La sonoridad de un nombre puede hacernos imaginar cómo es un personaje.
© De El libro de mi creatividad literaria. Ediciones Obelisco. .
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EL LIBRO DE NUESTRO AMOR*Un libro
para escribir en pareja y conocerse mejor. *Ya que no se puede amar de verdad lo que no se conoce, completar entre dos El libro de nuestro amor ayuda a fortalecer los lazos que unen a cualquier pareja.*En sus páginas se proponen cientos de preguntas formuladas de modo que el libro puede ser escrito por cualquier pareja que se ame, independientemente de su edad, sexo o conocimientos.*De venta en librerías y en www.sobrelineas.com
libros para escribir y luego leer
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Gregoria Reguero, alias «Goyita»: es una mujerona. Muy alta y de buenas formas, morena, con una boca muy sensual, que sabe usar con los hombres, pues sabe que su boca es deseable y por lo mismo jamàs va a ninguna parte sin delinear cuidadosamente y pintar con làpiz labial rojo furioso. Tiene una melena larga, abundante, con grandes ondas y de color castaño rojizo, que la hacen lucir espectacular. Se viste con ropa ceñida al cuerpo, que destacan sus formas voluptuosas.
A sus 30 años, no vive en pareja y tiene un hijo que adoptò. Posee un caràcter fuerte, que hace temblar a cualquiera, pero tambien una ternura que nadie imagina.
Eran las primeras horas de la mañana cuando el teléfono de la residencia de la Torre hizo que Gertrudis, la ama de llaves, deje a un lado lo que estaba haciendo para atender.
-¿Gregoria Reguero? disculpe pero nadie en esta residencia responde a ese nombre.
Del otro lado de la sala «Goyita» le hace señas para que le de el teléfono y luego de unos minutos de charla telefónica, ignora la mirada intrigante de Gertrudis y vuelve a sus quehaceres.
Nadie la conocía por su nombre y aunque hace dos días había cumplido 42, la gente la seguía llamando por el apodo que su madre le había dado a los 7 años . Su madre, una mujer dedicada que sin saberlo, le había delegado la tarea de criada al momento de su muerte. Es que no tenía otra opción, su sueño de convertirse en artista fue destruído por la enfermedad que le quitó también a la persona que más amaba. Y así aceptó su destino. Sus grandes ojos negros reflejaban la falta de vida, su cuerpo desgarbado se movía lento, sus delgados brazos hacían el trabajo y sus labios gruesos rara vez se curvaban en sonrisa, solo emitían un debil sonido limitado solamente a contestar preguntas.
En su habitación guardaba una fotografía de ella con su madre. Tenían la misma mirada, la que Goyita había perdido. En la foto las dos reían, no solo con una sonrisa, sino esas que se ven en cada músculo de la cara. Goyita incluso tenía las mejilas sonrojadas, ahora eran solo huesos.
Pero ella no quería que la melancolía la dominare, ella había aprendido a ser sumisa al deseo de sus patrones, ya no replicaba, no cantaba, ni daba opiniones.
Goyita era una sombra de lo que el pasado le dejó.
Gregoria Reguero
En un alejado pueblo de la provincia de Córdoba, vivía Gregoria apodada Goyita
Era de mediana estatura tirando a gordita, medio rubia a pesar del nombre, uno se la imagina morocha robusta su perfil no coincidía con el nombre.
Tenía unos enormes ojos verdes y el cabello muy largo, atado en la nuca o un voluptuoso rodete
Era una típica campesina vestía jardinero y camisa escocesas, alpargatas, montaba muy bien a caballo; pero no daba la imagen de ser una ruda mujer, era bonachona, amable y simpática, siempre ayudaba a la peonada, por eso el apodo de Goyita
Los peones ya leían en su mirada las órdenes y la respetaban, no necesitaba levantar la vos para ser obedecida.
Pero ella no tenía vida fuera de sus actividades, María su única amiga, insistía que eso no era vida, este fin de semana se realizaría un festival en el pueblo, insistía en llevarla cosa que ella rotundamente se negaba
Llego el sábado María llego en su sulki dispuesta asaca a Goyita de su letargo, tanto insistió que la convenció, le presto una amplia pollera estampada y una blusa con volados y puntillas, la maquillo discretamente y marcharon las dos al pueblo ,los mozos deslumbrados con la belleza da Goyita que entendió que un poco de divercion no altera la jornada de trabajo
Buena tarde Norma:
Me gusto tu descripción sobre Goyita y su forma de vida, coincidimos en describir a Goyita con caracterr fuerte y amable, ¿tal ves por que su nombre «Gregoria» suena fuerte y el diminutivo «Goyita» es suave?
Saludos desde México.
Gregoria Reguero
Gregoria Reguero, conocida como “Goyita”, es una mujer de 55 años oriunda del estado de Veracruz, pero que, desde hace 40 años vive en la Ciudad de México en una colonia popular.
Desde su llegada a la colonia llamo la atención por su gran belleza, una mujer de una estatura de 1.60 de cuerpo torneado, ojos grandes castaños y alegres, cabello largo y negro, su rostro de rasgos fuertes pero amables y de sonrisa franca, caracteristicas que aún conserva.
Todos quien la conocen destacan su carácter fuerte, alegre, divertido, le gusta bailar y cocinar, en esto se destaca y en su fonda lo pueden comprobar, su sazón es único.
Es una mujer con iniciativa, trabajadora y con valores fuertes, de mucha sensibilidad e inteligencia siempre dispuesta a ayudar a sus vecinos es madre soltera de dos mujeres de 18 y 13 años respectivamente, dos mujeres que comparten su carácter y belleza.
Hola, todavía está abierto este curso?
Gregoria Reguero, también conocida como Goyita por sus vecinos, era lo que podríamos llamar toda una bruja. No estoy hablando de verrugas o viajes en escoba, tampoco de brebajes o embrujos; me refiero a la mala intención de sus actos y palabras, a la sorna y desprecio en el trato, sobre todo a los niños. Goyita, tenía la bien ganada fama, de haber reventado globos y pateado cachorros; de haberse quedado con cuanta pelota de plástico hubo caído en su jardín y de haber tirado de las orejas o el pelo a cuanto niño alcanzó recorriendo en patines o bicicleta el pasaje. En resumen, hay suficiente certeza de que maltrató a todos los niños que estuvieran a su alcance. Es por eso, que los vecinos quedaron boquiabiertos cuando se enteraron de que, a casa de Goyita, había llegado a vivir un pequeño: al parecer, su nieto.
Si los rumores fueran visibles como el humo… el pasaje habría quedado a oscuras desde que la vieron salir con el infante de su casa. Los comentarios acerca del terrible destino que le esperaba al niño y, de que pudo motivar a sus padres a dejarlo al cuidado de tal horrible vieja, no paraban en ninguna de las familias que habitaban esa vecindad.
Puedo decir que, los rumores y la sorpresa fue mayor cuando la vieron, con su nieto de la mano, mirándolo con ternura y hablándole con dulces palabras de abuela de cuento. Incluso los niños, no podían creer lo que sucedió cuando la bruja en persona se acercó a presentarles a Juliancito para que lo invitaran a jugar.
Los vecinos no podrán olvidar aquel tiempo en que Gregoria Reguero sonreía con la sonrisa de su nieto y se arrodillaba para recibir su abrazo. Fue un tiempo de luz y felicidad como si la navidad o las vacaciones de verano hubiesen echado ancla en esos callejones. Pero como se sabe, nada es eterno por lo que un día se vio entrar a los padres de Juliancito y al poco rato se les vio irse con el niño de la mano. Goyita no salió a despedirlos. Goyita no salió a ver jugar a los niños. Goyita no volvió a sonreír.