Propuesta 52 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-52Hoy debéis escribir una historia de máximo 2.000 caracteres cuyo argumento se base en el siguiente refrán:

 

“Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.”

Recordad que para contar los caracteres de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de caracteres en línea como estos:

 

 


Enviad vuestros textos en el espacio para los comentarios.

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  2 comments for “Propuesta 52 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Narradora de Cuentos
    1 noviembre, 2016 at 20:32

    En un apacible vecindario de Dublín la vida transcurría tranquila, sin grandes acontecimientos, tan solo salpicada de los cotilleos que suscitaba chismorrear sin piedad de los males ajenos. Al menos a eso se prestaban la mayoría de sexagenarias que vivían allí.
    Maggie Tylor, la última vivaracha y alocada vecina que se había instalado en el barrio , decidida a dar un brío nuevo a su comunidad, no se lo pensó dos veces y preparó un alocado brunch , con el que darse a conocer.Venciendo reticencias iniciales, superadas por la curiosidad, la vecindad acabó arremolinándose a su puerta, aquella cálida mañana estival. No quedaron defraudadas Magee apareció vestida fiel a su provocadora personalidad, saltándose todos los cánones que las buenas formas prescribían entre aquellas familias educadas a la vieja usanza. El murmullo general coreó el jardin ante su aparición estelar , hombres y mujeres por igual intentaron digerir un modelo ajustado a su piel , que rozaba lo obsceno para las mujeres y soliviantaba el erotismo para los «virtuosos maridos de Padinton street …
    Consciente del revuelo, se propuso no dejar títere con cabeza y con su mejor sonrisa fue saludando uno a uno a todos los respetables maridos, intercambiando con ellos guiños cómplices, ante sus atónitas mujeres, que no daban crédito de lo que evidenciaba tanta picardía y cotidianidad
    Después de sacar los colores a las encorsetadas y chismosas conciudadanas que se habían permitido el lujo desde el principio de despreciarla por su condición de madre soltera y de colocarle el san Benito de mujer disoluta . Elevando su voy y su presencia desde una pequeña tarima , situada en el centro del jardín para tal efecto , pronunció alto y claro … Mi abuela nacida y criada en España me enseñó desde bien jovencita que debemos aprender de los males que sufren los demás, para no caer en los mismos errores y sufrir idénticas consecuencias.» Y para que no lo olvidará nunca me repetía a menudo »
    “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.”
    Así que mis queridas respetables y estiradas damas dublinesas dejen de juzgarme, de tacharme de falta de moralidad, revisen los pecados que sus honorables maridos cometieron sin remilgos conmigo,
    y vigilen de cerca la primorosa virtud de sus decorosas hijas , antes de seguir restregándome su dudosa moralina

    El murmullo se convirtió en un sepulcral silencio …

  2. 7 noviembre, 2016 at 22:36

    No puedo recordar cómo era mi vecino cuando tenía barba,̣̣̣̣ aunque apenas ayer todavía la lucía. Esta mañana, cuando me saludó, noté algo diferente en su cara y no acertaba qué era. Hasta que mi hija Epifanía me lo dijo, cuando la llevaba a la escuela.

    —Hoy es la boda de Felicia —me recordó Epifanía—. Tal vez por eso se afeitó.
    —Es cierto —confirmé—. Pero no lo puedo creer. Esa niña es tan pequeña.
    —¡Papá! Si tiene la misma edad que yo.
    —Por eso ¿Hace cuantos años que iban juntas a la escuela?
    —Hace ya mucho de eso —contestó sin responder—… ¡Cuidado, papá! Mira por donde conduces.

    Sus palabras llegaron a tiempo para que evitara arrollar al ciclista que se atravesó frente a nosotros. Me encontraba bastante distraído solo de pensar que mi niña pudiera alocarse con la idea del matrimonio.

    —¡No puedo creer que Felicia se case! —dije a mi esposa por enésima vez, cuando regresé del trabajo.
    —Ya se que para ti, Epifanía siempre será una niña, pero mejor vete preparando —me respondió con tranquilidad—. Por cierto, faltan dos horas para la boda de la vecina.

    Después de la ceremonia religiosa nos dirigimos al lugar donde sería el brindis y ahí vi de nuevo a mi vecino.

    —Ha sido una bonita boda —le comenté en cuanto estuve cerca.
    —Muchas gracias, vecino. Aunque aún no me hago a la idea —dijo mientras me estrechaba la mano.
    —Si. No es tan fácil que crezcan las hijas y se vayan —respondí.
    —Es cierto. Pero cuando las barbas de tu vecino veas pelar —dirigió la mirada hacia donde venía mi hija.
    —¡Buenas noches, Don Javier! —sonrió mi Epifanía al vecino, antes de dirigirse a mí—. Papá, te presento a Edgar, mi novio.

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