viento, pero revoltosas como el oleaje en una noche intensa, como no tenían pajarera las guardaban por un momento en una caja, un poco inhumano, pero solo sería por unos días u horas, al instante el pequeño hijo las nombró y en todo la casa fue el único que realmente las consideró, desde el crepúsculo matutino saltaba de la cama y corría a observarlas por los agujeros de la caja, les hacia un llamado de atención y les contaba cosas triviales, ellas no hicieron ruido, no parecían alegres, por lo cual al ser tan pequeño y de poco entender el niño se enojó y dejó de llamarlas, en los postreros días la caja se tambaleaba, las aves se movían con brusquedad intentando llamar la atención, el pequeñajo no entendía que esperaban escuchar su voz desde el amanecer, era la única luz que recibían en esa fosca y silenciosa caja. Las mascotas y los humanos son iguales, en ocasiones no agradecen y parecen no notar el trato, pero realmente están agradecidos, aunque no lo puedan expresar.

  34. Kaly Velazco
    3 septiembre, 2020 at 22:08

    Sam, ay… él es la persona más buena de todo el mundo, siempre me cuida, me da de comer, me saca de paseo, me lleva a casi todos lados con él, el otro día me llevo a Nueva york en un avión muy bonito he hice amigos en el camino, llegando a allá él trabajó y yo lo esperé en el hotel, pero luego cuando volvió, fuimos a comer a n lindo restaurante en donde hice más amigos, fue increíble y la comida estuvo deliciosa, la mejor carne que comí en mi vida, después de comer caminamos en central park en donde había más personas con sus mejores amigos, como yo y Sam ahí jugamos con mi pelota verde y mi favorita, cabe mencionar, me cansé de tanto jugar y Sam me llevó de vuelta al hotel a donde llegué a tomar mucha agua y a descansar, me dormí y cuando desperté vi dormir a Sam y volví a penar en que de verdad es el mejor amigo y la persona más buena de todo el mundo, antes de vivir con él yo era callejero y me encontré con todo tipo de personas entre ellas algunas muy malas quienes se aprovechaban de que no me podía defender y me golpeaban o maltrataban, hasta que un día lo conocí a él, Sam, quien me rescato de otro hombre quien me arrojaba piedras, Sam me llevó al doctor y me alimento hasta que me recuperé, y ahora somos inseparables, lo amo tanto que literalmente daría mi vida por él, pues lo mejor que me ha pasado y lo más importante para mí, siento que vine al mundo y me pasó todo lo que viví por una razón, para llegar hasta Sam para ayudarlo y protegerlo de cualquier cosa que lo pueda dañar.

  35. María Cervera
    21 septiembre, 2020 at 10:19

    Siempre ha existido una relación especial entre animales y sus amos, pero actualmente, estas relaciones se han intensificado, por parte nuestra, hasta considerarlos como de nuestra familia. El otro día, una amiga mía, me comentaba que su gato se había escapado. Lloraba desconsoladamente, me decía que, para ella, el gato era un hijo más y lo trataba como tal. No pude hacer otra cosa, que considerar también que el gato era parte de su familia, y por tanto sentir aquella perdida como la de un hijo. Reconozco que no pude llegar a ese nivel. Pese a que aquella mujer estaba destrozada, yo me quedé pensando que aquel gato no era su hijo, si no más bien un primo lejano de aquellos que sólo ves en los entierros de familiares.

    Reconozco que yo he tenido muy buena relación con mis animales de compañía, aunque nunca los he considerado como hermanos, hijos, ni siquiera como familiares ni lejanos ni cercanos. He pensado que eran amigos fieles. Mis mejores amigos, con diferencia, por sus cualidades, como la lealtad. Recuerdo pensar que sólo tenía un único amigo, mi perro. Y que ninguna persona humana podía superar, ni acercarse si quiera, a ser ni la mitad de amigo que él. Por suerte, eso permanece todavía en mi manera de pensar, y parece ser, que gran parte de la población, comparte conmigo esta afirmación.

    Por otra parte, nunca voy a juzgar a las personas que consideran a los animales como de su misma especie. Entiendo que, cada una de ellas, tiene motivos para actuar de ese modo. Y que, probablemente, ese animal (familia en este caso), proporcione la felicidad en su vida, o sea el único aliciente para tirar adelante; recordando que muchos nunca han encontrado ese algo para seguir, y han caído, presos de su propia mente.

  36. Miguel Machorro
    13 octubre, 2020 at 21:15

    « ¿Acaso no ves cuánto te amo? » pensó aquel pez que nadaba en la pequeña pecera, mientras su dueño le miraba fijamente.
    – ¿Cómo estás? ¿Tienes hambre? – dijo el niño mientras miraba a su pequeño pez nadar de un lado a otro y esparcía la comida en las aguas de la pecera.
    – ¡Siempre me ha gustado tus escamas rojas y brillantes! – le decía el niño al pez como si en cualquier momento este le fuera a responder.
    « Y a mí me gustan tus ojos cuando me ves comer, me gusta verte sonreír mientras nado recorriendo mi pequeño hogar, que tú me diste » Le respondió el pez como si su dueño pudiera oírlo.
    Diariamente seguían esta rutina, dueño y mascota, niño y pez. Era como si pudieran mantener una conversación completa, los dos se desahogaban con el otro y eso hacía de su relación, la mejor. Pero el niño de siempre se iba, tenía que ir al colegio y el pequeño pez se quedaba solo por horas, lo que hacía de su día, uno eterno y solitario. El niño no parecía tener culpa por dejar a su pequeño pez solo, al menos así le parecía al pez, que cada vez se sentía más solitario.
    « Los humanos son tan extraños, tienen mascotas para no sentirse solos, pero muy pocas veces se ocupan de nosotros y cuando lo hacen es por poco tiempo; y al final ninguno de los dos nos sentimos completos » Pensaba día a día el pequeño pez, que era feliz amando a su pequeño dueño, aunque solo lo viera por breves momentos del día.

    • Irasema
      1 diciembre, 2020 at 15:51

      Una historia muy tierna ☺️

  37. Irasema
    1 diciembre, 2020 at 15:47

    Otra vez ha vuelto a entrar la chica del moño con tirabuzones y gafas negras.Muevo las alas con impaciencia para saludarla. Puede que no sea la humana más inteligente del mundo,ni la más guapa. Pero es mi humana, y espero con ansias las primeras luces de la mañana para verla. Siempre sigue el mismo ritual: entra en esta espaciosa sala llena de espejos, pone esa pieza (creo que un día oí a su novia decir que es El lago de los Cisnes) y empieza a hacer movimientos armónicos, sin quitarle ojo a su reflejo. Creo que quiere echar a volar, pero está atrapada tras esa reja. Ojalá pudiera liberarla y enseñarle cómo hacerlo…

    • Jose
      24 diciembre, 2020 at 10:20

      Deja un poso agridulce al final, me ha gustado 🙂

  38. Jose
    24 diciembre, 2020 at 10:12

    Ocupaba una plaza de técnico de mantenimiento en las instalaciones del cementerio en régimen de interinidad. Se quedaba sin aire al decirlo, pero le hacía sentir orgulloso. Después de quedarse soltero, era lo único que le daba ánimo: volver al mercado laboral, estar activo.

    Lo había visto merodear por allí, seguramente buscando comida, pero siempre volvía a los pies del sepulcro. En el epitafio, un recordatorio breve de su esposa e hijos, anodino, como la lluvia que caía sin entusiasmo sobre el césped del camposanto.

    Pronto se acostumbró a su presencia. Incluso le puso nombre: Rufo. Era mezcla, un perro feo pero entrañable, y cuando quiso darse cuenta le había cogido cariño.

    Aquella tarde se acercó a la tumba donde perro y dueño conversaban de sus cosas. Tendió en el suelo medio bocadillo del almuerzo sobre el papel de plata. Estaba sucio y delgado. Se levantó lentamente y olisqueó la comida, y eso y comerla fue casi al mismo tiempo, evidentemente estaba muy hambriento. Alzó la cabeza hacia él y éste le acarició detrás de las orejas y luego se marchó, y el día cayó dando paso a una noche seca y fría.

    Otros días llegaron y solía ir a ver a Rufo, que apenas se alejaba de su dueño, llevándole trozos de almuerzo, o raciones de su propia comida, que cocinaba para dos, incluyendo a su nuevo amigo. Empezó a escaquearse del café con los compañeros para pasar un rato más con el perro, convirtiendo en ritual de compañía mutua lo que empezó como una curiosidad.

    Y un buen día, cuando se levantó para volver al trabajo, notó a su espalda un movimiento y al volverse vio a Rufo. Parecía contento y desde luego tenía mejor aspecto. Se fue con él y fue feliz otra vez.

  39. Carlos Alberto Pino
    5 enero, 2021 at 20:29

    Elton John no era un gato común y corriente, Elton es y será mi ángel guardián. Todavía recuerdo el día que lo vi la primera vez, tan indefenso, tan vulnerable. Me siguió desde la tienda de don Felipe hasta la puerta de mi casa y entró al edificio sin pedir permiso como si conociera el camino. Me esperó en la puerta del apartamento. Recuerdo la fecha perfectamente 31 de agosto, fue justo el día en el que Daniel y yo terminamos definitivamente, después de darnos una segunda oportunidad. En ese momento no estaba para mascotas (o eso pensaba yo), Elton fue la mejor terapia para un corazón roto, era justo lo que mi vida necesitaba y sabía. El día que lo conocí se acomodó en un espacio de mi cama del que no tenía conocimiento y se ajustó de tal manera que el rompecabezas de mi vida entendió lo que le faltaba.

    Lo demás es historia, las largas sesiones de música y vino. Mi sicoanalista personal. El que nunca me juzgó (de eso no estoy muy seguro). Mi compañía perfecta en los días lluviosos, mi aventura en la ventana de los días de sol. Siempre confié en tu instinto para calificar mis novios, sabía gracias a ti, en quien debía confiar, a quién debía dejar ir y a quién dejar entrar.

    Por eso hoy que te acabo de enviar al cielo de las mascotas, no me siento triste, al contrario, me siento feliz, porque a diferencia de muchas de las personas a mi alrededor, yo siento que conocí el amor perfecto, el desinteresado, del que hablan en los poemas y escriben en las novelas, el que representan en las películas y las obras de teatro.

    Me dejaste acompañado, y por eso creo que cuando moriste, había una cara de “ deber cumplido” en tu cara.

    Por todo y por más… hasta siempre Mi Elton John

  40. Romina María Reinaudo
    15 enero, 2021 at 23:35

    Mi querida:
    Como una especie de posibilidad única, dada como deseo de que me entiendas, te escribo esta carta.
    Aunque llegues cansada, enojada, agobiada, aunque apenas entres a casa me digas: «Sali», aunque varios vivan en este hogar… yo te espero.
    Mi único objetivo al querer mordisquearte, mover mi cola, hasta sonreír, es para hacerte saber que YO TE ESPERO.
    Aunque me insultes por cansancio, me acaricies poco, yo te espero.
    Y siempre será así, no porque sea tu mascota, no porque me des de comer, sino porque nuestro encuentro no ha sido nada casual… porque cuando aún no teníamos cuerpo, nuestras almas se eligieron.

    Chispita

    • Daniel
      9 marzo, 2022 at 20:15

      Me gusta tu escrito, me parece algo lógico que conectemos a un nivel más profundo con nuestras mascotas.

  41. Neura
    11 febrero, 2021 at 11:37

    Somos injustos cuando empleamos la balanza que mide el amor. Calculamos el peso de un cuerpo celeste que habita en el universo expansivo de nuestro espíritu, y cada galaxia interior tiene unas propiedades particulares. ¿Cómo vamos a entender el amor cuando ni si quiera podemos observar los límites de nuestra propia galaxia? Ambos son de naturaleza infinita.

    Nuestro lugar en la galaxia condiciona la sensación de aislamiento. Concebimos la idea de amor egoístamente como capacidad exclusiva de nuestra raza. La posibilidad de que animales no humanos la posean es una hipótesis de la vida alienígena. Nuestra tecnología no ha avanzado tanto para dar rienda suelta al empirismo.

    La metafísica del amor entre especies se diferencia de forma fundamental. Los animales eximieron el pecado original en su nacimiento. Los humanos fueron malditos con la eterna soledad a pesar del amor como mecanismo de supervivencia. Si amaramos como los animales aman, los hippis habrían cambiado el mundo y Laika nunca hubiese ido al espacio.

    ¿Cuál es la distancia equivalente entre el amor a partir de sí mismo y el amor a pesar de sí mismo? Un universo.

  42. 1 marzo, 2021 at 23:38

    De chico estaba convencido de que podía hablar con los animales. Cuando pasaba por la puerta de algún vecino, no faltaba nunca el perro guardián ladrando del otro lado del portón. Solía entonces pararme y concentrándome en los ladridos como para encontrar al pichicho, le pedía que dejara de ladrar. Mágicamente todos me hacían caso.

    Y no era sólo con los perros. Los gatos callejeros y de amigos se me arrimaban a pedirme mimos. El loro de mi amigo Martín se me paraba en el hombro mientras que a otros ni los registraba. Incluso las palomas de la plaza jamás salían volando cuando caminaba entre ellas.

    Recién de adulto tuve una mascota. Un gato adoptado al que bauticé Stevie, por Stevie Ray Vaughan. Desde el primer día establecimos una conexión muy especial. Solía seguirme por todos lados. Le hacía pelotitas de papel y creyéndose arquero se las tiraba para que las atajara. Luego me las traía para repetir la secuencia.

    Si lo llamaba, me respondía con sus maullidos y al instante aparecía contento.

    Al trabajar desde casa, se me sentaba en mi regazo o se acomodaba cerca del ventilador la computadora.

    También se quedaba a mi lado cuando estaba triste o cabizbajo. Si estaba en la cama, se pegaba a mi o se subía a mi pecho y ahí se quedaba.

    En momentos de tensión o estrés, con tan solo hacerle unas caricias me olvidaba de mis problemas.

    Ya de viejito, con menos energía y algunos problemas de cadera, él seguía caminando a mi lado durmiéndose con mis mimos.

    Hoy que ya no está, lo recuerdo con mucho cariño. Nunca hablamos, claro, pero tampoco hizo falta, porque siempre nos entendimos.

  43. Carolina
    17 junio, 2021 at 13:43

    Esta es la historia de dos hermanas que crecieron pidiendo un perro como mascota pero que nunca vieron su deseo cumplido. Tuvo que emparejarse e independizarse la menor de ellas para que ese deseo se viese cumplido.
    Después de unos meses de búsqueda incesante por perreras y anuncios de Internet, el flechazo llegó en forma de un teckel de pelo corto cuya madre le había rechazado al mes y medio de nacer. Mi hermana y su pareja fueron a ver cómo era el cachorrito para luego pensárselo unos días si decidían quedárselo o no. Fue tanta la conexión que sintieron con el cachorro que decidieron traérselo directamente a su casa.
    De eso hace ya dos años. Por suerte pudimos disfrutar de su etapa de cachorro antes de la pandemia porque tanto sus dueños como él viven en otra localidad. Esos primeros meses fueron una mezcla de amor y desconcierto ante nuestra primera mascota oficial. El miedo que me daban sus dientes al principio por si me mordía…
    Luego llegó la pandemia y los meses de estar encerrados tanto en casa como en provincia y Comunidad Autónoma diferentes. Lo digo porque tanto mi hermana como su novio y el perrete viven en otra Comunidad Autónoma y durante casi un año no volvimos a verles físicamente. Hasta el punto que yo creía que el perrete se olvidaría de mí…
    Por suerte al cabo de unos meses volvieron a abrir las fronteras y después de casi un año la familia se pudo reencontrar finalmente. De la emoción de volver a vernos el perro parecía que lloraba de alegría por el reencuentro, algo que yo no sabía que hacían los perros y que logró que yo me enamorase un poquito más de lo que ya estaba de él después de ver esta reacción.

  44. Cala
    26 octubre, 2021 at 00:14

    Mi gato murió después de una cirugía, nunca realizó un acto heroico además de ser obediente, tomando en cuenta que era un gato fue un hecho extraordinario. Vivíamos solos, ese precioso ojiazul bajaba las escaleras corriendo para recibirme cada día a mi vuelta del trabajo, compartimos la repulsión por las lagartijas y sin embargo él se hizo cargo de una que se nos coló por la ventana, respetó las aves a las que yo cada fin de semana les tiraba alimento en nuestro patio, por las noches llenaba mi cama, es decir, nuestra cama de las cosas que él atesoraba: un peluche, una pelotita, alguna envoltura brillante de un dulce, un papelito ruidoso. Jamás me criticó cuando yo tocaba la guitarra y cantaba, si yo bailaba él brincaba a mi alrededor con la misma energía, cuando yo hacía algún trabajo de decoración él me acompañaba haciendo volar diamantina, cristales, papelitos de colores… cuando nos mudamos fue paciente en esperar a que lo rescatara del patio del vecino donde había caído, le gustó el árbol por el que elegí esta casa… un árbol para él, no lo disfrutó mucho tiempo, enfermó, el veterinario me dijo que requería cirugía, volvió a casa, a morir. Alcancé a decirle que había sido un honor que hubiera pasado conmigo la mayor parte de su vida. No arriesgó su vida por mí, no me salvo de un incendio, lo que él hizo fue ser feliz conmigo, llenarme la casa de vida y colores, estar cada día y obedecer sus horarios de entrada y salida. Ya no está él ni tampoco el árbol. Si aparece alguna lagartija en el jardín debo enfrentarla sola y alimento aves sin que un ojiazul se pasee entre ellas.

  45. BVV
    14 febrero, 2022 at 14:26

    -No sale ni de su cuarto- le comentaba la madre al psicólogo
    -Regálale algo que le motive a salir, algo que le haga sentir bien.
    La madre se levantó de la silla y fue hacia su casa, de camino a casa le compró un regalo.
    -Ya estoy en casa cariño -dijo la madre
    Se oyó una especie de ruido, como si se hubiera caído algo.
    El niño fue a mirar y vio una caja de cartón gigante, la abrió y ¡oyó a un perro ladrar!
    -Gracias mamá- dijo el niño contento.
    Sacó el perro y le tiró la pelota, el perro empezó a dar vueltas, pero no la encontraba, el niño sorprendido le dijo a su madre:
    -Qué le pasa mama?
    -Cariño es ciego como tú, pero tranquilo que puede hacer todo igual como los otros perros- le dijo la madre.
    -Yo no quiero un perro diferente a los otros- dijo y se marchó.
    Al cabo de un rato la madre entró en su cuarto y le dijo que ese perro podía hacer todo lo que le propusieras. Al final el niño lo entendió y salió fuera con el perro y jugó a la pelota. El primer día el perro no encontró la pelota, ni el segundo ni el tercero, pero después de mucho esfuerzo lo consiguió.
    Pasó un mes y los dos se presentaron a un concurso de saltos caninos. No quedaron los primeros ni los segundos quedaron los últimos, pero el premio que se llevaron es entender que todo el mundo puede hacer lo que se proponga.

  46. Daniel
    9 marzo, 2022 at 20:00

    La bola de pelos me ve y ni siquiera me mira
    No conoce de problemas, ella tan solo vive
    Es tanto amor que da y tan poco el que pide
    Que reinventa la felicidad cada vez que respira

    La bola de pelos incita con cada emboscada
    A ser el niño de siempre que a veces se olvida
    Porque entender el cosmos es rascar su barriga
    Y Descubrir a Dios es tenerla en la almohada

    El retorno siempre aguarda, devoción divina
    Preámbulo de amores, tristeza desterrada
    La vida se hace fácil si la observa su mirada
    Nunca te vallas de ella mi pequeña canina

  47. kagura
    21 marzo, 2022 at 06:59

    Alguna vez me he puesto a pensar en si el amor no será un invento para mantener a las personas ensimismadas en un sentimiento. He llegado a pensar que es imposible concebir una emoción tan abrasante como para ser capaz de vivir y morir por alguien. Luego veo los ojos de mi mascota y pienso que quizá ahí fue en donde por primera vez lo encontró algún poeta.

  48. Camila
    29 julio, 2022 at 17:43

    William Alexis es su nombre. LLegó en una canasta. Tan chiquito como la bebé de la casa. Pasaron los meses y creció, cuadruplicando, quintuplicando y hasta sextuplicando su tamaño. Juega, salta, corre, ladra mucho y también se escapa, para pasear y en algun que otro caso para pelearse con otros perros. Estos últimos son factores determinantes a la hora de describir la percepción que de él tienen los vecinos, la cual es definitiva: les cae mal, muy mal. En cambio, para su familia, Willy es lo más preciado y todas sus acciones son motivo de festejo, salvo una: la destrucción. Con su metro setenta parado en dos patas, sin que nadie lo pueda frenar en el acto, este animal destruye muebles, jardines y juguetes. Los primeros despiertan el enojo de los padres, los segundos la indignación de la abuela y los últimos el irritante llanto de los niños. Sin embargo, lo aman y él también a ellos. Aunque no es ajeno a preferencias, es claro su favoritismo por el padre, Jorge. Con el tiempo, el perro adoptó a la familia como cachorros que necesitan protección, pero no cualquiera, sino la suya y la de Jorge, considerado aliado para su cometido, el cual es siempre claro: no dejar que nada le pase al resto de la manada. Por eso es que su cariño, adoración y respeto tienen un evidente destinatario. Con él juega y a él es a quien necesita para quedarse tranquilo, para saber que la casa está protegida y que sus cuatro patas y su cola pueden irse a dormir. Inluso dormir definitivamente: Willy, envenenado por uno de los vecinos, agoniza horas hasta que decide rendirse un día a las 19 hs: hora en la que Jorge llega de trabajar.

  49. Ana Isabel
    27 septiembre, 2022 at 17:37

    Todas las mañanas araño la puerta de su cuarto, la empujo y con sigilo me cuelo dentro. Ella descansa acostada boca abajo sobre la cama. Sus arqueadas piernas presentan el hueco perfecto donde refugiarse así que, saltando, llego hasta él. Ella acaba de sentir mi presencia, pero no se inmuta. Acurrucadas las dos dormimos un rato más, hasta que la recién estrenada mañana la requiere en sus obligaciones.
    En ese breve rato que pasamos juntas cada despertar, suelo recordar todos los momentos que a su lado he vivido. Ella fue la primera que me alimentó cuando llegué por primera vez a casa aquel febrero. Era tan pequeña, y hacía tanto frío, que improvisó un viejo gorro de lana como mi primera cama. Desde entonces siempre he ido a su lado, corriendo y creciendo juntas. He visto sus primeros amores y sus lágrimas desesperadas, así como su paso del instituto a la universidad; qué tristeza sentía cada domingo cuando la veía marcharse y no regresar hasta el viernes, cuando entre sollozos la recibía la primera.
    Hemos paseado por todas las calles y jugado mil veces a la pelota. Si es que hasta hemos bailado juntas.
    También hemos pasado algunas noches en vela, yo aquejada por el dolor de tres operaciones, ella alerta, vigilándome para que nada malo me ocurriera.
    Sé que ya nos queda poco tiempo que pasar juntas en esta vida pero, hasta que esa separación irremediable llegue, yo la seguiré arropando con mi calor cada mañana para que sepa lo mucho que la quiero.

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