Propuesta 77 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

taller-de-creatividad-literaria-77En esta propuesta debéis reinventar el cuento de Cenicienta en un máximo de 2.500 caracteres haciendo que el zapato de cristal le valga a alguna de sus repulsivas hermanastras.

 

¿Qué ocurre después? ¿Qué haría el príncipe? ¿Cómo lo afrontaría Cenicienta? ¿Qué pasaría con el hada madrina?

 

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Recordad que para contar los caracteres de un texto, podéis usar el menú Herramientas de Word o cualquier contador de caracteres en línea como estos:

 

 


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El libro de nuestro amor

EL LIBRO DE  NUESTRO AMOR

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Un libro
para escribir
en pareja
y conocerse mejor.
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 Ya que no se puede amar de verdad lo que no se conoce, completar entre dos El libro de nuestro amor ayuda a fortalecer los lazos que unen a cualquier pareja.
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En sus páginas se proponen cientos de preguntas formuladas de modo que el libro puede ser escrito por cualquier pareja que se ame, independientemente de su edad, sexo o conocimientos.
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libros para escribir y luego leer

  2 comments for “Propuesta 77 – Taller de CREATIVIDAD LITERARIA

  1. Narradora de Cuentos
    20 noviembre, 2016 at 23:15

    Sostenía como un «talismán» lo único que tenía de ella, el frágil zapato de cristal, que perdió la muchacha en su apresurada marcha .
    Afligido y cabizbajo andaba el principe preguntándose que hacer, cómo volver a saber de la bella desconocida, cuando el delicado calzado le dio la respuesta, decidió esperanzado probar a calzar a todas las jóvenes del reino hasta dar con su dueña. Así mando emisarios que cruzaron de punta a punto el reino sin suerte. El principe desesperado, decidió no abandonar y cabalgó leguas por todo su el reino, decidido a si hacía falta calzar el mismo, a todas las jovencitas del lugar.

    Cenicienta seguía entretanto de nuevo con su triste vida, trabajando, cocinando y limpiando de sol a a a sol, soportando las continuas burlas de sus hermanastras. Aquella tarde oyó que había visitas, y le le sorprendió un barullo especial. Al acercarse a la sala principal se quedo estupefacta, viendo como su amado principe, del que no había podido olvidar, mirada y sonrisa, intentaba sin conseguirlo, calzar a una de sus hermanastras. Por más que ella insistió e insistió, su pie era una «yarda» más largo, pensó Cenicienta irónica e ilusionada. Le llegó el turno a su hermanastra mayor, el cetrino habitual tono de su cara, se iluminó de repente y jubilosa calzó triunfal el bonito zapato de cristal. Su mirada traspasó las petrificadas pupilas del principe, que no daba crédito a lo que veían sus ojos, aquella desapacible mujer, clavava sus heladas e hirientes pupilas en su bella y apesadumbrada Cenicienta, que implorante y pálida parecía pedír respuestas. El compartiendo su angustia, le pedía turbado, perdón, sabiendo que su honor no le permitiría faltar a su palabra. Había prometido y propagado por todo el reino, que desposaría a la dueña de aquel delicado
    zapato.

    Pasadas treinta jornadas, en escasas horas sonarían campanas de boda. Todo el reino enmudece, conocedores de la triste historia. Abatidos porque su principe pague con su desgracia, cumpliendo a rajatabla su honesta palabra.

    Cenicienta amanece dispuesta a burlar al destino, tras una noche en vela rabiosa y exhausta, se levanta decidida a que nadie le usurpe el amor.
    Deambula sin rumbo, poseída por la rabia, sin saber cómo evitar en su delirio, el desposorio.
    Por su cabeza aparecen una a una las imágenes, de la feliz noche del baile, cuando entre sus
    brazos danzó, hasta casi olvidar su acuerdo con el hada madrina… De pronto pensó que
    urgía encontrarla, que ella era la única capaz de evitar la desgracia. Desesperada busco, invocó y rezó por hallarla a tiempo, lo hizo hasta caer rendida, preguntándose por qué esta vez no acudía en su ayuda…
    Abatida y vencida se arrastró hacia Palacio, implorando por ver a su amor, esperando lograr evitar su horrible destino. Al llegar quedó aterrada, encontró allí a el hada madrina, engalanando jubilosa para la boda, la misma carroza en la que aquella noche, sé sintió ahora lo sabe, «princesa de un día » …

  2. Narradora de Cuentos
    20 noviembre, 2016 at 23:37

    Sostenía como un “talismán” lo único que tenía de ella, el frágil zapato de cristal, que perdió la muchacha en su apresurada marcha .
    Afligido y cabizbajo andaba el principe preguntándose que hacer, cómo volver a saber de la bella desconocida, cuando el delicado calzado le dio la respuesta, decidió esperanzado probar a calzar a todas las jóvenes del reino hasta dar con su dueña. Así mando emisarios que cruzaron de punta a punto el reino sin suerte. El principe desesperado, decidió no abandonar y cabalgó leguas por todo su reino, decidido a si hacía falta calzar el mismo, a todas las jovencitas del lugar.

    Cenicienta seguía entretanto de nuevo con su triste vida, trabajando, cocinando y limpiando de sol a a a sol, soportando las continuas burlas de sus hermanastras. Aquella tarde oyó que había visitas, y le le sorprendió un barullo especial. Al acercarse a la sala principal quedo estupefacta, viendo como su amado principe, del que no había podido olvidar, mirada y sonrisa, intentaba sin conseguirlo, calzar a una de sus hermanastras. Por más que ella insistió e insistió, su pie era una “yarda” más largo, pensó Cenicienta irónica e ilusionada. Le llegó el turno a su hermanastra mayor, el cetrino tono de su cara, se iluminó de repente y jubilosa calzó triunfal el bonito zapato de cristal. Su mirada traspasó las petrificadas pupilas del principe, que no daba crédito a lo que veían sus ojos, aquella desapacible mujer, clavava sus heladas e hirientes pupilas en su bella y apesadumbrada Cenicienta, que implorante y pálida parecía pedír respuestas. El compartiendo su angustia, le pedía turbado, perdón, sabiendo que su honor no le permitiría faltar a su palabra. Había prometido y propagado por todo el reino, que desposaría a la dueña de aquel delicado zapato.

    Pasadas treinta jornadas, en escasas horas sonarían campanas de boda. Todo el reino enmudece, conocedores de la triste historia. Abatidos porque su principe pague con su desgracia, cumpliendo a rajatabla su honesta palabra.

    Cenicienta amanece dispuesta a burlar al destino, tras una noche en vela rabiosa y exhausta, se levanta decidida a que nadie le usurpe el amor.
    Deambula sin rumbo, poseída por la rabia, sin saber cómo evitar en su delirio, el desposorio.
    Por su cabeza aparecen una a una las imágenes, de la feliz noche del baile, cuando entre sus
    brazos danzó, hasta casi olvidar su acuerdo con el hada madrina… De pronto pensó que urgía encontrarla, que si acaso ella era la única capaz de evitar la desgracia. Desesperada, busco, invocó y rezó por hallarla a tiempo, lo hizo hasta caer rendida, preguntándose por qué esta vez no acudía en su ayuda…
    Abatida y vencida se arrastró hacia Palacio, implorando por ver a su amor, esperando lograr evitar su horrible destino.
    Al llegar quedó aterrada, encontró allí a el hada madrina, engalanando jubilosa para la boda, la misma carroza en la que aquella noche, sé sintió ahora lo sabe, “princesa de un día ” …

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