Propuesta 67 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

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  3 comments for “Propuesta 67 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. 10 noviembre, 2016 at 02:43

    Nunca creí que pudiera considerar como un oasis a una breve extensión de tierra. Esa mañana fue así. Después de horas de navegar a la deriva, con una brújula que no cesaba de señalar 360 nortes, pudimos ver el faro de la esperanza.

    Esa esperanza resultó resbaladiza como un pez entre las manos. Entre más cerca nos sentíamos del faro, más inalcanzable parecía. Las corrientes marinas tenían un complot para alejarnos de nuestro refugio seguro en espera del rescate.

    Cuando sentíamos que los remos desfallecían en nuestras manos, por fin, alcanzamos el islote que sostenía al faro. Entramos felices a la casita al pie del faro y encontramos una garrafa de agua para saciar la sed. Los manjares sobre la mesa fueron nuestra oportunidad para ahogar el hambre que ya parecía estarnos matando.

    Subí hasta la cima de la torre y entonces me tocó la luz de la realidad. Al mirar el oleaje que rodeaba a la pequeña isla, pude observar que algo se movía. Algo. Era la tierra lo que se movía. No era tierra. ¡Era un gran pez! Mi novia, se había sentado a mojar sus pies con el oleaje. No escuchaba mis gritos. Grité más fuerte.

    Corrí hacia abajo por la escalera espiral. ¡No pude creer lo que veían mis ojos! ¡Ahí estaba ella! En las fauces de una gigantesca piraña y yo corría sobre su espalda… Cerré los ojos para desaparecer tan dantesca escena. Al abrirlos, ella no estaba… Salté tras ella.

    —¡David! ¡Despierta! ¡Mojaste la cama! —Dijo la voz de mi novia, que estaba a salvo.

  2. Narradora de Cuentos
    14 noviembre, 2016 at 21:05

    Su cuerpo pareció salir de un largo letargo, lo único que recordaba su » memoria de pez » es que quedaron congelados e inertes, en un inmenso mar de hielo…
    Ahora sus ojos expectantes intentaban situarse, donde estaba el banco de peces con el que se protegía? Sentíase extraño , donde había ido a parar su ágil y graciosa movilidad? Parecía como si su mundo se hubiera » construido » diferente, su liviana alma de pez, la sentía ahora remota y en su lugar parecía arrastrar, toda la austera visión de lo que hubieran podido vislumbrar aquellos parajes remotos… Se sintió pesado y triste y deseo por un momento la compañía, aunque fuera del incordiante chapoteo del género humano. Algo le hacía presagiar un mundo hostil, que le pesaría quizá siempre.
    Añoró sin recordarla una vida de libertad, surcando el fondo marino, donde las bellas y frías profundidades, le ampararán del peso que había sentido en la superficie…

    • 15 noviembre, 2016 at 02:42

      Es genial escribir desde la perspectiva del pez. Muy buena propuesta.

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